Array Array - Atlas de geografía humana
Здесь есть возможность читать онлайн «Array Array - Atlas de geografía humana» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на русском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Atlas de geografía humana
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Atlas de geografía humana: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Atlas de geografía humana»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Atlas de geografía humana — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Atlas de geografía humana», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Ella insistió con ojos turbios.
—¿Por qué?
—Porque no. No me apetece, no me interesa, no me da la gana de vivir con Félix. No le quiero, no me gusta, no es mi tipo. Se acabó.
—Pues al principio, bien que chillabas… —la corté en seco para ahorrarme la descripción exacta de aquellos chillidos. Demasiado bien me acordaba yo de lo que chillaba entonces.
—Al principio era al principio. Ahora es ahora. Y en medio caben veinte años, más o menos.
—Pero él siempre te ha querido, Ana Luisa…
—¿Siempre? ¿Cuándo? —chillé, lamentando por enésima vez la genial intuición que había impulsado a Félix, que siempre la había odiado, a buscar el apoyo de mi madre, que antes le correspondía puntualmente, cuando decidió que no quería envejecer solo y que, en consecuencia, ya era hora de que alguien me cogiera de la mano para devolverme a mi único y verdadero hogar—. ¿Cuando se llevaba admiradoras a la cama en mi propia casa, me quería? ¿Cuando me mandaba callar en las fiestas disculpándose porque su mujer era una pobre españolita ignorante, me quería? ¿Cuando se gastaba un pastón en meterse de todo y luego dormía la borrachera durante el día entero mientras yo me ocupaba de la casa, y del estudio, y de la niña, porque él no pensaba contribuir con su dinero a la explotación que significa el servicio doméstico, me quería? ¿Cuando me pedía que hiciera una cena especial porque iba a venir gente importante y luego me decía que había pensado que era mejor que no me sentara a la mesa porque Amanda nos interrumpiría sin parar y lo echaría todo a perder, me quería? Muy bien, pues si eso es lo que él entiende por amor, que se lo meta con mucho cuidado por el culo.
—¡Ana! —mi madre estaba a punto de llorar.
—¿Qué? —yo, en cambio, me había puesto tan furiosa como siempre que me obligaba a hablar de ese tema.
—¡No hables así!
Respiré profundamente un par de veces para imponerme al menos una apariencia de tranquilidad.
—Perdona, mamá.
—No te entiendo, hija, tanto rencor… —y por fin explotó en un llanto que yo comprendía tan mal como ella decía entender mi vida, o peor aún—. ¿Adonde te lleva el rencor? ¿Adonde vas con esa dignidad de la que tanto cacareas? Todos cometemos errores, y Félix se ha equivocado muchas veces, muchísimas, eso es cierto y él es el primero en reconocerlo, pero está arrepentido, y yo creo que es sincero, y te quiere, en serio… ¿Te mentiría yo en algo así? Yo lo único que quiero es tu bien, hija, y la verdad… Mírate, Ana Luisa, mira a tu alrededor… Eres tan guapa, y tan joven todavía… ¿Y qué? Pues nada. Nada… ¿Cuánto tiempo llevas viviendo así? ¿Diez años, once…? Pasándolo mal sin necesidad, sin aceptarla ayuda de nadie…
—No seas tramposa, mamá —nunca me perdonaría que me negara a vivir a su costa cuando regresé a Madrid, e incluso después de haber aceptado la vajilla de la Cartuja, y la cristalería tallada, y el abrigo de cuero con el que tuvo que conformarse cuando la convencí de que jamás consentiría que me regalara un visón, sé que para ella siempre seré una ingrata—. Sabes de sobra que hace ya
mucho tiempo que no necesito ninguna ayuda.
—Económica quizás no, pero… Ana Luisa, hija, ¿tú te das cuenta de la vida que llevas, de la cantidad de años que hace que estás sola? Sola porque eres una cabezona, una orgullosa, y… hasta una soberbia, hija mía, perdona que te lo diga, que no se puede ir por el mundo así, de Escarlata O'Hará… —no tenía ninguna gana de reírme, pero fui incapaz de controlar una mínima carcajada con la que celebrar aquella ironía, el reproche que me dirigía la única Escarlata genuina que he conocido en mi vida—. ¡Sí, ríete! Ríete, anda… Que el panorama que tienes por delante es como para morirse de risa…
—Si no me río» mamá, es que… —entonces mis labios empezaron a temblar sin haber tenido el detalle de avisarme previamente y, como si quisieran certificar mi última afirmación, mis ojos se sumergieron de repente en un pantano de llanto, y acabamos como siempre, el centollo desperdiciado y las dos tiradas en el sofá del salón, ella llorando por mí y yo también, ella queriéndome sin condiciones aunque no me comprendiera en absoluto, y yo preguntándome cómo era posible aquel fenómeno, tanto amor sin un solo gramo de conocimiento.
Aunque mi madre también estuviera formalmente separada, no teníamos apenas experiencias comunes. Cuando los enrevesados cálculos de quien a la sazón era ya mi cuñado Miguel Ángel cuajaron por fin en una serie de espectaculares operaciones inmobiliarias y mi padre, definitivamente bendecido por la fortuna, dio por fin el paso con el que ella le llevaba amenazando desde que tengo memoria, su nuevo estado, lejos de acercarla a mis posiciones, la distanció todavía más. Ella se tomó la separación como una especie de largas y merecidas vacaciones, y si se empeñó con pasión, a partir de entonces, en hacer, más que lo que siempre había deseado, todo lo que a mi padre le había molestado siempre, nunca asumió que se tratara de una situación definitiva ni, muchísimo menos, irreversible. Él se esforzó más por guardar las formas, y salía de vez en cuando con alguna señora bastante más joven, pero seguía llamando a su ex mujer por teléfono a todas horas para consultarle cualquier cosa, y la invitaba a cenar con las excusas más tontas, y estoy segura de que se acostaban juntos, así que, de todas formas, seguían viviendo el uno para el otro y yo, sin saber muy bien cómo, seguía estando exactamente en medio, como la pieza suelta que no encaja en un rompecabezas donde ya no se ven otros huecos.
Lo que ocurrió en realidad puede resumirse en unas pocas palabras: lo intenté, pero no salió. Algunos eran demasiado tontos, otros eran demasiado listos, unos pocos estaban bien, dos o tres hasta muy bien, pero no les excitaba la idea de irse de vacaciones con una niña de otro, o se habían forjado una idea más sencilla de lo que iba a ser su vida, o conocieron a alguien que les gustó más, o Dios sabrá qué cono pasó, pero no llamaron la cuarta o la quinta vez que prometieron hacerlo. A los demás, yo misma me los fui quitando de encima en el momento exacto en el que sentía que hasta las ilusiones más endebles me abandonaban con la implacable, rigurosa disciplina que organiza a las burbujas para ayudarlas a escapar a toda prisa por el cuello de una botella de champán, después de un taponazo inapelable. Tapones hubo muchos, de variadas formas y colores, a veces una frase, y otras un determinado tipo de silencio, opiniones que me daban asco, opiniones que me daban miedo, opiniones que me traían absolutamente sin cuidado, detalles sin importancia o, algunos, muy importantes, pieles que me repelían, polvos aburridos, voluntariosos o estúpidos, amantes tan jactanciosos, tan satisfechos de sí mismos y de sus sofisticadas y prodigiosas técnicas, que daban primero risa y luego como una especie de pena universal, lástima por el pobre destino de esta Humanidad a la que, al fin y al cabo, todos pertenecemos, entonces escuchaba el taponazo, ¡pum!, a menudo hasta en la primera cita, cuando aún no estaban claras ni sus intenciones ni las mías, ¡pum!, pero los tapones no perdonan, y el de la esperanza saltaba en mi interior sin previo aviso para liberar un millón de burbujas puntiagudas, esponjosas, frenéticas, partículas de una repentina conciencia gaseosa que despejaba mis ojos y aceleraba mis pasos para susurrar en mi oído una verdad que llegaría a hacerse tremendamente desagradable, éste tampoco, qué le vamos a hacer… Mientras amontonaba sus nombres, sus rostros, sus cuerpos progresivamente borrosos, finalmente idénticos entre sí, en una región lateral de mi memoria, registraba también el carácter de
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Atlas de geografía humana»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Atlas de geografía humana» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Atlas de geografía humana» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.