Colleen Mccullough - On, Off

Здесь есть возможность читать онлайн «Colleen Mccullough - On, Off» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

On, Off: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «On, Off»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El cuerpo de una mujer es hallado en uno de los centro de investigación neurológica más reputados del mundo. Es la primera víctima de una serie de asesinatos que tendrán lugar en el estado Connnecticut. El teniente Delmonicco se hace cargo del caso, y tendrá que actuar con rapidez para evitar futuros asesinatos. Todo apunta a que se trata de un asesino en serie, tal vez un miembro del centro. Son varios los investigadores que despiertan sus sospechas, por lo que Delmonicco solicitará la ayuda de la directora del centro para resolver el enigma.

On, Off — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «On, Off», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Biddy se puso a ladrar en el instante en que el Ford tomó el camino de entrada al número 6 de Ponsonby Lane; lo que significaba que Claire estaba en casa.

– Teniente Delmonico -le dijo desde el umbral de la puerta abierta, sujetando a Biddy por el collar.

– ¿Cómo ha sabido que era yo? -le preguntó él conforme entraba.

– Por el sonido de su coche. Debe de tener un motor muy potente, porque se oye su rugido estando parado. Acompáñeme a la cocina.

Atravesó la casa sin rozar siquiera una sola pieza del mobiliario, hasta llegar a la habitación sobrecalentada por el horno Aga.

Biddy se tumbó en su esquina, con los ojos fijos en Carmine.

– No le gusto -dijo él.

– Hay poca gente que le guste. ¿Qué puedo hacer por usted?

– Decirme la verdad. Vengo de visitar a la señora Eliza Smith, que me ha informado de que usted no es ciega de nacimiento. ¿Por qué me mintió?

Claire suspiró y se palmeó los muslos.

– En fin, dicen que se atrapa antes a un mentiroso que a un cojo. Le mentí por lo mucho que detesto las preguntas que inevitablemente se siguen cuando digo la verdad. Tales como: ¿qué sintió al no poder ver? ¿Se le partió el corazón? ¿Es lo más terrible que le ha pasado en la vida? ¿Se hace más duro ser ciega después de poder ver? Etcétera, etcétera. Bien, puedo decirle que me sentí como si me hubieran condenado a muerte, que sí se me partió el corazón, que es sin duda lo más terrible que me ha ocurrido en la vida. Acaba usted de reabrir mis heridas, teniente, y están sangrando. Espero que esté usted satisfecho. -Le dio la espalda.

– Lo lamento, pero tenía que preguntárselo.

– ¡Sí, eso ya lo veo! -Se volvió bruscamente y le sonrió-. Ahora me toca a mí pedirle disculpas. Empecemos de nuevo.

– La señora Smith me ha contado también que Charles y usted tenían un hermano, Morton, que murió repentinamente, poco después de su accidente.

– ¡Caramba, sí que le ha dado a la sinhueso Eliza esta mañana! Tiene que ser usted digno de ver… ella tuvo siempre buen ojo para los hombres guapos. Disculpe que sea tan maliciosa, pero Eliza consiguió cuanto quería. Yo no.

– Puedo disculpar su malicia, señorita Ponsonby.

– ¿Se acabó lo de Claire?

– Creo que la he herido demasiado para llamarla Claire.

– Me preguntaba usted por Morton. Murió justo después de que me mandaran a mí a Cleveland. No se tomaron la molestia de hacerme volver a casa para el funeral, aunque me habría gustado despedirme de él. Murió tan repentinamente que el caso tuvo que pasar por el forense, de forma que tuvieron tiempo de traerme antes de que les entregaran el cuerpo para enterrarlo. Pese a su demencia, era un muchacho muy dulce. Muy triste, muy triste, muy triste…

«¡Sal de aquí, Carmine! Has agotado su hospitalidad.» -Muy agradecido, señorita Ponsonby. Muchísimas gracias, y lamento haberla apenado.

Un caso para el forense… Eso significaba que la muerte de Morton Ponsonby figuraría en los archivos de la calle Caterby; enviaría a un uniformado a desenterrarlo.

De vuelta a Holloman, pasó por el antiguo camposanto del valle, un cementerio que se había quedado sin parcelas para los recién llegados a la ciudad noventa años atrás. Contenía tumbas de Ponsonbys a patadas, algunas de ellas anteriores con mucho al retrato más antiguo de la pared de su cocina. La lápida más reciente pertenecía a Ida Ponsonby, muerta en noviembre de 1963. Antes de ella, Morton Ponsonby, muerto en octubre de 1939. Y antes de él, Leonard Ponsonby, muerto en enero de 1930. Un trío de tragedias del que un arqueólogo de tumbas jamás habría tenido noticia a partir de los escuetos e insustanciales epitafios. Los Ponsonby no proclamaban sus penas a los cuatro vientos. Como tampoco los Smith, pensó cuando encontró la tumba de Nancy. Concisa y sobria, no mencionaba la causa de su muerte.

«¿Qué iba a hacer Chuck Ponsonby sin el Hug? -se preguntó, de vuelta al coche-. ¿Y sin la orientación del Profe en sus investigaciones? ¿Pasarse a la práctica médica? No, Charles Ponsonby carecía del talante adecuado. Demasiado distante, demasiado austero, demasiado elitista. Es posible -se dijo Carmine- que no haya otro trabajo médico al que pueda acceder Chuck, y de ser así, no podía tener ninguna razón para destruir el Hug.»

Entró en el despacho de Patrick con un gruñido y se dejó caer atravesado en el sillón que había en una esquina. -¿Cómo va? -preguntó Patrick.

– No preguntes. ¿Sabes lo que haría ahora mismo, Patsy? -No, ¿qué? -Una buena sesión de tiro en el aparcamiento del estadio de la Chubb, a ser posible con ametralladoras. O plantarnos en medio de diez encapuchados atracando el Banco First National de Holloman. Algo reconfortante.

– Una observación propia de un poli inactivo con el culo escocido.

– ¡Y que lo digas, maldita sea! Este caso es de mucho hablar, de hablar sin parar, hablar, hablar. Nada de tiroteos, nada de robos.

– ¿Debo deducir que el boceto que hizo Jill Menzies a partir de la descripción de la mujer de Campanilla no ha producido ningún resultado?

– Nada de nada. -Carmine se enderezó y puso cara de atención-. Patsy, tú que llevas diez años más que yo en este mundo atribulado, ¿recuerdas un asesinato en la estación de ferrocarril en 1930? Una panda de vagabundos, o algo así, que mataron a tres personas de una paliza. Lo pregunto porque una de ellas era el padre de Charles y Claire Ponsonby. Por si eso no bastara, resultó que había perdido todo el dinero de la familia en el crack de la Bolsa.

Patrick se detuvo a pensar y luego sacudió la cabeza.

– No, no lo recuerdo… mi madre censuraba todo lo que yo oía cuando era pequeño. Pero habrá un informe del caso enterrado en los archivos. Ya conoces a Silvestri… no tiraría ni un Kleenex usado, y sus predecesores eran iguales.

– Iba a mandar a alguien a la calle Caterby a buscar el expediente de otro caso, pero ya que no tengo nada mejor que hacer, puede que me dé una vuelta por ahí y lo compruebe yo mismo. Tengo curiosidad por las tragedias de los Ponsonby. ¿Es posible que ellos fueran también víctimas del Fantasma?

Quedaba poco más de una semana para que los Fantasmas atacaran de nuevo; febrero era un mes corto, así que tal vez la fecha señalada para su próximo secuestro fuera a principios de marzo. Poseído por un temor creciente, Carmine habría ido en coche hasta Maine en esa época del año para comprobar una pista poco prometedora, pero la calle Caterby estaba mucho más cerca que Maine. El almacenaje de papel era la pesadilla de cualquier funcionario público, ya se tratara de archivos policiales, archivos médicos, archivos de pensiones, contribuciones e impuestos catastrales, tasas sobre el agua o cualesquiera otros de un centenar de categorías varias. Cuando reconstruyeron el hospital de Holloman en 1950, reservaron todo un subsótano para archivos, de modo que no tuvieran que preocuparse más por ellos. John Silvestri, nombrado comisario en 1960, había luchado denodadamente por conservar hasta el último pedazo de papel que obraba en poder de la policía, remontándose a los tiempos en que Holloman contaba con un solo oficial de policía y el robo de un caballo se castigaba con la horca. Entonces, quebró una compañía cementera local, y Silvestri removió cielo y tierra en todas las instancias oficiales hasta conseguir el dinero y la autoridad para comprar sus instalaciones, que ocupaban tres acres en la calle Caterby, una zona industrial conocida por la suciedad y el bullicio, por lo que no era una propiedad cotizada. Los tres acres y cuanto contenían se vendieron en subasta por doce mil dólares, y la policía de Holloman fue el afortunado postor.

En el terreno se alzaba un vasto almacén donde la compañía guardaba sus camiones y repuestos y equipamiento de todo tipo. Tras quitar el polvo y limpiarlo todo, todos los archivos de la policía fueron dispuestos en el almacén en estanterías metálicas. No había goteras en el tejado -una consideración fundamental- y dos grandes ventiladores de techo, uno a cada extremo, facilitaban la circulación de aire necesaria para tener el moho a raya en verano.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «On, Off»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «On, Off» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Colleen McCullough - La huida de Morgan
Colleen McCullough
Colleen McCullough - El Primer Hombre De Roma
Colleen McCullough
Colleen McCullough - El Desafío
Colleen McCullough
Colleen McCullough - El caballo de César
Colleen McCullough
Colleen McCullough - Czas Miłości
Colleen McCullough
Colleen McCullough - Credo trzeciego tysiąclecia
Colleen McCullough
Colleen McCullough - Antonio y Cleopatra
Colleen McCullough
Colleen McCullough - Morgan’s Run
Colleen McCullough
Colleen McCullough - Las Señoritas De Missalonghi
Colleen McCullough
Colleen McCullough - 3. Fortune's Favorites
Colleen McCullough
Colleen McCullough - Sins of the Flesh
Colleen McCullough
Отзывы о книге «On, Off»

Обсуждение, отзывы о книге «On, Off» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x