• Пожаловаться

Sharyn McCrumb: O que calle para siempre

Здесь есть возможность читать онлайн «Sharyn McCrumb: O que calle para siempre» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Детектив / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Sharyn McCrumb O que calle para siempre

O que calle para siempre: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «O que calle para siempre»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Todo está a punto para la boda. Eileen Chandler, la hija de los Chandler de Georgia, va a contraer matrimonio si nadie lo remedia con un joven indocumentado sin oficio ni beneficio. La convicción general es que él se casa por dinero y que se está aprovechando de la fragilidad mental de la pobre Eileen. Desgraciadamente, como observa su prima Elizabeth, el resto de la familia no parece estar mucho mejor: desde el abuelo que se cree aún capitán de navío, hasta la madre aficionada al brandy o el hijo tarambana que vive en una comuna. Por no hablar del primo Alban, que se ha construido una réplica exacta del castillo de Luis II de Baviera, llamado también el Rey Loco… Para Elizabeth, recién llegada para la boda pero avispada observadora del género humano, la cosa está clara: los Chandler son un "caso". Lo que no sabe es que muy pronto también van a serlo para el Departamento de Homicidios.

Sharyn McCrumb: другие книги автора


Кто написал O que calle para siempre? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

O que calle para siempre — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «O que calle para siempre», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Y ahora Alban y el doctor Shepherd estaban paseando por el lago. Pero ¿qué importancia podía tener? Alban no estaba prisionero, y además ¿qué tenía eso que ver con Eileen? Nada. Eileen estaba muerta. Era un hecho que había quedado eclipsado por otro tipo de preocupaciones: los infructuosos intentos del sheriff por encontrar un sospechoso; los pinitos de Bill como detective; Amanda tomándose lo sucedido como una serie de eventos sociales; y la mezcla de alivio y de temor que estaba experimentando Michael. El hecho de que Eileen hubiera muerto parecía no importar a nadie, sólo interesaba el enigma que quedaba por resolver, todos deseaban saber quién era el asesino. Elizabeth no veía por qué tenía tanta importancia. Si bien era cierto que la persona que había arrojado a Eileen dentro del bote había provocado su muerte, ella llevaba tanto tiempo alejada de la vida que su fin parecía poco más que una mera formalidad. ¿Sería ésa la razón por la que Eileen había roto el espejo? ¿Porque la gente ya sólo la veía como un reflejo de sus propias necesidades? Ahora su familia echaba de menos a una espectadora, un maniquí de modista, una propiedad, pero la personalidad de Eileen se había desvanecido mucho antes. Elizabeth optó por no hacer de detective, pues no le importaba demasiado dar con la respuesta acertada en ese juego criminal. No obstante, se apresuró en llegar al lago porque presentía que aún había cierto peligro. Prevenir un asesinato era más importante que resolverlo.

Cuando llegó al último recodo del camino, alcanzó a oír unas voces. Instintivamente, salió del sendero y se adentró en la maleza hasta ocultarse tras un matorral de madreselva desde donde veía perfectamente a los dos interlocutores. A su derecha se hallaban el embarcadero y el lugar donde Eileen solía colocar el caballete. A unos cinco metros a su izquierda, estaban Alban y el doctor Shepherd, de pie en un pequeño desnivel del claro donde desembocaba el sendero. Tras ellos, los árboles y los arbustos aparecían como formas opacas en la creciente oscuridad.

Elizabeth logró distinguir la expresión de Alban en la luz grisácea del anochecer. Tenía los ojos entornados y la cabeza echada hacia atrás en una postura que denotaba arrogancia o indignación. Parecía haberle cambiado la voz, y Elizabeth se esforzó en captar fragmentos de la conversación.

– Trabaja para Lutz, ¿verdad? -dijo en tono severo-. ¡Y les dirá que no soy apto para ser rey!

Carlsen Shepherd, de espaldas a Elizabeth, se encogió de hombros extendiendo los brazos de forma exagerada.

– ¡Usted es parte de la conspiración! ¡Admítalo!

Shepherd suspiró, hastiado.

– Mira, Alban, ¿te estás quedando conmigo? Porque si es así, no le veo la gracia.

– ¿Y le pareció gracioso que me trajeran a Berg, doctor Gudden? ¿Se rió cuando me arrebataron mi reino? ¿Y qué ha sido de mis cartas a Bismarck? ¿Ha hecho que las quemen?

Shepherd dio un paso atrás.

– Em… Bismarck. Espera un momento. ¿Las cartas a Bismarck? ¿Algo relacionado con tu reino? ¿Por qué no volvemos a casa y lo hablamos, Alb… digo, Luis?

La falsa cordialidad de la respuesta de Shepherd no hizo sino enfurecer a Alban todavía más. Pateó el suelo y se puso a gritar mientras Shepherd seguía alejándose de él. Elizabeth se preguntó si debía regresar a casa corriendo a buscar al sheriff, pero pensó que tardaría más de diez minutos en ir y volver, sin contar el tiempo que le llevaría explicárselo todo. Además, al haberle dejado la enciclopedia, tal vez a Rountree le picaría la curiosidad y vendría a su encuentro. De modo que decidió quedarse para ayudar a Carlsen Shepherd, confiando en que Rountree apareciera de un momento a otro. Miró a su alrededor buscando algún palo o alguna piedra.

– No pienso volver ahí -decía Alban-. Así que puede decirles que estoy loco. Me voy a escapar y pediré ayuda a Bismarck o a Maximiliano. ¡Voy a recuperar mi reino!

Shepherd lo miró y, tras unos instantes de duda, comenzó a caminar hacia él con los brazos abiertos.

– No voy a hacerte daño -dijo suavemente-. Creo que tienes razón en lo de la conspiración, aunque necesito hacerte algunas preguntas.

– ¿Preguntas? ¿Qué tipo de preguntas?

– ¿Te enfadaste alguna vez con alguna de las chicas?

Alban se quedó perplejo.

– ¿Te refieres a Sophie?

– ¿Quién?

– La hija pequeña de Maximiliano. Estuvimos prometidos, pero ella no me comprendía. Aun así, no le guardo rencor.

– ¿No la golpeaste en la cabeza ni nada parecido? -aventuró Shepherd.

Alban se irguió con aire orgulloso.

– ¡Yo soy un rey, no un campesino borracho! Si le quito la vida a alguien, es porque es mi derecho divino. -Hizo una reverencia-. Lamento que ahora sea necesario dar este paso, Herr Doctor. Voy a atravesar el lago a nado para recuperar mi libertad, y no voy a permitir que me detenga.

Al ver que Alban se abalanzaba sobre Shepherd y le agarraba del cuello impidiéndole contestar, Elizabeth comenzó a retorcer el tallo de una rama de madreselva. Aunque fuese demasiado pequeña para ser utilizada como arma, quizá lograría distraer a Alban con ella, o incluso someterlo con la ayuda de Shepherd. Mientras tiraba de la rama, vio que algo se movía entre los matorrales en el lado izquierdo del lago.

– ¡Luis!

Elizabeth forzó la vista, pero el bosque estaba totalmente oscuro. Tan sólo alcanzaba a ver a Alban intentando estrangular a Shepherd, ambos de rodillas en el suelo.

– ¡Luis! -repitió la voz, más alto esta vez.

Alban se inmovilizó y volvió la cabeza en aquella dirección, soltando a Shepherd momentáneamente. Elizabeth vio una silueta oscura de pie tras unos arbustos. Era una voz masculina que no le resultaba familiar.

– Bueno, Luis, veo que habéis vuelto a Schloss Berg. ¿No vais a venir a Villa Pellet?

– ¿Pellet? -murmuró Alban. Se puso de pie, con la espalda bien erguida, y dejó caer al doctor junto al borde del agua. Shepherd quedó allí tendido, inmóvil.

– ¡Sí… a Pellet! ¿Ya lo habéis olvidado?

– Pellet -repitió Alban avanzando hacia el desconocido.

– ¿No habrá olvidado Wotan a su Siegfried?

Alban se tapó las orejas con las manos como para acallar la voz (o los ruidos que la ahogaban).

– ¿Wagner? -preguntó con voz ronca-. ¿Sois vos?

– Claro, su Majestad, soy yo -respondió la sombra con una risita-. Y me prometisteis escuchar mis planes para la nueva obra esta noche. ¿Recordáis?

Alban se cubrió la cara con las manos y exclamó:

– ¡No! ¡Esperad! Hay algo… -Volvió a mirar el cuerpo de Shepherd-. Esperad…

– Su Majestad me dio su palabra -insistió la voz.

Mientras el desconocido seguía hablándole a Alban en tono halagador, Elizabeth decidió salir de su escondite, aunque no entendía nada de lo que estaba sucediendo ni sabía muy bien qué hacer.

– Venid conmigo -alentaba la voz a Alban-. Vamos, venid, acercaos más. Hace bastante frío junto al lago.

Alban echó a andar hacia el bosque. El desconocido, que se hallaba a unos seis metros de distancia, le indicaba con la mano que siguiera aproximándose. Elizabeth resolvió aprovechar la ocasión para salir corriendo a ayudar a Shepherd pero, cuando se disponía a hacerlo, oyó unos gritos procedentes del camino.

– ¡Cobb! ¡Elizabeth MacPherson! ¿Qué está pasando aquí? ¡Que alguien me lo explique!

El hechizo se rompió. Alban se volvió bruscamente en dirección a la voz, miró primero el cuerpo de Shepherd tendido en el suelo y luego a Elizabeth, que ya había salido de su escondite para auxiliar al doctor. Aunque las miradas de Elizabeth y de Alban se cruzaron, la joven no estaba segura de que la hubiese reconocido. Por un instante, Alban permaneció completamente inmóvil junto al lago, y después desapareció.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «O que calle para siempre»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «O que calle para siempre» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Elizabeth George: Una Dulce Venganza
Una Dulce Venganza
Elizabeth George
Elizabeth George: Cenizas de Rencor
Cenizas de Rencor
Elizabeth George
Cassandra Clare: Ciudad de cenizas
Ciudad de cenizas
Cassandra Clare
Отзывы о книге «O que calle para siempre»

Обсуждение, отзывы о книге «O que calle para siempre» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.