Diane Liang - El Ojo De Jade

Здесь есть возможность читать онлайн «Diane Liang - El Ojo De Jade» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Ojo De Jade: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Ojo De Jade»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La moderna y emprendedora Mei acaba de abrir una agencia privada de detectives en pleno corazón de Pekín. Esta mujer joven es un símbolo evidente del gran cambio cultural y ecónomico que está viviendo China. Al volante de su Mitsubishi rojo, y con un hombre como secretario, Mei está preparada para su nuevo trabajo. Cuando un cliente le pide que encuentre un valioso jade de la dinastía Han sustraído de un museo en plena Revolución Cultural, Mei se verá obligada a profundizar en ese oscuro periodo de la historia de China.
La investigación de Mei revela una trama que tiene mucha más relación con el pasado y la historia de su propia familia de lo que podría haber esperado. Esto la llevará a la trastienda de Pekín y a un secreto tan bien guardado que, desenterrarlo, amenazará con destruir lo que Mei consideraba sagrado…

El Ojo De Jade — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Ojo De Jade», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Los estrechos hutong estaban abarrotados de pequeñas tiendas. Las mercancías colgaban de los tejados bajos como banderas de la ONU. Personas de toda extracción social habían ido de compras a esa zona. Abuelitas cargadas con cestas de bambú, normalmente a pares, andaban a la caza de pequeños artículos domésticos como pilas, detergente y cuchillos de cocina de acero largos como ladrillos. Agitaban los cuchillos en el aire y luego los probaban con ademanes de afeitado en la palma de la mano.

– No está afilado -le decían al vendedor.

– Tiene que estar de broma. El fabricante hace sables para los monjes de Shaolin -replicaba el joven dependiente. Sacaba una vara de bambú y, con un movimiento rápido, le rebanaba una loncha.

Grupos de obreros industriales provincianos, todos con chaqueta Mao gris y fumando, merodeaban excitados, conversando sonoramente en sus dialectos. Los viajeros iban allí de compras antes de hacer sus transbordos en la cercana Estación de Pekín. Los vendedores de comida y los ciclistas de paso gritaban a voz en cuello:

– ¡Pinchitos mongoles de cordero, si no están buenos no me dé el dinero!

– ¿A cuánto la bolsa?

– Antes muerto.

– ¡Tortitas de ocho hojas! ¡Al viejo estilo pekinés!

Mei encontró un pequeño restaurante de mesas limpias y se sentó junto a la ventana. Pidió una ración de tallarines en caldo picante de vaca que venía en un cuenco del tamaño de un balde pequeño. Se comió los tallarines y contempló a través de la cortina de encaje al chico que la había estado siguiendo. Bajo una nube de humo de tabaco, tres hombres conversaban ruidosamente en la mesa de al lado, con los rostros rojos de tanto beber.

Mei salió del restaurante, andando hacia el oeste a paso vivo, repicando los tacones. Dobló con celeridad una esquina y se detuvo a echar un vistazo hacia atrás. Volvió a ponerse en marcha, más deprisa. Tras unos cuantos giros estaba otra vez en la ancha calle peatonal de Liulichang. Se paró en el umbral de la primera tienda que encontró y esperó.

– Eh, ¿por qué me sigues? -preguntó, apoyándose en el poste de madera de la entrada.

Sus palabras cogieron al joven galgo por sorpresa. Se paró en el sitio.

– Me dijo mi tío que lo hiciera -dijo el chico, con una fugaz sonrisa avergonzada.

– Entonces vamos a verle -le dijo Mei.

Sentada en un taburete de palo de rosa oscuro en la parte interior de la tienda, Mei contó ocho billetes de cien yuanes, pero no los entregó.

– ¿O sea que sí la ha visto?

– No exactamente. Sólo vi unas fotos. Bueno, creo que eran de la misma vasija.

– ¿Es que no está seguro?

– A mi edad no hay nada seguro -dijo el viejo-. Fue hace más de dos semanas. Vino un joven con algunas fotos de la vasija y me preguntó cuánto pagaría yo por ella -se frotaba las manos al hablar-. Cuando digo joven quiero decir de unos cincuenta y pocos.

– ¿Y usted qué le respondió?

– Me dijo que la vasija era de la dinastía Han. ¡Estamos hablando de más de mil ochocientos años de antigüedad! Eso es lo que llamamos «mercancía caliente». La ley dice que no se puede exportar nada anterior a 1794, lo cual significa que ningún extranjero la compraría. Los chinos no pueden pagar esos precios. Aunque eso no significa que no haya conductos para venderla, ¿me entiendes? Es un negocio peligroso, sacarla de China… podría ser asunto de vida o muerte. Así que le respondí que si era auténtica, cosa que él me juró sobre la tumba de su madre, podríamos estar hablando de, digamos, veinte mil yuanes. No volvió por aquí -el marchante hablaba despacio, deteniéndose de vez en cuando en busca de palabras biensonantes.

Mei inspeccionó largamente al viejo. Tenía el pelo escaso y seco como hierba desenraizada; en la cara, una expresión de disculpa perpetua. Regentaba una tienda excesiva llena de cosas que nadie tenía interés en comprar. Aun así, continuaba amontonando más, en la esperanza de que algo le hiciera rico y la gente de altos vuelos tuviera que mirarle con otros ojos. Mei consideró la elaborada forma en que le había regateado el dinero que sostenía en la mano. He aquí un buscavidas con pretensiones, pensó. Hablaba de «conductos» y de «mercancía caliente». A juzgar por su aspecto y el de su tienda, no tenía ni medios ni arrestos para tanto.

– Francamente, no le creí -dijo el viejo-. Ya no quedan antigüedades valiosas de verdad. Mi familia lleva tres generaciones en Liulichang. En los años cincuenta, ellos venían y compraban todo lo que había de valor en las tiendas. Luego la Revolución Cultural se encargó de lo que hubiera quedado -al decir «Revolución Cultural» dejó de frotarse las manos, y por un instante bajó los ojos.

– ¿Quiénes son «ellos»?

– El gobierno: museos, universidades, bibliotecas, como quieras llamarlo -dijo-. Hoy en día sólo hay dos formas de conseguir cosas de auténtico valor: ser un ladrón de tumbas afortunado o un ojeador ambulante de antigüedades con suerte. El tipo no era ninguna de las dos cosas.

– ¿Cómo lo sabe?

– Los ladrones de tumbas no trabajan solos y normalmente tienen varias cosas que vender. Aquel tipo estaba solo y no tenía más que una pieza. Tampoco era un ojeador. No sabía nada de antigüedades. Lo comprobé: era un profano total.

– ¿Sabe usted su nombre o el de su hotel?

El viejo sacudió la cabeza.

– Sólo dijo que era de Luoyang.

– ¿Puede decirme qué aspecto tenía?

– Veamos… estatura media, fuerte. Grandes brazos: un obrero, sin duda, de una fábrica quizá. No era mal parecido, salvo por la cicatriz.

– ¿Dónde tenía esa cicatriz?

– En el lado izquierdo de la frente, justo encima del ojo. Parecía que alguien le había hecho un buen corte.

El viejo tendió la mano hacia el dinero.

– Una cosa más -dijo Mei-. ¿A quién cree usted que le vendió la vasija?

– No lo sé.

Mei no se movió.

– Está bien; hay un personaje oscuro llamado Wu el Padrino en ese caserón que hay calle abajo. No es buen marchante, pero parece que le está yendo muy bien. Si quieres saber mi opinión, tiene un algo sospechoso.

Capítulo 10

Wu el Padrino estaba de pie en el zaguán de su espaciosa tienda, equilibrando su peso hacia el punto intermedio entre sus dos pies. Contempló a Mei con la mirada vacía. No era un hombre grande, pero sí fuerte de la cabeza a los pies; bien afeitado y con el pelo a cepillo. Mei le echó unos cuarenta y tantos años, aunque era difícil decir si cuarenta y muchos o pocos. No le preguntó quién la enviaba ni por qué; se quedó allí contemplándola despectivamente con una mirada helada.

Ella le había dicho que trabajaba para un rico coleccionista y que quería hablarle de una de sus últimas adquisiciones; luego le enseñó la misma foto que les había mostrado a los otros marchantes.

Wu el Padrino echó una ojeada rápida a la foto y miró a Mei con indiferencia. La amistosa expectación hacia una cliente más se desvaneció en el oscuro vano de detrás de sus ojos.

Mei contempló cómo se acercaba a un joven que estaba detrás de un par de réplicas de jarrones Ming azules. Con las cabezas juntas, la miraron mientras hablaban. Un poco después, los dos hombres se alejaron en distintas direcciones: Wu el Padrino desapareció en la trastienda y el joven se fue derecho hacia Mei. Ella apretó los labios. Sabía que no podía hacer gran cosa para obligarla a irse. A fin de cuentas, era una mujer, bien vestida y poco amenazadora. Pero también sabía que no le quedaba nada que hacer allí, así que se fue.

Del otro lado de la calle había un bazar que vendía cosas pequeñas, como sellos de piedra y joyas antiguas, en bandejas. Los mostradores estaban dispuestos en forma de rectángulos cerrados, dentro de los cuales los vendedores se sentaban en altos taburetes o en sillas plegables.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Ojo De Jade»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Ojo De Jade» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Lobsang Rampa - El Tercer Ojo
Lobsang Rampa
James Swallow - Jade Dragon
James Swallow
Ursula Le Guin - El ojo de la garza
Ursula Le Guin
Henning Mankell - El ojo del leopardo
Henning Mankell
Naomi Novik - Throne of Jade
Naomi Novik
libcat.ru: книга без обложки
Diane Liang
Diane Jeffrey - Diane Jeffrey Book 3
Diane Jeffrey
Diane Amos - A Long Walk Home
Diane Amos
Judith Gautier - Le livre de Jade
Judith Gautier
Отзывы о книге «El Ojo De Jade»

Обсуждение, отзывы о книге «El Ojo De Jade» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x