Patricia Wentworth - El Estanque En Silencio

Здесь есть возможность читать онлайн «Patricia Wentworth - El Estanque En Silencio» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Estanque En Silencio: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Estanque En Silencio»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Ninguna ley impide que una famosa actriz, con mucho dinero y algún que otro remordimiento, quiera sentirse acompañada en su vejez, tras retirarse de la escena. Pero el sentido común debiera de impedir que, a cambio de no estar solo, una vieja rica reuniera en una solitaria mansión rural a un conjunto de parientes parásitos dispuestos a quedarse en exclusiva con su herencia. Porque así pasa lo que pasa: se empieza con envidias, rivalidades y rencores y se termina por encontrar cadáveres flotando en el estanque de la finca.

El Estanque En Silencio — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Estanque En Silencio», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Edna ni se movió, ni dijo nada. Sus manos descansaron sobre el bastidor de su bordado y, por un instante, cerró los ojos. Cuando los volvió a abrir, Miss Silver se estaba dirigiendo a ella.

– ¡Qué afortunada es Stella de poder acudir a esa clase de la vicaría! Las niñas que van allí, ¿son de su misma edad?

– Jenny es un poco mayor y Molly un poco menor que ella.

– También hay un niño pequeño, ¿verdad?

– No en la vicaría.

– ¿De veras? Pero vive bastante cerca, ¿no?

– Sí, bastante cerca.

Adriana levantó la vista del libro y dijo con su aire decidido:

– Vive con su madre en la casa del guarda de esa gran propiedad vacía que está frente a la vicaría. Ella es viuda… Es Mrs. Trent. Descuida bastante a su hijo, y no nos preocupamos mucho por ella.

Dijo aquello para salvar a Edna, pero tuvo el efecto contrario. Ella habló con una voz temblorosa:

– Es una mujer malvada… una mujer terriblemente malvada. No tendríamos que permitirle la entrada en esta casa -sus ojos pálidos se quedaron mirando fijamente los de Adriana-. No tendrías que haberle pedido que acudiera a la fiesta. Fue algo muy, bastante equivocado. Es una mujer inmoral.

Adriana se encogió de hombros.

– Mi querida Edna, ¡yo no soy censora de moralidades!

La expresada sequedad de su tono hizo recordar a Miss Silver alguna de las cosas que se habían dicho sobre Adriana Ford cuarenta años antes. Pero Edna no tuvo consideración ni tacto.

– Es mala de verdad. No se preocupa por nadie, excepto por sí misma. No le importa lo que hace, siempre que consiga lo que quiere.

Adriana le lanzó una mirada desdeñosa y preguntó:

– ¿De veras, Edna? ¿Eres tan tonta como para decir eso?

Junto al tocadiscos, en el otro extremo de la habitación, Ninian habló, conteniendo la respiración.

– Parece que la paz de la Morgue está siendo perturbada con rudeza. ¿Está prohibida la entrada o nos entrometemos?

Janet levantó la mirada hacia él, observándole con seriedad. Con la luz reflejándose en ellos, sus ojos tenían exactamente el mismo color que su pelo. Ninian lo consideró un color agradable. En realidad no escuchaba todo lo que Janet le decía porque sus pensamientos estaban en otra parte, pero supuso que ella estaba a favor de mantenerse al margen de la discusión. Sólo escuchó sus últimas palabras.

– …Realmente, eso no tiene nada que ver con nosotros.

Le resultó absurdamente agradable darse cuenta de que la joven había estado hablando por los dos. El placer fue sorprendente, teniendo en cuenta que Ninian era un hombre joven que hasta entonces había estado considerando la situación como algo garantizado. Sin embargo, se sorprendió. Tuvo la embarazosa sensación de que aumentaba el color de su rostro y se encontró con que no tenía nada que decir. Janet, por su parte, sintió una cierta satisfacción. Habían pasado muchos años desde la última vez que viera desconcertado a Ninian, y ahora le pareció alentador.

Meriel se dirigió hacia el despacho y abrió la puerta. Encontró a Geoffrey en el momento en que abría la puerta de cristal que daba a la terraza y le preguntó inmediatamente adonde se marchaba, ante lo que recibió una respuesta lacónica:

– Fuera.

– ¡Creía que ibas a escribir cartas!

– ¡La conocida fórmula para poder alejarse del círculo familiar!-dijo él, echándose a reír con enojo-. ¿Es que tú nunca la has utilizado?

– Yo no tengo a nadie a quien escribir -contestó ella, poniendo su mirada más trágica.

– Puedes intentar encontrar un amigo por correspondencia.

– ¡Geoffrey…, cómo puedes! ¿Supongo que vas a ver a Esmé Trent?

– ¿Qué pasa si voy a verla?

– Sólo que yo sé por qué -y cuando él se volvió con el ceño fruncido, ella repitió las palabras con mayor énfasis-: Te digo que sé por qué.

Geoffrey se sintió frenado.

– Querida, no tengo tiempo para soportar ninguna escenita.

– ¿De veras que no? ¡Qué lástima! ¿No te gustaría tener una discusión muy violenta y después besarnos y seguir siendo amigos…? ¿No? Como quieras. Entonces, ya puedes echar a correr para ver a Esmé. No te olvidarás de darle mis más cariñosos recuerdos, ¿verdad? Y, a propósito, también le puedes decir que el sábado por la noche os vi a los dos junto al estanque.

Geoffrey tenía la mano en la puerta. Se volvió bruscamente.

– ¿Qué quieres decir?

– Lo que he dicho. Os escondisteis detrás de las cortinas y salisteis por una de las ventanas. Yo os seguí. Hacía un calor terrible en el salón y pensé que me gustaría ver lo que ibais a hacer. ¡Quién sabe! Puede que Edna quiera deshacerse algún día de ti y supongo que algunas pruebas le serían de gran ayuda. Así es que os seguí, y vosotros pasasteis junto al estanque y os metisteis en la glorieta. Y yo me rasgué el vestido cuando me disponía a regresar. Pero eso ya lo sabías tú, ¿verdad? Tú y Edna salisteis al descansillo cuando lo estaba comentando con Meeson. Ella ha estado chismorreando con Adriana sobre mi vestido, y has tenido que escuchar lo que he dicho… ¡los dos! ¿Qué te parece si le digo a Edna lo de la glorieta? ¿O a Adriana? ¿O a las dos? Puede ser algo divertido, ¿no crees? O quizá no lo sea tanto… ¡para ti! ¡La gente podría pensar que le diste un empujón a la pobre y vieja Mabel Preston en la oscuridad!

– ¿Y por qué razón iba a hacer una cosa así? -preguntó, con voz áspera.

Meriel se echó a reír.

– ¡Oh, querido, no seas torpe! ¿De veras que no sabes por qué razón ibas a empujarla? Pues porqué llevaba puesto el abrigo de Adriana y pensaste que era Adriana. ¡Esa es la razón!

– ¡Qué estupidez estás diciendo!

– Querrás decir que era una estupidez hacerlo. Pero hay que ser más listo, querido, más listo.,., ¡si hubieras elegido a la persona correcta a la que empujar! Una vez desaparecida Adriana, todos nosotros estaríamos en Jauja. Entonces podrías haberle dicho cuatro cosas a Edna para marcharte después con quien quisieras…, ¿no es cierto?

– ¡Estás loca! -espetó él con un repentino tono de perplejidad -. O acaso lo hayas hecho tú misma…, no sé.

En la sala de estar, Ninian encontró un disco que no era de jazz. Ponerlo bajo fue una buena excusa para permanecer en ese extremo de la sala, y no representaba ningún obstáculo serio para mantener una conversación. Después de aquel breve momento de confusión, volvió a ser él mismo, y tenía muchas cosas que decir. Siempre tenía muchas cosas que decirle a Janet. Se le acababa de ocurrir una idea muy buena para un libro y ella era, como interlocutora, inspirada e inspiradora. Si no lanzaba chispas propias, presentaba una superficie sobre la que él podía producirlas. Estaba desarrollando este tema cuando se terminó el disco y tuvo que encontrar otro.

Una bonita y dulce melodía bajo la rama,
una taza del café de Mrs. Simmons y tú,
junto a mí, escuchando en la soledad,
en una soledad que lo abarcaba todo.

– Eso es lo que Ornar no diría. Eres realmente como una musa, ¿sabes, querida?

Los ojos marrones centellearon.

– ¿Qué crees que debo decir a eso?

– Debes demostrar tu aprecio y seguir escuchando.

– ¿Y no podría decir nada?

– Bueno, eso depende de lo que quisieras decir.

Ninian siguió explicándole su idea.

Adriana permanecía sentada en su silla tallada. Tenía cojines de un profundo color violeta. A pesar del cuidadoso maquillaje de Meeson, el gris de su vestido, y el de la habitación parecían haber invadido su piel. El libro descansaba sobre sus rodillas. La mano que pasaba una página de vez en cuando tenía un aspecto muy pálido. El discreto rojo de sus uñas contrastaba demasiado. Toda su mente estaba repleta de imágenes. Le llegaron surgiendo del pasado y pasaron en una luz desvanecida que les quitó todo el color y la brillantez que habían tenido para ella. Algunas le habían proporcionado una gran alegría, mientras que otras le habían producido un amargo dolor, y ella había aceptado alegría y dolor, alimentando su arte con ambos. Miró las imágenes y las dejó pasar. Pertenecían a algo que había dejado tras de sí. Ahora, lo que tenía que considerar no era el pasado, sino el presente. Recordó un versículo de la Biblia que permaneció allí, en su mente: «El peor enemigo del hombre es el de su propia casa.» Había tenido enemigos en sus buenos tiempos. Y siguió su camino sin hacerles el menor caso. Nunca le habían causado ningún daño duradero, porque, en realidad, nunca permitió que la tocaran. Nunca dejó de rechazarles, y tampoco se permitió el lujo de odiarles. Mantuvo alta la cabeza y siguió por el camino que había elegido. Pero los enemigos de su propia casa estaban ahora demasiado cerca como para ignorarlos. Estaban sentados a la misma mesa que ella, y seguían acompasadamente su camino. Podían deslizar la muerte en la taza de té, podían tenderle una trampa, o darle un golpe en la oscuridad.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Estanque En Silencio»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Estanque En Silencio» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Patricia Wentworth - Pilgrim’s Rest
Patricia Wentworth
Patricia Wentworth - The Fingerprint
Patricia Wentworth
Patricia Wentworth - The Alington Inheritance
Patricia Wentworth
Patricia Wentworth - The Blind Side
Patricia Wentworth
Patricia Wentworth - Beggar’s Choice
Patricia Wentworth
Patricia Wentworth - Through The Wall
Patricia Wentworth
Patricia Wentworth - The Key
Patricia Wentworth
libcat.ru: книга без обложки
Patricia Wentworth
Patricia Wentworth - Danger Point
Patricia Wentworth
Patricia Wentworth - The Clock Strikes Twelve
Patricia Wentworth
Patricia Wentworth - Miss Silver Comes To Stay
Patricia Wentworth
Patricia Wentworth - Latter End
Patricia Wentworth
Отзывы о книге «El Estanque En Silencio»

Обсуждение, отзывы о книге «El Estanque En Silencio» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x