Jung Chang - Cisnes Salvajes

Здесь есть возможность читать онлайн «Jung Chang - Cisnes Salvajes» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Cisnes Salvajes: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Cisnes Salvajes»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una abuela, una madre, una hija. A lo largo de esta saga, tan verídica como espeluznante, tres mujeres luchan por sobrevivir en una China sometida a guerras, invasiones y revoluciones. La abuela de la autora nació en 1909, época en la que China era aún una sociedad feudal. Sus pies permanecieron vendados desde niña, y a los quince años de edad se convirtió en concubina de uno de los numerosos señores de la guerra.

Cisnes Salvajes — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Cisnes Salvajes», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

El día de su puesta en libertad le había llevado ropa nueva. Las primeras palabras que su esposo le dirigió al verla fueron: «No deberías haberme traído tan sólo bienes materiales. Deberías haberme traído alimento espiritual [refiriéndose a las obras de Mao].» Tung no había leído otra cosa durante sus cinco años de confinamiento. En aquella época, yo vivía con su familia y pude observar que no había día en que no les obligara a estudiar los artículos de Mao con una solemnidad que inevitablemente se me antojó más trágica que ridicula.

Pocos meses después de nuestra visita, Tung fue enviado a supervisar una operación que había de llevarse a cabo en uno de los puertos del sur del país. Su prolongado aislamiento había hecho de él una persona incapaz de ocuparse de tareas fatigosas, y no tardó en sufrir un ataque al corazón. El Gobierno envió un avión especial para trasladarle a un hospital de Guangzhou. A su llegada, sin embargo, el ascensor no funcionaba, y él insistió en subir a pie los cuatro pisos debido a que consideraba que dejarse transportar hubiera sido contrario a la moral comunista. Murió en la mesa de operaciones. Sus familiares no se encontraban a su lado, ya que les había hecho llegar la indicación de que no debían interrumpir sus respectivos trabajos.

Cuando vivíamos con Tung y su familia, a finales de mayo de 1972, mi madre y yo recibimos un telegrama en el que se anunciaba que mi padre había sido autorizado a abandonar el campo. Tras la caída de Lin Biao, los médicos habían por fin emitido un diagnóstico de su estado de salud en el que afirmaban que sufría una peligrosa hipertensión, graves complicaciones de hígado y corazón y arteriosclerosis. En consecuencia, recomendaban que se sometiera a una revisión completa en Pekín.

Mi padre tomó un tren hasta Chengdu y desde allí voló a Pekín. Dado que el aeropuerto sólo contaba con medios de transporte público para los pasajeros, mi madre y yo nos vimos obligadas a esperarle en la terminal de la ciudad. Estaba delgado, y su piel aparecía casi ennegrecida por el sol. Era la primera vez en tres años y medio que salía de las montañas de Miyi. Durante los primeros días, parecía perdido en la gran ciudad, y solía referirse al acto de cruzar la calle como «atravesar el río» y a tomar un autobús como «abordar una embarcación». Caminaba con aire vacilante por las calles atestadas, y parecía un tanto desconcertado por el tráfico. Así pues, asumí el papel de guía. Nos alojamos con un antiguo amigo suyo de Yibin que también había sufrido espantosamente con la Revolución Cultural.

Con excepción de aquel hombre y Tung, mi padre no visitó a nadie más, ya que aún no había sido rehabilitado. A diferencia de mí, entonces llena de optimismo, se mostraba apesadumbrado la mayor parte del tiempo. En un intento por animarle, solía llevarle en compañía de mi madre a realizar visitas turísticas con temperaturas que a menudo se acercaban a los cuarenta grados. En cierta ocasión, casi le forcé a acompañarme a visitar la Gran Muralla en un autocar atestado en el que viajamos medio asfixiados por el polvo y el sudor. Yo no hacía más que hablar, y él me escuchaba con una sonrisa pensativa. Frente a nosotros, un niño campesino comenzó a llorar en brazos de su madre, y ella le golpeó con fuerza. Mi padre saltó del asiento y gritó: «¡No pegue al niño!» Apresuradamente, le tiré de la manga y le obligué a sentarse. Todos los ocupantes del vehículo nos miraban: para los chinos, resultaba insólito entrometerse en una cuestión de aquel tipo. Suspirando, pensé hasta qué punto había cambiado mi padre desde la época en la que él mismo golpeara a Jin-ming y Xiao-hei.

En Pekín tuve ocasión de leer libros que me abrieron nuevos horizontes. El presidente Nixon había visitado China en febrero de aquel mismo año. La versión oficial era que había acudido «enarbolando una bandera blanca». Para entonces, el concepto de Norteamérica como enemigo número uno había desaparecido de mi mente, así como gran parte de mi adoctrinamiento previo. La visita de Nixon me alegraba profundamente, ya que su presencia había contribuido a crear un clima que había permitido la aparición de nuevas traducciones de libros extranjeros. Todos ellos estaban calificados como obras «para circulación interna», lo que en teoría significaba que sólo podían ser leídos por personal autorizado, pero no existían reglas que especificaran entre quiénes debían circular, por lo que solían hacerlo libremente entre los distintos grupos de amigos cada vez que uno de ellos contaba con medios de acceso privilegiados gracias a su trabajo.

Yo misma tuve ocasión de disfrutar de algunas de aquellas publicaciones. Así, pude leer con placer indescriptible las Seis crisis de Nixon (ligeramente censurada, claro está, dado su pasado anticomunista); Los mejores y los más brillantes, de David Halberstam; Auge y caída del Tercer Reich, de William L. Shirer y Vientos de guerra, de Hermán Wouk, todos ellos impregnados de lo que para mí era una imagen actualizada del mundo exterior. Las descripciones de la administración Kennedy en Los mejores y los más brillantes lograron que me maravillara ante la relajada imagen del Gobierno norteamericano, completamente distinta de la del mío, tan remoto, sobrecogedor y furtivo. Me sentí cautivada por el estilo de escritura de las obras que describían hechos reales. ¡Qué redacción tan fría e imparcial! Incluso las Seis crisis de Nixon se me antojaban un modelo de ecuanimidad comparadas con el estilo demoledor de los medios de comunicación chinos, repletos de intimidaciones, denuncias y aserciones. En Vientos de guerra no me sentí tan impresionada por sus majestuosas descripciones de la época como por sus viñetas, en las que se reflejaba el desinhibido interés que las mujeres occidentales prestaban a su atuendo, su fácil acceso al mismo y la gama de colores y estilos disponibles. A mis veinte años, mi guardarropa era sumamente limitado, y en gran medida del mismo estilo que el de los demás. Prácticamente no había una prenda que no fuera azul, gris o blanca. Yo cerraba los ojos y soñaba con acariciar todos aquellos vestidos magníficos que nunca había podido ver ni lucir.

La creciente información procedente del exterior formaba parte, claro está, de la liberalización general que siguió a la caída de Lin Biao, pero la visita de Nixon constituyó un pretexto de lo más conveniente: la importancia de los chinos no debía verse disminuida por una ignorancia total de lo que sucedía en Norteamérica. En aquellos días, cada paso que se daba en el proceso de relajación debía contar con alguna justificación política, por descabellada que ésta fuera. El aprendizaje del inglés había pasado a convertirse en una causa noble -destinada a «ganar nuevos amigos procedentes de todo el mundo»-, y por tanto ya no se consideraba un crimen. Las calles y los restaurantes fueron despojados de los aguerridos nombres que habían obtenido de manos de la Guardia Roja durante la Revolución Cultural con objeto de no alarmar o atemorizar a nuestro distinguido visitante. En Chengdu (aunque dicha ciudad no había de recibir la visita de Nixon) el restaurante El aroma de la pólvora recuperó su antiguo nombre de La fragancia del dulce viento.

Permanecí en Pekín durante cinco meses. Siempre que estaba sola pensaba en Day. Nunca nos escribimos. Yo escribía poemas para él, pero los conservaba para mí misma. Poco a poco, la esperanza que tenía puesta en el futuro terminó por conquistar mis angustias del pasado. Una noticia en particular sirvió para trasladar todas mis inquietudes a segundo plano ya que, por primera vez desde que tenía catorce años, vislumbré la posibilidad de un futuro que no había osado contemplar hasta entonces: quizá podría asistir a la universidad. En Pekín ya se habían apuntado pequeños grupos de estudiantes a lo largo de los últimos dos años, y la sensación era que las universidades de todo el país no tardarían en abrir sus puertas. A la sazón, Zhou Enlai procuraba hacer hincapié en una cita de Mao en la que se afirmaba que las universidades aún eran necesarias, especialmente en lo que se refería a ciencia y tecnología. Apenas podía esperar el momento de mi regreso a Chengdu para comenzar mis estudios e intentar mi propio ingreso.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Cisnes Salvajes»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Cisnes Salvajes» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Cisnes Salvajes»

Обсуждение, отзывы о книге «Cisnes Salvajes» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x