Unknown - i f495d2cc80b26422

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Ahora, sin embargo, lucía totalmente irreconocible. Todas las superficies estaban ahora recubiertas con paños y encajes. Varios recipientes contenían flores desecadas, cada uno en su propio mantelillo y en uno de los muros había una colección de platos ornamentales, cada uno decorado con un gato de colores chillones llevando distintas clases de lazos alrededor del cuello.

Eran tan desagradables que Harry se quedó mirándolos, absorto, hasta que la profesora Umbridge habló nuevamente.

"Buenas tardes, Sr. Potter"

Harry respingó y miró alrededor. No había visto a la profesora la primera vez porque esta llevaba una siniestra túnica floreada que combinaba bastante bien con el mantel en el escritorio detrás de ella.

"Buenas tardes, profesora", Respondió Harry, tenso.

"Bueno, siéntate", dijo ella señalando una pequeña mesa cubierta de encajes detrás de la cual había colocado una silla de respaldo 277

recto. Una hoja de pergamino en blanco descansaba sobre la mesa, aparentemente esperándolo.

"Estee…," dijo Harry, sin moverse. "Profesora Umbridge, Um, antes de que empecemos, quería pedirle... un favor."

Los ojos saltones de la profesora se contrajeron.

"Oh, ¿sí?"

"Bueno, estoy... estoy en el equipo de Quidditch de Gryffindor.

Y se suponía que concurriera a las pruebas para los nuevos buscadores el viernes a las cinco en punto y me... me preguntaba si puedo cambiar el castigo de esa tarde y tomarlo en otra a cambio..."

Supo mucho antes de terminar la oración que las cosas iban mal.

"Oh, no", dijo Umbridge sonriendo de oreja a oreja tan ampliamente que se podía pensar había tragado alguna mosca particularmente jugosa. "Oh, no, no, no. Este es su castigo por difundir maliciosas y perversas historias buscando notoriedad, Sr.

Potter, y el castigo ciertamente no puede ajustarse a la conveniencia del culpable. No, Usted vendrá aquí a las cinco en punto de mañana, el día siguiente y el viernes también, y cumplirá con todos los castigos como se le ha designado. Creo que es algo bueno que se esté perdiendo algo que realmente quiere hacer. Pienso que refuerza la idea que estoy tratando de inculcarle."

Harry sintió la sangre agolpándose en su cabeza y latiéndole en los oídos. Así que él había contado historias maliciosas y perversas buscando reconocimiento, ¿no?

Ella lo observaba con la cabeza ligeramente inclinada, sonriendo todavía con entusiasmo como si supiera exactamente lo que Harry estaba pensando y esperara ver si este comenzaba a gritar nuevamente. Con un increíble esfuerzo, Harry dirigió la vista hacia otro lado, dejó la mochila tras la silla y se sentó.

"Eso mismo", dijo Umbridge con dulzura, "Hemos hecho progreso ya al controlar mejor nuestro temperamento, ¿o no?

Ahora, va a copiar algunas líneas para mí, Sr. Potter. No, no con 278

su pluma," agregó, cuando Harry se inclinaba ya para abrir la mochila. "Va a usar en cambio una mía, especial. Aquí la tiene"

Le entregó una pluma larga, delgada y negra con una punta notoriamente afilada.

"Quiero que escriba, 'no debo decir mentiras'", le dijo suavemente.

"¿Cuántas veces?" preguntó Harry, fingiendo creíblemente amabilidad.

"Oh, todas las veces que la idea requiera para ser asimilada", dijo Umbridge dulcemente. "Ahí va"

Ella se movió hacia su propio escritorio, se sentó y enrolló unos pergaminos que parecían ensayos para corregir. Harry levantó la afilada pluma negra y de pronto se dió cuenta de lo que le faltaba.

"No me ha proporcionado tinta", dijo.

"Oh, no necesita Ud. tinta", dijo la profesora Umbridge, con un dejo de risa en la voz.

Harry acercó la punta de la pluma al papel y escribió: 'no debo contar mentiras'

Inmediatamente dejó escapar una exclamación de dolor. Las palabras habían aparecido sobre el pergamino en lo que semejaba tinta rojo brillante. Al mismo tiempo, las mismas letras se dibujaron en el dorso de la mano derecha de Harry, trazadas como por un escalpelo en la piel. La herida comenzó a cerrarse al mismo tiempo que el la contemplaba, atónito, dejando una superficie suave y enrojecida.

Harry miró a la profesora Umbridge. Ella lo había estado observando, con la boca ensanchada en una amplia y reptiliana sonrisa.

"¿Sí?"

"Nada", respondió en voz baja Harry.

Devolvió su atención al pergamino, colocó una vez más la pluma sobre el papel, escribió 'no debo contar mentiras' y sintió la ardorosa punzada por segunda vez en la mano. Por segunda vez, también, las palabras habían sido cortadas en la piel y se borraron segundos después.

279

Y así continuó. Una y otra vez Harry dibujó las palabras en el pergamino, en lo que pronto notó no era tinta, sino su propia sangre; una y otra vez estas se recortaron en su piel, desaparecieron y retornaron con cada línea.

La oscuridad cayó fuera de las ventanas del despacho de Umbridge. Harry no preguntó cuándo le sería permitido detenerse. Ni siquiera se fijó en su reloj. Sabía que ella estaba mirando, buscando signos de debilidad y él no iba a darle ninguno, aunque tuviera que pasarse sentado allí toda la noche, lacerando su propia mano con esa pluma.

"Ven aquí", le dijo ella después de lo que parecieron horas.

El se incorporó. La mano le punzaba dolorosamente. Cuando la contempló, vió que la herida se había cerrado, pero el tejido circundante estaba encarnado.

"La mano", dijo ella.

El se la extendió y la profesora la tomó entre las suyas. Harry tuvo que reprimir un estremecimiento cuando ella lo tocó con sus gruesos y cortos dedos en los cuales llevaba una serie de horribles, viejos anillos.

"Tut, tut, no creo haber causado mucha impresión todavía," dijo sonriente.

"Bueno, podemos intentarlo de nuevo mañana por la tarde, ¿o no?

Puede retirarse."

Harry dejó la oficina sin decir palabra. La escuela estaba desierta; era seguramente pasada la medianoche. Caminó lentamente por el corredor, entonces, cuando hubo doblado una esquina y estuvo seguro que ella no podría oírle, se lanzó a la carrera.

Harry no había tenido tiempo de practicar los hechizos desvanecedores, no había anotado ningún sueño en su diario, no había terminado el diagrama del Bowtruckle ni realizado sus ensayos.

A la mañana siguiente, se salteó el desayuno para garrapatear un par de sueños inventados para Adivinación, la primera clase y se sorprendió de encontrar un desmañado Ron haciéndole compañía.

280

"¿Cómo es que no lo hiciste la última noche?", preguntó Harry mientras Ron paseaba frenéticamente la vista alrededor del salón común en busca de inspiración. Ron, que había estado profundamente dormido cuando Harry regresó al dormitorio, murmuró algo de "haciendo otra cosa" se encorvó sobre su pergamino y garabateó algunas palabras.

"Eso tiene que bastar", dijo, cerrando el diario. "He dicho que me he soñado comprando zapatos, no puede deducir nada extraño de eso, ¿o no?"

Ambos se apresuraron hacia la Torre Norte.

"Cómo ha estado el castigo con Umbridge? ¿Que te hizo hacer?"

Harry dudó un segundo y dijo "Copiar renglones"

"Eso no es tan malo, ¿eh?", dijo Ron.

"Nah", respondió Harry.

"Hey, lo olvidaba, ¿te dejó salir el Viernes?"

"No", dijo Harry.

Ron suspiró, condescendiente.

Fué otro mal día para Harry; estuvo entre los peores en Transfiguración,

no

habiendo

practicado

hechizos

desvanecedores en absoluto. Hubo de renunciar a la hora concedida al almuerzo en orden a completar el diagrama del Bowtruckle y, en el interín, los profesores McGonagall, Grubbly Plank y Sinistra les dieron más tarea, la cual no tenía esperanzas de terminar esa tarde a causa de su segundo período de castigo con Umbridge. Para coronarlo todo, Angelina Johnson lo persiguió durante la cena otra vez y, habiéndose enterado de que no le sería posible asistir a las pruebas de Guardianes el viernes, le dijo que no estaba impresionado con su actitud y que esperaba que los jugadores que aspiraran a permanecer en el equipo antepusieran el entrenamiento a sus otras obligaciones.

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