Anne Perry - Los anarquistas de Long Spoon Lane

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Los anarquistas de Long Spoon Lane: краткое содержание, описание и аннотация

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En el verano de 1893 una explosión hace arder varios edificios. Thomas Pitt participa en la persecución de varios hombres que se refugian en una casa de Long Spoon Lane. Tras un intercambio de disparos la policía entra en el lugar y se encuentra con que uno de los anarquistas tiene un tiro en la cabeza, sus compañeros culpan a la policía y se trata de un miembro de la aristocracia.
Para resolver el caso, Pitt se verá obligado a aliarse con un viejo enemigo y ex miembro del Círculo Interior, Sir Charles Voisey.

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– ¿Quiénes eran? -preguntó.

– ¿Los de la barcaza? -Kydd dejó a la gata en la silla y cogió el coñac-. Probablemente ladrones del río. Pero ¿qué estaba usted buscando allí?

– ¿Cómo supo que estaba en el río? -preguntó Pitt intrigado.

Mite se afiló las uñas, trepó lentamente por la pierna y por la espalda de Kydd y se colocó sobre su hombro. El hombre hizo una mueca de dolor, pero no la apartó.

– No lo sabía, pero imaginé que Voisey aguardaba a alguien. No fue más que una suposición afortunada.

– ¿Se ha dedicado a seguirme?

Kydd se puso muy serio. A la luz, su rostro mostraba unos pómulos altos y ojos azules.

– Quiero averiguar quién asesinó a Magnus. Necesito saber que no fue uno de los nuestros. Pero si lo fue, lo ejecutaré yo mismo.

La situación empezaba a estar más clara.

– Usted forma parte del grupo de Magnus -afirmó Pitt- y es quien ha tomado el mando.

Kydd no parecía impresionado.

– ¿Quién asesinó a Magnus? -repitió-. ¿Todavía no lo sabe? Alguien lo traicionó. ¿Fue su padre?

– ¿Su padre?

– Vino a buscarlo varias veces. Intentó convencerlo de que volviese al redil y renunciara a sus convicciones. -La expresión de Kydd era de salvaje diversión y en su tono había tanto dolor como cólera. Distraído, levantó la mano y acarició a la gatita, que seguía apoyada en su hombro-. Mite era de Magnus -añadió sin que viniera a cuento-. La rescató… o lo rescató. En realidad, no sé si es hembra o macho. Con los gatos es difícil saberlo.

Aquello fue un repentino acto de humanidad, que concedía a Magnus Landsborough una dimensión infinitamente mayor que la de cualquier idealismo. Pitt estaba furioso porque lo habían asesinado para provocar determinada reacción pública y crear el clima que contribuyese a aprobar una ley monstruosa.

– No, no fue su padre -respondió Pitt bruscamente-. Lo único que quería era que Magnus cambiase de parecer. Fue su primo Piers Denoon. Es a él a quien buscaba en la barcaza, quería detenerlo antes de que huyese del país. Desde aquí es fácil bajar por el río y cruzar el canal de la Mancha.

– ¿Piers? -Kydd no acababa de creérselo-. ¿Por qué? No tiene sentido. No le creo. -Su mirada era brillante y metálica.

– ¿Tal vez porque les proporcionaba fondos? -preguntó Pitt.

– Si usted piensa eso, también sabrá por qué no le creo. ¿Por qué motivo mataría a Magnus?

Kydd apartó a Mite de su hombro y tomó asiento en la silla.

– Por el mismo motivo por el que hizo todo lo demás que tiene que ver con la anarquía -repuso Pitt-. Porque lo chantajearon. No podía negarse porque, en ese caso, habría acabado en la cárcel, donde dudo mucho que hubiese sobrevivido.

– Lo habríamos ayudado. Como acaba de decir, no es difícil cruzar el canal dela Mancha para llegar aFrancia e incluso a Portugal.

– Tal vez lo habrían hecho por motivos ideológicos. Pero ¿habrían hecho lo mismo en un caso de violación?

Kydd se quedó sorprendido.

– ¡Violación! -repitió-. ¿Violación?

– Sucedió hace tres años. Violó a una chica. Tal vez la tomó por lo que no era. De todos modos, fue un acto muy violento y podrían haber hecho que pareciese incluso peor. La muchacha podría haber sido la hermana o la hija de alguno de los tipos que habría conocido en la cárcel.

La expresión de Kydd reveló que comprendía lo que eso significaría y es posible que, fugazmente, asomase un atisbo de compasión, pero no tardó en esfumarse.

– ¿Qué piensa hacer? Asesinó a Magnus… supongo que está seguro de que lo mató él.

– ¿Usted no? Piense un poco. Tuvo que ser alguien que sabía que regresarían a Long Spoon Lane; lo estaba esperando. Conocía a Magnus y no mató a nadie más. Ni siquiera disparó contra Welling o Carmody. Además, evitó que lo viesen.

La expresión de Kydd se endureció.

– Comprendo, tuvo que ser Piers. Es la única explicación con sentido. Pobre desgraciado. Supongo que me gustaría verlo colgando de la horca, pero ya no estoy tan seguro como antes. -Volvió a acariciar a Mite y fue recompensado con un ronroneo-. Vaya a hacer lo que tiene que hacer. Al salir gire a la izquierda. Camine por London Road hasta Onega Yard, pase Norway Dock hasta donde se convierte en Brickley Road y llegará a Rotherhithe Pier. Allí podrá coger el ferry. -No se puso de pie.

Pitt asintió.

– Gracias.

– No se moleste en volver aquí.

– No pensaba hacerlo. Como ya ha dicho, le debo un favor. -Se detuvo en el umbral-. Supongo que no ha tenido nada que ver con el atentado de Scarborough Street.

Pitt no pudo ver el desprecio de la expresión de Kydd, pero lo detectó en su tono de voz:

– También me gustaría ver ahorcado al responsable de ese atentado… si logra atraparlo. Por eso lo rescaté, me parece que usted es la única persona que intentará detenerlo.

Vespasia estaba a punto de salir a cenar con unos amigos cuando el mayordomo le dijo que el señor Pitt aguardaba en la entrada.

– Dígale al cochero que espere y haga pasar al señor Pitt -ordenó sin titubear.

Vespasia se dirigió hacia el gabinete. Las cortinas estaban echadas porque la noche era lluviosa y no le apetecía ver la luz que se reflejaba en los árboles mojados. Cuando llegó oyó que Pitt daba las gracias al mayordomo; luego, entró en el gabinete y cerró la puerta. Estaba pálido y parecía aterido. Su rebelde pelo estaba mojado por la lluvia y se rizaba caprichosamente. Tenía la cara y la ropa sucias.

– Estabas a punto de salir -dijo Pitt al ver el magnífico vestido de Vespasia; tenía las mangas anchas, y se veía el brillo del raso gris bajo los adornos de encaje de color marfil-. Lo lamento.

El tono de Pitt y la actitud decidida pero temblorosa de su cuerpo anularon cualquier posibilidad de que Vespasia desease salir.

– Es igual. -Quitó importancia con un ligero ademán y los diamantes de sus anillos reflejaron la luz-. ¿Le pido a la cocinera que prepare algo de cenar? Pareces… pareces un caballo que ha participado en una carrera decisiva… y ha perdido.

Pitt sonrió.

– En realidad, es posible que haya ganado. Así es. Tengo más frío que hambre y… -Calló. Estaba temblando.

– Siéntate -ordenó Vespasia-. ¡Haz el favor de quitarte la chaqueta!

Vespasia llamó al mayordomo. Cuando este se presentó, le pidió que enviase al cochero a casa de sus amigos y disculpase su ausencia. Ordenó que la cocinera hiciese cena para dos y al mayordomo que preparase inmediatamente una taza de chocolate caliente y que, en cuanto pudiera, limpiara y secase la chaqueta de Pitt.

– Bien, Thomas -dijo en cuanto se sentó frente a él-. ¿Qué ha pasado?

Se lo contó brevemente; solo se extendió cuando llegó a la muerte de Magnus Landsborough y a lo que Kydd le había referido.

– Lo siento. Será muy duro para la familia Landsborough, pero no puedo pasarlo por alto.

– Por supuesto -coincidió Vespasia con un nudo en la garganta que le impedía tragar saliva. Pensó en Sheridan y, un segundo después, en Enid. Estaban muy unidos, pero el hijo de ella había matado al de él. ¿Cómo lo soportarían?-. Supongo que no me habrías dicho nada si existiera la menor duda. -En realidad, no se trataba de una pregunta. Por espantoso que fuese, todo tenía sentido. Al menos Pitt estaba a salvo, por mucho que Voisey siguiera con vida-. Según Kydd, ¿el padre fue a ver a Magnus para convencerlo de que abandonase las ideas anarquistas?

– Sí. Me parece lógico. Si se tratase de mi hijo yo hubiera hecho lo mismo. Kydd se refirió a Magnus con respeto y, en mi opinión, con bastante afecto. Incluso adoptó a la gatita de Magnus.

– ¿La gatita de Magnus? -repitió Vespasia.

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