Ruth Rendell - Trece escalones

Здесь есть возможность читать онлайн «Ruth Rendell - Trece escalones» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Trece escalones: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Trece escalones»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La octogenaria Gwendolen Chawcer, una solterona que jamás logró escapar a la posesiva personalidad de su padre, vive entregada a la lectura compulsiva y a la fantasía de un viejo amor imposible en St. Blaise House, la mansión victoriana de la familia en el barrio londinense de Notting Hill. Pero tan melancólica y plácida existencia se ve alterada cuando, haciendo caso al consejo de unas amigas, decide alquilar la planta de arriba de la casa.
Su nuevo arrendatario, Mix Cellini, es un mecánico de máquinas de fitness con una fijación: los crímenes que John Christie cometió sesenta años antes en el número 10 de Rillington Place, apartamento del horror a escasa distancia de St. Blaise House. Gwendolen no tarda en descubrir tan siniestra obsesión, pero ignora que ésta irá adquiriendo tintes cada vez más macabros cuando Mix se enamore perdidamente de la modelo Nerissa Nash.
Con Trece escalones, Ruth Rendell presenta con su maestría habitual un retrato perturbador y perverso de dos personajes tremendamente dispares pero a la vez hermanados por sus neurosis románticas. De paso, la gran dama de la novela de suspense psicológico incide en temas tan espinosos como el culto a los grandes criminales de la historia o las ansias de celebridad que caracterizan a nuestra sociedad.

Trece escalones — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Trece escalones», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Ella visitaba el gimnasio lo menos posible. Sólo le interesaba en la medida en que daba dinero. El ejercicio y los tratamientos de belleza, lo de mantenerse en forma y conservar la juventud, todo eso la aburría, y cuando se sentaba abajo en la recepción, tenía tendencia a quedarse dormida. Su abuelo y después su madre habían llevado establecimientos de peluquería, por lo que había parecido lo más natural seguir con ello, salvo que lo hizo según sus condiciones y con ideas propias, de una forma contemporánea. Lo que de verdad le hubiese gustado era ser gurú y fundar su propio culto místico, pero se había visto obligada a transigir y conformarse con ser adivina.

Se miró en el espejo con la ropa interior que se había quitado por la noche, un vestido ancho de terciopelo rojo encima y un chal de punto. Incluso sus ojos indiferentes vieron que llevaba el pelo fatal, lo tenía seco y salpicado de caspa. Se lo sujetó en alto con un pañuelo de color rojo y púrpura, se lavó las manos, se echó agua en la cara y bajó pesadamente las escaleras. Su humor, que ya de por sí no era muy risueño, iba de mal en peor. Su intención era pasar el día en una actividad de campo organizada por su maestro zahorí. El último intento de ponerse en contacto con Danila resultó infructuoso y Shoshana se sentó de mala gana en el alto taburete que había detrás del mostrador. El primer cliente en llegar creyó reconocerla como a la anciana que había visto una vez en un pueblo de Turquía y a quien le había comprado una alfombra en la plaza del mercado.

Había sido la peor noche de su vida. Había dormido de manera irregular, despertándose cada hora muerto de sed. Lo más horrible fue abrir los ojos por última vez a las nueve de la mañana y, por un momento, haber olvidado completamente lo que había ocurrido y lo que había hecho. El recuerdo volvió casi de inmediato y gimió en voz alta.

Había tenido sueños y en uno de ellos una criatura había acudido por los tejados, trepó por los bajantes hasta su ventana e intentó entrar. Al principio pensó que era un gato, pero cuando vio su rostro humano, la mirada fija y la enorme brecha en la frente soltó un grito. Después permaneció tumbado temblando, preguntándose si la vieja Chawcer lo habría oído.

Fue cuando por fin se levantó que la bebida de la noche anterior se hizo notar. Bebió agua, pero no pareció hacerle efecto. Tenía toda la cabeza dolorida, como si se la hubieran restregado con papel de lija y un dolor que se movía en su interior y que a veces se situaba encima de sus ojos, a veces detrás del oído o en la nuca. Recordó haber leído en alguna parte, en una de esas entrevistas que concedía Nerissa, que ella nunca bebía nada que llevara alcohol, sino que subsistía a base de agua mineral con gas y zumos vegetales. Un baño lo reconfortó un poco, no se sentía lo bastante fuerte como para afrontar el desafío de una ducha con toda el agua martilleándole la cabeza. Pero casi estaba demasiado débil para salir de la bañera, y cuando ya estaba de pie en la alfombrilla del baño con la toalla en torno a la cintura, se tambaleó y estuvo a punto de caerse.

El proceso de vestirse resultó largo y lento porque el movimiento hacía que el dolor de cabeza pasara de adelante atrás y de los oídos a los ojos. Era la peor resaca que había experimentado jamás. En circunstancias normales no solía beber mucho, pero en momentos de estrés recurría al alcohol. «No estoy acostumbrado, ése es el problema», se dijo a sí mismo. La gente que tenía resaca constantemente recomendaba comer, beber leche o lo mismo que te la había provocado. Le dieron arcadas sólo con pensar en cualquiera de esas cosas. Después de vomitar se sintió ligeramente mejor, fue capaz de mantenerse erguido, beber más agua y meter la ropa de la chica en una bolsa junto con sus calzoncillos manchados de sangre, un Wonderbra negro, el odiado panty , una minifalda de cuero negro y unas botas, un brevísimo jersey rosa y una chaqueta color crema de piel de imitación. Acostumbrado como estaba a los guardarropas de Colette Gilbert-Bamber y sus amigas, juzgó que aquella ropa era barata, de supermercado, ni siquiera de una cadena. Dentro de su bolso de plástico rosa estaba su teléfono móvil junto con su monedero que contenía cinco libras con cincuenta (se las metió en el bolsillo), una tarjeta de crédito Switch, una polvera, un lápiz de labios rojo, un cepillo para el pelo y las llaves de su casa.

Mix no quería pensar en lo ocurrido, pero no pudo evitarlo: la sangre deslizándose por su hermoso retrato, sus ojos mirándole. Bueno, se lo había buscado, sólo había recibido lo que se merecía por hablar de Nerissa de esa manera, atreviéndose a encontrarle defectos en la piel. Por envidia, por supuesto. Aun así, tendría que habérselo pensado mejor antes de decirle esas cosas. Tendría que haberle reconocido como a un hombre peligroso y debería…

Su línea de pensamiento quedó bruscamente interrumpida por el sonido de la puerta de la habitación de al lado al cerrarse. Mix se llevó una mano al pecho y agarró la tela de su sudadera, estrujándola en su puño, no sabía por qué, tal vez para sujetarla contra su corazón. Era lo único que podía hacer para evitar soltar un quejido de miedo. Quienquiera que fuera, ¿había entrado en la habitación o había estado allí y había salido? Oyó el sonido de unos pasos, un ruido como si alguien hubiera tropezado y entonces contuvo el aliento. Se abrió un cajón, luego otro. Las paredes debían de ser muy delgadas allí arriba. Era la vieja bruja, por supuesto. Mix conocía su paso, el modo de andar lento y pesado de una persona anciana. Pero ¿por qué estaba allí dentro? Mix no recordaba que lo hubiera hecho antes. Debía de haber oído algo durante la noche, a esa chica gritando, o cayendo al suelo, o incluso sus propios movimientos con el cubo y el cepillo. ¿Y si quería entrar en el piso y veía la sangre de la pared?

Allí dentro no hay nada que ella pueda ver, se dijo, y se lo repitió, no hay nada que pueda ver, nada. No obstante, tenía que saberlo, no podía dejarlo así. Abrió la puerta del piso con mucho cuidado y asomó la cabeza. La puerta del dormitorio en el que yacía la chica bajo las tablas del suelo estaba un poco entornada. Ahora le dolía toda la cabeza, un dolor atroz, opresivo y punzante. Pero salió con la chaqueta puesta, la bolsa con la ropa en la mano, las llaves del piso en un bolsillo y las del coche en el otro. Debió de hacer algún ruido, uno de esos gemidos o suspiros involuntarios que parecía haber estado haciendo toda la noche, porque de repente, la señorita Chawcer salió ruidosamente de la habitación y le dirigió una mirada muy poco amistosa.

– Ah, es usted, señor Cellini.

«¿Y quién creía que era, Christie?» Le hubiese gustado decir eso, pero tenía miedo, de ella y también del asesino de Rillington Place. De su espíritu o de lo que fuera que había imaginado que rondaba la casa. De manera incomprensible, la mujer dijo:

– Por la cara que hace parece que lo haya asustado un muerto viviente.

– ¿Cómo dice?

– Un espíritu, señor Cellini, un fantasma.

Mix no pudo evitar que la mujer viera el estremecimiento que recorrió su cuerpo. Aun así, estaba furioso. ¿Quién se había creído que era, una maldita maestra de escuela y él un alumno de primero de secundaria? La anciana soltó la risa más alegre que él le había oído jamás.

– No me diga que es supersticioso.

No iba a decirle nada. Lo que quería era preguntarle para qué había entrado en esa habitación, pero no podía hacerlo. La mujer estaba en su casa. Entonces se fijó en que llevaba algo en las manos, lo que parecía ser un calendario viejo y un libro. Tal vez hubiera ido allí a buscar esas cosas. Un gran peso se desprendió de sus hombros, se quedó allí flotando y el dolor de cabeza desapareció.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Trece escalones»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Trece escalones» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


libcat.ru: книга без обложки
Ruth Rendell
libcat.ru: книга без обложки
Ruth Rendell
Ruth Rendell - The Bridesmaid
Ruth Rendell
Ruth Rendell - From Doon with Death
Ruth Rendell
Ruth Rendell - Una Vida Durmiente
Ruth Rendell
Ruth Rendell - Simisola
Ruth Rendell
Ruth Rendell - Falsa Identidad
Ruth Rendell
Ruth Rendell - Carretera De Odios
Ruth Rendell
Ruth Rendell - Thirteen Steps Down
Ruth Rendell
Отзывы о книге «Trece escalones»

Обсуждение, отзывы о книге «Trece escalones» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x