Lisa See - El Abanico De Seda

Здесь есть возможность читать онлайн «Lisa See - El Abanico De Seda» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Abanico De Seda: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Abanico De Seda»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En una remota provincia de China, las mujeres crearon hace siglos un lenguaje secreto para comunicarse libremente entre sí, el nu shu. Aisladas en sus casas y sometidas a la férrea autoridad masculina, el nu shu era su única vía de escape. Mediante sus mensajes, escritos o bordados en telas, abanicos y otros objetos, daban testimonio de un mundo tan sofisticado como implacable. El año 2002, Lisa See viajó a la provincia de Huan, cuna de esta milenaria escritura fonética, para estudiarla en profundidad. Su prolongada estancia le permitió recoger testimonios de mujeres que la conocían, así como de la última hablante de nu shu, la nonagenaria Yang Huanyi.
A partir de aquellas investigaciones. concibió esta conmovedora historia sobre la amistad entre dos mujeres. Lirio Blanco y Flor de Nieve. Como prueba de su buena estrella, la pequeña Lirio Blanco, hija de una humilde familia de campesinos, será hermanada con Flor de Nieve, de muy diferente ascendencia social. En una ceremonia ancestral, ambas se convierten en laotong -“mi otro yo” o “alma gemela”-, un vínculo que perdurará toda la vida. Así pues, a lo largo de los años. Lirio Blanco y Flor de Nieve se comunicarán gracias a este lenguaje secreto, compartiendo sus más íntimos pensamientos y emociones, y consolándose de las penalidades del matrimonio y la maternidad. El nu shu las mantendrá unidas, hasta que un error de interpretación amenazará con truncar su profunda amistad…

El Abanico De Seda — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Abanico De Seda», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Me casaré con un hombre de Jintian, como dijo tía Wang, pero la familia de mi esposo… -Vaciló otra vez y por fin dijo-: Son carniceros.

Waaa! ¡No podía haber un matrimonio peor! El esposo de Flor de Nieve debía de tener dinero, pero se ganaba el sustento con una actividad impura y repugnante. Recordé todo lo que habíamos hecho durante el último mes, mientras preparábamos mi boda. Sobre todo recordé que la señora Wang había permanecido al lado de Flor de Nieve, ofreciéndole consuelo y apaciguándola. Entonces me vino a la memoria el día en que la casamentera nos contó «La historia de la esposa Wang» y comprendí, con gran pesar, que esa historia no iba dirigida a mí, sino a Flor de Nieve.

No sabía qué decir. Había oído retazos de la verdad desde los nueve años, pero había decidido no creerla ni admitirla. Ahora pensaba: «¿Acaso no es mi deber procurar que mi laotong sea feliz? ¿Conseguir que olvide esos problemas? ¿Hacerle creer que todo irá bien?»

La abracé.

– Al menos nunca pasarás hambre -dije, aunque con el tiempo descubriría que en esto me equivocaba-. A una mujer pueden ocurrirle cosas mucho peores -añadí, pues no lograba imaginar nada peor.

Apoyó la cara sobre mi hombro y rompió a llorar. Al cabo de un rato me apartó con brusquedad. Tenía los ojos anegados en lágrimas, pero no vi tristeza en ellos, sino una intensa rabia.

– ¡No quiero que me compadezcas!

No era compasión lo que yo sentía, sino tristeza y desconcierto. La carta que mi alma gemela me había escrito me había impedido disfrutar de mi boda. Su ausencia durante el rito de la lectura de los libros del tercer día me había herido profundamente. Y ahora, esto. Bajo la perplejidad fermentaba la sensación de que Flor de Nieve me había traicionado. Habíamos pasado muchas noches juntas, y sin embargo nunca me había contado la verdad. ¿Por qué? ¿Acaso porque en el fondo era incapaz de aceptar su destino? ¿Porque, como siempre se evadía de todo, creía que podría evadirse de la realidad? ¿Acaso creía de verdad que nuestros pies dejarían de tocar el suelo y nuestros corazones volarían como los pájaros? ¿O quizá me había ocultado la verdad con la intención de guardar las apariencias, creyendo que este día nunca llegaría?

Tal vez debí enfadarme con ella por haberme mentido, pero no era enojo lo que sentía. Creía que me había correspondido un futuro especial y eso me había vuelto tan egocéntrica que me había impedido ver lo que tenía delante. ¿Acaso no había sido fallo mío, como laotong, no plantearle las preguntas pertinentes acerca de su pasado y su futuro?

Yo sólo tenía diecisiete años. Había pasado los diez últimos sin salir apenas de la habitación, rodeada de mujeres que veían un futuro concreto para mí. Lo mismo podía decirse de los hombres de la casa. Sin embargo, de todas esas personas -mi madre, mi tía, mi padre, mi tío, la señora Gao, la señora Wang e incluso Flor de Nieve-, la única a quien podía culpar era mi madre. La señora Wang quizá la engañara al principio, pero más adelante mi madre había descubierto la verdad y decidido ocultármela. Lo que yo pensaba de ella se mezclaba con la súbita revelación de que sus esporádicas muestras de afecto, que ahora veía como parte del engaño, no habían sido más que una forma de mantenerme en el buen camino para lograr una boda que beneficiara a toda mi familia.

Me sentía absolutamente confundida, y creo que mi confusión fue uno de los factores que desencadenaron los sucesos posteriores. No entendía lo que me ocurría. No sabía qué era lo que de verdad importaba. No era más que una niña ignorante que creía saber algo porque se había casado. No sabía cómo resolver la situación, así que lo enterré todo en lo más hondo de mí. Pero mis sentimientos no desaparecieron, no podían desaparecer. Era como si hubiera comido carne de un cerdo enfermo y ésta hubiera empezado a envenenarme poco a poco.

Todavía no me había convertido en la señora Lu a la que hoy día todos respetan por su elegancia, compasión y poder. Sin embargo, tan pronto entré en la casa de Flor de Nieve sentí algo nuevo en mi interior. Pensad otra vez en ese trozo de carne de cerdo enfermo y entenderéis a qué me refiero. Tenía que fingir que no estaba enferma ni infectada, de modo que me apliqué con tesón a esa tarea. Quería honrar a la familia de mi esposo siendo caritativa y bondadosa con las personas que se hallaban en peor situación. No sabía cómo hacerlo, por supuesto, porque eso no estaba en mi naturaleza.

Flor de Nieve debía casarse al cabo de un mes, de modo que ayudé a ella y a su madre a limpiar la casa. Quería que estuviera presentable cuando llegaran los emisarios del novio, pero no había forma de hacer desaparecer el hedor que impregnaba las habitaciones. Aquel repugnante olor dulzón procedía del opio que fumaba el padre de Flor de Nieve. Y los otros malos olores, como ya habréis deducido, los despedían sus excrementos. Ni quemando incienso o vinagre, ni abriendo las ventanas incluso en aquellos fríos meses, lográbamos disimular la inmundicia de aquel hombre y de sus hábitos.

Pronto aprendí cómo era la vida en aquella casa, con dos mujeres aterrorizadas por un hombre que no salía de su habitación de la planta baja. Las oía hablar en voz baja y encogerse de miedo cuando él las llamaba. También vi a aquel hombre, tumbado sobre su propia suciedad. Pese a ser pobre, era arrogante e irascible como un niño malcriado. En otros tiempos debía de maltratar a su esposa e hija, pero ahora no era más que un drogadicto aturdido, al que era mejor dejar solo con su vicio.

Intenté ocultar mis emociones. En aquella casa ya se habían vertido suficientes lágrimas; sólo faltaba que yo me pusiera a llorar. Pedí a Flor de Nieve que me enseñara los regalos que le había enviado la familia del carnicero. Pensaba que quizá no sería tan mala al fin y al cabo. Había visto las piezas de seda en que trabajaba mi laotong. Debía de ser una familia más o menos próspera, aunque fuera espiritualmente impura.

Abrió un baúl de madera y fue depositando con delicadeza todas sus labores sobre la cama. Vi los zapatos de seda azul celeste con las nubes bordadas que había terminado el día que murió Luna Hermosa. Vi una túnica que tenía esa misma seda en la parte delantera. A continuación sacó cinco pares de zapatos de tallas diferentes confeccionados con la misma tela, pero con otros bordados. De pronto comprendí que Flor de Nieve había hecho todo aquello con la túnica que llevaba el día que nos conocimos.

Examiné otras prendas del ajuar. Allí estaba la tela azul lavanda con ribete blanco del traje de viaje que llevaba cuando tenía nueve años; con ella había confeccionado camisas y zapatos. También vi el tejido añil y blanco, mi favorito, del que había cortado tiras que luego había cosido a túnicas, tocados, cinturones y adornos para las colchas. Flor de Nieve había recibido poquísimos regalos de su familia política, pero había aprovechado la tela de sus prendas viejas para confeccionar un insólito ajuar.

– Serás una excelente esposa -dije, admirada de lo que mi alma gemela había conseguido hacer.

Ella rió por primera vez. Yo siempre había adorado el sonido de su risa, aguda y seductora. Reí con ella, porque todo aquello… superaba cualquier cosa que hubiera podido imaginar, superaba todo lo bueno y lo malo del universo. La situación en que se encontraba era terrible y trágica, extraña y sorprendente a la vez.

– Tus cosas…

– Ni siquiera son mías -aclaró Flor de Nieve después de respirar hondo-. Mi madre me hacía ropa con lo que quedaba de su ajuar para que la llevara cuando iba a visitarte. Ahora he vuelto a utilizarla para presentarme ante mi esposo y mis suegros.

¡Claro! Entonces recordé haber pensado que cierto bordado era demasiado sofisticado para ser obra de una niña tan pequeña, o haber cortado algún hilo suelto de su puño cuando ella no miraba. ¡Qué ingenua había sido! Me ruboricé, me llevé las manos a las mejillas y reí aún con más ganas.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Abanico De Seda»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Abanico De Seda» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El Abanico De Seda»

Обсуждение, отзывы о книге «El Abanico De Seda» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x