– ¡Las putas sois la leche, joder! Te he dejado mil coronas por un trabajo de cinco minutos. ¿Sabes cuánto tengo que trabajar en la fábrica de cerveza para ganarme mil coronas?
– Ahora tal vez haya comprendido por qué murió Egil. Se parecían ustedes bastante. Era fácil equivocarse en la penumbra.
– ¡El abogado! -gritó Ahron con voz ronca.
Jan Henry se había escondido en el garaje. Sudaba intentando doblar las perneras del mono que le había regalado Sejer. Cuando acabó, se miró en un viejo cristal de una ventana medio rota que estaba apoyada contra la pared.
Emma Magnus se encontraba en el cuarto de huéspedes de la casa de su padre, donde tenía su cama. Miraba a su alrededor con cara desconcertada.
– Quiero dormir con vosotros -suplicó.
– No hay sitio para tu cama -contestó desesperado su padre.
– Pero puedo dormir con vosotros -lloriqueó la niña-. No me importa estar en medio.
Larsgård había sido llevado en una ambulancia al hospital. Los conductores echaron un rápido vistazo a la casa, por si hubiera un perro o un gato que corrieran el riesgo de quedarse encerrados. Registraron todas las habitaciones, incluido el sótano, en donde no había más que viejos trastos: una lavadora estropeada, manzanas podridas y un montón de viejos botes de pintura.
Eva Magnus se había tapado la cabeza con la manta. Allí dentro todo estaba oscuro y pronto llegó el calor. No había ningún pensamiento en su cabeza.
Karlsen y Sejer caminaban en silencio por el pasillo y llegaron al patio trasero, donde estaban los coches. Karlsen señaló un Ford Mondeo.
– ¿Qué crees que aplicarán a Magnus? -preguntó mirando a Sejer.
– Homicidio premeditado, me temo, dos treinta y nueve.
Suspiró profundamente. Tenía una sensación de pesadez en el estómago. Los niños inventaban tantas cosas… Se olvidaban de la hora, no tenían sentido de la responsabilidad y cualquier cosa era posible, no tenía por qué haber sucedido nada grave, probablemente sería una tontería. Eso esperaban cuando se acercaron al coche. Pero instintivamente, como si hubieran recibido una señal, los dos aceleraron el paso.
Karin Fossum, nacida en 1954 en Sandefjord, Noruega, es una de las autoras más consolidadas de la nueva narrativa policíaca escandinava. Después de dos volúmenes de poesía y dos tomos de cuentos, su novela El ojo de Eva se convirtió en un fenómeno editorial en el ámbito escandinavo, aclamada por la crítica y el público ha sido traducida a varios idiomas.
Karin Fossum ha merecido lo más granado de los premios literarios escandinavos: los premios Riverton y la Llave de Cristal a la mejor novela policíaca por No mirés atrás y el premio de los libreros noruegos por ¿Quién teme al lobo?
Su estilo se centra en la introspección y las motivaciones psicológicas de los personajes que protagonizan las historias criminales
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[1]17 de mayo, día de la Constitución noruega, la fiesta más importante del año. (N. de las T.)
[2]Signos de la escritura germánica más antigua. (N. de las T.)
[3]Unos cuarenta millones de pesetas al cambio actual. (N. de las T.)
[4]S de «Samvirkelaget», o «la tienda de la cooperativa», presente en todas las pequeñas poblaciones rurales noruegas. (N. de las T.)