Donna Leon - El peor remedio

Здесь есть возможность читать онлайн «Donna Leon - El peor remedio» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El peor remedio: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El peor remedio»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Un inesperado acto de vandalismo acaba de cometerse en el frío amanecer veneciano. Una mujer impecablemente vestida ha destrozado el escaparate de una agencia de viajes como protesta ante la explotación del turismo sexual en países asiáticos…
Cuando acude, el comisario Brunetti comprueba que el violento manifestante detenido en la escena del crimen no es otro que su esposa, Paola Brunetti. La crisis familiar que desencadena semejante situación somete a Brunetti a una presión extrema también en su trabajo: los jefes exigen resultados inmediatos en el esclarecimiento de un audaz robo y una muerte en extrañas circunstancias que apuntan directamente a la Mafia.
El encontronazo de su vida profesional y su vida privada, ambas en la picota, y esa inexplicable conspiración por la que Paola lo ha arriesgado todo, adoptando el peor remedio posible, le conducen a una dramática encrucijada, al encontrarse ante la historia de una mujer que pasa a la acción y del entramado mundo de la explotación humana y sexual…

El peor remedio — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El peor remedio», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Patta empezó sin preámbulos.

– Comisario Brunetti, el dottor Paolo Mitri -indicando al más viejo con un elegante ademán- y el avvocato Giuliano Zambino. Lo hemos llamado para hablar de los sucesos de anoche.

Había una quinta silla, a la izquierda del abogado, un poco apartada, pero nadie invitó a Brunetti a ocuparla. Él saludó a los dos hombres con una inclinación de cabeza.

– ¿Quizá el comisario podría unirse a nosotros? -sugirió el dottor Mitri señalando con la mano la silla vacía.

Patta asintió y Brunetti se sentó.

– Supongo que ya sabrá por qué está usted aquí -dijo Patta.

– Me gustaría oírlo expresado claramente -respondió Brunetti.

Patta hizo una seña a su lugarteniente, que empezó:

– Ayer noche, a eso de las doce, uno de mis hombres me llamó por teléfono para comunicarme que la luna del escaparate de la agencia de viajes sita en campo Manin, propiedad del dottor Mitri -especificó haciendo una pequeña inclinación con la cabeza en dirección al visitante-, había sido destruida nuevamente en un acto de vandalismo. Me dijo que se había traído a la questura a la persona sospechosa y que esa persona era la esposa del comisario Brunetti.

– ¿Es verdad eso? -interrumpió Patta dirigiéndose a Brunetti.

– Ignoro lo que el agente Landi pudiera decir anoche al teniente -fue la serena respuesta de Brunetti.

– No he querido decir eso -replicó Patta, antes de que el teniente pudiera hablar-. ¿Fue su esposa?

– En el informe que leí anoche -empezó Brunetti, con voz aún sosegada-, el agente Landi indicaba el nombre y la dirección y manifestaba que ella admitía haber roto el vidrio.

– ¿Y la otra vez?

Brunetti no se molestó en preguntar a qué se refería.

– ¿La otra vez, qué?

– ¿Fue su esposa?

– Eso tendrá que preguntárselo a ella, teniente.

– Puede estar seguro de que lo haré.

El dottor Mitri tosió una vez, disimulando la tos con la mano.

– Si me permites la interrupción, Pippo -dijo a Patta. El vicequestore, evidentemente halagado por la familiaridad del trato, asintió y Mitri se volvió hacia Brunetti-: Comisario, creo que sería beneficioso para todos llegar a un acuerdo sobre este asunto. -Brunetti lo miró pero no dijo nada-. Los daños sufridos por la agencia han sido considerables: cambiar la primera luna me costó casi cuatro millones de liras, y otro tanto me costará ésta. A lo que hay que sumar las pérdidas derivadas de la necesidad de mantener la agencia cerrada mientras esperábamos que se cambiara el vidrio.

El dottor Mitri hizo una pausa, como si esperara que Brunetti dijera algo o hiciera alguna pregunta y, en vista de que no era así, prosiguió:

– Dado que la primera vez no se detuvo a nadie, supongo que el seguro pagará los daños y, quizá, una parte de las pérdidas por el cierre forzoso. Tardaremos mucho tiempo en conseguirlo, desde luego, pero estoy seguro de que llegaremos a un acuerdo. Ya he hablado con mi agente y me lo ha confirmado.

Brunetti examinaba al hombre que hablaba y detectaba la nota de confianza de su voz. Estaba acostumbrado a recibir la total atención de sus interlocutores. Irradiaba una seguridad casi tangible. Confirmaba la impresión toda su persona: desde el pelo, esculpido con navaja más corto de lo que imponía la moda, hasta las uñas, cuidadas por manos profesionales, pasando por la tez ligeramente bronceada. Tenía los ojos castaño claro, casi ámbar y una voz muy agradable, casi seductora. Como estaba sentado, Brunetti no podía sino adivinar su estatura, pero debía de ser considerable, a juzgar por sus largas extremidades de corredor.

Mientras su cliente hablaba, el abogado escuchaba atentamente, sin manifestar el deseo de intervenir.

– ¿Cuento con su atención, comisario? -preguntó Mitri, consciente del riguroso examen de Brunetti, y quizá molesto.

– Sí.

– El segundo caso es diferente, y será tratado de forma diferente. Dado que, por lo visto, su esposa reconoció haber roto el vidrio, parece lo más razonable que ella pague la reparación. Por eso he querido hablar con usted.

– ¿Sí? -dijo Brunetti.

– Creo que usted y yo podremos llegar a un acuerdo.

– Lo siento, pero no comprendo -dijo Brunetti, preguntándose hasta dónde podría desafiar a este hombre y qué ocurriría si se excedía.

– ¿Qué es lo que no comprende, comisario?

– La razón por la que me han hecho venir.

El tono de Mitri se hizo un poco más tenso, pero la voz se mantenía suave.

– Deseo resolver este asunto. Entre caballeros. -Inclinó la cabeza en dirección a Patta-. Tengo el honor de ser amigo del vicequestore y preferiría no poner a la policía en una situación embarazosa.

Brunetti se dijo que esto podía explicar el silencio de la prensa.

– De modo que he pensado que podríamos solventar el caso discretamente, sin complicaciones innecesarias.

Brunetti miró a Scarpa.

– Ayer por la noche, ¿dijo mi esposa a Landi algo acerca de por qué lo hizo?

Scarpa, desprevenido, miró rápidamente a Mitri, que se adelantó a contestar:

– Estoy seguro de que eso ahora no importa. Lo que importa es que ella reconoció haber cometido el acto. -Se volvió hacia Patta-. Creo que en interés de todos deberíamos tratar de resolver esto mientras podamos. Supongo que estarás de acuerdo, Pippo.

Patta se permitió un rotundo:

– Por supuesto.

Mitri miró entonces a Brunetti.

– Si accede usted, podemos seguir adelante. De lo contrario, temo estar perdiendo el tiempo.

– Sigo sin saber a ciencia cierta a qué tengo que acceder, dottor Mitri.

– A que su esposa me pague la reparación del escaparate y me indemnice por las pérdidas debidas al cierre de la agencia.

– No puedo hacer eso -dijo Brunetti.

– ¿Y por qué no? -inquirió Mitri, agotando ya la paciencia.

– No es asunto mío. Si desea hablarlo con mi esposa, puede hacerlo con toda libertad. Pero yo no puedo decidir por ella, y mucho menos, en un asunto como éste. -Brunetti consideró que el sonido de su voz era tan razonable como lo que tenía que decir.

– ¿Qué clase de hombre es usted? -preguntó Mitri agriamente.

Brunetti miró a Patta.

– ¿Manda usted algo más, vicequestore? -Patta parecía muy sorprendido, o muy furioso, para contestar, por lo que Brunetti se levantó y salió del despacho rápidamente.

8

En respuesta a la mirada que le lanzó la signorina Elettra enarcando las cejas y frunciendo los labios, Brunetti se limitó a menear la cabeza con un gesto ambiguo y a indicar que luego le explicaría. Mientras subía a su despacho, iba pensando en el significado de lo que acababa de ocurrir.

Era indudable que Mitri, que blasonaba de su amistad con Patta, tenía influencia suficiente como para impedir que una historia tan explosiva como ésta llegara a la prensa. Era un clásico que reunía todo lo que pudiera desear un periodista: sexo, violencia e implicación de la policía. Y, si se descubría la forma en que se había tapado el primer ataque de Paola, habría que sumar a todo ello el escándalo de la corrupción policial y abuso de poder.

¿Qué director de periódico desdeñaría semejante posibilidad? ¿Qué periódico podría renunciar al placer de publicar una noticia como ésta? Por otra parte, Paola era la hija del conde Orazio Falier, uno de los hombres más conocidos y acaudalados de la ciudad. Era todo tan noticiable que el periódico capaz de renunciar a semejante primicia, sencillamente, no podía existir.

Por consiguiente, el director o directores de periódico que se abstuvieran de publicarla debían de recibir una buena compensación. O, si ellos no, agregó tras un momento de reflexión, las autoridades que impidieran que la noticia llegara a la prensa. También existía la posibilidad de que la publicación, se hubiera vetado por razones de Estado. No parecía que Mitri dispusiera de tanto poder, pero Brunetti tuvo que recordarse a sí mismo que, muchas veces, ese poder estaba donde menos lo imaginabas. No había más que pensar en el caso de un antiguo político, actualmente procesado por asociación con la Mafia, un hombre cuyo aspecto lo había hecho blanco de los caricaturistas durante décadas. Normalmente, no asocias el poder con un hombre de aspecto tan insignificante y sin embargo Brunetti no dudaba de que un simple guiño de aquellos ojos verde pálido podía provocar la eliminación de todo el que se opusiera a él, aunque fuera en una nimiedad.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El peor remedio»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El peor remedio» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El peor remedio»

Обсуждение, отзывы о книге «El peor remedio» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x