– Muy bien, ¿quién ha traído este aborto?
Es mi ensalada de tres legumbres.
Y Mona dice:
– Por favor, Ostra, no.
Y sosteniendo el cartón de comida a domicilio por su pequeña asa de alambre, sosteniendo el asa con solamente dos dedos, Ostra dice:
– «Sin carne» quiere decir que no hay carne. Ahora confesad. ¿Quién ha traído esto?
El pelo de su sobaco bajo su brazo levantado es de color naranja vivo. También lo es el resto de su vello corporal, el de abajo.
Yo digo que solamente es ensalada de tres legumbres.
– ¿Con qué? -dice Ostra, sacudiendo el cartón.
Con nada.
La habitación está tan en silencio que se oye la batalla de Gettysburg en el apartamento de al lado. Se oye la guitarra de la canción folk de alguien deprimido en el apartamento de arriba. Un actor grita y un león ruge y las bombas caen silbando del cielo.
– Con salsa Worcestershire de aderezo -dice Ostra-. Eso quiere decir anchoas. Eso quiere decir carne. Eso quiere decir crueldad y muerte. -Sostiene el cartón con una mano, lo señala con la otra y dice-: Esto se va al retrete, que es donde tiene que ir.
Y yo cuento siete, cuento ocho…
Gorrión está repartiendo a todo el mundo piedrecitas redondas que saca de una cesta que tiene en la mano. Me da una. Es gris y está fría, y dice:
– Sostén esto y ajústate a la vibración de su energía. Esto nos pondrá a todos en la misma vibración para el ritual.
Se oye a alguien tirando de la cadena.
El loro sobre el hombro de Tejón no para de retorcer la cabeza y de arrancarse plumas verdes con el pico. Luego echa la cabeza para atrás y se traga las plumas con bocados convulsos y parecidos a latigazos. Allí donde faltan las plumas arrancadas, la piel parece irritada y con cicatrices. El tipo, Tejón, lleva una toalla doblada sobre el hombro para que el loro se agarre, y la parte de atrás de la toalla está toda llena de mierda de pájaro amarillenta. El loro arranca otra pluma y se la come.
Gorrión le da otra piedra a Helen, y ella se la mete en el bolso de color azul pálido.
Le cojo el vaso de vino y doy un sorbo. En el periódico de hoy dice que el hombre del ascensor, el hombre que quise que se muriera, tenía tres hijos, el mayor de seis años. El poli al que maté estaba manteniendo a sus padres para que no acabaran en una clínica. El y su mujer tenían hijos de acogida. Él era entrenador de la liga escolar y de fútbol. La mujer del walkie-talkie estaba embarazada de dos semanas.
Bebo más vino. Sabe a pintalabios rosa.
En el periódico de hoy hay un anuncio que dice:
atención, propietarios de porcelana dorsett
El anuncio dice:
«Si siente náuseas o pierde el control de sus intestinos después de comer, por favor, llame al siguiente número».
Ostra me dice:
– Zarzamora cree que usted mató a la doctora Sara, pero yo creo que usted no tiene ni puta idea.
Mona intenta poner otro sacrificio en la repisa y Helen le quita el vaso de las manos.
Ostra me dice:
– El único poder sobre la vida y la muerte que tiene usted lo tiene cada vez que pide una hamburguesa en McDonald’s. -Con la cara pegada a mi cara, me dice-: Usted paga su dinero inmundo y en alguna otra parte el hacha cae.
Y yo cuento nueve, cuento diez…
Gorrión me enseña un grueso manual abierto en sus manos. Dentro hay dibujos de varas y ollas de hierro. Hay dibujos de campanas y de cristales de cuarzo, todo en distintos colores y tamaños. Hay cuchillos con los mangos negros llamados athame. Gorrión dice que esto rima con «mátame». Me enseña dibujos de hierbas, atadas en manojos para que uno pueda usarlas para asperger agua purificadora. Me enseña amuletos, pulimentados para reflejar la energía negativa. Un cuchillo ritual con el mango blanco se llama bolline.
Sus pechos descansan sobre el catálogo abierto, cubriendo la mitad de ambas páginas.
De pie a mi lado, con los músculos hinchándose en su cuello, con los dos puños cerrados, Ostra dice:
– ¿Sabe por qué la mayoría de los supervivientes del Holocausto son vegetarianos estrictos? Porque conocen la sensación de ser tratados como animales.
Con el calor corporal emanando en su dirección, dice:
– ¿Sabe que en la producción de huevos todos los pollos machos son molidos vivos y usados como fertilizantes?
Gorrión hojea su catálogo y señala algo, diciendo:
– Si echa un vistazo, verá que ofrecemos los mejores precios en artefactos rituales en la gama de precios medios.
El siguiente sacrificio a la Diosa me lo bebo yo.
El siguiente lo engulle Helen.
Ostra da vueltas por la habitación. Vuelve para decirme:
– ¿Sabía que la mayoría de los cerdos no se desangran en los primeros segundos de ahogarse en agua hirviendo a ciento cuarenta grados?
El sacrificio de después me lo tomo yo. El vino sabe a incienso de jazmín. El vino sabe a sangre de animal.
Helen se lleva el vaso vacío de vino a la cocina, y hay un destello de luz de verdad cuando abre la nevera y saca una jarra de vino tinto.
Y Ostra me clava la barbilla en el hombro desde detrás y dice:
– La mayoría de las vacas no se mueren de inmediato. -Y dice-: Les ponen un lazo alrededor del cuello y las arrastran gritando por todo el matadero, cortándoles las patas delanteras y traseras mientras todavía viven.
Detrás de él hay una chica desnuda llamada Estrella de Mar, que abre un teléfono móvil y dice:
– Despacho de abogados Dooley, Donner y Dunne. -Y dice-: Dígame, ¿de qué color es su hongo?
Tejón sale del baño, agachándose para coger a su loro a través del umbral, con una hoja de papel pegada a la raja del culo. Desnudo, su piel parece irritada y con cicatrices. No quiero saber si tiene al pájaro posado en el hombro cuando está sentado en la taza.
Y al otro lado de la sala está Mona.
Zarzamora.
Se está riendo con Madreselva. Se ha recogido las rastas rojas y negras en un montón con solamente su carita asomando por debajo. En los dedos lleva anillos con joyas enormes con cristales rojos. Alrededor del cuello, la alfombra de cadenas plateadas termina en un montón de amuletos y colgantes y talismanes sobre sus pechos. Bisutería. Una niña jugando a disfrazarse. Descalza.
Tiene la edad que tendría mi hija, si yo todavía tuviera una hija.
Helen entra dando tumbos en la sala. Se moja los dedos con la lengua y va por la sala, usando los dedos húmedos para apagar los conos de incienso. Apoya la espalda en la repisa de la chimenea y se lleva el vaso de vino a la boca de color rosa. Mira la sala por encima del vaso. Mira cómo Ostra da vueltas a mi alrededor.
Tiene la edad que tendría su hijo Patrick.
Helen tiene la edad que tendría mi mujer si yo todavía tuviera una mujer.
Ostra es el hijo que ella tendría si tuviera un hijo.
Hablando hipotéticamente, por supuesto.
Esta sería la vida que yo tendría si tuviera una vida. Mi esposa distante y borracha. Mi hija explorando alguna secta de chiflados. Avergonzados de nosotros, de sus padres. Su novio sería este gilipollas hippy, intentando iniciar una pelea conmigo, con su padre.
Y tal vez se pueda retroceder en el tiempo.
Tal vez se pueda resucitar a los muertos. A todos los muertos, los del pasado y los del presente.
Tal vez esta sea mi segunda oportunidad. Esta es exactamente la forma en que mi vida podría haber sido.
Helen, vestida con su abrigo de chinchilla, está mirando cómo el loro se come a sí mismo. Está mirando a Ostra.
Y Mona está gritando:
– Todo el mundo, todo el mundo. -Está diciendo-: Es hora de empezar la invocación. Así que si podemos crear el espacio sagrado, podemos empezar ya.
En el apartamento de al lado, los veteranos de la guerra civil vuelven cojeando a casa al son de una música triste y de la reconstrucción.
Читать дальше