Joseph Kanon - El Buen Alemán

Здесь есть возможность читать онлайн «Joseph Kanon - El Buen Alemán» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Buen Alemán: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Buen Alemán»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El fin de la guerra en Europa culmina con la entrada de los ejércitos aliados en un Berlín que ha aceptado una rendición sin condiciones y cerca del cual celebran la Conferencia de Potsdam Churchill, Stalin y Truman. Pero haber acabado definitivamente con el Reich no pone fin a todos los problemas. En una zona controlada por los rusos acaba de aparecer el cadáver de un soldado del ejército estadounidense con los bolsillos repletos de dinero. Jake Geismar, periodista estadounidense que ya había estado en la capital alemana antes de la guerra, vuelve allí para cubrir el triunfo aliado y culminar su campaña particular, pero también para encontrar a Lena, una mujer de su pasado. El asesinato del soldado norteamericano se cruza en el camino de Geismar, quien irá descubriendo que hay muchas cosas en juego. Más de las que imaginaba.

El Buen Alemán — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Buen Alemán», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Bernie Teitel, pero no puedo pedirte que lo hagas.

– Oh, no lo hago por ti -dijo ella-. Es por mí. Puede que por Alemania, ¿te parece una locura? Por empezar a hacer algo. Para que quede algo. No sólo los Emil. De todas formas, mírate. ¿Dónde vas a ir en ese estado?

– Resulta que vive aquí abajo.

– ¿Sí? O sea que no está tan lejos.

– Para ti sí. -Extendió la mano hacia los documentos-. Todavía significa algo para ti.

Lena meneó la cabeza.

– No -respondió en voz baja-. Para mí no es más que un chico en una foto.

Se miraron durante un minuto. Jake se inclinó hacia delante y la agarró de la mano sin prestar atención a los papeles.

Ella sonrió y le acarició la palma con un dedo.

– Qué línea. En un hombre.

– Hacéis buena pareja. -Shaeffer estaba en la puerta con Erich-. He traído al niño. -Se dirigió hacia ellos con Erich detrás-. Qué astuta es usted -le comentó a Lena, tendiéndole la mano-. Me los quedaré yo.

– No le pertenecen, tampoco a Emil -dijo Lena.

– No, son del gobierno de Estados Unidos. -Shaeffer movió los dedos de la mano abierta para indicar que se los entregara-. Gracias por ahorrarme seguir jugando al escondite. Ya lo suponía. -Agarró los documentos por un extremo-. Es una orden.

Se quedó mirándola hasta que Lena los soltó.

– ¿Qué crees que estás haciendo? -preguntó Jake.

– ¿Qué crees que estás haciendo tú? Esto es propiedad del gobierno. Vas a meterte en un lío si no te andas con cuidado.

– Se los entregaré a Teitel.

– Te ahorraré el viaje. -Empezó a hojearlos-. Veo que no son notas sobre misiles. ¿Quieres contármelo?

– Son informes de Nordhausen -respondió Jake-. Datos y cifras de los campos. Detalles de la explotación laboral. Lo que sabían los científicos. Un montón de datos interesantes. Sigue leyendo, encontrarás el nombre de muchos de tus amigos.

– Y crees que esto puede ponerlos en un aprieto.

– Puede convertirlos en criminales de guerra.

Shaeffer levantó la vista de los documentos.

– Verás, tu problema es que estás en la guerra equivocada. Todavía estás librando la última.

– Estuvieron implicados -insistió Jake.

– Geismar, ¿cuántas veces tengo que decírtelo? No me importa.

– Debería importarle -dijo Lena-. Mataron a mucha gente.

– Qué comentario tan interesante, viniendo de una alemana. ¿Y quién cree que mató a esa gente? ¿O es que quiere que su marido pague el pato? Claro, le conviene.

– No puedes hablarle así -replico Jake, e intentó levantarse, pero hizo un gesto de dolor cuando Shaeffer lo empujó para impedirlo.

– Cuidado con ese hombro. Bien, ahora tenemos un problema. Eres como un grano en el culo.

– Y lo seré más aún si Teitel no recibe esos documentos. Ni siquiera Ron podrá acallar esta historia.

– ¿De qué historia hablas?

– ¿Qué te parece la de un congresista que lleva nazis a Estados Unidos?

– Eso no le gustará.

– O la de una unidad técnica jugando al escondite con los rusos. Tengo muchas opciones. O podemos hacerlo como es debido: tú ayudas al Gobierno Militar a hacer lo que dice que quiere hacer, llevar a juicio a esos hijos de puta. Un artículo sobre el juicio. Esta vez, tú serás el héroe.

– Deja que te explique una cosa -dijo Shaeffer-. No me andaré con rodeos. Mira este país. Esos científicos son la única reparación que vamos a conseguir. Porque vamos a conseguirlos. Los necesitamos.

– Para luchar contra los rusos.

– Sí, para combatir a los rusos. Debes decidir en qué bando estás.

– Y lo de los campos da igual.

– Por mí, como si se han tirado a la señora Roosevelt. Los necesitamos. ¿Lo entiendes?

– Si Teitel no consigue esos documentos, escribiré el artículo. No creas que no voy a hacerlo.

– Creo que no lo harás.

Shaeffer cogió los documentos con las dos manos y, antes de que Jake pudiera moverse, los rompió.

– No hagas eso -dijo Jake, incorporándose. El papel desgarrándose lo hacía estremecerse tanto como el dolor que se le clavaba en el hombro. Un nuevo desgarro, y Jake, medio levantado, miraba con impotencia cómo desaparecían los documentos-. ¡Hijo de puta!

El último jirón.

Shaeffer dio un paso hacia la ventana y lanzó las hojas al exterior: trozos de papel, suspendidos en el aire, llevados por la brisa, revoloteando por el jardín. Jake, que miraba como hipnotizado, se dio cuenta de que no eran fragmentos pequeños, sino del mismo tamaño que los billetes que habían revoloteado sobre el jardín de Cecilienhof.

– Ya te lo he dicho -dijo Shaeffer volviéndose-, estás en la guerra equivocada. Esa ya terminó.

Jake observó cómo se marchaba, apartando con brusquedad a Lena y al anonadado Erich, que ya sabía que todo estaba kaput.

– Tengo la sensación de haberte decepcionado también a ti -le dijo Jake a Bernie-. Supongo que a ti más que a nadie.

Habían ido a casa de Gunther a recoger los Persilscbeine y se habían encontrado toda la habitación patas arriba: las estanterías por los suelos y cajas rotas esparcidas por todo el salón.

– No eres el único. Todo el mundo me decepciona -respondió Bernie con un leve gruñido, aunque no estaba enfadado de verdad-. ¡Dios! ¡Mira esto! Las noticias vuelan. ¿Te has dado cuenta de que lo primero que se llevan es el alcohol? Después el café. -Recogió las carpetas del suelo y las apiló-. No te tortures demasiado, ¿de acuerdo? Al menos sé qué buscar. Ya es más de lo que tenía antes. Hay montones de pruebas por toda Alemania, algunas de ellas podrían aterrizar en mi mesa.

– Jamás los atraparás -dijo Jake con tristeza.

– Entonces atraparemos a otros -dijo Bernie mientras miraba el cajón del escritorio-. No escasean precisamente.

– Pero ¿no te molesta?

– ¿Que si me molesta? -se volvió hacia Jake, encorvado-. Voy a decirte algo. Vine a este lugar porque creía que iba a conseguir algo: justicia. Y ¿dónde he terminado? El último de la fila. Todo el mundo necesita algo, y nosotros no podemos con todo. Hay que alimentar a la gente, están muriéndose de hambre. Conseguir volver a poner en marcha Krupp, abrir las minas. ¿Y los judíos? Bueno, fue algo terrible, sin duda, pero ¿qué se supone que tenemos que hacer este invierno si no conseguimos el carbón de los rusos? ¿Congelarnos? Todo el mundo tiene sus prioridades. Salvo que los judíos no están en la lista de nadie. Ya nos ocuparemos de eso más adelante. Si alguien tiene tiempo. Así que ¿qué pasa si pierdo a un par de científicos? Todavía estoy intentando pillar a los guardias de los campos.

– Eso es caza menor.

– No para las personas a las que mataron. -Se quedó en silencio-. Mira, a mí tampoco me gusta, pero es lo que hay. Crees que te vas a comer el mundo y vienes hasta aquí, y lo único que haces es rebuscar entre los escombros. Sin ninguna prioridad. Así que uno hace lo que puede.

– Sí, ya lo sé, paso a paso. Ojo por ojo.

Bernie levantó la vista.

– Me suena demasiado a Antiguo Testamento. No existe castigo posible. ¿Cómo se castiga algo así?

– Entonces, ¿para qué molestarse?

– Para que lo sepa todo el mundo. Cada juicio. Esto es lo que paso. Ahora lo sabemos. Y luego otro juicio. Soy fiscal del Estado, eso es todo. Llevo cosas a juicio.

Jake agachó la cabeza mientras jugueteaba con los Versüscheine de la mesa.

– Aun así, me gustaría tener los documentos. No eran guardias, deberían haber actuado de otra forma.

– Geismar -dijo Bernie con delicadeza-, todo el mundo debería haber actuado de otra forma.

– ¿Serviría de algo que escribiera un artículo? ¿Que te consiguiera cobertura periodística?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Buen Alemán»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Buen Alemán» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El Buen Alemán»

Обсуждение, отзывы о книге «El Buen Alemán» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x