Nora Roberts - Sinfonía Inacabada

Здесь есть возможность читать онлайн «Nora Roberts - Sinfonía Inacabada» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Sinfonía Inacabada: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Sinfonía Inacabada»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La joven pianista Vanessa Sexton había vuelto a su ciudad natal tratando de obtener algunas respuestas de su madre, de la que se había separado hacía doce años. Pero en aquel viaje de reencuentro con su pasado también tenía que enfrentarse a Brady Tucker, el único hombre al que había amado y que ya le había roto el corazón en una ocasión. Vanessa creía que aquel enamoramiento era algo que ya no le podría afectar, pero cada vez que veía a Brady sentía unas emociones que no sabía si estaba dispuesta a aceptar…

Sinfonía Inacabada — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Sinfonía Inacabada», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Aquel silencio le dio tiempo a Brady para pensar. No servía de nada recriminarle su actitud a voces ni enfadarse con ella por estar enferma. Sin embargo, le dolía y le molestaba que ella no confiara lo suficiente en él cuando le decía que estaba enferma y que necesitaba ayuda. Él le iba a proporcionar esa ayuda, tanto si la quería como si no. Como médico, haría lo mismo por cualquiera. ¿Cuánto más estaba dispuesto a hacer por la única mujer que había amado en toda su vida?

«Había amado», se recordó. En este caso, el tiempo verbal pasado era vital. Como una vez la había amado con toda la pasión y la pureza de la juventud, no permitiría que ella pasara por aquella enfermedad sola.

Aparcó delante de su casa y salió del coche para abrirle la puerta. Vanessa salió y comenzó el discurso que tan cuidadosamente había planeado durante el trayecto.

– Siento haberme comportado como una niña y haber sido tan desagradecida. Sé que tu padre y tú sólo queréis ayudarme. Tomaré esta medicación.

– Eso espero -replicó él. Entonces, la agarró del brazo.

– No tienes que entrar.

– Voy a hacerlo. Pienso ver cómo te tomas la primera dosis y luego te voy a meter en la cama.

– Brady, no soy ninguna inválida.

– Ya lo sé y, si depende de mí, no lo serás nunca.

Brady abrió la puerta de la casa, que nunca estaba cerrada con llave, y la llevó directamente arriba. Allí, le llenó un vaso de agua en el cuarto de baño y se lo dio a Vanessa. A continuación, abrió el frasco de las pastillas y sacó una.

– Traga.

Vanessa tardó un momento en abrir la boca. Después, obedeció.

– ¿Vas a cobrarme la visita como médico?

– La primera es gratuita, por los viejos tiempos -contestó, mientras la hacía entrar en su dormitorio-. Ahora, desnúdate.

– ¿No se supone que debes llevar una bata blanca o un estetoscopio al cuello cuando dices eso?

Brady no se molestó en responder. Abrió un cajón de la cómoda y estuvo rebuscando en su interior hasta que encontró un camisón. Después de tirarlo sobre la cama, hizo que Vanessa se diera la vuelta y empezó a bajarle la cremallera.

– Te aseguro que, cuando te desnude por razones personales, lo sabrás perfectamente.

– No me vengas con ésas -replicó ella. Atónita, se agarro el vestido antes de que éste le bajara más allá de la cintura.

– Puedo controlar perfectamente mi apetito animal pensando en tu estómago -le aseguró Brady mientras e metía el camisón por la cabeza.

– Eso es asqueroso

– Efectivamente -afirmó él. Le bajó el vestido a tirones. El camisón ocupó rápidamente su lugar-. ¿Medias?

Sin saber si debía sentirse furiosa o avergonzada, Vanessa se quitó las medias. Brady apretó los dientes. Ni siquiera montones de horas de clase de anatomía podrían haberlo preparado para ver cómo Vanessa se quitaba lentamente las delicadas medias. Se recordó que era médico. Trató de recitar la primera línea del juramento hipocrático.

– Ahora, métete en la cama -le ordenó. Apartó el edredón y luego la tapó suavemente cuando ella se metió. De repente, le volvió a parecer que Vanessa tenía dieciséis años. Se aferró a su profesionalidad y dejó el frasco de pastillas sobre la mesa de noche.

– Quiero que sigas las indicaciones.

– Sé leer.

– No bebas alcohol -dijo Brady. No hacía más que repetirse que él era médico y que Vanessa era su paciente-. Ya no se utilizan las dietas blandas, sino más bien el sentido común. No tomes comidas picantes. Vas a notar alivio muy rápidamente. Seguramente, ni siquiera te acordarás que tienes una úlcera dentro de varios días.

– Ni siquiera la tengo ahora.

– Vanessa, venga… -susurró él. Entonces, le apartó suavemente el cabello del rostro-. ¿Necesitas algo más?

– No -contestó ella. Antes de que Brady pudiera apartar la mano, se la agarró-. ¿Puedes…? ¿Tienes que marcharte?

– Durante un rato, no -respondió. Le besó suavemente los dedos.

– Cuando éramos adolescentes, no podía dejar que subieras aquí -comentó ella.

– No. ¿Te acuerdas de la noche que entré por la ventana?

– Nos sentamos en el suelo y estuvimos hablando hasta las cuatro de la mañana. Si mi padre lo hubiera sabido, te habría…

– Ahora no es momento de preocuparse de eso.

– No se trata de preocuparse, sino de preguntarse. Yo te amaba, Brady. Todo era inocente y dulce. ¿Por qué tuvo que estropearlo todo?

– El destino te guardaba grandes cosas, Van. El lo sabía. Yo estaba en medio.

– ¿Me habrías pedido que me quedara? Si hubieras sabido que mi padre iba a llevarme a Europa, ¿me habrías pedido que me quedara? -quiso saber. Nunca había pensado en preguntárselo, pero siempre había deseado saber la respuesta de aquella pregunta.

– Sí. Yo tenía dieciocho años y era egoísta. Si te hubieras quedado, no serías lo que eres ahora. Ni yo sería lo que soy.

– No me has preguntado si me habría quedado.

– Sé que lo habrías hecho.

– Supongo que sólo se ama con esa intensidad una vez en la vida -suspiró ella-. Tal vez lo mejor sea que ocurra y pase cuando uno es joven.

– Tal vez…

– Yo soñaba que tú venías y me llevabas contigo -confesó, tras cerrar los ojos-, especialmente antes de una actuación, cuando estaba muy nerviosa y lo odiaba.

– ¿Qué era lo que odiabas?

– Las luces, la gente, el escenario… Deseaba tanto que tú vinieras por mí para poder marcharnos juntos… Entonces, comprendía que no ibas a hacerlo y dejaba de desearlo… Estoy muy cansada.

– Duérmete -susurró Brady. Volvió a besarle los dedos.

– Estoy cansada de estar sola -murmuró, antes de quedarse dormida.

Brady permaneció allí sentado, observándola, tratando de distinguir los sentimientos del pasado de los que sentía en el presente. Comprendió que aquél era precisamente el problema. Cuanto más estaba con ella, más se diluía la frontera entre pasado y presente.

Sólo había una cosa que resultaba evidente. Jamás había dejado de amarla.

Después de besarle dulcemente los labios, apagó la luz y dejó que Vanessa descansara.

Capítulo VII

Envuelta en un albornoz de color azul, con el cabello revuelto y de muy mal humor, Vanessa bajó las escaleras. Llevaba dos días tomando la medicación que Ham Tucker le había recetado. Se sentía mejor, algo que la molestaba admitir, pero estaba a años luz de reconocer que necesitaba aquellas pastillas.

El ambiente que había aquella mañana encajaba perfectamente con su estado de ánimo. Unas espesas nubes grises y una abundante lluvia. Era el día perfecto para permanecer sola en casa pensando. De hecho, era algo que tenía muchas ganas de hacer. Lluvia, depresión y una fiesta privada. Estar sola supondría un cambio para ella. No había tenido muchos momentos de soledad desde la noche de la cena en casa de Joanie.

Su madre estaba siempre presente y encontraba toda clase de excusas para regresar a casa dos o tres veces durante los días laborales. El doctor Tucker iba a verla dos veces al día, por mucho que Vanessa protestara. Incluso Joanie había ido a verla para llevarla enormes ramilletes de lilas y boles de sopa casera. Hasta los vecinos iban para interesarse por sus progresos. No había secretos en Hyattown. Vanessa contaba con los buenos deseos y los consejos de los doscientos treinta y tres habitantes del pueblo.

Excepto uno.

No era que le importara que Brady no hubiera encontrado tiempo para ir a verla. De hecho, se alegraba de su ausencia. Lo último que deseaba era que Brady Tucker estuviera constantemente pendiente de ella y dándole consejos. No quería verlo.

Una úlcera. Aquello era ridículo. Era una mujer fuerte, competente y autosuficiente… No tenía nada que ver con el tipo de persona a la que atacan las úlceras. Sin embargo, inconscientemente se apretó una mano contra el estómago.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Sinfonía Inacabada»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Sinfonía Inacabada» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Sinfonía Inacabada»

Обсуждение, отзывы о книге «Sinfonía Inacabada» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x