Bernard Werber - Las Hormigas

Здесь есть возможность читать онлайн «Bernard Werber - Las Hormigas» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Las Hormigas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Las Hormigas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Las Hormigas — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Las Hormigas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

La carretera se ha hecho más estrecha, pero los equipos de vialidad aún se hacen presentes. Nunca se descuidan los caminos de acceso de una ciudad a otra. Unos peones camineros retiran el musgo, apartan las ramitas que obstruyen el paso, colocan señales olorosas con su glándula de Dufour.

Ahora escasean ya las obreras que circulan en sentido inverso. A veces se encuentran en el suelo feromonas indicadoras: «En el cruce 29, vuelva por el espino albar» Podría tratarse de la última marca de una emboscada de insectos enemigos.

Mientras camina, la 103.683 va de sorpresa en sorpresa. Nunca había pasado por esa región. Hay en ella hongos de Satán de ochenta cabezas de alto. Sin embargo, esa especie es característica de los regiones del oeste.

También reconoce los sátiros pestíferos cuyo fétido olor atrae a las moscas; y también los pedos de lobo. Escala un níscalo y pisa con gusto su mullida carne.

Descubre toda clase de plantas raras: el cañamón silvestre cuyas flores retienen tan bien el rocío, soberbios e inquietantes zuecos de Venus, el pie de gato de tallo largo…

Impaciente, se acerca a uno de ellos, cuyas flores parecen abejas, y comete la imprudencia de tocarlas. Inmediatamente, los frutos maduros le estallan en la cara, cubriéndola de granos amarillos y pegajosos. Menos mal que no es la alternaría…

Sin desanimarse, salta sobre una falsa anémona para examinar el cielo desde más cerca. En lo alto ve abejas que describen ochos para indicar a sus hermanas cuál es el emplazamiento de las flores con polen.

El paisaje se va haciendo cada vez más salvaje. Hay en él olores misteriosos. Centenares de seres diminutos y no identificables se deslizan en todas direcciones. Sólo se les distingue por el ruido de las hojas secas al quebrarse.

Con la cabeza todavía llena de picaduras, vuelve con el grupo. Y así llegan con paso tranquilo a las inmediaciones de la ciudad federada de Zubi-zubi-kan. Desde lejos parece un bosquecillo como cualquier otro. Si no fuese por el olor y por el trazado del camino, nadie buscaría una ciudad por aquí. De hecho, Zubi-zubi-kan es una ciudad roja clásica, con un tocón de árbol, una cúpula de ramitas y depuradoras. Pero todo queda oculto por los arbustos.

Las entradas de la ciudad están situadas arriba, casi al ras de la cima de la cúpula. Se llega a ellas pasando por una mata de helechos y rosas silvestres. Que es lo que hacen las exploradoras.

Dentro hay una gran agitación vital. Los pulgones no se distinguen con facilidad; son del mismo color que las hojas. Una antena y un ojo avisados descubren sin embargo sin mayor dificultad los millares de cadillos verdes que engordan lentamente a medida que «ramonean» la savia.

Hace mucho tiempo se estableció un acuerdo entre las hormigas y los pulgones. Éstos alimentan a las hormigas, que como compensación les defienden. Y, en realidad, algunas ciudades les cortan las alas a sus «vacas lecheras» y les entregan sus propios olores pasaportes. Así es más cómodo cuidar los rebaños…

Zubi-zubi-kan practica este tipo de intercambio. Para redimirse, o quizá por puro modernismo, la Ciudad ha construido en su segundo nivel grandiosos establos provistos de todas las comodidades necesarias para el bienestar de los pulgones. Las nodrizas hormigas cuidan los huevos de sus afidios con la misma dedicación que los huevos mirmeceanos. Sin duda, de ahí procede la importancia desacostumbrada y la hermosa presencia del ganado local.

La 103.683 y sus compañeras se acercan a un rebaño ocupado en vampirizar una rama de rosal. Hacen una o dos preguntas, pero los pulgones mantienen las trompas hundidas en la carne vegetal sin prestarles la menor atención. Después de todo, quizá ni conozcan el idioma oloroso de las hormigas… Las exploradoras buscan con las antenas a la pastora. Pero no aparece ninguna.

Entonces ocurre algo terrible. Tres cochinillas se dejan caer en medio del rebaño. Esas temibles salvajes siembran el pánico entre los pobres pulgones a los que sus alas recortadas les impiden volar.

Felizmente, los lobos hacen que aparezcan las pastoras. Dos hormigas zubizubikaninas saltan desde detrás de una hoja. Ya que estaban escondidas para sorprender con más facilidad a los depredadores rojos con manchas negras, sobre los que apuntan y a los que aniquilan con sus disparos de ácido.

Luego corren a tranquilizar a los rebaños de pulgones aún atemorizados. Los mecen, tamborilean sobre sus abdómenes, acarician sus antenas. Los pulgones hacen aparecer entonces una gran burbuja de azúcar transparente. El precioso melado. Cuando están llenándose de este licor, las pastoras zubizubikanianas ven a las exploradoras belokanianas.

Las saludan. Contacto antenar.

Hemos venido a cazar el lagarto, emite una de ellas.

En ese caso tenéis que seguir hacia el Este. Se ha visto uno de esos monstruos hacia el puesto de Guayei-Tyolot.

En lugar de proponerles una trofalaxia, como es la costumbre, las pastoras les ofrecen alimentarse directamente de los animales. Las exploradoras no hacen que se lo digan dos veces. Cada una de ellas elige un pulgón y empieza a cosquillearle el abdomen para extraerles el delicioso melado.

En el interior del buche hay oscuridad, mal olor y un tacto oleoso. La hembra 56, cubierta de baba, se desliza ahora por la garganta de su depredador. Como no tiene dientes, no la ha mascado. Aún está intacta. Ni hablar de resignarse, con ella desaparecería toda una ciudad.

Con un supremo esfuerzo, hinca las mandíbulas en la carne lisa del esófago. Este reflejo la salva. La golondrina se sobresalta, tose y lanza lejos el irritante alimento. Ciega, la hembra 56 trata de volar, pero sus alas pegajosas pesan demasiado. Cae en medio de un río.

Unos machos agonizantes se abaten a su alrededor. La hembra detecta en lo alto el vuelo arrítmico de unas veinte hermanas que han sobrevivido al ataque de las golondrinas. Están agotadas y van perdiendo altura.

Una de ellas aterriza sobre un nenúfar, donde dos salamandras le dan caza de inmediato, la atrapan y la destrozan. Las otras reinas han abandonado el juego de la vida sucesivamente a manos de palomas, sapos, topos, serpientes, erizos, gallinas y pollos… Resumiendo, de las mil quinientas hembras que emprendieron el vuelo sólo han sobrevivido diez.

La hembra 56 está entre ellas. De milagro. Es necesario que viva. Ha de fundar su propia ciudad y resolver el enigma del arma secreta. Sabe que va a necesitar ayuda, y que podrá contar con la multitud amiga que puebla ya su vientre. Bastará con que salgan de ahí…

Pero, antes que nada, ella ha de salir de ahí.

Calculando la inclinación de los rayos solares, averigua que ha caído en el río del Este. Es un lugar poco recomendable, porque si bien hay hormigas en todas las islas del mundo nunca se sabe cómo han conseguido llegar hasta ellas, ya que no saben nadar.

Una hoja pasa a su alcance, y se agarra a ella con toda la fuerza de sus mandíbulas. Agita las patas de atrás con frenesí, pero ese medio de propulsión da un resultado ínfimo. Lleva un buen rato impulsándose así cuando ve perfilarse una sombra gigantesca. ¿Será un renacuajo? No, es mil veces más grande que un renacuajo. La hembra 56 ve una sombra acusada, de piel lisa y atigrada. Para ella es algo inédito. ¡Una trucha!

Los pequeños crustáceos huyen ante el monstruo. Éste se sumerge y luego sube dirigiéndose a la reina, que se encoge en su hoja, aterrorizada.

Con toda la energía de sus aletas, la trucha se lanza adelante hendiendo la superficie. Mientras una gran onda agita la hormiga, la trucha va como suspendida en el aire. Abre una boca armada con finos dientes y se zampa un moscardón que revoloteaba por allí. Luego se retuerce con un latigazo de la cola y vuelve a su universo cristalino… desencadenando una gran ola que hunde a la hormiga.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Las Hormigas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Las Hormigas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


libcat.ru: книга без обложки
Bernard Werber
Bernard Werber - L’ultime secret
Bernard Werber
libcat.ru: книга без обложки
Bernard Werber
Bernard Werber - Die Ameisen
Bernard Werber
Bernard Werber - Imperium aniołów
Bernard Werber
Bernard Werber - Imperium mrówek
Bernard Werber
Bernard Werber - Tanatunauci
Bernard Werber
Bernard Werber - Gwiezdny motyl
Bernard Werber
Boris Vian - Las Hormigas
Boris Vian
libcat.ru: книга без обложки
Bernard Werber
Отзывы о книге «Las Hormigas»

Обсуждение, отзывы о книге «Las Hormigas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x