La otra forma de cambiar la dirección de su bote es ajustar el piloto automático. Ahora el «piloto automático» en su vida es su pensamiento. ¿Cómo terminó la oración que le di en el primer capítulo: «Es exactamente como yo el…»? Termine esa oración varias veces, y le diré cómo está programado el piloto automático de su vida.
Pero usted puede transformarse al renovar su mente. No se enfoque en sus acciones. No se concentre en sus sentimientos. A menudo la gente dice: «Voy a ser más cariñoso» o «Seré feliz aunque me mate en el esfuerzo». Pero forzar un sentimiento no da resultados. Sencillamente concéntrese en cambiar sus pensamientos.
Cuando usted cambia sus pensamientos, también cambia la forma de sentir. Debo dejar de pensar en aquellas cosas que me están causando problemas y comienzo a pensar en cosas que me llevan a donde quiero ir.
Jesús dijo: «Y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres» (Juan 8:32). Si usted basa su vida en la verdad, vive con el estilo correcto de pensamientos y no con conceptos erróneos o falsas creencias, y basa su vida en pensamientos tomados de la Palabra de Dios, usted será libre. Verá desaparecer los viejos hábitos, sentimientos y acciones.
Dios nos da su Palabra, pero nosotros tenemos que usarla. Tenemos que practicar la meditación bíblica. Cuando yo uso la palabra meditación , no estoy hablando de sentarse en posición yoga cantando «ommmmmm». Usted no necesita yoga ni ningún otro tipo de técnica de meditación basada en las religiones orientales. Aléjese de ellas. Medite en la Palabra de Dios. Lea el libro de los Salmos y vea cuántas veces David dice: «Medito en tu palabra día y noche.»
En Salmo 1 leemos: «Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores ni cultiva la amistad de los blasfemos.» En otras palabras, él no obtiene sus fuerzas de las fuentes equivocadas. «Sino que en la ley del Señor [la Biblia] se deleita, y día y noche medita en ella» (énfasis del autor). Como resultado: «Es como el árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera!» (énfasis del autor). Esta es una promesa maravillosa.
Dios dice que cuando usted medita en su Palabra día y noche, dará frutos. Estamos hablando de ser personas fructíferas, productivas, personas llenas de amor, alegría, paz, paciencia, etc. También dice que prosperará. Hay dos grandes promesas en las Escrituras acerca del éxito; una de ellas está en ese pasaje y la otra, en Josué 1:18. Ambas dicen que la clave del éxito está en la meditación en la Palabra de Dios.
Entonces, ¿qué quiere decir meditar en la Palabra de Dios? Si busca la palabra meditación en un diccionario, verá que un sinónimo es la palabra rumiar . Rumiar es lo que hacen las vacas cuando mastican la yerba. La vaca come un poco de yerba, la mastica lo más que puede y se la traga. Durante un rato esta permanece en uno de sus estómagos y luego, un poco después, la eructa con un sabor renovado. La vaca vuelve a masticarla un poco y se la vuelve a tragar. Eso es rumiar. Esta vaca está extrayendo cada onza de nutrición de esa yerba. De eso se trata la meditación. La meditación es la digestión de los pensamientos. Meditar no significa que usted ponga su mente en neutro y no piense en nada. Meditar es pensar seriamente en lo que está leyendo. Escoja un versículo y pregúntese: «¿Qué significado tiene esto para mi vida?» Medite acerca de esto, y también háblele a Dios.
Dios es muy específico al decirnos sobre qué debemos pensar. En Filipenses 4:8 él nos dice que debemos pensar en ocho categorías diferentes de cosas y, por implicación, evitar pensar en las cosas opuestas. Tome unos minutos ahora mismo para leer y pensar en este versículo. Háblele a Dios al respecto. Esto será una buena práctica para meditar en la Palabra de Dios.
Colosenses 3:16 dice: «Que habite en ustedes la palabra de Cristo con toda su riqueza.» Usted necesita emplear regularmente, por lo mínimo diez o quince minutos, para sentarse y leer una porción de la Biblia y pensar en lo que acaba de leer. Luego hable al Señor en oración. Es en este punto donde comienza nuestro papel en el proceso de cambio. Podemos decidir qué vamos a pensar.
Debemos depender de su Espíritu
También podemos decidir depender del Espíritu Santo . Dios dice: «Pongo mi Espíritu Santo sobre ti para darte poder.» Todos los cristianos tienen el Espíritu de Dios en sus vidas, pero no todos los cristianos tienen el poder de Dios en sus vidas. En Juan 15 Jesús nos da una hermosa ilustración sobre esto. Él compara nuestra vida espiritual con la vid y sus ramas. Él dice: «Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada» (Juan 15:5).
En esta ilustración la rama depende totalmente de la vid principal; no puede producir fruto por sí sola. El fruto es un trabajo interno. Si saliera en la primavera y amarrara manzanas en las ramas de un árbol muerto y luego llevara a mi esposa y le dijera: «Cariño, mira nuestro árbol de frutas», ella diría: «Tú amarraste esas cosas ahí.» Esto es lo que ocurre cuando un cristiano dice: «Me voy a amarrar un montón de frutas a mi vida. Un poco de paciencia por aquí, un poco de bondad por allá, un poquito de dominio propio por acá. Lo haré por mi cuenta.» No puede ser hecho así. Es una tarea del interior. Recuerde, es el fruto del Espíritu.
Ahora puede estar diciendo: «¿Cómo sé si permanezco en Cristo? ¿Cómo sé si estoy prendido a la vid? ¿Cómo saber si estoy dependiendo de su Espíritu?» Es muy sencillo. Revise su vida de oración. Sus oraciones demuestran su dependencia en Dios.
¿Sobre qué ora? Sobre lo que ore es lo que constituye su vínculo con Dios. Sobre lo que no esté orando es lo que está tratando de hacer por cuenta propia. La oración es la prueba decisiva.
El secreto de la dependencia en el Espíritu de Dios es la oración incesante. Ore por las decisiones. Ore por sus necesidades. Ore por sus intereses. Ore por su horario. Ore por los problemas que está enfrentando. Ore por las personas que va a conocer. Ore por las compras que va a hacer. Ore por todo. Eso es lo que significa permanecer, estar consciente de que Dios siempre está con nosotros, mostrando su presencia. A medida que oramos, comenzaremos a ver los frutos desarrollándose en nuestras vidas.
Debemos responder sabiamente a las circunstancias
Además de elegir nuestros pensamientos y decidir depender de su Espíritu, también podemos escoger cómo responder a las circunstancias de nuestras vidas . Víctor Frankl fue uno de los judíos presos en un campo de concentración nazi en Dachau. Cuenta que mientras estaba en el campo de concentración, los guardias le arrancaron todo. Le quitaron su identidad. Le quitaron su esposa. Le quitaron su familia. Le quitaron sus ropas. Hasta le quitaron su anillo de bodas. Sin embargo, hubo algo que nunca le pudieron quitar. Él escribió: «La última de las libertades humanas es la habilidad de escoger la actitud personal ante determinadas circunstancias», Man’s Search for Meaning [La búsqueda del hombre de significado], Washington Square Press, p.12. Los guardias no le pudieron quitar a Frankl la libertad de escoger su actitud.
No podemos controlar todas las circunstancias de nuestra vida. No sabemos qué pasará mañana, ni siquiera hoy. No podemos controlar nuestras circunstancias, pero sí podemos controlar cómo reaccionamos ante ellas. Podemos controlar el que una experiencia nos convierta en una persona amargada o en una persona mejor. Lo que importa en la vida no es tanto lo que nos sucede sino lo que ocurre dentro de nosotros.
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