Mary Clark - Última Oportunidad

Здесь есть возможность читать онлайн «Mary Clark - Última Oportunidad» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Última Oportunidad: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Última Oportunidad»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

"Sterling Brooks no ha tenido una vida ejemplar. Por ello lleva esperando más de cincuenta años en la antesala del cielo. Unos días antes de Navidad, el consejo celestial decide proponerle un trato: entrará en el cielo si antes consigue hacer una buena obra en la tierra. Se trata de su última oportunidad. No le especifican cuál es su misión, y de pronto se ven en pleno Rockefeller Center, en medio de una multitud de patinadores, en busca de alguien que necesite un ángel. Así encuentra a Marissa, una niña de siete años, apenada por la desaparición de su padre y su abuela, que se han visto obligados a…"

Última Oportunidad — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Última Oportunidad», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Sí, pensó Sterling, pero vigila con quién juegas al golf.

– Cumplí setenta en marzo pasado, Dermis.

– Hoy día, eso es ser joven.

Sterling meneó la cabeza. Yo tendría noventa y seis; a mí nadie me acusaría de ser un jovenzuelo.

– ¿Cuántos años llevas aquí, Dennis? -preguntó Chet.

Gracias, Chet, pensó Sterling, confiando en que la respuesta de Dennis le diera una buena pista sobre el estado de las cosas.

– Nor abrió este local hace veintitrés años. Bill murió cuando Billy empezaba a ir al colegio. Ella ya no quería seguir actuando por ahí. Yo la conocía de un club de Nueva York. Al cabo de siete meses, me telefoneó. Había pillado a su primer camarero con la mano en la caja. Mi mujer quería mudarse y nuestros hijos tenían casi edad escolar. Desde entonces no me he movido de aquí.

Sterling vio por el rabillo del ojo que Billy y Nor se disponían a salir. Estoy fallando, pensó, y se apresuró a darles alcance cuando ya estaban en el aparcamiento.

No le sorprendió comprobar que Billy y Nor tenían uno de aquellos pequeños camiones. Debía de ser la moda. Sonrió al pensar en Marissa entrando en el sobrio automóvil de Roy. Como a cualquier crío, le fastidiaba que sus amigos pudieran asociarla con algo aburrido o soso.

Montó en el asiento de atrás mientras Billy accionaba la llave del encendido. Luego miró las cajas que tenía detrás, y que parecían ser equipo musical. Si supieran que llevan a un groupie en el asiento de atrás, rió para sus adentros.

Una vez sentado, estiró las piernas. No añoro estar encajonado entre dos asientos de bebé, pensó. Le hacía ilusión ir a la fiesta. En la fiesta que hubo la víspera de aquella última partida de golf, habían estado poniendo discos de Buddy Holly y de Doris Day. Sería divertido si Nor y Billy las cantaran, pensó.

El coche cruzó las calles cubiertas de nieve de Madison Village. Me recuerda a Currier and Ives, pensó Sterling contemplando las casas bien cuidadas, muchas de ellas adornadas con luces navideñas de buen gusto. Todas las puertas tenían su corona de acebo. Por las ventanas de los salones se podían ver alegres árboles navideños.

Al pasar frente a un jardín, la visión de un bonito nacimiento con figuras exquisitamente talladas le provocó una sonrisa triste.

Después pasaron frente a una casa con una docena de ángeles de plástico a tamaño natural haciendo cabriolas por el césped. Ese creído que vigila la sala del Consejo Celestial tendría que verlo, pensó.

Divisó el Long Island Sound. Siempre me gustó la costa norte de la isla, reflexionó mientras estiraba el cuello para ver el agua, pero han construido muchísimo desde mi época.

Nor y Billy se estaban riendo de los intentos que Marissa había hecho de acompañarlos para poder ver con sus propios ojos la gran mansión.

– Es muy espabilada -dijo Billy con orgullo paterno-. Ha salido a ti, mamá. Siempre con la oreja pegada al suelo, para no perderse nada.

Nor estuvo de acuerdo.

– Yo prefiero decir que tiene un saludable interés por su entorno. Eso demuestra lo lista que es.

Sterling se desanimó al escucharlos. Sabía que las vidas de aquellas personas estaban a punto de cambiar y que muy pronto estarían separados de la niña que ahora era el centro de sus vidas.

Le habría gustado tener la facultad de impedirlo.

Siempre que Junior y Eddie Badgett daban una fiesta en su mansión, Junior tenía un ataque de nervios. Ya estamos otra vez, pensó Charlie Santoli mientras seguía a los hermanos, el bate de béisbol y la pelota de baloncesto. El primero, Junior, tenía unos ojos pequeños y fríos; el segundo, Eddie, siempre se echaba a llorar cuando hablaba de mamá, pero era duro como la roca para todo lo demás.

En aquellos momentos, la actividad era la habitual antes de un acontecimiento de aquellas características. Había floristas por toda la casa, organizando los arreglos florales. El equipo del catering estaba preparando el bufet libre. Jewel, la novia de Junior, una cabeza de chorlito de veintidós años, se tropezaba a cada momento sobre sus tacones de aguja, chocando con todo el mundo. Los ayudantes de Eddie y Junior, incómodos con americana y corbata, estaban agrupados y parecían lo que eran: simples matones.

Antes de salir de la casa, Charlie había tenido que escuchar otro sermón más de su mujer acerca de los hermanos Badgett.

– Son un par de malhechores, Charlie -le había dicho-. Todo el mundo lo sabe. ¿Por qué no les dices que ya no quieres ser su abogado? Que hayan hecho una nueva sección en el hogar de jubilados no significa nada. No ha sido con su dinero. Mira, hace quince años te dije que no te relacionaras con ellos. ¿Me hiciste caso? No. Tendrás suerte si no acabas metido en el maletero de un coche. Renuncia. Ganas suficiente dinero. Tienes sesenta y dos años, y estás tan nervioso que te agitas en sueños. Quiero que nuestros nietos te conozcan en vida, no que tengan que besar tu foto antes de acostarse.

Era inútil tratar de explicarle a Marge que él no podía hacer nada. Había intentado limitarse únicamente a los negocios legítimos de los Badgett. Lamentablemente, sin embargo, había aprendido que cuando uno se acuesta con perros, se levanta lleno de pulgas, y en numerosas ocasiones le habían presionado para que sugiriera a potenciales testigos que les convenía -económica y físicamente- olvidarse de ciertos hechos. De ese modo había conseguido evitar que los hermanos Badgett fueran condenados por diversas actividades delictivas, tales como practicar la usura, amañar partidos de béisbol y organizar apuestas ilegales. De modo que tanto si se negaba a hacer lo que le pedían como si dejaba de trabajar para ellos, el resultado era como suicidarse.

Hoy, en razón de la magnitud de su donativo al hogar de jubilados, un ala que había costado dos millones de dólares, habían conseguido invitar a toda una lista de personajes de primera categoría para celebrar el ochenta y cinco aniversario de su madre ausente. Senadores de Nueva York, el comisario de Sanidad y Recursos Humanos, diversos alcaldes y dignatarios, y toda la junta del hogar de jubilados se reuniría allí. Solo la junta incluía ya algunos de los nombres más destacados de Long Island.

En conjunto, unas setenta y cinco personas estarían presentes, la clase de personas que podían dar a los Badgett el aura de respetabilidad que tanto necesitaban.

Era, pues, crucial que la fiesta fuera un éxito.

La principal atracción tendría lugar en el gran salón, una estancia que combinaba diversos aspectos de un palacio real francés, larguiruchas sillas doradas, mesas de palisandro, cortinajes de raso, tapices, y presidiéndolo todo la reproducción de un altísimo hogar de mármol del siglo xv, atiborrado de querubines, unicornios y piñas tropicales. Junior había dicho que las piñas «simbolizaban muchísima suerte», y había dado instrucciones al decorador para que hubiera abundantes piñas en la reproducción y que se dejara de artilugios.

El resultado: una sala que era un monumento al mal gusto, pensaba Charlie, y ya se imaginaba cómo iba a reaccionar la jet-set .

Estaba previsto que la fiesta comenzara a las cinco y terminara a las ocho. Combinados, entremeses y un suntuoso bufet libre estaban ya a punto. La música la pondrían Billy Campbell, el prometedor cantante de rack, y su madre, Nor Kelly, antigua estrella de cabaret. Ambos eran muy populares en la costa norte de Long Island. El punto álgido de la velada tendría lugar a las siete y media, cuando vía satélite desde Valonia, la madre de los hermanos Badgett haría acto de presencia para oír cómo le cantaban «Cumpleaños feliz, Heddy-Anna»,

– ¿Seguro que hay comida suficiente? -le estaba preguntando Junior al jefe del catering.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Última Oportunidad»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Última Oportunidad» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Última Oportunidad»

Обсуждение, отзывы о книге «Última Oportunidad» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x