Lucia Etxebarria - Un Milagro En Equilibrio

Здесь есть возможность читать онлайн «Lucia Etxebarria - Un Milagro En Equilibrio» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Un Milagro En Equilibrio: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Un Milagro En Equilibrio»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Esta novela obtuvo el Premio Planeta 2004, concedido por el siguiente jurado: Alberto Blecua, Pere Gimferrer, Juan Marsé, Carmen Posadas, Antonio Prieto, Carlos Pujol y Rosa Regás.
Una historia que conmoverá a los hijos y pondrá a prueba a los padres
Eva Agulló se ha hecho famosa con un libro sobre adicciones. La propia Eva es, en realidad, una adicta. Adicta al alcohol, a la angustia, a la valoración de los otros. En una carta-diario escrita a su hija recién nacida mientras su madre agoniza en el hospital, Eva intenta explicar de qué familia viene para poder imaginar hacia qué familia se dirige. A caballo entre el pasado, el presente y el futuro, entre Nueva York, Madrid y Alicante, reconstruye la historia nunca contada de la familia Agulló Benayas: los secretos a voces, las herencias, materiales o no, que los padres legan a sus hijos, y cómo para algunos lleva toda una vida aprender a vivirla. Para acabar concluyendo que la vida es, en sí misma, un milagro. Un milagro en equilibrio.

Un Milagro En Equilibrio — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Un Milagro En Equilibrio», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Subí al coche en estado de shock. Tu padre y tu tío seguían sin decir nada. Nadie allí decía nada. Yo lloraba y quería dejar de llorar, pero no podía reprimir el torrente de sal picante de las lágrimas. Estuve sollozando durante kilómetros y horas. Quería parar, pero no podía: el miedo era como un motor enloquecido que, una vez puesto en marcha, no había forma de aplacar. Y todo ese tiempo no hacía más que pensar en cómo me iba a suicidan Fantaseaba con escribir un testamento en el que dejaría muy claro que mi hija -tú- debía mantener el mínimo contacto o ninguno con mi familia, para después inyectarme una sobredosis letal de heroína de forma que todo pareciera un accidente y no un suicidio. Te parecerá una fantasía infantil, Amanda, y cuando leas esta carta pensarás que tu madre estaba loca. Y lo estaba. Loca de atar, ida, completamente enajenada. A tu madre la estaba consumiendo una frustración infantil que le impedía distanciarse de los problemas de los otros y era incapaz de decirse a sí misma que podía vivir sin necesidad de la aprobación o el cariño de quienes no estuvieran en condiciones de dárselo, consumida por su propia obsesión narcisista, por esa manía de verse sólo reflejada en los ojos ajenos, de no saber explicarse a sí misma de otra manera que a través de las palabras de los demás y magnificando por ello situaciones que habría podido manejar sin esfuerzo de no estar empeñada en exagerar su importancia. Yo espero que cuando leas esta carta, si en algún futuro lejano llegas a leerla, hayas cumplido los veinticinco años, y sería muy feliz si no llegaras a entenderme, porque eso significaría que nunca habrás pasado por un momento parecido y, por ende, que algo habré hecho bien en la vida, que habré criado a una mujer con autoestima, entera, segura, a una mujer que no sea como yo, pero soy perfectamente consciente de lo peligroso que resulta proyectar en los hijos nuestras carencias y esperar que ellos consigan los triunfos que nosotros no fuimos capaces de alcanzar. Ojalá, Amanda, no heredes de tu madre este carácter depresivo y esta incapacidad para establecer distancia. Ojalá, Amanda, tú seas una mujer de acción y no de sentimiento, porque el que siente no avanza, se queda paralizado como yo en medio de una calle con un carrito de bebé en la mano a medio doblar, en medio de la vida, sin atreverse a avanzar, porque el mundo, Amanda, es patrimonio de quien impone su voluntad a sus emociones, porque la vida es una guerra y cada día una batalla. No debe uno quedarse quieto nunca, y mucho menos retroceder ni para tomar impulso. Espero que cuando leas esto, si lo lees, no simpatices con tu madre, no la entiendas, no la apoyes, espero que me odies cuando sepas que fantaseé con matarme y dejarte sola y sin mi apoyo, espero que de ninguna manera puedas comprender por qué cuando una se sume en un estado depresivo grave lo que al día siguiente encontraremos ridículo no nos lo parece en ese momento y sí se muestra, en cambio, como una solución justísima y de una claridad meridiana, espero que no comprendas un razonamiento que machaca en la cabeza diciendo así: «Es verdad, soy una inútil, y nunca voy a poder hacer nada bien jamás, y ya estoy tocada para siempre, porque vengo de una familia de locos y eso nunca se supera, y lo único que voy a conseguir en mi vida es hundirle la existencia a mi hija y a todo el que se acerque, y lo mejor es que acabe con esto de una vez de la manera más rápida posible.»

Me vino a la cabeza en aquel Mercedes, en aquel trayecto Alicante-Madrid, una bronca terrible que me montó una vez aquel novio que quería a su guitarra más que a mí y al que dejé de ver porque preferí creer lo que me habían predicho unas cartas y lo que simbolizaba una brújula que un borracho me entregó en un bar. Recordaba cómo en aquella bronca me había calificado de egocéntrica y loca. Tal y como había hecho Vicente conmigo, tal y como mi padre solía hacer con mi madre. Y pensé que cuando él me insultaba, ya sembraba sobre campo abonado, sobre todo porque trataba con una mujer sin arrestos, asustada de antemano. En fin, yo deseo, Amanda, que cuando crezcas nunca te conviertas en una idiota, en una idiota mayúscula como yo.

Después de aquella bronca con aquel novio volví a casa y me puse a beber, yo sola, chupito tras chupito de vodka hasta que me ventilé una botella entera a palo seco, sin naranja ni limón. Y cuando acabé la botella se me ocurrió la feliz idea de sacar al perro a pasear a las cinco y media de la mañana. Y así me encontré en una plaza de Lavapiés desierta, sin coches. Creo que era lunes. El silencio, en comparación con el bullicio que de día y al sol reverbera en la plaza, parecía inmutable, y daba la sensación de que el aire de la noche se había quedado paralizado. Donde quiera que miraba, el paisaje nocturno sólo me sugería la negación del movimiento, la suspensión de la continuidad. Los coches estaban aparcados, el quiosco cerrado, las persianas de los cafés bajadas, las puertas candadas, las luces de las ventanas apagadas. No había nadie en la calle, nadie, ni siquiera algún borracho que volviera de un garito o cualquiera de los camellos que se apostan en las esquinas a vender material. Todo parecía quieto como la muerte. Pero de repente empecé a notar que la plaza se movía, que el suelo se agitaba bajo mis pies y que el cielo entero giraba de costado, con las estrellas revolviéndose como la purpurina de esos pisapapeles que parecen una bola de cristal rellena de agua y falsa nieve que cae sobre un paisaje de mentira.

Cuando abrí los ojos no recordaba nada más. Cada pensamiento, cada imagen, parecía tener una existencia arbitraria, como si se hubiera cortado la conexión entre unas cosas y otras. Estaba en una cama de una sala de hospital y allí, a mi lado, estaban mis padres y mis hermanas. Luego, cuando las cosas empezaron a tomar sentido, cuando me enteré de que me había desmayado o que quizá había sufrido un ataque epiléptico, que en cualquier caso me habían encontrado tirada inconsciente en una acera, sólo pude preguntar por el perro, que se había convertido en mi única obsesión. Quería saber qué había pasado con él una vez que el mundo había retornado al ámbito de lo posible. Y fue entonces cuando mi padre me preguntó cómo podía ser tan insensible, cómo podía preocuparme tanto por un animal y tan poco por ellos, por el susto que les había dado. Recuerdo claramente que me dijo: «¿Cómo has podido hacernos esto?»

Y en aquel momento lo acepté, acepté su palabra, acepté lo malísima que era por haberle pegado a mi familia semejante susto, por emborracharme hasta quedar sin consciencia y haber estado a punto de morir de una pulmonía tras pasar varias horas al raso de la noche, hasta que el dueño de un bar me encontró cuando se disponía a abrir su establecimiento y avisó al Samur. Él fue, por cierto, quien acogió al perro hasta que yo volví a casa, dato del que me enteré más tarde, cuando a mi padre se le pasó el enfado y por fin me lo explicó.

Pero en cuanto a su reproche, a esa pregunta enmascarada de acusación que flotó en el aire todo el tiempo que estuve ingresada y que se mantuvo hasta mucho después como un abismo entre nosotros, debo decirte que, ya recuperada, tuve la tentación de replicarle a mi padre que él no era tan importante como para que yo fuera a poner en peligro mi vida sólo por fastidiarle a él la suya. Y que si tanto le importaba lo que a mí me pasaba, entonces ¿por qué nunca parecía interesarse por mi vida, por mi trabajo, por mis problemas?, ¿por qué ni siquiera había pisado una sola vez mi apartamento desde que lo compré y me endeudé hasta las cejas en una hipoteca a treinta años que había acabado por convertirse en mi pequeña tortura mensual?, ¿por qué ni siquiera se había interesado por saber cómo se llamaba el hombre con el que yo llevaba cuatro años acostándome y peleándome?, ¿por qué sólo un día antes, cuando llegué tarde a la típica comida dominical en familia, nadie preguntó si había razones para mi retraso, si me encontraba bien o mal y, en vez de ello, lo primero que hicieron fue echarme en cara a gritos mi demora?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Un Milagro En Equilibrio»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Un Milagro En Equilibrio» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Un Milagro En Equilibrio»

Обсуждение, отзывы о книге «Un Milagro En Equilibrio» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x