Julia Navarro - Dime quién soy

Здесь есть возможность читать онлайн «Julia Navarro - Dime quién soy» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Dime quién soy: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Dime quién soy»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La esperada nueva novela de Julia Navarro es el magnífico retrato de quienes vivieron intensa y apasionadamente un siglo turbulento. Ideología y compromiso en estado puro, amores y desamores desgarrados, aventura e historia de un siglo hecho pedazos.
Una periodista recibe una propuesta para investigar la azarosa vida de su bisabuela, una mujer de la que sólo se sabe que huyó de España abandonando a su marido y a su hijo poco antes de que estallara la Guerra Civil. Para rescatarla del olvido deberá reconstruir su historia desde los cimientos, siguiendo los pasos de su biografía y encajando, una a una, todas las piezas del inmenso y extraordinario puzzle de su existencia.

Dime quién soy — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Dime quién soy», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

El matrimonio tenía diferencias políticas, puesto que doña Teresa provenía de una familia de tradición monárquica y don Juan era un republicano convencido. Claro que en aquella época las mujeres no llevaban sus diferencias políticas muy lejos, e imperaba la opinión del señor de la casa.

– ¿Y qué vas a hacer con el señor Carranza?

La pregunta de Antonietta sorprendió a sus padres. Antonietta era la pequeña, era bastante silenciosa y reflexiva, mucho más que Amelia.

– Voy a intentar comprar maquinaria en Norteamérica. Los costes serán más altos, puesto que hay un océano de por medio, pero dada la situación en Alemania, creo que no tengo otra opción. Le he presentado un estudio detallado a Carranza, y está interesado. Ahora mi problema es conseguir un crédito para poder formalizar la sociedad… Creo que él me puede ayudar. Está muy bien relacionado.

– ¿Con quién? -inquirió Amelia.

– Con banqueros y políticos.

– ¿Políticos de las derechas? -insistió.

– Sí, hija, pero también tiene buenos contactos con el Partido Radical de Lerroux.

– Por eso era tan importante esta cena ¿verdad, papá? -siguió hablando Amelia-. Querías causarle buena impresión, y que viera que tenías una casa estupenda, una familia… Mamá es tan guapa y elegante…

– ¡Vamos, Amelia, no digas esas cosas! -respondió doña Teresa.

– Pero es la verdad. Cualquiera que te conozca se da cuenta de que eres una gran señora. La señora Carranza no es tan elegante como tú -insistió Amelia.

– La señora Carranza pertenece a una excelente familia. Esta noche, hablando, hemos descubierto que tenemos conocidos en común -sentenció doña Teresa.

– Su hijo Santiago es el más difícil de convencer -murmuró don Juan.

– ¿Santiago? ¿De qué quieres convencerlo?

– Trabaja con su padre, y éste le tiene mucha ley. Al parecer, Santiago es un buen economista, muy sensato, y viene aconsejando bien a su padre. Tiene dudas sobre la viabilidad del negocio; alega que la inversión es demasiado grande, él prefiere seguir comprando maquinaria en Bélgica, Francia, Inglaterra, incluso en Alemania; dice que es más seguro -explicó don Juan.

No podía verle el rostro, pero no me costó imaginar que en aquel momento Amelia estaba tomando una decisión: ser ella quien venciera las resistencias de Santiago para salvar a su familia de las dificultades económicas que afrontaban. Amelia era muy novelera, se veía a sí misma como las heroínas de las novelas que leía, y sus padres, sin saberlo, le estaban dando la ocasión de demostrarlo.

Dos semanas después, los señores de Carranza invitaron a don Juan y su familia a compartir el almuerzo del domingo en una finca que tenían en las afueras de la ciudad.

Por aquel entonces don Juan no ocultaba su nerviosismo, dado que don Manuel Carranza empezaba a darle largas en cuanto a asociarse para traer maquinaria de América. Además, la situación política se estaba complicando, España parecía ingobernable.

Amelia estuvo varios días pensando cómo iba a vestirse para la ocasión. Aquel almuerzo dominical era su gran ocasión para apretar el lazo que había colocado en el cuello de Santiago, ya que era consciente de que la invitación de los Carranza se debía al interés que ella había logrado suscitar en éste. Don Juan había comentado que, pese a las reticencias de Santiago, había sido idea de él invitarlos a compartir la jornada del domingo, insistiendo en que fuera acompañado de su encantadora familia.

Sé, porque Amelia me lo contó, que aquel día fue clave en lo que ella llamaba «mi programa de salvación».

El almuerzo se celebró sin más invitados que la familia Garayoa, es decir, don Juan y doña Teresa, Amelia y Antonietta, y desde el primer momento Santiago evidenció su interés por Amelia.

Ella desplegó todos sus ardides: indiferencia, amabilidad, sonrisas… ¡Qué sé yo! Era una gran seductora.

Aquel domingo, Santiago se enamoró de ella, y creo que ella también de Santiago. Eran jóvenes, guapos, distinguidos…

Él, que parecía que iba para solterón, sin novia formal, se había dejado prendar por una jovencita que expresaba opiniones políticas con gran desparpajo: defendía que las mujeres debían conseguir los derechos que les estaban negados; confesaba, ante el horror de su madre, que no tenía la más mínima intención de convertirse en señora de su casa, sino que, si se casaba, ayudaría en todo a su marido, además de ejercer como maestra, que decía era su vocación.

Todas estas cosas y más las fue desgranando con la gracia y simpatía que le eran naturales, y según me contó Antonietta, cuanto más hablaba Amelia, más se rendía Santiago.

Comenzaron a verse a la manera de aquella época. Él pidió permiso a don Juan para «hablar» con Amelia, y el señor se lo dio encantado.

Santiago solía venir casi todas las tardes a visitar a Amelia; los domingos salían juntos, siempre acompañados por Antonietta y por mí. Amelia le permitía que cogiera su mano y le sonreía apoyando la cabeza sobre su hombro. Santiago se derretía al mirarla. Ella tenía un pelo precioso, de un color castaño tan claro que era casi rubio, y unos ojos grandes, almendrados. Era delgada, no muy alta, pero es que por aquel entonces las mujeres no éramos altas, no es como ahora. Él sí que era alto, le sacaba por lo menos la cabeza. A su lado parecía una muñeca.

Santiago terminó sucumbiendo ante Amelia, lo que supuso la salvación de don Juan. La familia Carranza le facilitó un aval para obtener un crédito, y se asociaron con él -bien es verdad que como socios minoritarios- en la nueva empresa desde la que don Juan se proponía comprar e importar maquinaria de América. Don Juan y Santiago terminaron simpatizando, ya que el joven estaba afiliado al partido de Azaña y era un republicano convencido como mi señor.

– ¡Me caso! ¡Santiago me ha pedido que me case con él!

Recuerdo como si fuera hoy a Amelia entrando en la sala de estar donde se encontraban sus padres.

Aquel domingo yo no la había acompañado porque estaba resfriada y le había tocado a Antonietta hacer sola el papel de carabina.

Don Juan miró con sorpresa a su hija, no se esperaba que Santiago se decidiera tan pronto a pedirla en matrimonio. Apenas habían pasado seis meses desde que habían comenzado a salir; además, él tenía previsto viajar la semana siguiente a Nueva York para empezar a visitar fábricas de maquinaria.

Amelia abrazó a su madre, quien, por su expresión, no parecía satisfecha con la noticia.

– Pero niña, ¿qué locura es ésa? -expresó con desagrado doña Teresa.

– Santiago me ha dicho que él no quiere esperar más, que ya tiene edad para casarse, y está seguro de que soy la mujer que estaba esperando. Me ha preguntado que si le quiero y si estaba segura de mis sentimientos hacia él. Le he dicho que sí, y hemos decidido casarnos cuanto antes. Él se lo dirá esta noche a sus padres, y el señor Carranza te llamará para pedir mi mano. Podemos casarnos a finales de año, pues antes no nos daría tiempo a organizarlo todo. ¡Tengo tantas ganas de casarme!

Amelia parloteaba sin parar, mientras sus padres intentaban que se calmara para poder hablar con ella con cierta serenidad.

– Vamos a ver, Amelia, todavía eres una niña -protestó don Juan.

– ¡No soy una niña! Sabes que la mayoría de mis amigas o se han casado o están a punto de hacerlo. ¿Qué pasa, papá? Creía que estabas contento de mi noviazgo con Santiago…

– Y lo estoy, no tengo quejas de la familia Carranza, y Santiago me parece un joven cabal, pero sólo hace unos meses que os conocéis y hablar de boda me parece algo precipitado, aún no sabéis el uno del otro lo suficiente.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Dime quién soy»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Dime quién soy» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Dime quién soy»

Обсуждение, отзывы о книге «Dime quién soy» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x