Distraer a la población. Un alud de noticias chocantes publicadas a diario en Amanecer y que repetía la emisora de radio, cuyo locutor era un tal Cuevas, de voz agradable y modulada a la perfección. Cuevas había recibido, en Barcelona, lecciones de Marcos Redondo, quien le enseñó a impostar la voz. "No hace falta que grites. Si la voz te sale de abajo, de la zona del estómago y sabes respirar, se te oirá desde el fondo de cualquier local".
Una de las noticias fue que en los Estados Unidos se había vendido por 50.000 dólares una corbata de Frank Sinatra, y más dinero aún por otra prenda más íntima. El comentario fue: "Cuánto valdrían unos calzoncillos de Churchill?". Centenario del artista Gayarre. Actuaría la Cobla Gerona en el teatro Municipal, tocando "sardanas de concierto". El director, Quintana, que había compuesto tantas piezas, revivió. Le tenían olvidado y de ello culpaba al camarada Montaraz, quien al parecer ahora quería desquitarse. Después de la Cobla Gerona debutaron los cuatro hijos pequeños del doctor Andújar, tocando al violín y a la flauta melodías facilonas de Chopin. Solita, la enfermera del doctor Andújar, aplaudió a rabiar, y Chelo Rosselló y Gracia Andújar, en nombre de la Sección Femenina, subieron al escenario a entregar a los solistas sendos ramos de rosas.
Organización de una corrida de toros en Figueras -facilidades para el desplazamiento-, con los diestros Ortega, Manolete y Dominguín. La plaza se llenó hasta la bandera y se vieron algunos sombreros de paja. Ah, sí, el aspecto externo de una parte de la población civil había mejorado. Manolete se llevó varias orejas y rabos, aunque se rumoreó por los tendidos que pronto le llegaría, procedente de Méjico, un competidor serio: Manuel Arruza. El camarada Montaraz disfrutó de lo lindo. La Fiesta Nacional era una de las mayores frustraciones de su estancia en Gerona. "Un par de corridas al año y casi nunca con diestros de categoría". Ignacio, que no quiso desplazarse a Figueras, le impugnó esta afición. "Una salvajada. Mientras haya corridas de toros habrá guerras civiles". "Y las riñas de gallos, pues? -le objetó el gobernador-. Y las célebres cacerías organizadas por la aristocracia inglesa?". "Otra salvajada, lo admito -aceptó Ignacio-. Pero por lo menos no hay un gentío exaltándose a la vista de la sangre".
Otra noticia regocijante, que Mateo no hubiera querido publicar: en Suiza se descubrió un analfabeto, labriego de dieciocho años. El hallazgo causó estupor en todo el país y alguna agencia de viajes quería organizar viajes para visitar al muchacho. El camarada Montaraz, tal vez por su afición a los relojes, era un enamorado de Suiza, siempre "neutral" y prosperando sin cesar. Mateo le objetó al gobernador que en España causaría estupor lo contrario: el hallazgo de un ciudadano que supiera leer y escribir.
Los contertulios del café Nacional protestaron. Aquélla era una vil copia de las reuniones que ellos tenían cada sábado con aportaciones de anecdotario nacional.
– A veces me pregunto si el gobernador no será tonto de capirote… -opinaba Galindo-. A lo mejor se cree que con estas noticias la gente comerá.
Matías colocaba sobre la mesa el seis doble.
– Aunque no te lo creas, sabe adonde va. Distraer a la gente. Lo consigue. La gente quiere divertirse y bailar blues, congas y todo eso… Y hacer el amor. Pregúntale a la Andaluza y verás.
– Sin ir más lejos -terciaba Grote-, en la hoja parroquial del domingo pasado se habla de una pareja que fue descubierta copulando en el matadero Municipal. Un pueblo que copula en el matadero no puede morir.
– Ya no le tienen miedo ni a la sífilis, fijaos bien. Los laboratorios del doctor Esteve la cura con anido-suefol o algo así…
– Bueno! Los hay que se frotan todo el cuerpo con zotal o perganmanato, no sé…
– De acuerdo. Pero Moncho, según noticias, se frota con limones y parece que no le va del todo mal…
– Ésa es otra cuestión -terció Matías, colocando el cero doble-. No me toquéis a Moncho, que es como si mentarais a mi familia. Lo suyo es el naturismo, y su mujer está de acuerdo con él…
Por una vez Ramón, el camarero, dejó de aludir a sus imaginarios viajes y aportó dos anuncios que había recortado del Noticiero Universal. El primero: "Hay gestos que sólo se los pueden permitir quienes usan desodorante Sano"; y el segundo, una noticia fechada en Oslo: "Mala noticia para las señoras: aumenta continuamente el precio de las zorras".
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Washington, mayo de 1944 Querido Ignacio:
Sabemos que te has casado con Ana Maña Sarro. Felicidades. Imaginamos que has elegido bien y que lo pensaste tres veces antes de oír aquello de "hasta que la muerte os separe". Yo siempre digo que a mí ni siquiera la muerte me separará de Amparo. La encuentro en todas partes y cada día más rejuvenecida. Y ya no habla de hedor de los negros, sino de olor. Algo hemos avanzado.
Imagino que te has enterado de la propuesta de un senador americano: bautizar a las estrellas con nombres actuales: Roosevelt, Stalin, Churchill… Yo añadiría el nombre de Franco, que es el único militar de la mencionada pandilla.
Da muchos recuerdos a don Rosendo Sarro. Es amigo fiel y varias veces estuvo visitándome en la calle del Pavo. Formaba parte de la Gran Familia Catalano-Bálear y a veces se presentaba a saludarnos. Sé que los negocios le van viento en popa. Reflexiona sobre su trayectoria: si quieres triunfar, búscate amigos influyentes. Claro que existe otro concepto de la vida, y es el que tienen David y Olga: sobriedad, deporte, higiene… Los castizos decían, refiriéndose a los viejos: poca cama, poco plato y mucha cuela de zapato.
A lo mejor nos vemos pronto. A Amparo le han entrado súbitas ganas de volver a pisar las augustas piedras de la catedral de Gerona. La cabra tira al monte, ya sabes. Por lo que a mi respecta, en todo caso haré viajes de ida y vuelta, porque los Estados Unidos me chiflan. Hemos hecho en un tren confortable el trayecto Este-Oeste y hay que quitarse el sombrero que supongo continúa llevando tu padre.
He recibido noticias de Carlos Ayestarán, quien en el exilio montó unos fabulosos laboratorios farmacéuticos en Chile. Está muy bien. Te acordarás de él… Fue tu jefe. Muchos de los exiliados se han abierto camino, pasada la primera etapa de desconcierto. También he sabido del Responsable… En Venezuela metió las narices donde no lo llamaban y está entre rejas. Pero se saldrá con la suya, como siempre. Es incombustible e insumergible.
Bien, recuerdos a todos. La cigüeña depositó ya el segundo bebé en casa de Pilar? Dale muchos recuerdos…
Un abrazo como siempre de vuestro incondicional JULIO Ignacio quedó estupefacto. Masón don Rosendo Sarro! Claro! Eso explicaba muchas cosas. Sus tentáculos en Madrid. Las reverencias de Gaspar Ley. Qué grado debía tener? Julio García no se atrevió, e hizo bien, a facilitarle más datos. Lo dicho encajaba en la cabeza de Ignacio como un puzzle que tenía a medio resolver. Ignacio se acordó del Banco Arús, de aquel subdirector calvo obsesionado por el tema masónico y que acabó muerto a tiros por los milicianos al comienzo de la guerra civil. De él aprendió lo poco que sabía sobre las Logias. A juzgar por lo ocurrido, se quedaba corto… Los masones manejaban todos los hilos habidos y por haber y no era extraño que surgieran los padres Tusquets de turno dispuestos a cortarles las alas. Para Franco, el asunto era primordial. Si se le hubieran infiltrado masones a su alrededor -y alguno debía de haber- le hubieran puesto más zancadillas.
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Ignacio habló con Manolo. Éste había simulado siempre no estar al corriente del tema. Esta vez, no. Le dio un baño a Ignacio. Le habló de los ritos de iniciación, del catecúmeno -el propuesto- en manos del hermano Terrible; de los diferentes grados, de los diferentes países; del rito escocés, de la masonería operativa, de la especulativa, de las relaciones entre la Masonería y la Iglesia católica; etc. Manolo terminó diciendo: "Ahora comprendo muchas cosas. Y vamos a actuar de acuerdo con este vuelco de la situación".
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