La relación más convincente entre el asesinato de Zurich y el de Rooie, en Amsterdam, era que, en el primer caso, también hubo una lámpara de pie a la que quitaron la pantalla y la bombilla sin dañarlas. La policía de Zurich desconocía el hecho de que el asesino había fotografiado a la víctima. Allí no hubo ningún testigo y nadie envió a la policía un tubo de revestimiento Polaroid con una huella perfecta del pulgar derecho del presunto asesino
Sin embargo, ninguna de las huellas tomadas en la habitación de la prostituta cerca de la Langstrasse de Zurich coincidía con la huella del pulgar obtenida en Amsterdam; y la Interpol tampoco tenía registrada en sus archivos de Wiesbaden ninguna huella que coincidiera. La segunda huella que había en el tubo era una huella pequeña y nítida de un índice derecho, lo cual indicaba que la testigo debía de haber tomado el tubo con el pulgar y el índice en los extremos. (Se había llegado a la conclusión de que debía de ser una testigo, porque la huella dactilar era mucho más pequeña que la huella del pulgar del probable asesino.)
Otra huella pequeña y clara del dedo índice derecho de la testigo procedía de uno de los zapatos con la punta hacia fuera que estaban en el suelo del ropero de Rooie. El mismo dedo índice había tocado el pomo interior de la puerta, sin duda cuando la testigo salió a la calle, después de que el asesino se hubiera ido. Fuera quien fuese, era una mujer diestra y tenía una cicatriz producida por un corte con un cristal, perfectamente centrada en el dedo índice derecho
Pero la Interpol tampoco tenía una huella que coincidiera con el dedo índice derecho de la testigo. Desde luego, Harry no había esperado que la hubiese. Estaba seguro de que su testigo no era una delincuente, y tras pasarse una semana hablando con las prostitutas de la zona, también tenía la seguridad de que su testigo no era una prostituta. ¡Probablemente se trataba de una puñetera turista sexual!
¡En un breve período de tiempo, menos de una semana, cada prostituta de la Bergstraat había visto a la probable testigo hasta media docena de veces! Y Anneke Smeets incluso había hablado con ella. Una noche la mujer misteriosa había preguntado por Rooie, y Anneke, con su top de cuero y blandiendo un consolador, le había comunicado a la turista la supuesta razón por la que Rooie no trabajaba de noche. Le había dicho que la veterana prostituta estaba con su hija
Las prostitutas de la Korsjespoortsteeg también habían visto a la mujer misteriosa. Una de las putas más jóvenes le dijo a Harry que su testigo era una lesbiana, pero sus compañeras se mostraron en desacuerdo. Habían sido cautelosas con la mujer porque no sabían qué era lo que quería
A los hombres que pasaban una y otra vez ante los escaparates de las mujeres, siempre mirando, siempre cachondos, pero sin que nunca acabaran de decidirse, los llamaban hengsten (sementales), y las prostitutas que habían visto a Ruth Cole pasar ante sus escaparates la llamaban hengst (hembra). Sin embargo, desde luego, no existe un semental hembra, y por ello la mujer misteriosa inquietaba a las prostitutas
Una de ellas le dijo a Harry que parecía una periodista. (Los periodistas inquietaban mucho a las prostitutas.)
¿Una periodista extranjera? El sargento Hoekstra había rechazado esa posibilidad. A la mayoría de los periodistas extranjeros que iban a Amsterdam con un interés profesional por la prostitución les decían que hablaran con él
Gracias a las prostitutas de De Wallen, Harry descubrió que la mujer misteriosa no siempre estuvo sola. La había acompañado un joven, tal vez estudiante universitario. Si bien la testigo a la que Harry buscaba era treintañera y sólo hablaba inglés, el muchacho era sin duda holandés
Esto respondía a un interrogante que se había planteado el sargento Hoekstra: si la testigo desaparecida era una extranjera de habla inglesa, ¿quién había escrito el informe en holandés? Ciertos datos adicionales vertían algo de luz sobre el documento cuidadosamente redactado en letras mayúsculas que la testigo había remitido a Harry. Un tatuador a quien Harry consideraba un experto en caligrafía, examinó la minuciosa escritura y llegó a la conclusión de que el texto había sido copiado
El tatuador se llamaba Henk y era quien había realizado la mayor parte de los letreros en el museo del tatuaje radicado en el barrio chino, la llamada Casa del Dolor. (Su especialidad era un poema, cualquier poema que uno quisiera, tatuado en forma de cuerpo femenino.) Según él, el bolígrafo de la testigo se había detenido demasiado tiempo en cada letra. Sólo alguien que copiara frases de una lengua extranjera habría escrito cada palabra con tal lentitud
– ¿Y quién ha de esforzarse tanto para no cometer un error al escribir una palabra? -preguntó Henk a Harry-. Alguien que desconoce el idioma, por supuesto
Las prostitutas de De Wallen no creían que la testigo de Harry y el muchacho holandés tuvieran relaciones sexuales.
– No era sólo por la diferencia de edad -comentó la prostituta tailandesa a la que Ruth y Wim habían visitado en el Barndesteeg-. Se notaba que nunca habían hecho el amor
– Puede que tuvieran ese propósito -sugirió Harry-. Tal vez iban a hacerlo
– No me lo pareció -insistió la prostituta tailandesa-. Incluso eran incapaces de decirme lo que deseaban. ¡Sólo querían mirar, pero ni siquiera sabían qué era lo que querían mirar!
La otra prostituta tailandesa que recordaba a la pareja fuera de lo corriente era la vieja sádica, la que tenía fama de aterrorizar a los clientes
– El chico holandés la tenía grande -declaró-. Quería hacerlo de veras, pero su mami no le dejaba
– Ese chico estaba dispuesto a tirarse cualquier cosa, excepto a mí -le dijo a Harry el travestido ecuatoriano-. La mujer sólo tenía curiosidad. No quería hacer nada, sólo informarse
Harry estaba seguro de que si el chico holandés hubiera estado escondido en el ropero de Rooie con la mujer misteriosa, ambos habrían tratado de impedir el crimen. Y casi desde el principio Harry dudó de que la testigo fuese una prostituta novata. A menos que se tratase de una "ilegal", incluso una novata habría ido a la policía. Y de haber sido una "ilegal", ¿quién le habría escrito su testimonio en un holandés tan perfecto?
Una prostituta jamaicana del Slapersteeg también recordaba a Ruth Cole
– Era menuda, dijo que se había perdido -informó a Harry-. La tomé del brazo y salimos del callejón. Me sorprendió que tuviera el brazo derecho tan fuerte
¡Fue entonces cuando el sargento Hoekstra se dio cuenta de que también él había visto a la mujer misteriosa! De repente recordó a aquella mujer a la que había seguido por De Wallen una mañana, muy temprano, y que caminaba con un estilo atlético. Era menuda, desde luego, pero parecía fuerte y no le dio la impresión, ni mucho menos, de que estaba "perdida". Se la veía muy resuelta, y Harry la siguió no sólo porque parecía fuera de lugar en aquellos parajes, sino también por su extraordinario atractivo (¡por no mencionar que le resultaba vagamente familiar! Era increíble que Harry no la reconociera por las fotos en las sobrecubiertas de sus libros). Cuando Harry se dio cuenta de que ella reparó en que la seguía, regresó a la comisaría en la Warmoesstraat
Por último, el policía habló con las dos prostitutas gordas de Ghana. La turista desconocida se había detenido en el Stoofsteeg el tiempo suficiente para preguntarles de dónde eran. Las mujeres, a su vez, preguntaron a Ruth Cole por su procedencia, y ella les dijo que de Estados Unidos. (Lo que Harry supo gracias a las prostitutas de Ghana, a saber, que su testigo era estadounidense, resultaría ser una información más importante de lo que al principio había sospechado.)
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