Mateo, al oír lo de la solución monárquica, se sulfuró más aún. Ésa era la alternativa que proponían Carlota y María Fernanda, es decir, la esposa del alcalde de Gerona y la esposa del gobernador, respectivamente. Qué horror, otra vez la aristocracia, la sangre azul!
Núñez Maza esbozó una sonrisa.
– Yo también exclamé varias veces: qué horror! Hasta que en el hospital de Riga empecé a ver claro… Lo que ocurre es que vosotros vivís en provincias y no conocéis Madrid. Os aconsejo que vayáis a visitar a Serrano Súñer, el cuñadísimo de Franco, que fue el mandamás y que conoce el paño de antes y de después. Él fue el primer asesor que tuve; el segundo fue María Victoria (te acuerdas de ella, Mateo?), que en Madrid tiene a nombre de sus familiares más próximos tres farmacias a la vez.
Ahora el gesto de desencanto lo tuvieron Mateo y Miguel Rosselló. Siempre la misma cantinela. Núñez Maza cambió de tercio e inevitablemente habló del nacional-catolicismo. Pura comedia para engatusar al pueblo. El obispo Herrera Oria había dicho en una ocasión: "Fue enviado por Dios un hombre cuyo nombre era Francisco". Y en otra ocasión: "Dios castigó a España porque la amaba". Él, Núñez Maza, ex consejero nacional y que con el micrófono en la mano se había batido en todos los frentes, culpaba a Franco de desentenderse de la cuestión social, de los derechos de los trabajadores, de la indispensable libertad. En el periódico de la víspera había leído: "Franco se ocupa personalmente del problema de la naranja". Mentira. El problema de la naranja le importaba tanto como las necesidades de los camareros del hotel Colón. Y Pío XII acababa de bendecirle una vez más. Mussolini, por lo menos, había convertido a Italia en una potencia, aunque luego cometió el error de entrar en la guerra a favor de Hitler. Franco carecía de grandeza histórica. Lo que ocurría era que el pueblo español no se merecía otra cosa. Estaba harto, cansado, sin fuerza para combatir. Una manada de borregos y un Pastor con mayúscula. Él también había idealizado al pueblo español, por un romanticismo que ahora consideraba infantil. Monarquía parlamentaria, eso es. Una vez don Juan en el palacio de Oriente, elecciones libres, partidos políticos, libertad de expresión. Con exclusión del Partido Comunista, eso, desde luego. Y con un sindicato que no fuera vertical, pues vertical significaba una tarta coronada por un señor con un látigo.
Núñez Maza pareció un poco fatigado.
– Si queréis puedo seguir hablando hasta mañana; pero, de momento, éste es el esquema de un hombre que lo había dado todo por la Falange y que actualmente está enfermo y vaticina para España el regreso triunfal de aquellos que fueron nuestros enemigos irreconciliables.
Mateo y Miguel Rosselló estaban vivamente impresionados. Tal vez fuera demasiado fácil tachar todo aquello de "lugares comunes". Cuando se estaba tan convencido como ellos lo estaban de haber adoptado la postura correcta, apenas si se analizaban las teorías opuestas. Quien les hablaba no era un mercader, ni un chiflado, ni un antiespañol. Era uno de los hombres más puros que había dado la Falange. También estaba desterrado Hedilla, el hombre que se opuso al decreto de unificación. Y destituido de todos sus cargos, Serrano Súñer, a quien Núñez Maza había invocado y que en tiempos no demasiado lejanos se había permitido el lujo de censurar incluso a 'L'Osservatore Romano'.
– No sé qué decirte… -arrancó Mateo-. Demasiado vino para una sola copa, demasiadas ideas para una sola tarde. Déjame reflexionar… -Mateo se acordaba de la deserción de hombres como Ignacio y como Manolo-. Me das permiso para repetir todo esto al gobernador?
– Cómo! Te lo suplico… Ahora mismo voy a buscar unas fotocopias de mi ideario. En Ronda tuve el tiempo necesario para sopesar el pro y el contra. Mi caso está visto para sentencia y ninguna jerarquía puede asustarme.
Núñez Maza subió a su habitación y volvió a bajar con unos papeles. Entretanto, Mateo y Miguel Rosselló permanecieron mudos, contemplando las rocas y las olas de un mar un tanto embravecido. Se habían tomado dos cafés y fumado no sé cuántos cigarrillos. Núñez Maza no fumaba. Debía cuidar sus bronquios y sus pulmones. El titular del ideario decía: Proceso al Régimen. Miguel Rosselló comentó:
– Para empezar, no está mal…
Hablaron de cosas diversas. Núñez Maza, aunque cansado, vivía hambriento de noticias, lleno de curiosidad por el pedazo de tierra al que le habían confinado. El problema catalán… Era tan complicado como se decía en Madrid? Sí, claro, claro. Tiempo habría de analizarlo a lo vivo. Cómo? Iluminar la montaña de Montserrat? Grandioso! Por qué no se llevaba a cabo el proyecto? Montserrat, feudo separatista? También se decía algo parecido de los benedictinos de Montecassino. Durante siglos los monasterios fueron los depositarios de la cultura. Si él tuviera vocación de célibe, que no la tenía en absoluto, le gustaría vivir en un monasterio así, con una biblioteca de trescientos mil volúmenes, unos claustros y una hermosa avenida de cipreses…
Mateo y Miguel Rosselló se levantaron. Núñez Maza tenía, con toda evidencia, magnetismo personal. Por aquel salón del hotel desfilaría mucha gente… Y cada persona se llevaría su ideario.
Ideario por el cual Núñez Maza estuvo a punto de ser fusilado en un paredón.
En cualquier caso, la sinceridad del ex consejero nacional inspiraba respeto. Si la guerra, efectivamente, se perdía, qué iba a pasar? Claro que los alemanes parecían preparados para la defensa de la costa atlántica. Llevaban meses construyendo una línea de contención comparada con la cual la Maginot era de juguete. Rommel estaba al frente de dicha construcción, en la que habían trabajado millares de pontoneros y de hombres de todas partes, incluidos prisioneros de guerra. El desembarco en Francia, a este lado del canal de la Mancha, se les ponía difícil a los aliados. Claro que también se les habían puesto difíciles las batallas del norte de África y de Stalingrado.
– Las despedidas, breves -dijo Núñez Maza-. Que tengáis un buen viaje, y ya sabéis dónde estoy… -y ante el estupor de los dos muchachos, Núñez Maza levantó el brazo y saludó a lo fascista. Nunca podrían descifrar si aquello iba en serio o si era una burla.
Se abrazaron uno a uno y Núñez Maza los acompañó hasta la puerta. Y en aquel momento vieron cómo un coche negro, que tenía la estampa de un coche oficial, se detenía delante del hotel y cómo Núñez Maza, con la mano izquierda, parecía dar la bienvenida a sus ocupantes…
OPERACIÓN "OVERLOD", 6 de junio de 1944. Así se llamaba la operación aliada de desembarco en las costas francesas, el día D. Su majestad Jorge VI dirigió un mensaje a la nación: "Una vez más tenemos que hacer frente a una prueba suprema. No se trata esta vez de luchar para sobrevivir, sino para alcanzar la victoria".
Los dos enemigos se habían preparado desde mucho antes. Ahí estaba el segundo frente reclamado por Stalin, cuyos ejércitos continuaban peleando duramente en el Este. Churchill y Roosevelt habían descartado los Balcanes y se había elegido la costa francesa. Hitler lo sabía y desde hacía dos años se preparaba para la defensa, construyendo a lo largo de muchos kilómetros de costa el Muro del Atlántico. Rommel, contra la opinión de otros generales, fue el encargado de organizar las fortalezas defensivas. Un esfuerzo colosal, aunque no el que Rommel hubiera querido. El "zorro del desierto" tropezó con las mismas dificultades que en El-Alamein: insuficiencia de hombres y de material. Rommel estaba convencido de que había que yugular al enemigo en el instante mismo del desembarco, en la línea costera y no más atrás. Toneladas de cemento y kilómetros de alambradas habían sido utilizadas. Pero Rommel hubiera querido 100 millones de minas terrestres, y sólo consiguió recoger unos 3 millones, que sembró estratégicamente.
Читать дальше