Y el anuncio decía
Malasia, la auténtica Asia.
Estimulado por las vistas y los aromas, comprenderá que ha llegado a una tierra de contrastes. Usted busca lo tradicional, lo natural y lo cosmopolita. Sus recuerdos irán desde los días en la ciudad a las reservas naturales y a las horas sin hacer nada en la playa. Desde 575 £ por persona.
Llámenos al 01306 747000, acuda a su agencia de viajes o visite la dirección www.kuoni.co.uk.
Otro mundo en cuestión de viajes.
Y había tres imágenes más, y eran muy pequeñas, y eran un palacio y una playa y otro palacio.
Y éste es el aspecto que tenían los orangutanes
Seguí con los ojos cerrados y no miré en ningún momento el reloj. Los trenes que entraban y salían de la estación lo hacían con ritmo, como la música o un tambor. Era como contar y decir «Izquierda, derecha, izquierda, derecha, izquierda, derecha…», algo que Siobhan me enseñó a hacer para tranquilizarme. Lo decía en mi cabeza. «Tren que llega. Tren que se para. Tren que se va. Silencio. Tren que llega. Tren que se para. Tren que se va…» como si los trenes estuvieran sólo en mi cabeza. Normalmente no me imagino cosas que no están pasando, porque es una mentira y me hace tener miedo, pero era mejor que ver los trenes entrar y salir de la estación porque eso me hacía tener más miedo aún.
Y no abrí los ojos y no miré mi reloj. Era como estar en una habitación oscura con las cortinas corridas, de manera que no podía ver nada, como cuando te despiertas por la noche y los únicos sonidos que oyes son los de dentro de tu cabeza. Eso lo mejoraba, porque era como si la estación no estuviera allí, fuera de mi cabeza, y yo estuviera en la cama, a salvo.
Y entonces los silencios entre los trenes que venían y se iban se hicieron más y más largos. Oía menos personas en la estación cuando el tren no estaba allí, así que abrí los ojos y miré mi reloj y decía 20.07 y había estado sentado en el banco aproximadamente 5 horas, pero no me habían parecido 5 horas, excepto porque el trasero me dolía y tenía hambre y sed.
Y entonces me di cuenta de que Toby había desaparecido, porque no estaba en mi bolsillo, y yo no quería que se perdiera porque no estábamos en casa de Padre o de Madre y no había nadie para darle de comer en la estación y se moriría y podía atropellarlo un tren.
Y entonces levanté la mirada hacia el techo y vi que había una caja larga y negra que era un letrero y que decía
y entonces la línea de abajo avanzó y desapareció y una línea distinta apareció en su lugar y el letrero decía
Y entonces cambió otra vez y decía
Y entonces oí el sonido como de gente luchando con espadas y el rugido de un tren que entraba en la estación y deduje que había un gran ordenador en alguna parte y que sabía dónde estaban todos los trenes y enviaba mensajes a las cajas negras en las estaciones para decir cuándo llegaban los trenes, y eso me hizo sentir mejor, porque todo tenía un orden y un plan.
El tren entró en la estación y se paró y 5 personas subieron al tren y otra persona llegó corriendo a la estación y se subió, y 7 personas bajaron del tren y entonces las puertas se cerraron automáticamente y el tren se fue. Y cuando el siguiente tren llegó, ya no tuve tanto miedo, porque el letrero decía así que yo sabía que iba a pasar.
Y entonces decidí que buscaría a Toby, porque sólo había 3 personas en la pequeña estación. Así que me levanté y miré de arriba abajo en la estación y en las puertas que daban a los túneles pero no lo vi por ninguna parte. Miré en la parte más baja, donde estaban las vías.
Y entonces vi dos ratones y eran negros porque estaban cubiertos de porquería. Y eso me gustó, porque a mí me gustan los ratones y las ratas. Pero no eran Toby, así que seguí mirando.
Y entonces vi a Toby, también estaba en la parte baja donde estaban las vías, y supe que era Toby porque era blanco y tenía la forma de un huevo negro en la espalda. Así que bajé a las vías. Se estaba comiendo un pedazo de basura, un viejo papel de caramelo. Y alguien gritó:
– Dios santo. ¿Qué haces?
Y me agaché para coger a Toby pero se me escapó. Y caminé tras él y volví a agacharme y dije:
– Toby… Toby… Toby…
Y tendí la mano para que pudiese olerme la mano y oler que era yo. Y alguien dijo:
– Sal de ahí, por el amor de Dios.
Y levanté la vista y era un hombre que llevaba una gabardina verde y llevaba zapatos negros y se le veían los calcetines y eran grises con pequeños dibujos de diamantes.
Y yo dije:
– Toby… Toby… Toby… -Pero se me volvió a escapar.
Y el hombre con los dibujos de diamantes en los calcetines trató de agarrarme del hombro, así que grité. Y entonces oí el ruido como de gente luchando con espadas y Toby empezó a correr otra vez, pero esta vez corrió en el otro sentido, que era pasando por mis pies y lo agarré y lo pillé por la cola.
Y el hombre con los dibujos de diamantes en los calcetines dijo:
– Dios mío, Dios mío.
Y entonces oí el rugido y levanté a Toby y lo cogí con las dos manos y él me mordió en el pulgar y empezó a salirme sangre y grité y Toby intentó escaparse de mis manos.
Y entonces el rugido se volvió más fuerte y me volví en redondo y vi el tren saliendo del túnel y me iba a atropellar y a matar así que traté de subir de un salto al andén pero estaba muy alto y sostenía a Toby con las dos manos.
Entonces el hombre con los dibujos de diamantes en los calcetines me agarró y tiró de mí y yo grité, pero siguió tirando de mí y me levantó hasta el suelo y los dos nos caímos y yo seguí gritando porque me había hecho daño en el hombro. Y entonces el tren entró en la estación y yo me levanté y corrí hasta el banco otra vez y me metí a Toby en el bolsillo de dentro de mi chaqueta, y se quedó muy callado, sin moverse.
Y el hombre con los dibujos de diamantes en los calcetines estaba de pie cerca de mí y dijo:
– ¿A qué coño te crees que estás jugando?
Pero yo no dije nada.
Y él dijo:
– ¿Qué estabas haciendo?
Y las puertas del tren se abrieron y salió gente y había una señora de pie al lado del hombre de los dibujos de diamantes en los calcetines y ella llevaba una funda de guitarra como la que tiene Siobhan.
Y yo dije:
– Estaba buscando a Toby. Es mi rata doméstica.
Y el hombre con los dibujos de diamantes en los calcetines dijo:
– Anda la hostia.
Y la señora de la funda de guitarra dijo:
– ¿Se encuentra bien el chico?
Y el hombre con los dibujos de diamantes en los calcetines dijo:
– ¿Que si él está bien? Joder, vaya par. Dios santo. Conque una rata doméstica. Oh, mierda. Mi tren. -Y entonces corrió hacia el tren y golpeó las puertas que estaban cerradas y el tren empezó a irse y él dijo-: Joder.
Читать дальше