Sara Paretsky - Ángel guardián

Здесь есть возможность читать онлайн «Sara Paretsky - Ángel guardián» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Ángel guardián: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Ángel guardián»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La detective Victoria Warshawski, mujer independiente, solitaria, aparentemente dura e incapaz de ordenar su vida doméstica y sentimental, vuelve a hacerse cargo de la causa de los desheredados encarnada en dos de sus vecinos: una anciana que vive sola con sus perros y cuya presencia incomoda a los nuevos residentes del barrio y el entrañable señor Contreras, que le pide su ayuda para localizar a un antiguo compañero de trabajo desaparecido cuando hacía averiguaciones sobre las condiciones de jubilación de la empresa en la que ambos trabajaban.

Ángel guardián — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Ángel guardián», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

No levantó la vista cuando abrí la puerta, sino que siguió contemplando sus papeles, ceñudo. Finalmente dijo:

– Por supuesto que no le hemos pagado. Eso es porque no le ha prestado atención a nuestra nueva política de pagos. Todo tiene que pasar por Garfield en Bolingbroke -escuchó algo más, y prosiguió-. No, para ellos tampoco tiene sentido hacerse cargo de los pedidos. ¿Cómo van a saber fuera de aquí lo que nosotros necesitamos? Puedo hablar con el fiscal federal si ustedes no entregan el cobre el viernes.

Siguieron forcejeando un rato más sobre la necesidad de implicar o no a los federales. Yo escuché la conversación sin ningún reparo. Al parecer fue mi hombre quien ganó, porque se frotó las manos triunfalmente al colgar el teléfono. Sólo entonces reparó en mí.

– Estoy buscando a su jefe de personal -anuncié.

– ¿Para qué? -su victoria sobre el proveedor de cobre le había puesto truculento.

– Porque tengo unas preguntas sobre ciertos beneficios. Se trata de mi padre, que fue despedido hace unas semanas. Ha tenido que ingresar en el hospital -parecía una jugada bastante segura, teniendo en cuenta los bancos vacíos de la sala de montaje.

Frunció el ceño, dispuesto a no facilitarle nada a nadie, pero finalmente me envió a la tercera puerta del pasillo a partir de la suya.

La suerte me abandonó cuando encontré la puerta en cuestión. El hombre del minúsculo despacho formaba parte del grupo que presenció mi poco decorosa entrada en la fábrica cuatro días atrás. No me reconoció enseguida, pero en cuanto mencioné el nombre de Mitch Kruger, la escena del viernes le volvió a la memoria. Frunció el entrecejo con ferocidad y descolgó el teléfono.

– ¿Milt? Soy Dexter. ¿Sabías que la detective esa está otra vez aquí? Ésa que vino la semana pasada. ¿No lo sabías? Bueno, pues ahora mismo está conmigo.

Colgó de un golpe el receptor y se cruzó de brazos.

– No has aprendido nada, ¿verdad, nena?

– ¿Aprender qué, tocino? -vi una silla plegable junto a sus ficheros y la abrí para sentarme.

– A ocuparte de tus propios asuntos.

– Eso es exactamente lo que estoy haciendo aquí. Respóndame a unas cuantas preguntas sobre Mitch Kruger y ya no me verá más por aquí.

No dijo nada. Al parecer estábamos esperando a Milt Chamfers. El administrador de la fábrica llegó unos segundos después, con la corbata bien anudada bajo la barbilla y la chaqueta puesta. Iba a ser una reunión formal, ¡y yo con calcetines en vez de medias!

– ¿Qué está haciendo aquí? -me interrogó Chamfers-. Creí haberle dicho que desapareciera.

– Lo mismo que vine a hacer la semana pasada, enterarme de quién vio a Mitch Kruger, cuándo y dónde, y todas esas preguntas que te enseñan en periodismo y en la escuela de detectives.

– No sé quién era ese Kruger, y menos aún dónde ni cuándo -me imitó Chamfers con un furioso falsete.

– Entonces tendré que hablar con todo el mundo aquí en la fábrica hasta que descubra quién lo sabe, ¿no es así?

– De eso nada -espetó, apretando sus delgados labios hasta que desaparecieron en su barbilla-. Esto es una propiedad privada y puedo hacer que la echen si no se va inmediatamente.

Incliné la silla plegable hacia atrás, hasta tocar los ficheros, y sonreí levemente.

– Ahora se trata de una investigación por asesinato, hijo mío. Voy a mandarle a la pasma y podrá explicarles por qué el nombre de Mitch Kruger le enfurece y le altera tanto.

– Yo no dejo a nadie entrar a fisgonear en mi fábrica, pretendiendo buscar a personas desaparecidas cuando en realidad se dedican al espionaje industrial. Si los polis quieren hablar conmigo respecto a un viejo que trabajó aquí hace veinte años, hablaré con ellos. Pero no contigo.

– Entonces tendré que enfocarlo desde un punto de vista distinto. Tiene una plantilla de obreros bastante pequeña aquí para tantos jefes, ¿no?

Chamfers y el de producción intercambiaron una mirada. ¿Circunspecta? ¿Recelosa? No supe exactamente determinarlo. Luego Chamfers dijo:

– Y sigue pretendiendo que la crea cuando dice que no nos está espiando para alguien. ¿Para quién trabaja exactamente? ¿Nancy Drew?

Me levanté y le miré solemnemente.

– Para la Lockheed, hijo, pero no se lo diga a nadie.

Chamfers me aferró el codo una vez más mientras hacíamos el largo recorrido hasta la puerta. Antes de separarnos le pregunté:

– ¿Quiere que le diga al que me está siguiendo dónde tengo el coche?

Su expresión ceñuda se alteró fugazmente. Estaba sorprendido. ¿De enterarse de que había localizado a mi seguidor? ¿O de que tuviese uno? Pensando en ese pequeño acertijo me olvidé de hacerle una seña de despedida.

Caminé por la carretera hasta la zona en que las altas hierbas interrumpían su visión desde el edificio. Una vez allí, me dispuse a esperar. Eran alrededor de las doce. Quizá Chamfers se llevara un bocadillo, pero estaba dispuesta a apostar que se dirigiría a la pequeña zona de restaurantes italianos, cuatro calles más allá. También le identificaba con el Nissan último modelo.

La hierba me ocultaba de la carretera, pero no me protegía del sol. También era el lugar de encuentro favorito de moscas y abejas. Al cabo de un rato estaba tan acalorada y sudorosa que cesé en mi intento por espantarlas cuando se me posaban en los brazos. En cierto momento sentí el desagradable picotazo de una mosca. Finalmente, pocos minutos antes de la una, el Nissan pasó junto a mí con el rechinar de gravilla que parecía propio de Chamfers.

Siguiendo la orilla sin salir de la hierba regresé a la fábrica. Otro coche arrancó en mi dirección desde el cuadrado de asfalto: el Honda marrón, con el jefe de producción al volante. Esperé unos minutos más, pero al parecer ya habían salido todos los del primer turno.

Volví a colarme hasta la puerta que había detrás de la escalera y entré de nuevo en la sala de montaje. Para entonces supuse que ya tendría el aspecto de alguien que ha estado entrenándose toda la mañana con una pandilla de macarras. Habían entornado la hoja superior de las altas ventanas para que entrara algo de aire, pero estaba bastante más fresco que el exterior. Las mujeres, con sus camisetas de tirantes o de manga corta y pantalones de trabajo, no parecían especialmente agitadas.

Media docena de ellas estaban sentadas junto a la puerta, comiendo bocadillos y hablando bajito en español. Las otras, de pie, solas o por parejas, miraban ociosamente al vacío, o charlaban intermitentemente. Un par de ellas, en el rincón más alejado, mantenían una intensa conversación. Esta vez me vieron todas, salvo las dos del rincón, y cesaron sus conversaciones.

– Estoy buscando al jefe -dije.

– Está comiendo -me informó una de las hispanas en inglés con un fuerte acento-. ¿Buscas trabajo?

– No. Sólo al jefe. ¿Está en el edificio?

Una de las mujeres señaló en silencio una puerta al otro extremo de la sala. Tenía cristal biselado en la parte superior. Una pálida luz de neón brillaba al través. Me abrí paso entre las mesas de montaje, pero luego me detuve.

– En realidad estoy buscando a alguien que haya podido ver a mi tío la semana pasada. Trabajaba aquí, y estuvo por aquí, ayer hizo una semana -me miraron sin entender-. Después se cayó al canal y se ahogó. No encontraron su cuerpo hasta ayer.

A mis espaldas se elevó un cuchicheo en español. El grupo junto a las ventanas se apiñó como movido por la gravedad. Tras unos minutos, una de ellas me preguntó qué quería.

– Espero que alguien haya podido verle -extendí los brazos, apurada-. Era un hombre mayor, alcohólico, pero era el hermano de mi madre. Ella quiere saber si habló con alguien, o si alguien le vio. A la policía no le preocupa, pero ella necesita saber… quisiera saber simplemente cuándo murió. Ha estado demasiado tiempo en el agua como para que los médicos puedan decírselo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Ángel guardián»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Ángel guardián» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Sara Paretsky - Body Work
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Golpe de Sangre
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Marcas de Fuego
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Indemnity Only
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Deadlock
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Sin previo Aviso
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Medicina amarga
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Sisters on the Case
Sara Paretsky
Sara Paretsky - A Woman’s Eye
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Windy City Blues
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Fire Sale
Sara Paretsky
Sara Paretsky - Punto Muerto
Sara Paretsky
Отзывы о книге «Ángel guardián»

Обсуждение, отзывы о книге «Ángel guardián» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x