Array Array - Atlas de geografía humana

Здесь есть возможность читать онлайн «Array Array - Atlas de geografía humana» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на русском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Atlas de geografía humana: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Atlas de geografía humana»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Atlas de geografía humana — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Atlas de geografía humana», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—El fotógrafo se llama Nacho Huertas —me había anunciado Ana un par de semanas antes, en sus labios una sonrisa demasiado amplia para ser inocente, cuando volvimos a la editorial, después de comer—.

Es muy bueno. Y además lo está. Alto, rubio, con espaldas lo suficientemente anchas para cargar con tanto equipo…

—¡Uy, uy, uy! —Marisa empezó a reírse enarcando las cejas como señal de alarma, uno de sus gestos más infantiles. Normalmente, esa risita me ponía nerviosa, pero aquella tarde provocó mi propia risa, porque habían caído dos botellas de vino a cuenta de las judías blancas con perdiz que ofrece el Mesón de Antoñita todos los jueves, y las cuatro estábamos algo más que contentas.

—Ten cuidado —Ana levantó en el aire un dedo blando, amable casi cómico—, que tiene mucho peligro…

—¡Uy, uy, uy, uy!

—… luego no digas que no te lo advertí.

—¡Uuuuy!

—¡Venga ya! —protesté, mientras ellas dos se doblaban de risa en medio del pasillo, y Fran soplaba con los labios fruncidos para reclamar un poco de seriedad.

—¡Oye —Marisa inclinó la cabeza para ser vista—, cuando sobre otro billete, m–me voy yo, que soy la–a más necesitada! —y hasta Fran se rió después de eso.

Pero cuando subí al avión, camino de Zurich y de los orígenes de toda confusión, ya no me acordaba de las advertencias de Ana, la inminencia de ese peligro que nunca llegué a tomarme en serio. La bolsa del duty–free de Barajas que no quise colocar en el maletero estaba repleta de cosméticos y cremas en general, a un precio que justificaba de sobra el sacrificio de media hora de sueño, y el tiempo que no invertí en cobrármela, se me pasó abriendo cajas, levantando tapas, comparando olores, y leyendo en sucesivos prospectos lo estupenda que me iba a poner en un par de meses. Disfruté mucho, porque aquella práctica aún me parecía una perversión, de tan reciente. Acababa de cumplir treinta y cuatro años, y al desnudarme, cada noche, podía contarlos en los recodos de mi cuerpo, aunque vestida, todavía hoy, con tres más, puedo aparentar ocho o diez menos. Quizás por eso, Ignacio nunca entendió lo que debía de considerar, para sus adentros, una

afición demasiado cara para ser inútil. Total, él podía seguir exhibiéndome en público delante de sus amigos, igual que antes.

Me di cuenta enseguida, quizás la primera noche que salimos juntos. Él me miraba con ojos golositos desde que se tropezó con nosotros en casa de sus padres, cuando abrió la puerta de su antigua habitación con tanto ímpetu que desequilibró los platillos de la batería, y empezó a regañar a su hermano Enrique, nuestro bajista, le armó una bronca descomunal, pero de tanto en tanto, entre grito y grito, me miraba, yo me di cuenta, y me pareció un gilipollas, porque si él ya no vivía allí, qué más le daba que ensayáramos en aquel cuarto. A Domingo, el guitarrista acústico, ya le habían sugerido en su casa que nos largáramos del garaje, que estaba justo debajo del salón, y el piso de Enrique era tan grande, casi doscientos metros en San Francisco de Sales, que no molestábamos a nadie, y si sus padres no decían nada, quién era él para liarse a chillidos con su hermano, así que me pareció un gilipollas, pero un gilipollas que estaba francamente bueno, la verdad, por eso me gustó mucho volver a verle tan pronto. Una semana después, apareció por el ensayo con dos amigos y estuvo muy simpático con todo el mundo, y conmigo mucho más, y ya no recuerdo exactamente por dónde empezó, pero estaba muy claro que había venido, más que a ligar, a que sus amigos vieran cómo ligaba. Era todo muy descarado, aunque la verdad es que su actitud no me impresionó tanto porque yo, en aquella época, ligaba muchísimo, estaba casi acostumbrada a gustar a los tíos antes de que me los presentaran, y procuraba sobrellevar mi éxito con desenvoltura. La experiencia me ayudó a conservar la calma mientras se acercaba, mientras me hablaba, y luego en la calle, camino de la cervecería donde, cada jueves, era difícil precisar si nos reuníamos para celebrar, o para lamentar, el ensayo que acababa de terminar, pero empezaron a caer cañas, cañas, y más cañas, litros enteros de cerveza, y el grupo homogéneo que habíamos formado frente a la barra, se disgregó lentamente en unidades más pequeñas, mis músicos hablando por parejas, entre sí, Ignacio conmigo y con uno de sus amigos, y en algún momento me di cuenta, sus ojos relucían, ardían en una llama anaranjada y tibia, tejida con el denso calor del deseo y un hilo muy frío, muy fino, guía de la astucia y del cálculo, y yo enloquecí a la sombra de aquella luz, perdí el control, y la cabeza, y la razón, y a cambio gané un futuro como jamás lo había imaginado.

Aquella mirada resultó una recompensa demasiado frágil para mi locura, porque se desgastó pronto y sin prever su propia decadencia, como un viejo neón intermitente que, al apagarse, decidiera escatimarle a la luz una fracción de segundo, cada segundo, hasta quebrar por fin el armonioso ritmo de su naturaleza y encenderse sólo de vez en cuando, caprichosa, inexplicablemente, amenazando siempre con morir del todo, y entonces empecé a preguntarme si Ignacio, que al cabo de una transición tan suave e indolora como el sueño, había dejado de ser un amante casi perfecto para convertirse en el padre de mis hijos, había sido alguna vez un marido para mí. Te quiero más que a mi vida, dice la canción, y a mí me cuesta tanto pensar que voy a morirme sin habérselo dicho jamás a nadie que, a veces, cuando estoy con más de dos copas, en una fiesta, o en una cena, todavía me emociono un poco al intuir el chispazo, la palanca de un interruptor invisible cambiando trabajosamente de posición, y un pálido reflejo de la luz de antes en unos ojos más viejos, más cansados, que sólo se alimentan ya del deseo de los otros. Y los otros, sus amigos, los míos, los novios y maridos de sus amigas y mis amigas, todos los hombres con los que nos tropezamos cuando vamos juntos a alguna parte, jamás me miran cuando estoy desnuda. Ignacio tampoco, porque el exhibidor satisfecho de sí mismo y del material de su exhibición que, en la madrugada que sucede a algunas noches cada vez. más largas, cada vez más raras, me arrastra hasta la cama para desplomarse encima de mí con una avidez tan precaria e instantánea que jamás puede ser aplazada, no tiene tiempo ni margen para mirarme. No se lo reprocho. La única diferencia entre nosotros consiste en que él parece satisfecho de su destino y yo no lo estoy, y por eso, supongo, él ambiciona amantes jóvenes y deliciosas que no le compliquen la vida y yo, en cambio, aspiro a un–hombre–de–verdad que me la complique irreparablemente y para siempre, aun a costa de que mi vida pueda parecer, desde fuera, una febril, patética carrera en pos del adulterio. Pero estoy casi segura de que él ni siquiera sospecha esto último, y por eso no comprende que me gaste tanto dinero

en cremas.

Nacho Huertas, un mutante voluble e indeciso, aunque irreprochablemente camuflado en un auténtico cuerpo humano, no resultó ser un hombre de verdad, pero lo cierto es que, como Clark Kent, lo aparentaba, y aunque no sabía volar, supo mirarme. Sin embargo, yo no había contado en ningún momento con él, a pesar de las advertencias de Ana, y puede que esta imprevisión también tuviera algo que ver con lo que pasó en Lucerna, o con lo que me pasó a mí, después de Lucerna, porque estaba tan acostumbrada a calcular, siempre fatal, las posibilidades de los pocos tíos brillantes que se cruzaban en mi camino, que Nacho me pareció una señal, un regalo del destino, una razonable encarnación de lo definitivo. Me había repetido a mí misma, miles de veces, que ésa no era manera de arreglar mis problemas, para explicarme a continuación, con más o menos energía, que ni mis problemas eran tan graves ni existía solución alguna para terminar con ellos, pero no tenía fuerzas para renunciar a mis propias fantasías, parecía tan fácil, enamorar otra vez, enamorarse otra vez y tirar de la manta, acabar con la vida gris, con el despilfarro de los años, con la nostalgia de tantas cosas que no he poseído jamás. Otras mujeres sueñan con cambiar de barrio, con un ascenso de su marido, con empotrar los armarios, con tener un hijo, o con ver a alguno de los que ya tienen con uniforme de general, o de ministro, o de diplomático. Me dan mucha envidia. Yo sólo quiero flotar, y por más que esté dispuesta a retorcerle el cuello al azar para conseguirlo, nadie parece dispuesto a pasarme la receta.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Atlas de geografía humana»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Atlas de geografía humana» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Atlas de geografía humana»

Обсуждение, отзывы о книге «Atlas de geografía humana» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x