Nativel Preciado - Llegó el tiempo de las cerezas

Здесь есть возможность читать онлайн «Nativel Preciado - Llegó el tiempo de las cerezas» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Llegó el tiempo de las cerezas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Llegó el tiempo de las cerezas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Reflexión optimista sobre los retos y las satisfacciones de llegar a los 60, en una época en que la vejez es una segunda oportunidad de vivir. La autora predica con el ejemplo y «a punto de cruzar esa frontera», se muestra en plena forma intelectual y saludable como una rosa.

Llegó el tiempo de las cerezas — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Llegó el tiempo de las cerezas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Angélica Garnett,

Una mentira piadosa

Pretenden convencernos de que tiene tanta importancia doblar a un personaje secundario como a un protagonista, porque para alcanzar la armonía se necesita que las voces de todos los actores estén coordinadas. Es una mentira piadosa para que no perdamos el entusiasmo. Los espectadores españoles conocen voces emblemáticas como la de Clint Eastwood, Morgan Freeman, Robert de Niro, Dustin Hoffman, Harrison Ford o Sean Penn. Su voz es familiar porque forma parte de la expresión física de los actores. Ya me gustaría a mí doblar a Meryl Streep, Nicole Kidman, Susan Sarandon o Diane Keaton, por decir algunas de mis preferidas, pero debo conformarme con ponerle voz a Katherine Hill y Susan Paterson. ¿Alguien tiene idea de quiénes son estas actrices? Seguro que no, excepto los fanáticos de Jail, que gracias a Dios no son pocos.

Hace varias semanas que me encierro en esta pecera y ya estoy hastiada de las peripecias de los presos de esta cárcel de alta seguridad. He perdido la cuenta exacta, pero llevo medio centenar de episodios poniéndole voz, primero al personaje de Katherine Hill y ahora he tenido que forzarla un poco para doblar a Susan Paterson, que hace de mala.

Nadie imagina el esfuerzo que supone aprender los gestos, movimientos, ritmos de expresión, reacciones físicas de dos absolutas desconocidas. Cuando, por fin, me identifiqué con Katherine, la liquidaron y tuve que meterme en la piel de Susan, que es un ser abominable. Claudia no se pierde un solo capítulo de ]ail. Va por la segunda temporada y me mataría si le cuento la sorpresa que tienen preparada los guionistas para el último capítulo de la temporada. Algunos lunes Claudia viene a cenar a casa para verla conmigo en la Fox, porque le divierte que le ilustre con chismes sobre los actores. Pregunta si es cierto que Katherine fue la pareja del director en la vida real y por qué lo dejaron. Me alegro de poder compartir esta ceremonia con mi hija. Solo por eso me gustaría que se prolongase indefinidamente y que hubiera cuatro, cinco o seis temporadas, pero me temo que el rodaje llega a su fin y será difícil encontrar otro motivo que me permita gozar de la compañía nocturna de Claudia.

– Me encanta el personaje que hace Sam Gillman. ¿Quién le dobla? -me pregunta Claudia.

– Un tal Gorka.

– ¿Se parecen en algo?

– Ni en la uña del dedo meñique.

– ¿Te cae mal?

– ¿Quién, Gillman o Gorka?

– Gorka.

– Me cae mejor Gillman.

– Ya me lo imagino. Gillman está macizo.

– El otro es un imbécil.

– ¡Qué radical! ¿Tan mal te cae?

– Peor de lo que te imaginas.

¿Y él lo sabe?

– El odio suele ser mutuo.

– ¿Pero qué te ha hecho?

– Nada especial. Me molesta su presencia y, además, es un poco canalla.

– Gillman también lo es. Ya se ha cargado a tres. Pero, me gustan los canallas.

Guapo y carismático, Sam Gillman interpreta a un personaje mucho más importante que el mío. Un motivo más de confrontación con Gorka.

– Pues, lo siento mucho, hija, porque los canallas dan muy mala vida.

– ¿Acaso los otros no la dan?

– Sí, pero te enganchan menos.

– Me interesan tus teorías sobre los hombres.

– Pues te las amplío cuando quieras.

– Otro día… Calla, que empieza.

Son las conversaciones que mantenemos durante las pausas publicitarias. No pierdo la esperanza de que algún día lleguemos más lejos y me permita tirar de algún hilo que sirva para desenmarañar la impenetrable madeja sentimental de mi hija.

La suerte y el destino

«… solo en los primeros años de juventud identificamos el azar con el destino. Más adelante sabe uno que el verdadero rumbo de la vida está fijado desde dentro».

STEFAN ZWEIG, El mundo de ayer

Lo que más me ha durado en la vida es la nevera. No ha dejado de funcionar desde hace más de treinta años. Fue el primer electrodoméstico que entró en la cocina. Recuerdo mi indecisión a la hora de comprarla. Era demasiado cara, pero Benjamín se empeñó en elegir la mejor marca, gigante, de dos puertas, que fabricase cubitos de hielo y tuviera permanentemente el agua fría. Todo lo hacía a lo grande. A mí, sin embargo, me molesta el despilfarro. Soy austera, Claudia diría que rácana. Sí, soy una rata trabajadora, ahorrativa, pero generosa con las personas que quiero.

Es cierto que las grietas en los muros, las sillas desencoladas, las cortinas ajadas, la decrepitud de los muebles y los techos renegridos dan un aire decadente a la casa, como si estuviera deshabitada. Su aspecto es sombrío y penoso. Permanece detenida en el tiempo desde que Benjamín la abandonó. Ni ella ni yo fuimos capaces de recuperarnos y menos aún cuando se fue Claudia, poco después que su padre.

Me he ido abriendo un hueco, como si fuera un cachivache más, entre los muelles del sofá, en la hondonada del colchón de una cama inmensa y desvencijada, la vieja lámpara para la lectura, la esquina rota del cristal de la mesa, los goznes desengrasados de las puertas que ya no encajan y el cerco de humedad marcado en el suelo alrededor del tiesto de un ficus lánguido. Los listones de madera crujen a cada pisada y el viento se cuela por las rendijas de los cercos de las ventanas. Solo soy consciente del deterioro cuando mi hija me reprocha el estado ruinoso de cuanto me rodea. A pesar de la falta absoluta de entusiasmo, me esforzaré en renovarla o, al menos, le daré una mano de pintura para que no se me caigan encima las paredes renegridas.

Un banco repintado de Ikea es lo único que he aportado a la decoración. Me he resistido siempre a comprar chismes endebles, frágiles y, sobre todo, efímeros. Quizá para darle algún sentido, lo teñí de color marfil, acorté las patas, añadí unos cojines africanos de piel de antílope que me trajeron Javier y Mila de Namibia y lo puse en el recibidor para depositar los abrigos y los bolsos. Ha resultado muy útil y, además, ha perdido su referencia original. Nadie diría que es idéntico al resto de los bancos instalados a la entrada de las casas que conozco, comprados todos ellos en la misma tienda.

La mayor proeza de la globalización es que las ciudades y los hogares del planeta parecen cortados por el mismo patrón. Hay quien, como yo, en un intento baldío de evitar coincidencias, da a los muebles clónicos una manita de barniz para que las visitas no identifiquen su origen y pregunten dónde lo has comprado y tú puedas decir que en Milán o en Singapur. Somos así de majaderos. Ignoro a cuento de qué viene ese afán de distinción cuando, por otra parte, nos gusta identificarnos con el resto del clan al que inevitablemente pertenecemos. Una majadería, ya digo, y más en mi desidiosa situación. No obstante, me gusta comprobar que aún tengo ánimos de superviviente y no tiro la toalla. Confío en que pintar las paredes, deshacerme de viejos trastos, tapizar los sillones, engrasar la carpintería, cambiar las cortinas, podar las plantas, en definitiva, iluminar el hogar, dulce hogar, me obligará a recomponerme por dentro y por fuera.

A pesar de sus achaques, esta casa posee para mí un elevado valor emocional, es mi último refugio, mi válvula de escape, el territorio donde me siento a salvo de la hostilidad que me rodea. Me reconforta el olor añejo de los libros amontonados en las estanterías llenas de polvo, los vinilos de los setenta apilados en un rincón, las fotos enmarcadas en maderas nobles, los retratos de unos antepasados que no son míos, sino de Claudia y su padre, los bártulos que compramos durante tantos viajes compartidos. Todo lo que existía en esta casa cuando todavía era un hogar parecía invulnerable y, sin embargo, me sucedió lo mismo que relata Stefan Zweig en su autobiografía: «Tres veces me han arrebatado la casa y la existencia, me han separado de mi vida anterior y de mi pasado, y con dramática vehemencia me han arrojado al vacío, en ese "no sé adónde ir" que ya me resulta tan familiar. Pero no me quejo: es precisamente el apátrida el que se convierte en un hombre libre, libre en un sentido nuevo; solo aquel que a nada está ligado, a nada debe reverencia». Zweig nació en el seno de una familia próspera, en un país y en un mundo burgués que parecía una sólida casa de piedra asentada sobre el principio de la duración y la seguridad, hasta que de pronto se abrió un abismo y la casa de piedra se desmoronó.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Llegó el tiempo de las cerezas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Llegó el tiempo de las cerezas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Llegó el tiempo de las cerezas»

Обсуждение, отзывы о книге «Llegó el tiempo de las cerezas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x