Lawrence Block - Un paseo entre las tumbas

Здесь есть возможность читать онлайн «Lawrence Block - Un paseo entre las tumbas» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Un paseo entre las tumbas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Un paseo entre las tumbas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

`Un millón de dolares en efectivo o matamos a tu mujer`. Los traficantes de drogas son presa fácil de la extorsión y, por razones obvias, no pueden acudir a la policía. Kenan Khoury recibió el mensaje, pero vaciló frente al precio del rescate: no volvió a ver a su mujer con vida. Ahora sólo piensa en vengar su muerte. Para ello contrata los servicios de Matt Scudder, un detective privado sin apenas trabajo y que sufre algún que otro problema con el alcohol. Con ayuda de dos genios de los ordenadores, un punk callejero y una amiga prostituta, Scudder busca a los asesinos en los bajos fondos de Brooklyn.

Un paseo entre las tumbas — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Un paseo entre las tumbas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Frené y me arrimé al bordillo. Kenan abrió la portezuela y vomitó en la reja de la alcantarilla. Le di un pañuelo, se limpió la boca y lo tiró en la calle.

– Lo siento -dijo, cerrando la puerta-. Creí que había terminado con eso. Creí que el tanque estaba vacío del todo.

– ¿Estás bien, Kenan?

– Sí, me parece que sí. Creo que sí. ¿Sabes? Dije que no lo maté, pero no sé si es verdad. Estaba vivo cuando me fui, pero podría estar muerto ahora. Y si no está muerto, cojones, ¿qué le queda? Fue una maldita carnicería lo que le hice. ¿Por qué no pude simplemente pegarle un tiro en la cabeza? Pum y se terminó.

– ¿Por qué no pudiste?

– No sé. Tal vez pensaba en el ojo por ojo y diente por diente. Me la devolvió en pedazos, así que tenía que mostrarle un trabajo detallado. Algo así, fino, no sé. -Se encogió de hombros-. A la mierda, ya está hecho. Que viva o muera, ¿qué importa? Ya está.

Estacioné frente a mi hotel y los dos bajamos del coche y nos quedamos allí, incómodos, plantados en la acera. Señaló la maleta y me preguntó si quería parte del dinero. Le dije que su anticipo cubría largamente mi trabajo. ¿Estaba seguro? Sí, le dije que estaba seguro.

– Bien -dijo-. Estás seguro. Llámame alguna noche. Cenaremos juntos. ¿Lo harás?

– Claro.

– Ahora, cuídate. Ve a dormir un poco.

23

Pero no pude dormir.

Me di una ducha, me metí en la cama, pero ni siquiera podía encontrar una posición en la que permanecer más de diez segundos. Estaba demasiado inquieto para pensar siquiera en dormir.

Me levanté, me afeité y me puse ropa limpia. Encendí el televisor, recorrí todos los canales y lo volví a apagar. Salí y caminé hasta que encontré un lugar donde tomar una taza de café. Eran más de las cuatro y los bares estaban cerrados. No tenía ganas de beber, ni siquiera había pensado en tomar un trago durante toda la noche, pero me alegré de que los bares estuvieran cerrados.

Terminé mi café y caminé un poco más. Tenía mucho en la cabeza y era más fácil meditarlo si caminaba. Finalmente, volví a mi hotel y luego, un poco después de las siete, cogí un taxi hasta el centro y fui a la reunión de las siete y media en Perry Street. Terminó a las ocho y media y me fui a desayunar a un café griego de Greenwich Avenue y me pregunté si el propietario evadiría el impuesto sobre las ventas, como había dicho Peter Khoury. Cogí un taxi de vuelta al hotel. Kenan se habría sentido orgulloso de mí. Estaba cogiendo taxis a diestro y siniestro.

Llamé a Elaine cuando volví a mi Habitación. Su contestador recogió la llamada, le dejé un mensaje y me senté a esperar a que me llamara. Eran alrededor de las diez y media cuando lo hizo.

– Esperaba que llamaras -dijo-. Me he estado preguntando qué pasó después de aquella llamada telefónica…

– Pasaron muchas cosas -dije-. Quiero contártelo todo. ¿Puedo ir para allá?

– ¿Ahora?

– A menos que tengas planeado algo.

– Absolutamente nada.

Bajé a la calle y cogí el tercer taxi de la mañana. Cuando me hizo pasar, sus ojos escudriñaron mi cara y pareció preocupada por lo que encontró.

– Entra. Siéntate, he hecho café. ¿Estás bien?

– Estoy muy bien. No he podido dormir esta noche, eso es todo.

– ¿Otra vez? No vas a convertirlo en un hábito, ¿verdad?

– No creo.

Me trajo una taza de café y nos sentamos en la sala de estar, ella en el sofá y yo en una silla, y empecé con el relato de mi primera conversación el día anterior, con Kenan Khoury, y recorrí todo el camino hasta nuestra última conversación, cuando me dejó en el Northwestern. No me interrumpió, ni su atención se desvió. Tardé mucho en contar la historia, sin omitir nada y repitiendo conversaciones ocasionales casi palabra por palabra. Ella estaba pendiente de cada una de ellas.

Cuando terminé, dijo:

– Creo que estoy abrumada. Es toda una historia.

– Sólo una más de las noches de Brooklyn.

– ¡Ajá! Me sorprende que me la hayas contado toda.

– A mí también, en cierto modo. No vine aquí para contarte eso.

– ¿Eh?

– Pero no quería dejar de contarla -seguí-, porque no quiero que haya cosas que no te diga. Y eso sí es lo que vine a decirte. He estado yendo a reuniones y diciendo cosas en un salón lleno de extraños, cosas que no me permito decirte a ti, y eso no tiene sentido.

– Me parece que estoy asustada.

– No eres la única.

– ¿Quieres más café? Puedo…

– No. Vi cómo Kenan se alejaba en el coche esta mañana, subí y me acosté, y todo en lo que podía pensar era en todas las cosas que no te he dicho. Se podría creer que lo que Kenan me contó mantendría a cualquiera despierto, pero ni siquiera pensaba en eso. No había lugar para tanto. Lo que me carcomía era el tener una conversación contigo, pero como no estabas allí, mi conversación era conmigo mismo.

– A veces es más fácil así. Se pueden escribir los parlamentos de otras personas. -Elaine frunció el entrecejo-. Para él, para ella, ¿para mí?

– Será mejor que alguien te escriba tus diálogos, si es así como te salen cuando tú misma los haces. ¡Joder!, la única manera de decirlo es decirlo. No me gusta lo que haces para ganarte la vida.

– ¡Ah!

– No sabía que me molestara. Y antes, tal vez no me molestara. Probablemente me causaba placer, si retrocedemos todo el camino hasta el principio. Nuestro principio. Y luego hubo un período de tiempo en el que no creía que me molestaba, para terminar una etapa en la que sabía que sí, que me molestaba, pero trataba de convencerme de que no.

»Además, ¿qué derecho tengo yo a decir algo? No es como si no hubiese sabido en qué me metía. Tu ocupación era parte del paquete. ¿Cómo podía decirte que conservaras esto y cambiaras aquello?

Fui hasta la ventana y miré a lo lejos, hacia Queens. Queens es la zona de los cementerios, mientras que Brooklyn sólo tiene Green-Wood.

Me volví para mirarla y dije:

– Además tenía miedo de decir lo que fuera. Tal vez si hablaba, llegaba a un ultimátum: elige una cosa o la otra, deja de hacer de prostituta o me voy. ¿Y si no me elegías a mí?

»O imagina que sí. Entonces, ¿a qué me compromete eso? ¿Te da el derecho de decirme lo que no te gusta del modo en que vivo mi vida?

»Si dejas de acostarte con clientes, ¿significa eso que yo no puedo acostarme con otras mujeres? En realidad, no he estado con nadie más desde que volvimos a andar juntos. Pero siempre he sentido que tenía el derecho de hacerlo. No ha ocurrido, y una o dos veces decidí conscientemente evitar que ocurriera, pero no me sentía comprometido con esa conducta. Y si me sentía, era por un compromiso secreto. No iba a permitir que ninguno de los dos se enterara.

»¿Qué pasa con nuestra relación? ¿Significa que tenemos que casarnos? No sé si quiero hacerlo. Estuve casado una vez y no me gustó mucho. Yo tampoco servía demasiado para eso. ¿Significa que tenemos que vivir juntos? Tampoco sé si quiero eso. No he vivido con nadie desde que dejé a Anita y a los chicos, y eso fue hace mucho tiempo. Hay cosas en eso de vivir solo que me gustan. No sé si quiero renunciar a la independencia.

»Pero me consume saber que estás con otros tipos -seguí habiéndole-. Sé que no hay amor en eso, que hay muy poco sexo. Sé que tiene más en común con el masaje que con hacer el amor. Saberlo parece no importar, pero es una china que se mete en el engranaje. Te llamé esta mañana y me devolviste la llamada una hora después. Y me preguntaba dónde estabas cuando llamé', pero no te lo pregunté porque podías decirme que estabas con un tío. O podrías no decirlo y yo me preguntaría qué era lo que no decías.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Un paseo entre las tumbas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Un paseo entre las tumbas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Un paseo entre las tumbas»

Обсуждение, отзывы о книге «Un paseo entre las tumbas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x