Khaled Hosseini - Cometas en el Cielo

Здесь есть возможность читать онлайн «Khaled Hosseini - Cometas en el Cielo» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Cometas en el Cielo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Cometas en el Cielo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Sobre el telón de fondo de un Afganistán respetuoso de sus ricas tradiciones ancestrales, la vida en Kabul durante el invierno de 1975 se desarrolla con toda la intensidad, la pujanza y el colorido de una ciudad confiada en su futuro e ignorante de que se avecina uno de los periodos más cruentos y tenebrosos que han padecido los milenarios pueblos que la habitan. Cometas en el cielo es la conmovedora historia de dos padres y dos hijos, de su amistad y de cómo la casualidad puede convertirse en hito inesperado de nuestro destino. Obsesionado por demostrarle a su padre que ya es todo un hombre, Amir se propone ganar la competición anual de cometas de la forma que sea, incluso a costa de su inseparable Hassan, un hazara de clase inferior que ha sido su sirviente y compañero de juegos desde la más tierna infancia. A pesar del fuerte vínculo que los une, después de tantos años de haberse defendido mutuamente de todos los peligros imaginables, Amir se aprovecha de la fidelidad sin límites de su amigo y comete una traición que los separará de forma definitiva.
Así, con apenas doce años, el joven Amir recordará durante toda su vida aquellos días en los que perdió uno de los tesoros más preciados del hombre: la amistad.

Cometas en el Cielo — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Cometas en el Cielo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Mantén la mirada fija en los pies cuando los talibanes ronden cerca -me ordenó Farid.

– Tu amigo te ofrece buenos consejos -repuso el viejo mendigo, entrometiéndose de nuevo. Tosió secamente y escupió en un pañuelo andrajoso-. Perdonadme, pero ¿podríais prescindir de unos pocos afganis? -añadió.

Bas . Vámonos -dijo Farid tirándome del brazo.

Le di al viejo cien mil afganis, el equivalente a tres dólares. Cuando se inclinó para coger el dinero, su hedor, una mezcla de leche agria y pies que no han sido lavados en semanas, inundó mi nariz y me provocó una arcada. Se guardó rápidamente el dinero en el cinturón. Su único ojo vigilaba a un lado y a otro.

– Mil gracias por tu benevolencia, agha Sahib .

– ¿Sabes dónde está el orfanato de Karteh-Seh? -le pregunté.

– No es difícil de encontrar, está al oeste de Darulaman Boulevard -dijo-. Cuando los misiles acabaron con el viejo orfanato, trasladaron a los niños que estaban allí a Karteh-Seh, que es como sacar a alguien de la jaula del león y meterlo en la del tigre.

– Gracias, agha -repliqué, y me volví dispuesto a marcharme.

– Era la primera vez, ¿no?

– ¿Perdón?

– La primera vez que veías a un talibán. -No dije nada. El anciano asintió con la cabeza y sonrió. Reveló entonces los pocos dientes que le quedaban, todos amarillos y torcidos-. Recuerdo la primera vez que los vi entrar en Kabul. ¡Fue un día de alegría! -exclamó-. ¡El final de la matanza! Wah, wah ! Pero, como dice el poeta: «¡Despreocupado estaba el amor y entonces llegaron los problemas!»

Se me dibujó una sonrisa en la cara.

– Conozco ese ghazal . Es de Hafez.

– Sí, así es. De hecho, tengo buenos motivos para conocerlo -respondió el viejo-. Lo enseñaba en la universidad.

– ¿Ah, sí?

El viejo se llevó las manos al pecho y tosió.

– Desde mil novecientos cincuenta y ocho hasta mil novecientos noventa y seis. Estudiábamos a Hafez, Khayyam, Rumi, Beydel, Jami, Saadi… En una ocasión, fui invitado a dar una conferencia en Teherán, eso fue en mil novecientos setenta y uno. Hablé del místico Beydel. Recuerdo que el público se puso en pie y aplaudió. ¡Ja! -Sacudió la cabeza-. Pero ¿has visto a esos jóvenes de la camioneta? ¿Qué valores crees que ven ellos en el sufismo?

– Mi madre daba clases en la universidad -le conté.

– ¿Cómo se llamaba?

– Sofia Akrami.

Su ojo consiguió brillar a través del velo que le habían causado las cataratas.

– «Las malas hierbas del desierto siguen con vida, pero la flor de primavera florece y se marchita.» Qué gracia, qué dignidad, qué tragedia.

– ¿Conocías a mi madre? -le pregunté al viejo, arrodillándome ante él.

– No muy bien, pero sí, la conocía. Nos sentamos a charlar varias veces. La última de ellas fue un día lluvioso justo antes de los exámenes finales. Compartimos una maravillosa porción de pastel de almendras. Pastel de almendras con té caliente y miel. Por aquel entonces su embarazo estaba muy adelantado. Estaba preciosa. Nunca olvidaré lo que me dijo aquel día.

– ¿Qué? Dímelo, por favor.

Baba siempre me había descrito a mi madre a grandes rasgos, como «una gran mujer». Pero yo siempre me había sentido sediento de detalles: cómo le brillaba el cabello a la luz del sol, su sabor de helado favorito, las canciones que le gustaba tararear, si se mordía las uñas… Baba se llevó a la tumba los recuerdos que tenía de ella. Tal vez temiera que con sólo pronunciar su nombre le entraran sentimientos de culpa por lo que había hecho poco tiempo después de su muerte. O tal vez su pérdida había sido tan grande, su dolor tan profundo, que no podía soportar hablar de ella. Tal vez ambas cosas.

– Dijo: «Tengo mucho miedo.» Y yo le pregunté: «¿Por qué?», y ella respondió: «Porque soy profundamente feliz, doctor Rasul. Una felicidad así asusta.» Le pregunté por qué y dijo: «Sólo te permiten ser así de feliz cuando están preparándose para llevarse algo de ti», y yo repliqué: «Calla. Basta de tonterías.»

Farid me cogió del brazo.

– Deberíamos irnos, Amir agha -dijo en voz baja. Pero yo retiré el brazo.

– ¿Qué más? ¿Qué más te dijo?

Las facciones del viejo se suavizaron.

– Me gustaría acordarme de ello por ti. Pero no puedo. Tu madre falleció hace mucho tiempo y mi memoria está tan destrozada como estos edificios. Lo siento.

– Aunque sea un pequeño detalle, lo que sea.

El viejo sonrió.

– Intentaré recordar, te lo prometo. Vuelve y búscame.

– Gracias -dije-. Muchas gracias.

Y lo decía de todo corazón. Ahora sabía que a mi madre le gustaban el pastel de almendra con miel y el té caliente, que en una ocasión utilizó la palabra «profundamente», que su felicidad la corroía. Acababa de saber más cosas sobre mi madre gracias a aquel viejo de la calle de las que nunca supe por parte de Baba.

De vuelta al todoterreno, ni Farid ni yo comentamos nada de lo que la mayoría de los afganos habrían considerado una coincidencia improbable, que diera la casualidad de que un mendigo de la calle conociese a mi madre. Porque ambos sabíamos que en Afganistán, y particularmente en Kabul, un absurdo como aquél era de lo más corriente. Baba solía decir: «Coge dos afganos que no se han visto en su vida, déjalos en una habitación diez minutos y acabarán descubriendo su parentesco.»

Abandonamos al viejo en las escaleras de aquel edificio. Decidí tomar en serio su ofrecimiento, regresar al lugar y comprobar si había desenterrado alguna historia más relacionada con mi madre. Pero nunca volví a verlo.

Encontramos el orfanato nuevo en la zona norte de Karteh-Seh, a orillas del río Kabul, que estaba seco. Se trataba de un edificio bajo, tipo barracón, con las paredes llenas de rastros de metralla y las ventanas sujetas con planchas de madera. Farid me había contado por el camino que Karteh-Seh había sido uno de los vecindarios más castigados por la guerra, y en cuanto salimos del todoterreno las pruebas de lo que me había contado resultaron abrumadoras. Las calles, plagadas de baches, estaban flanqueadas por casas abandonadas y edificios bombardeados casi en ruinas. Pasamos junto al esqueleto oxidado de un coche volcado, un televisor sin pantalla medio enterrado entre los escombros y un muro donde habían escrito las palabras « Zenda bad Taliban !», «¡Larga vida a los talibanes!», con spray negro.

Nos abrió la puerta un hombre bajito, delgado y calvo con barba canosa y lanuda. Llevaba una chaqueta de tweed muy vieja, un casquete y un par de gafas con un cristal astillado que descansaban sobre la punta de su nariz. Detrás de las gafas había unos ojos diminutos parecidos a guisantes negros que volaban de mí a Farid.

Salaam alaykum -dijo.

Salaam alaykum -dije yo, y le mostré la fotografía-. Estamos buscando a este niño.

Echó un vistazo superficial a la fotografía.

– Lo siento. Nunca lo he visto.

– Apenas has mirado la foto, amigo -terció Farid-. ¿Por qué no la miras con más atención?

Loftan … -añadí-. Por favor.

El hombre de la puerta cogió la fotografía, la examinó y la devolvió.

Nay , lo siento. Conozco a todos los niños de esta institución y ése no me suena. Ahora, si me lo permitís, tengo trabajo.

Cerró la puerta y echó la llave, pero yo la aporreé con los nudillos.

Agha! Agha , por favor, abra la puerta. No queremos hacerle ningún daño al niño.

– Ya os lo he dicho. No está aquí. -Su voz salía del otro lado de la puerta-. Ahora, por favor, idos.

Farid se acercó a la puerta y apoyó en ella la frente.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Cometas en el Cielo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Cometas en el Cielo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


César Vidal - El Fuego Del Cielo
César Vidal
Khaled Khalifa - In Praise of Hatred
Khaled Khalifa
Khaled Hosseini - Y las montañas hablaron
Khaled Hosseini
Khaled Hosseini - Drachenläufer
Khaled Hosseini
Khaled Hosseini - Mil Soles Espléndidos
Khaled Hosseini
Khaled Hosseini - A Thousand Splendid Suns
Khaled Hosseini
Khaled Hosseini - The Kite Runner
Khaled Hosseini
Khaled Khalifa - Death Is Hard Work
Khaled Khalifa
László Benedek - Khaled tanzt
László Benedek
Khaled Alesmael - Selamlik
Khaled Alesmael
Отзывы о книге «Cometas en el Cielo»

Обсуждение, отзывы о книге «Cometas en el Cielo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x