Array Array - Atlas de geografía humana
Здесь есть возможность читать онлайн «Array Array - Atlas de geografía humana» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на русском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Atlas de geografía humana
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Atlas de geografía humana: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Atlas de geografía humana»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Atlas de geografía humana — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Atlas de geografía humana», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
—No estoy dispuesta a dar un solo paso más hasta que me cuentes qué ha pasado.
—Eso deberías contármelo tú a mí.
—Ya me gustaría, pero no tengo ni idea.
—¿No? Entonces es que debe ser un hobby.
—¿Qué?
—Lanzarte a los brazos del primer gilipollas que sale del metro.
—¡Oye! —sonreí, pero él no me siguió, parecía enfadado de verdad—. Yo no me he lanzado a los brazos de nadie.
—No poco.
—Ni poco ni mucho —aflojé las manos de puro placer—. Ha sido exactamente al revés. Yo no he tenido nada que ver. Este tío siempre es así de pegajoso, ¿qué quieres?, en la editorial lo llaman Mimosín, así que…
—No lo sabía. No me lo has presentado.
—¡Claro que te lo he presentado! Te he dicho que era fotógrafo y que se llama Juan Carlos… — de repente me pareció tan ridículo seguir con esa clase de explicaciones, que le cogí del brazo y crucé la calle con él—. ¡Qué tonto eres, Javier!
—¡ Ah! Ahora encima soy tonto.
—Pues sí, tonto perdido… Porque parece mentira que a estas alturas no te hayas dado cuenta todavía de que yo ni siquiera busco poseerte —paré en seco y le abracé, para que no se me escapara—. Lo único que yo quiero es pertenecerte.
Esto sí lo entendió. Entonces fue él quien me miró a los ojos, él quien me abrazó hasta hacerme daño, y me besó en la boca, y mantuvo después mi cabeza pegada a la suya con la mano derecha, la izquierda firme alrededor de mi cintura, durante mucho tiempo.
Aquellas manos no me abandonaron en toda la noche, me mantuvieron sujeta a su recuerdo mientras hacía mi equipaje, y el de Amanda, mientras dormía plácidamente y aun después, porque no cedieron ni un milímetro mientras me despedía de mi hija en el portal de mi casa, me acompañaron siempre en el desordenado bullicio de la última mañana de trabajo, y se hicieron más intensas, más apremiantes, más firmes todavía, durante la comida anual de despedida que Fran solía ofrecer a todos los equipos de su departamento, el último obstáculo, una cita de la que me zafé lo antes posible sin esperar siquiera al café. Rosa se me unió en el último momento, cuando ya me despedía desde la puerta del Mesón de Antoñita con un beso colectivo.
—¿Vas a tu casa? —me preguntó—. Déjame en el metro de Avenida de América, anda, que he pagado todas mis deudas y me acabo de dar cuenta de que me he quedado sin un duro…
Cuando estábamos ya instaladas en el taxi, y en el colosal atasco que suele rematar las comidas
de empresa en el último día de trabajo, apoyó el codo en el filo de la ventanilla abierta, dejó caer la cabeza en la palma de su mano izquierda, se volvió hacia mí y resopló como si estuviera muy cansada.
—¡Qué asco, tía! Te juro que no me apetece nada irme de vacaciones este año… Y eso que estoy agotada, no creas…
—¿Os vais a Cercedilla?
—Claro, esta misma tarde, a casa de mi suegra, un plan apasionante… ¿Y tú? ¿Qué vas a hacer?
—Irme el martes a Fuengirola, al chalet de mis padres, con Amanda, mis dos hermanas, mis dos cuñados y mis cinco sobrinos. Tampoco está mal.
—¿Pero tus padres no estaban separados?
—Sí, pero como se gastaron una millonada en hacerse una especie de palacio en una urbanización de lujo, y ninguno de los dos está dispuesto a desprenderse de ella, y a los dos les encanta la Costa del Sol y hacerse la vida imposible mutuamente, pues veraneamos todos juntos. Es todo igual que antes salvo que ahora mi padre duerme en el cuarto de mi hermano Antonio, que afortunadamente tiene los mismos metros que el antiguo dormitorio conyugal, porque si no, habrían tenido que hacer una reforma. Como todavía sobran cuatro o cinco cuartos más, si
Antonio tiene la debilidad de aparecer, que no la tendrá, se puede instalar en el que más le guste…
—Ya… ¿Y Javier?
—Se va a Santander.
—¡Joder! —se rió—. Porque no hay nada que esté más lejos —no quise hacer ningún comentario y se recompuso rápidamente—. Y se va con toda su familia.
—Sí —no pude evitar fastidiarla un poco a cuenta de la distancia Norte–Sur—. Se va también el martes… Ellos ya llevan quince días allí.
—¿Y cómo lo llevas?
—Bien —la miré y encontré una mueca escéptica que a pesar de todo me pareció razonable, y por eso insistí, hablando también para mí misma—. Lo llevo bien. Todavía bien. En serio…
La verdad es que no sabía muy bien cómo lo llevaba, porque procuraba no pensar en ello, vivir en un trapecio, balanceándome alegremente justo encima de la realidad. Analizaba con un cuidado infinito y una paciencia que jamás habría creído ser capaz de reunir, cada una de las palabras de Javier, cada una de sus reacciones, de sus gestos, buscando cualquier indicio que me permitiera adivinar qué sentía él, qué intenciones tenía, qué pensaba hacer conmigo, pero todavía no me había atrevido a afrontar nunca la posibilidad de que nuestra historia se estancara mientras el tiempo siguiera pasando, quizás porque me sentía sin fuerzas para imaginarlo siquiera. Tampoco me había atrevido todavía a pensar nunca lo que le dije a Rosa a continuación, y sin embargo mientras hablaba me di cuenta de que lo creía de verdad, y me alegré infinitamente de escucharlo.
—Yo creo que está colgado de mí, ¿sabes? Prefiero no darle muchas vueltas pero estoy casi segura de que sí, y él no me parece el tipo de tío… —capaz de llevar indefinidamente una doble vida, iba a decir, pero en ese punto se quebraron a la vez mi voz y mi valor—. Bueno… No te lo vas a creer pero anoche nos encontramos con Juan Carlos Prat por la calle, que ya sabes cómo es de besucón, y le dio un ataque de celos…
—¿Celos de Mimosín? —asentí con la cabeza y se echó a reír—. ¡Pues ya son ganas de tener celos! —marcó una pausa antes de hacerme la pregunta que esperaba desde el principio de aquella conversación—. ¿Y qué crees que va a pasar?
—¿Al final…? Pues no lo sé. Pero, de momento, de lo único de lo que estoy absolutamente segura es de que yo estoy muy colgada de él, pero colgadísima, en serio, es que no puedo estar más colgada… Lo único que me importa ahora es que esto no se acabe, así que no le presiono. Nunca hablamos de ese tema.
—Ya… —me dio la razón con la cabeza antes de ofrecerme una versión ligera, pero no por eso menos sobada, del monótono discurso con el que todo el mundo parecía empeñado en machacarme
a todas horas durante los últimos tiempos—. Es que los hombres son muy cobardes.
—Eso es lo mismo que decir que los hombres son mancos, Rosa… Los habrá mancos, y los habrá con brazos.
—Bueno, bueno… Yo no digo nada.
Y efectivamente no volvió a abrir la boca hasta que el taxi paró al lado de la boca del metro, un par de minutos después.
—Cuídate —me recomendó, después de despedirse de mí.
—Lo haré —la prometí, diciendo adiós con la mano.
Cuatro días después, instalada en el Talgo que, más que avanzar, me alejaba sin piedad de un coche rojo que circulaba al mismo tiempo en una dirección casi matemáticamente opuesta, me dije que desde luego aquél no era un mal propósito, sobre todo porque apenas podía hacer otra cosa que cuidarme durante la implacable estación que estaba a punto de comenzar. Pero comer bien, dormir mucho, nadar en el mar, tomar el sol, pasear sin rumbo fijo todas las tardes, leer durante horas enteras y asistir cada noche al cine de verano, actividades que habrían sido suficientes para elaborar una definición personal del placer en cualquier otra época de mi vida, se convirtieron en una especie de intolerable obligación durante los días de plomo que habría preferido pasar en balde, sin hacer nada, sentada simplemente al lado del teléfono, en una casa que siempre me había encantado y ahora me parecía una especie de cárcel, y en un lugar demasiado parecido a un jardín para caber tan exactamente en el perfil del asolado desierto que castigaba mis ojos. Estaba tan ausente de mí misma, del espacio y del lugar que ocupaba mi cuerpo, que ni siquiera pasé calor, como si el aire tórrido, pero necesariamente respirable, de aquellas largas siestas de julio, se hubiera convertido en la contraseña de un tiempo preciso que ningún termómetro me ayudaría a recuperar. Entonces, por primera vez tuve miedo, miedo de que aquellas vacaciones no se terminaran nunca, de que aquella aterradora variante de la inexistencia marcara la pauta del resto de mi no vida, de que mi mirada se anclara para siempre en la estrecha gama de grises que contemplaba, como si un mundo enfermo hubiera perdido de golpe el color, el brillo, el volumen, que sólo retornaban, misteriosamente rabiosos, vivos, resplandecientes, cuando el teléfono sonaba en las horas justas, las doce y media de la mañana, las cuatro y media, las siete y media de la tarde.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Atlas de geografía humana»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Atlas de geografía humana» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Atlas de geografía humana» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.