Ruth Rendell - Un Cadáver Para La Boda

Здесь есть возможность читать онлайн «Ruth Rendell - Un Cadáver Para La Boda» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Un Cadáver Para La Boda: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Un Cadáver Para La Boda»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Un camionero muere asesinado. Aunque su trágico final parece relacionado con el transporte ilegal de mercancias, el inspector Wexford, guiado por su sexto sentido para la investigación, sospecha que el crimen esconde un misterio, mas profundo. ¿Por qué, si no, la muerte de un agente de bolsa en un supuesto accidente de tráfico cuando se dirigía a una boda le impide concentrarse en la resolución del asesinato? ¿Es acaso una simple coincidencia que el crimen se haya cometido al da siguiente de recobrar el conocimiento la esposa del agente de bolsa? Las conexiones entre ambos sucesos son sin duda intangibles, pero cuando el alma humana persigue fines perversos, elige caminos en extremo, tortuosos. Y el inspector Wexford bien sabe que en tales casos todo es posible.

Un Cadáver Para La Boda — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Un Cadáver Para La Boda», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Dame una onza de algalia, buen boticario -dijo Wexford a Clitemnestra-, para endulzar mi imaginación. -Convencida de que le había dicho que era una buena perra, Clitemnestra agitó la cola. La puerta se abrió y entró Sheila-. ¿Qué haces en casa un miércoles? -preguntó su padre.

– Se me cayó la funda mientras comía una chocolatina, así que tuve que volver para ver al doctor Vigo. -Sheila le obsequió con una sonrisa encantadora y le besó en la mejilla. Su cabello formaba una pirámide de gruesos tirabuzones. Parecía una doncella de la época de la Restauración, criada de Millamant, dispuesta a ser besada por los rincones.

– ¿Te lo ha arreglado?

– Mmm, en el acto. Dijo que no me cobraría.

– ¿Cobrarte? Cobrarme querrás decir. Y espero que no lo haga. -Wexford sonrió burlonamente, arrancándose el recuerdo de Cullam como si fuera piel sucia-. Ahora que tienes dientes falsos no deberías comer chocolatinas.

– No llevo dientes falsos, es sólo una funda… ¿Quieres un poco? Es una mezcla de café y chocolate. Está buenísima.

– Gracias, cariño, pero no me apetece.

– El doctor Vigo y yo nos hemos hecho bastante colegas -dijo Sheila. Se tumbó en el suelo, boca abajo, con los codos apoyados sobre la alfombra, y miró a su padre-. Me invitó a una taza de té en su salón chino. No me atrevía a mover un dedo. Esas cosas le fascinan. Su esposa entró y dio un portazo, y él se puso furioso porque las vajillas vibraron. Dijo que ella no le entendía.

– Qué encanto. Lo que se dice un nuevo rico.

– Oh, papi, te equivocas. Al salir, me encontré a la recepcionista y caminamos juntas hasta el centro. Me dijo que el doctor Vigo se había casado por dinero. Ella era heredera y poseía una fortuna de cien mil libras, y él quería dinero para coleccionar esas cosas chinas. Sigue con su mujer sólo por el niño, pero desaparece la mayoría de los fines de semana. A veces no llega hasta el lunes por la noche. La recepcionista cree que tiene una novia en Londres. Parecía un poco celosa. ¿Sabes?, creo que ella también se acuesta con él.

Wexford mantuvo la expresión impertérrita, mas no pudo evitar un leve parpadeo que esperó pareciera una muestra sofisticada de regocijo. No le sorprendió lo que acababa de oír, sino el hecho de que se lo contara su propia hija. En cierto modo, estaba orgulloso y agradecido. Habían pasado cerca de cuarenta años desde que él tenía la edad de Sheila. ¿Habría osado en aquel entonces hablar a su padre de ese modo? Antes habría preferido la muerte.

Sheila se desperezó y levantó con agilidad.

– Ya que estoy en casa -dijo-, voy a cumplir con mis deberes. ¿Te apetece un paseo por el río, perra?

– No, por el río no, cariño -se apresuró a decir Wexford. ¿Permitir a su hija que caminara sola junto a esas oscuras aguas?-. Yo sacaré a la perra.

– ¿De veras?

– Vamos, vete a la cama. Me temo que ese pelo va a darte mucho trabajo.

Sheila rió entre dientes.

– ¿Estás preparado?

Estupefacto, Wexford vio cómo su hija se sacaba una peluca como si fuera un sombrero y la dejaba caer sobre un jarrón de cristal.

– Dios mío, sabio es el padre que conoce a su hija. -Wexford contempló con suspicacia las pestañas y las largas uñas de Sheila. ¿Qué más llevaba que fuera extraíble? Wexford, que raras veces perdía su aplomo ante los taimados excesos de sus criminales, era continuamente sorprendido por su propia hija. Sonriendo con ironía, fue en busca de la correa y arrancó a Clitemnestra del mejor sillón.

El aire de la noche, purificado por la tormenta, era fresco y diáfano. Apenas había estrellas, pues el cielo estaba velado por perezosos cirros, blancos como la nieve por efecto de la luna que flotaba en una parcela sin nubes. La hierba del prado que comparara con un tapiz había sido segada y la tierra aparecía ahora como un desierto cerdoso. Hacía frío para esta época del año. Cuando alcanzó el río, advirtió que estaba crecido. En algunas zonas las piedras estaban sumergidas bajo la corriente.

Wexford silbó a la perra y apretó el paso. Ahora podía ver el río, sus piedras plateadas y, entre ellas, los helechos como brillantes astillas de metal. Había alguien en el parapeto, con el cuerpo inclinado y mirando al río. Wexford tardó en descubrir si se trataba de un hombre o de una mujer, y cuando se dio cuenta de que era una mujer, mencionó un «buenas noches» enérgico y alegre para no asustarla.

– Buenas noches, inspector jefe. -Era una voz queda, irónica, inconfundible. Wexford se aproximó a Nora Fanshawe y ella se volvió hacia él.

– Una noche hermosa después de la tormenta. ¿Cómo está su madre?

– Vivirá -respondió fríamente la muchacha. Una reserva que en parte era repugnancia ofuscó sus facciones.

Wexford conocía esa mirada. La había visto cientos de veces en personas que temían haber hablado demasiado y abierto su corazón en exceso. Imaginaban que sus confidencias provocaban en Wexford aversión, lástima o desprecio. ¡Si supieran que sus revelaciones no eran para él más que ladrillos de la casa que intentaba erigir, peldaños de la escalera hacia la resolución del caso, piezas de curvados márgenes de un simple rompecabezas!

– ¿No ha recordado nada nuevo?

– Si se refiere a la chica que iba en el coche, mi madre asegura que no había ninguna chica. Sé cuándo dice la verdad.

– La gente nunca recuerda al instante lo sucedido antes de recibir un golpe en la cabeza -repuso alegremente Wexford-, máxime cuando se ha fracturado el cráneo. Es un hecho médico.

– ¿De veras? No deseo entretenerle, inspector jefe. ¿Sabía que su perro está en la carretera?

Wexford apartó a Clitemnestra de la trayectoria de un coche que se acercaba. El conductor bajó la ventanilla y le insultó, añadiendo que aún debía darle gracias por no denunciarle a la policía.

– Una espina regia en mi carne eres -dijo Wexford a la perra mientras le ataba la correa-. Una fuente de humillación.

Vio a la muchacha entrar en el Olive & Dove, con la luna proyectando su sombra negra, recta y atenuada.

13

El agente Loring estaba encantado con la idea de un día en Londres. Tenía pánico a Wexford, quien, en su opinión, le trataba con una dureza merecida pero infatigable. Le habían hablado del cariño casi paternal que el inspector jefe profesaba a su predecesor, el agente Mark Drayton, y de la desilusión que sufrió cuando Drayton arruinó su carrera. Algo que ver con una chica y un soborno. Drayton, según le habían contado, llevaba melena, era hosco, sarcástico, inteligente, y un diablo con las mujeres. Loring, por consiguiente, llevaba un corte de pelo excéntricamente similar y era todo lo entusiasta, brillante y alegre que podía. Presentía que la inteligencia vendría con el tiempo. En la actualidad no podía competir con Wexford y Burden, dos seres que en todo momento actuaban inteligentemente. En cuanto a las mujeres… Loring era un sano admirador. Le proporcionaba un gran placer visitar Londres en busca de tres muchachas desaparecidas. Pensaba con melancolía cuánto le complacería encontrar a la chica en cuestión y, con suerte, escuchar a un Wexford agradecido llamarle Peter. El inspector jefe solía favorecer a Drayton llamándolo por su nombre de pila.

Pese a sus sueños e ingenuidad, Loring era un agente muy competente. Cometía errores, pero los reconocía. Con veintiún años medía un metro ochenta, era tan delgado como cuando tenía catorce y ansiaba el día en que pudiera liberarse del acné. Pese a todo -los granos eran menos visibles de lo que él creía-, las chicas generalmente aceptaban sus invitaciones a salir y las mujeres maduras a las que interrogaba se acariciaban el pelo y le sonreían al iniciar las preguntas. Con suerte, pensaba a veces, cuando ganara un poco de peso y se liberara de esos malditos granos se parecería a John Neville. El recibimiento de que fue objeto en la peluquería de Eastcheap le sorprendió y desazonó ligeramente.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Un Cadáver Para La Boda»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Un Cadáver Para La Boda» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


libcat.ru: книга без обложки
Ruth Rendell
libcat.ru: книга без обложки
Ruth Rendell
Ruth Rendell - The Bridesmaid
Ruth Rendell
Ruth Rendell - From Doon with Death
Ruth Rendell
Ruth Rendell - Simisola
Ruth Rendell
Ruth Rendell - Not in the Flesh
Ruth Rendell
Ruth Rendell - Falsa Identidad
Ruth Rendell
Ruth Rendell - Carretera De Odios
Ruth Rendell
Ruth Rendell - A Sleeping Life
Ruth Rendell
Ruth Rendell - Thirteen Steps Down
Ruth Rendell
Отзывы о книге «Un Cadáver Para La Boda»

Обсуждение, отзывы о книге «Un Cadáver Para La Boda» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x