Nos pidió que dejáramos todo y nos sentáramos con él en el escalón de acceso a nuestra casa. Con una sonrisa, nos explicó el significado de la palabra "falsificación".
Nuestros sueños estaban quebrados. "¿Quieres decir que es ilegal?" preguntó Mike con un temblor en la voz.
"Déjalos", dijo el amigo de mi padre. "Puede que estén revelando un talento natural."
Papá le clavó la mirada.
"Sí, es ilegal" dijo con delicadeza. "Pero ustedes, muchachos, han mostrado gran creatividad y originalidad de pensamiento. Sigan así. No desistan."
Disgustados, Mike y yo nos sentamos en silencio por alrededor de veinte minutos antes de comenzar a limpiar nuestro desorden. El negocio acabó en su día de apertura. Mientras barría el polvo, miré a Mitre y dije, "creo que Jimmy y sus amigos tienen razón. Somos pobres."
Mi padre se estaba yendo cuando dije eso. "Chicos", dijo, "sólo sor pobres si se rinden. Lo más importante es que han hecho algo. Estoy muy orgulloso de ambos. Lo diré otra vez. Sigan adelante. No desistan.'
Mike y yo permanecimos allí en silencio. Esas fueron lindas palabras pero aún no sabíamos qué hacer.
"Y, ¿cómo es que no eres rico papi?" pregunté.
"Porque yo he elegido ser maestro de escuela. Los maestros de escuela realmente no pensamos en ser ricos. Simplemente nos gusta enseñar. Desearía poder ayudarte, pero la verdad es que yo no sé cómo ganar dinero."
Mike y yo nos dimos vuelta y continuamos con nuestra limpieza.
"Ya lo sé", dijo mi padre, "si ustedes quieren saber cómo ser ricos, no me pregunten a mí. Hablen con tu papá, Mike."
"¿Mi papá?" preguntó Mike con gesto sorprendido.
"Sí, tu papá", repitió mi padre sonriendo. "Tu padre y yo tenemos el mismo oficial de cuentas en el banco, y él se deshace en elogio: sobre tu padre. Me ha dicho varias veces que tu papá es brillante cuando se trata de ganar dinero."
"¿Mi papá?" preguntó nuevamente Mike, incrédulo. "Y entonces ¿cómo es que no tenemos un buen auto y una linda casa como los niños ricos de la escuela?"
"Un buen auto y una linda casa no significan necesariamente que uno sea rico o que sepa cómo hacer dinero", replicó papá. "El padre de Jimmy trabaja para la plantación de azúcar. El no es tan diferente de mí. El trabaja para una compañía, y yo para el gobierno. La compañía le compró el automóvil. Esta empresa azucarera está en problemas financieros, y el papá de Jimmy pronto puede quedarse sin nada. Tu padre es diferente Mitre. Parece que él está levantando un imperio, y sospecho que en unos años será un hombre muy rico."
Con eso, Mike y yo nos entusiasmamos otra vez. Con nuevo vigor, comenzamos a limpiar el desorden causado por nuestro primer fenecido negocio. Mientras ordenábamos, hicimos planes acerca de cuándo y cómo hablar con el papá de Mitre. El problema era que él trabajaba largas horas y a menudo no llegaba a casa hasta tarde. Su padre era dueño de depósitos, una compañía constructora, una cadena de almacenes, y tres restaurantes. Estos últimos eran los que lo mantenían fuera hasta tarde.
Mike tomó el autobús hacia su casa luego de que terminamos de limpiar. Iba a hablar con su papá cuando él llegara a casa esa noche, y le preguntaría si nos podría enseñar cómo hacernos ricos. Mitre prometió llamarme bien hablara con su papá, aunque fuera tarde.
El teléfono sonó a las 8:30 p.m.
"O.K." dijo. "El próximo sábado." Y colgó. El padre de Mitre había accedido a reunirse con nosotros.
El sábado por la mañana a las 7:30 hs., tomé el autobús hacia el lado pobre de la ciudad.
“Les pagaré 10 centavos por hora. "
Aún para los estándares de pago de 1956, 10 centavos era bajo.
Michael y yo nos reunimos con su papá esa mañana a las 8 hs. En punto. El estaba atareado, y ya había estado trabajando por más de una hora. Su supervisor de construcciones se estaba yendo en su camioneta justo cuando yo llegaba caminando a su pequeña, simple y pulcra casa. Mike me recibió en la puerta.
"Papá está hablando por teléfono, y dijo que esperáramos en el porche trasero", dijo Mitre, mientras me abría la puerta.
El viejo piso de madera crujía mientras yo cruzaba el umbral de esta antigua casa. Había una alfombra ordinaria al cruzar la puerta. Estaba allí para disimular los años de uso de incontables pisadas soportadas por el piso. Aunque estaba limpia, necesitaba ser reemplazada.
Sentí claustrofobia al entrar a la angosta sala de estar, sobrecargada de viejos y enmohecidos muebles que hoy serían piezas de colección. Sentadas en el sofá, había dos mujeres un poco mayores que mi madre. Frente a ellas estaba sentado un hombre en ropa de trabajo. Vestía pantalones y camisa caqui, planchada prolijamente pero sin almidón, y botas de trabajo bien lustradas. Era unos diez años mayor que mi padre diría, alrededor de 45 años. Nos sonrieron a medida que pasamos entre ellos hacia la cocina, que llevaba al porche que se abría al patio trasero. Les devolví tímidamente la sonrisa.
"¿Quiénes son esas personas?" pregunté.
"Ah, trabajan para papá. El hombre más grande lleva adelante los depósitos, y las mujeres son las gerentes de los restaurantes. Y ya viste al supervisor de construcciones, que está trabajando en el proyecto de una carretera a 50 millas de aquí. El otro supervisor, que está construyendo un grupo de casas, se había retirado antes dé que tú llegaras."
"¿Y esto sucede todo el tiempo?" pregunté.
"No siempre, pero bastante a menudo", dijo Mitre sonriendo, mientras empujaba una silla para sentarse junto a mí.
"Le pregunté si nos podría enseñar a hacer dinero", dijo Mitre.
"Ah, y ¿qué respondió a eso?" pregunté con cautelosa curiosidad.
"Bueno, al principio, mostró una expresión divertida en su rostro, y luego dijo que nos haría una oferta."
"¡Oh!", dije, empujando mi silla mecedora hacia la pared; me había sentado allí encaramado a las dos patas traseras de la silla. Mitre hizo lo mismo.
"¿Sabes cuál es la oferta?" pregunté.
"No, pero muy pronto lo averiguaremos."
De repente, el papá de Mitre irrumpió a través de la desvencijada puerta mosquitero. Mitre y yo saltamos sobre nuestros pies, no por respeto sino porque nos asustamos.
"¿Están listos chicos?" preguntó mientras traía una silla para sentarse con nosotros.
Asentimos, apartando nuestras sillas de la pared para sentarnos frente a él.
Era un hombre grandote, como de 1.80 metros de alto y 100 kilos de peso. Mi padre era más alto, como del mismo peso, y cinco años mayor que el padre de Mitre. Tenían un aspecto algo parecido, pero no el mismo tipo étnico. Quizás su energía era similar.
" Mike dice que quieres aprender a hacer dinero, ¿es correcto eso, Robert?"
Asentí rápidamente, pero algo intimidado. El hombre tenía mucho poder detrás de sus palabras, y sonreía.
"OK, aquí está mi oferta. Les enseñaré, pero no lo haré al estilo de un salón de clases. Ustedes trabajan para mí, yo les enseño. Ustedes no trabajan para mí, yo no les enseño, y estoy perdiendo mi tiempo si sólo quieren sentarse y escuchar, como lo hacen en el colegio. Esa es mi oferta. Tómenla, o déjenla."
"Mmm… ¿Puedo hacer una pregunta primero?" pregunté.
"No. Lo toman o lo dejan. Tengo mucho trabajo que hacer como para malgastar mi tiempo. Si ustedes no pueden tomar una decisión con firmeza, entonces, de todas maneras, nunca aprenderán a ganar dinero.
Las oportunidades van y vienen. Ser capaz de saber cuándo haces decisiones rápidas es una habilidad importante. Ustedes tienen la oportunidad que solicitaron. La escuela comienza o cierra en diez segundos", dijo el papá de Mike con una sonrisa fastidiosa.
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