María Dueñas - El tiempo entre costuras

Здесь есть возможность читать онлайн «María Dueñas - El tiempo entre costuras» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El tiempo entre costuras: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El tiempo entre costuras»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una novela de amor y espionaje en el exotismo colonial de África.
La joven modista Sira Quiroga abandona Madrid en los meses convulsos previos al alzamiento arrastrada por el amor desbocado hacia un hombre a quien apenas conoce.
Juntos se instalan en Tánger, una ciudad mundana, exótica y vibrante en la que todo lo impensable puede hacerse realidad. Incluso la traición y el abandono de la persona en quien ha depositado toda su confianza. El tiempo entre costuras es una aventura apasionante en la que los talleres de alta costura, el glamur de los grandes hoteles, las conspiraciones políticas y las oscuras misiones de los servicios secretos se funden con la lealtad hacia aquellos a quienes queremos y con el poder irrefrenable del amor.
Una novela femenina que tiene todos los ingredientes del género: el crecimiento personal de una mujer, una historia de amor que recuerda a Casablanca… Nos acerca a la época colonial española. Varios críticos literarios han destacado el hecho de que mientras en Francia o en Gran Bretaña existía una gran tradición de literatura colonial (Malraux, Foster, Kippling…), en España apenas se ha sacadoprove cho de la aventura africana. Un homenaje a los hombres y mujeres que vivieron allí. Además la autora nos aproxima a un personaje real desconocido para el gran público: Juan Luis Beigbeder, el primer ministro de Exteriores del gobierno de Franco.

El tiempo entre costuras — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El tiempo entre costuras», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Hablaba sin pausa, concentrada en la carretera. Tuve la sensación de que su español había mejorado desde nuestro primer encuentro; ya casi no se percibían restos del portugués, aunque aún seguía insertando intermitentemente palabras y expresiones en su propia lengua. Llevábamos la capota del auto bajada, el ruido del motor era ensordecedor. Casi tenía que gritar para hacerse oír.

– Hasta hace no demasiado tiempo había allí, en Estoril y Cascais, una deliciosa colonia de británicos y otros expatriados: diplomáticos, aristócratas europeos, empresarios ingleses del vino, americanos de las oil companies… Teníamos mil fiestas, todo era baratísimo: los licores, los alquileres, el servicio doméstico. Jugábamos como locos al bridge; era tan, tan divertido. Pero inesperadamente, casi de repente, todo cambió. De pronto, medio mundo pareció querer instalarse allí. La zona se llenó de nuevos Britishers que, después de haber vivido en las cuatro esquinas del Empire, se negaban a pasar su retiro bajo la lluvia del old country y elegían el dulce clima de la costa portuguesa. Y de españoles monárquicos que ya intuían lo que se les avecinaba. Y de judíos alemanes, incómodos en su país, calculando el potencial de Portugal para trasladar allí sus negocios. Los precios subieron immensely. -Se encogió de hombros con un gesto aniñado y añadió-: Supongo que aquello perdió su charm, su encanto.

A lo largo de tramos enteros, el paisaje amarillento se veía tan sólo interrumpido por parches de chumberas y cañaverales. Pasamos un paraje montañoso lleno de pinadas, descendimos de nuevo al secano. Las puntas de los pañuelos de seda que cubrían nuestras cabezas volaban al viento, brillantes bajo la luz del sol mientras ella seguía narrando los avatares de su llegada a Marruecos.

– En Portugal me habían hablado mucho de Marruecos, sobre todo de Tetuán. En aquellos tiempos yo era muy amiga del general Sanjurjo y su adorable Carmen, so sweet, ¿sabes que había sido bailarina? Johnny, mi hijo jugaba todos los días con su pequeño hijo Pepito. Sentí mucho la muerte de José Sanjurjo en aquel airplane crash, un terrible accidente. Era un hombre absolutamente encantador; no muy atractivo físicamente, to tell you the truth, pero tan simpático, tan jovial. Siempre me decía guapísssssima ; de él aprendí mis primeras palabras en español. Él fue quien me presentó a Juan Luis en Berlín durante los juegos de invierno en febrero del año pasado, quedé fascinada por él, claro. Yo había ido desde Portugal con mi amiga Niesha, dos mujeres solas atravesando Europa en un Mercedes hasta llegar a Berlín, can you imagine? Nos hospedamos en el Adlon Hotel, supongo que lo conoces.

Hice un gesto que no quería decir ni sí, ni no, ni todo lo contrario; ella, entretanto, seguía charlando sin prestarme demasiada atención.

– Berlín, qué ciudad, my goodness. Los cabarets, las fiestas, los night clubs, todo tan vibrante, tan vital; la reverenda madre de mi internado anglicano habría muerto del horror si me hubiera visto allí. Una noche, casualmente, me encontré a los dos en el lounge del hotel having a drink, una copa. Sanjurjo estaba en Alemania visitando fábricas de armamento; Juan Luis, que había vivido allí varios años como military attaché de la embajada española, le servía de acompañante en su tournée. Mantuvimos a little chit-chat, un poquito de conversación. Al principio Juan Luis quiso ser discreto y no comentar nada delante de mí, pero José sabía que yo era una buena amiga. Estamos aquí para los juegos de invierno, y también nos preparamos para el juego de la guerra, dijo con una carcajada. My dear José: si no hubiese sido por aquel terrible accidente, tal vez sería él y no Franco quien ahora estaría al mando del ejército nacional, so sad. Anyway, cuando regresamos a Portugal, Sanjurjo nunca dejó de recordarme aquel encuentro y de hablarme de su amigo Beigbeder: de la muy buena impresión que yo había causado en él, de su vida en el maravilloso Marruecos español. ¿Sabes que José fue también alto comisario en Tetuán en los años veinte? Él mismo fue quien diseñó los jardines de la Alta Comisaría, so beautiful. Y el rey Alfonso XIII le concedió el título de marqués del Rif. El león del Rif le llamaban por eso, poor dear José.

Seguíamos avanzando a través de la aridez. Rosalinda, incontenible, conducía y hablaba sin descanso, saltando de un asunto a otro, cruzando fronteras y momentos del tiempo sin ni siquiera comprobar si yo la seguía o no en aquel laberinto vital que a retazos me iba desgranando. Paramos de pronto en medio de la nada, el frenazo levantó una nube de polvo y tierra seca. Dejamos pasar un rebaño de cabras famélicas al recaudo de un pastor con turbante mugriento y chilaba parda deshilachada. Cuando cruzó el último animal, levantó el palo que hacía de cayado para indicarnos que podíamos seguir nuestro camino y dijo algo que no comprendimos abriendo una boca llena de huecos negros. Reanudó ella entonces la conducción y la charla.

– Unos meses después llegaron los events, los acontecimientos de julio del año pasado. Yo just acababa de irme de Portugal y estaba en Londres, preparando mi nueva mudanza a Marruecos. Juan Luis me ha contado que la tarea durante el levantamiento fue a bit difficult en ciertos momentos: hubo algunos focos de resistencia, tiros y explosiones, hasta sangre en las fuentes de los queridos jardines de Sanjurjo. Pero los sublevados consiguieron su objetivo y Juan Luis contribuyó a su manera. Él mismo fue quien informó de lo que estaba pasando al jalifa Muley Hassan, al gran visir y al resto de los dignatarios musulmanes. Habla árabe perfectamente, you know: estudió en la Escuela de Lenguas Orientales en París y ha vivido muchos años en África. Es un gran amigo del pueblo marroquí y un apasionado de su cultura: los llama sus hermanos y dice que los españoles sois todos moros; es tan gracioso, so funny.

No la interrumpí, pero en mi mente se conformaron imágenes difusas de moros hambrientos luchando en tierra extraña, ofreciendo su sangre por una causa ajena a cambio de un mísero sueldo y los kilos de azúcar y harina que, según contaban, el ejército daba a las familias de las cabilas mientras sus hombres peleaban en el frente. La organización del reclutamiento de aquellos pobres árabes, me había contado Félix, corría a cargo del buen amigo Beigbeder.

– Anyway -prosiguió-, aquella misma noche consiguió poner a todas las autoridades islámicas del lado de los sublevados, algo que era fundamental para el éxito de la operación militar. Después, como reconocimiento, Franco lo designó alto comisario. Ya se conocían de antes, los dos habían coincidido en algún destino. Pero no eran exactamente amigos, no, no, no. De hecho, y a pesar de haber acompañado a Sanjurjo a Berlín meses antes, Juan Luis, initially, estaba fuera de todos los complots del alzamiento; los organizadores, no sé por qué, no habían previsto contar con él. En aquellos días ocupaba un puesto más bien administrativo como subdelegado de Asuntos Indígenas, vivía al margen de los cuarteles y las conspiraciones, en su propio mundo. Él es muy especial, un intelectual más que un hombre de acción militar, you know what I mean: le gusta leer, charlar, debatir, aprender otras lenguas… Dear Juan Luis, tan, tan romántico.

Seguía resultándome difícil casar la idea del hombre encantador y romántico que mi clienta dibujaba con la de un resolutivo alto mando del ejército sublevado, pero ni por lo más remoto se me ocurrió hacérselo saber. Llegamos entonces a un puesto de control vigilado por soldados indígenas armados hasta los dientes.

– Dame tu pasaporte, please.

Lo saqué del bolso junto con el permiso para cruzar el paso fronterizo que don Claudio me había facilitado el día anterior. Le tendí ambas acreditaciones; tomó el primer documento y descartó el segundo sin ni siquiera mirarlo. Juntó mi pasaporte con el suyo y con un papel doblado que probablemente fuera un salvoconducto de poder ilimitado capaz de facilitarle acceso hasta el mismo fin del mundo si hubiera tenido interés en visitarlo. Acompañó el lote con su mejor sonrisa y lo entregó a uno de los soldados moros, mejanis los llamaban. Se lo llevó él todo consigo dentro de una caseta encalada. Inmediatamente salió un militar español, se cuadró ante nosotras con el más marcial de sus saludos y, sin una palabra, nos indicó que siguiéramos nuestro camino. Ella continuó con su monólogo, retomándolo en un punto distinto a donde lo había dejado unos minutos atrás. Yo, entretanto, me esforcé por recuperar la serenidad. Sabía que no tenía por qué estar nerviosa, que todo estaba oficialmente en orden pero, con todo, no pude evitar que ante el paso de aquel control la sensación de angustia me cubriera el cuerpo como un sarpullido.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El tiempo entre costuras»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El tiempo entre costuras» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El tiempo entre costuras»

Обсуждение, отзывы о книге «El tiempo entre costuras» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x