Di el siguiente paso con cuidado: no es aconsejable asustar a la persona antes de que revele el secreto que queremos saber; mejor fingir que estamos de acuerdo con lo que pide.
Intentaré hacer llegar tu petición a mis superiores. Por cierto, voy a reunirme con ellos en Barcelona, y por eso he decidido llamarte. ¿Estaría en lo cierto si dijese que nuestra oficina mejoró desde que, digamos, la gente ha empezado una mejor relación contigo?
Digamos…una mejor relación consigo mismos.
Usted sabe que no está equivocado.
¿Has estado leyendo algún libro sobre gerencia que yo no conozco?
No leo ese tipo de cosas. Pero me gustaría que me prometiera que realmente se va a considerar lo que le he pedido.
Pensé en su novio de Scotland Yard; si se lo prometía y no lo cumplía, ¿iba a sufrir represalias? ¿Le habría enseñado a alguna tecnología punta para conseguir resultados imposibles?
Puedo contárselo absolutamente todo, aunque no cumple usted su promesa. Pero no sé si dará resultado, si no hace lo que le enseñe.
¿La “técnica de rejuvenecimiento”?
Eso mismo.
¿Y no es suficiente con conocer la teoría?
Tal vez. A la persona que me lo enseñó a mí le tengo a través de unas hojas de papel.
Me alegro que no me forzase a tomar decisiones que están más allá de mi alcance y de mis principios. Pero, en el fondo, debo confesar que tenía un interés personal en esa historia, ya que también soñaba con un reciclaje de mi potencial. Le prometí que haría todo lo posible, y Athena empezó a hablar de una larga y esotérica danza en busca de un Vértice (o Eje, ya no me acuerdo bien). A medida que íbamos hablando, yo intentaba ordenar de manera objetiva sus reflexiones alucinatorias. Una hora no fue suficiente, y juntos preparamos el informe para presentar a los directivos del banco. En un determinado momento de nuestra conversación, ella me dijo sonriendo:
No tema escribir algo demasiado parecido a lo que estamos hablando. Creo que incluso los directivos de un banco son gente como nosotros, de carne y hueso, y seguro que están interesadísimos en métodos no convencionales.
Athena estaba completamente equivocada: en Inglaterra las tradiciones siempre hablan más alto que las innovaciones. ¿Pero qué me costaba arriesgarme un poco, siempre que no pusiera mi trabajo en peligro? Como aquello me parecía completamente absurdo, tenía que resumirlo y ordenarlo de forma que todos pudiesen entenderlo. Eso era suficiente.
Antes de empezar mi conferencia en Barcelona, me repetí durante toda la mañana: “mi” estrategia está dando resultado, y eso es lo que importa. Leí algunos manuales y descubrí que, para presentar una idea nueva con el mayor impacto posible, también hay que estructurarla para que provoque a la audiencia, así que lo primero que les dije a los ejecutivos reunidos en un hotel de lujo fue una frase de san Pablo: “Dios escondió las cosas más importantes de los sabios, porque no son capaces de entender lo simple, y decidió revelárselas a los simples de corazón” (N.R.: Imposible saber aquí si se refiere a una cita de Mateo el Evangelista (11,25), que dice: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla”. O a una frase de Pablo (cor.1,27): “Al contrario, Dios eligió lo que el mundo tiene por necio para confundir a los sabios; lo que el mundo tiene por débil, para confundir a los fuertes”.)
Al decir eso, todo el auditorio, que había pasado dos días analizando gráficos y estadísticas, se quedó en silencio. Pensé que había perdido mi empleo, pero decidí continuar. Primero, porque había investigado sobre el tema, estaba seguro de lo que decía y merecía el crédito. Segundo, porque en determinados momentos me viese obligado a omitir la gran influencia de Athena en todo este proceso, tampoco estaba mintiendo.
He descubierto que, para motivar hoy en día a los trabajadores, hace falta algo más que un buen entrenamiento en nuestros centros perfectamente cualificados. Todos nosotros tenemos una parte desconocida que cuando sale a la luz puede hacer milagros.
“Todos trabajamos por alguna razón: alimentar a nuestros hijos, ganar dinero para vivir, justificar una vida, conseguir una cota de poder. Pero hay etapas tediosas durante este recorrido, y el secreto consiste en convertir esas etapas en un encuentro con uno mismo.
“Por ejemplo: no siempre la búsqueda de la belleza está asociada a algo práctico, y aun así, la buscamos como si fuese lo más importante de este mundo. Los pájaros aprenden a cantar, lo cual no significa que eso les vaya a ayudar a conseguir comida, a evitar a los depredadores, ni a librarse de los parásitos. Los pájaros cantan, según Darwin, porque es la única manera de conseguir atraer a la pareja y perpetuar la especie.
Me interrumpió un ejecutivo de Ginebra, que insistía en que hiciese una presentación más objetiva. Pero el director general me animó a seguir adelante, lo cual me entusiasmó.
También según Darwin, que escribió un libro capaz de cambiar el curso de la humanidad (N.R.: El origen de las especies, 1871, en el que demuestra que el hombre es una evolución natural de una especie de mono), todos aquellos que son capaces de despertar pasiones están repitiendo algo que ya sucede desde la época de las cavernas, en la que los ritos para cortejar a l otro eran fundamentales para que la especie humana pudiese sobrevivir y evolucionar. Bien, ¿qué diferencia hay entre la evolución de la especie humana y la evolución de una oficina bancaria? Ninguna. Las dos obedecen a las mismas leyes: sólo sobreviven y se desarrollan los más capacitados.
En ese momento, me vi obligado a decir que había desarrollado esa idea gracias a la espontánea colaboración de una de mis trabajadoras, Sherien Khalil.
Sherine, a la que le gusta que la llamen Athena, trajo a su lugar de trabajo un nuevo tipo de comportamiento, o sea, la pasión. Eso mismo, la pasión, algo que nunca consideramos cuando estamos tratando de préstamos o de plantillas de gastos. Mis trabajadores empezaron a utilizar la música como estímulo para atender mejor a sus clientes.
Me interrumpió otro ejecutivo diciendo que eso era una idea antigua: los supermercados hacían lo mismo, utilizando melodías que inducían a la gente a comprar.
No he dicho que pongamos música en el lugar de trabajo.
Han empezado a vivir de forma diferente, porque Sherine, o Athena, si lo prefieren, les ha enseñado a bailar antes de enfrentarse a su trabajo diario. No sé exactamente qué mecanismo puede despertar eso en la gente; como gerente, soy responsable de los resultados, no del proceso. Yo no he bailado, pero he comprendido que, a través de ese tipo de baile, todos se sentían más unidos a lo que hacían.
“Nacemos, crecemos y hemos sido educados con la máxima de que el tiempo es dinero. Sabemos exactamente qué es el dinero, pero ¿sabemos cuál es el significado de la palabra tiempo? El día tiene veinticuatro horas y una infinidad de momentos. Tenemos que ser conscientes de cada minuto, saber aprovecharlo para lo que hacemos o simplemente para la contemplación de la vida.
Si desaceleramos, todo dura más. Claro, puede durar más el lavar los platos, o la suma de saldos, o la compilación de créditos, o el listado de las notas provisionales, pero ¿por qué no utilizarlo en cosas agradables, alegrarse por el hecho de estar vivo?
El principal ejecutivo del banco me miraba con sorpresa. Estoy seguro de que quería que siguiese explicando detalladamente todo lo que había aprendido, pero algunos de los presentes empezaban a sentirse inquietos.
Entiendo perfectamente lo que quiere decir- comentó. Sé que sus trabajadores trabajan con más entusiasmo, porque hay al menos un momentos al día en el que entran en contacto consigo mismos. Me gustaría felicitarlo por haber sido lo suficientemente flexible como para permitir la integración de enseñanzas no ortodoxas, que están dando tan excelentes resultados.
Читать дальше