– ¿Cómo veían en grupos los nuevos videntes? -pregunté.
– Ensoñaban juntos -contestó-. Como tú mismo sabes, para un grupo de videntes es perfectamente posible activar al unísono las mismas emanaciones que nunca se usan. Y también, en este caso, no existen técnicas conocidas, simplemente ocurre sin uno saber cómo.
Agregó que al ensoñar juntos , algo en nosotros toma la iniciativa y de pronto nos encontramos compartiendo la misma vista con otros ensoñadores . Lo que pasa es que, automáticamente, nuestra condición humana nos hace enfocar el resplandor de la conciencia en las mismas emanaciones que otros seres humanos están usando. Nosotros continuamente ajustamos la posición de nuestros puntos de encaje para cuadrar con la de los que nos rodean. En nuestra percepción ordinaria lo hacemos con el lado derecho de la conciencia, pero también lo podemos hacer con el lado izquierdo, al ensoñar juntos .
Había una extraña agitación en la casa. Todos los videntes compañeros de don Juan parecían estar tan animados que andaban distraídos, algo que yo nunca había presenciado antes. Su acostumbrado alto nivel de energía parecía haber aumentado. Todo eso me puso muy nervioso. Le pregunté a don Juan qué era lo que les ocurría. Me llevó al patio trasero. Durante un momento caminamos en silencio. Dijo que se acercaba el momento en que todos tendrían que partir. Apresuraba su explicación para poder terminar a tiempo.
– ¿Cómo sabe usted que están a punto de partir? -pregunté.
– Es un conocimiento interno -dijo-. Tú mismo lo sabrás algún día. Como ya te dije, el nagual Julián movió incontables veces a mi punto de encaje, así como he hecho moverse el tuyo. Luego me dejó la tarea de realinear todas esas emanaciones que me había ayudado a alinear a través de esos movimientos. Esa es la tarea que le queda por cumplir a cada nagual.
"En todo caso, el trabajo de realinear todas esas emanaciones prepara el camino para la peculiar maniobra de encender todas las emanaciones interiores del capullo. Ya casi he logrado eso. Estoy a punto de alcanzar mi máximo. Puesto que yo soy el nagual, cuando finalmente encienda todas las emanaciones interiores de mi capullo desapareceremos todos en un instante.
Sentí que debía entristecerme y llorar, pero algo en mí se llenó de tanto regocijo al escuchar que el nagual Juan Matus estaba a punto de ser libre que salté y grité de puro júbilo. Sabía que tarde o temprano alcanzaría otro estado de conciencia y lloraría de tristeza. Pero ese día sólo podía dar viva satisfacción a mi felicidad y optimismo
Le dije a don Juan cómo me sentía. Se rió y me tomó del brazo.
– Recuerda lo que te he dicho -dijo-. No les des mucha importancia a las comprensiones emocionales. Primero deja que tu punto de encaje se mueva, y luego, años más tarde, ten la comprensión emocional.
Caminamos al cuarto grande y nos sentamos. Don Juan no dijo nada por un momento. Miró por la ventana. Desde mi silla yo veía el patio. Era temprano por la tarde; un día nublado. Parecía que iba a llover. Nubarrones de tormenta se acercaban desde el oeste. Por alguna razón, los días nublados me hacían sentir muy bien. A don Juan no. Parecía inquieto, mientras buscaba una posición más cómoda para sentarse.
Don Juan comentó que la dificultad para recordar lo que ocurre en la conciencia acrecentada se debe a la infinidad de posiciones que puede adoptar el punto de encaje después de ser sacado de su sitio habitual. Por otra parte, la facilidad para recordar todo lo que ocurre en la conciencia normal tiene que ver con la fijeza del punto de encaje en el sitio en el que acostumbradamente se localiza.
Me sugirió que reconociera francamente la posibilidad de un fracaso total en mi tarea de recordar, y que era enteramente dable el que jamás pudiera realinear todas las emanaciones que él me había ayudado a alinear.
– Considéralo de esta manera -dijo sonriendo-. Quizá nunca puedas recordar esta conversación, que en este momento te parece tan natural, tan de todos los días.
"Este es en verdad el misterio del estar consciente de ser. Los seres humanos están empapados en ese misterio, estamos empapados en las tinieblas, en lo inexplicable. Si nos consideramos a nosotros mismos en cualquier otra terminología, somos unos imbéciles o estamos locos. Por lo tanto, no deshonres el misterio del hombre sintiendo lástima por ti mismo o tratando de razonar ese misterio. Degrada a lo disparatado del hombre comprendiéndolo. Pero no pidas disculpas ni por una ni por otra cosa; ambas son necesarias.
"Una de las de las maniobras de los acechadores es poner el misterio y los disparates frente a frente en cada uno de nosotros.
Explicó que las prácticas de acecho no son algo que uno pueda disfrutar abiertamente; son en verdad prácticas censurables, hasta ofensivas. Los nuevos videntes se dieron cuenta muy rápido que no es recomendable discutir o practicar los principios del acecho en la conciencia normal.
Le señalé una inconsistencia. El había dicho que los guerreros no pueden actuar en el mundo coherentemente, mientras se encuentran en un estado de conciencia acrecentada, y también dijo que el acecho es simplemente un especifico comportamiento con la gente. Las dos aseveraciones se contradecían una a la otra.
– Yo creía que ya te había explicado todo eso -dijo, frunciendo el ceño-. Cuando dije que no se debe enseñar el acecho en la conciencia normal, me refería únicamente a enseñárselo a un nagual, porque un nagual, en estado de conciencia acrecentada, puede comportarse tan naturalmente como cualquier persona. Así que el propósito del acecho para un nagual es doble; primero, mover el punto de encaje con la mayor constancia y el menor peligro posibles, y nada puede lograr esto tan bien como el acecho ; y segundo, imprimir sus principios a un nivel tan profundo que el inventario humano es pasado por alto, como lo es también la reacción natural de desechar y menospreciar algo que puede ser ofensivo a la razón.
Le dije que dudaba sinceramente que yo pudiera menospreciar o desechar una enseñanza tan abstracta como el acecho . Se rió y dijo que yo no podía ser una excepción, que reaccionaría como todos los demás si él me contara, por ejemplo, las proezas de un maestro del acecho , como su benefactor, el nagual Julián.
– No exagero cuando digo que el nagual Julián fue el más extraordinario acechador que jamás he conocido -dijo don Juan-. Todos mis compañeros, que eran sus aprendices, ya te han contado de sus proezas como acechador . Pero yo nunca te he contado lo que me hizo a mí.
Yo quería aclararle que nadie me había contado nada acerca del nagual Julián, pero al momento en que iba a expresar mi protesta una extraña sensación de incertidumbre se apoderó de mí. Don Juan pareció saber instantáneamente lo que yo sentía. Se rió de buena gana.
– No puedes recordar, porque aún no entiendes lo que es el intento -dijo-. Necesitas una vida de impecabilidad y una gran reserva de energía, y sólo entonces, quizá, el intento dé libertad a esas memorias.
"Te voy a contar la historia de cómo se portó conmigo el nagual Julián cuando lo conocí. Si encuentras que su comportamiento es ofensivo o aún cruel, imagina cómo te repugnaría si estuvieras en tu conciencia normal.
Yo protesté que me estaba guiando a una trampa. Me aseguró que lo único que quería hacer con sus advertencias era mantenerme alerta, para que yo entendiera cómo operan los acechadores y las razones por las que lo hacen.
– El nagual Julián fue el último acechador de la guardia vieja -prosiguió-. Era acechador no tanto por las circunstancias de su vida sino porque esa era la inclinación de su carácter.
Читать дальше