Durante más de una década, la ADO también había estado re____________________sicamente con bonos de alto riesgo, considerados por la comisión asesora del Banco demasiado inestables para invertir en ellos, es más, no los quería ni regalados.damente vaga con el grupo bancario del Imperio Otomano en París, habían fundado una pequeña firma propia destinada a especular bámas. Utilizando pseudónimos y estableciendo una relación deliberacaudando diezmos locales destinados específicamente a garantías del ferrocarril, que se pagaban anualmente, a tanto el kilómetro de vía, a varias empresas ferroviarias europeas, antes de que nadie, ni siquiera el gobierno turco, llegara a ver una piastra. Eso no le había pasado por alto a una camarilla dentro de la ADO a la que pertenecía Crouch
– Es demasiado bueno para desaprovecharlo -gruñó en voz alta di_rigiéndose al Gran Cohén Nookshaft, su consejero espiritual-, ¿no?
– Lo estoy pensando -dijo el Cohén, cuyo dinero estaba en bonos consolidados al 3 por ciento desde hacía más tiempo del que recorda_ba, tanto que ni recordaba por qué-. Lo estoy pensando.
– Nunca he entendido -dijo Clive Crouchmas- por qué, con todo el talento de adivinación que hay por aquí, nadie ha… -se interrumpió, como si buscara unas palabras más diplomáticas con las que proseguir.
– Yo diría que hay marcadas disonancias entre los dones psíquicos y el capitalismo moderno -comentó el Cohén con cierta brusque__nos demasiado locos, como algunos de los suyos, con esa Concesión Ferroviaria.dad-. Son antagónicos, más bien. También procuramos no volver
– Si no estuviera aquí, moviéndome libremente entre vosotros -afir_mó Clive Crouchmas-, sería un alegre interno del manicomio de Colney Hatch. La otra noche, durante tan sólo medio segundo, vi…, creí ver…
– No pasa nada, Crouchmas, se oyen historias de ese tipo a todas horas.
– Pero…
– La Iluminación es una proposición incierta. Todo depende de cuánto quieras arriesgar. No tanto dinero sino seguridad personal, tiempo precioso, contra algo que difícilmente saldrá. Sucede, claro. Surgiendo del polvo, entre las nubes de sudor y de respiración, entre el repiqueteo de los cascos, el animal se destaca, el último que habrías esperado, majestuoso, resplandeciente, inevitable, y adelanta a todos, pa__túpidos, una cosa de bobos, y puede que no tengas ni la voluntad ni la paciencia necesarias.sando entre ellos, como un rayo del sol de la mañana a través de los vestigios espectrales de un sueño. Pero aun así es una apuesta de es
– Pero imagine que destaco. Y siento curiosidad desde hace algún tiempo: a medida que los miembros de la Orden se acercan a la ilu_minación, ¿hay algún tipo de descuento en las cuotas que pagamos?
Llovía cuando Lew llegó a Cambridge. Los titulares de los perió_dicos anunciaban:
OTRA ENCÍCLICA DEL PROF. MCTAGGART ENÉRGICA PROTESTA DEL VATICANO G.H. HARDY, ILOCALIZABLE, NO HACE COMENTARIOS «Multi et Unus.» Texto completo en páginas interiores.
Escritas con tiza en las antiguas paredes, había pintadas como MÁS PELOTAS BRITÁNICAS y LANZAD LIMPIO, CABRONES.
Tras dejar a Yashmeen ante la caseta de entrada de Girton, Lew y Clive Crouchmas se encaminaron al Laplaciano, un relativamente le_jano pub de matemáticos junto a un canal, donde iban a reunirse con el Profesor Renfrew.
– Aquí viene sobre todo gente del Trinity -dijo Crouchmas-, no es probable que nadie lo reconozca.
– ¿Y por qué habría de preocuparle? -se preguntó en voz alta Lew, pero Crouchmas no respondió y asintió ante la puerta que daba paso a la noche.
Poco a poco, a través de la luz de ciénaga sucia, el rostro del Pro__lidad interior.fesor se fue haciendo visible, exhibiendo un brillo…, no, una negación de la visión ordinaria…, una sonrisa que no surgía de ninguna cordia
Tras las tres rondas obligadas de ese producto denso, caliente y sin gasificar que en esa isla conocen como cerveza, Crouchmas se perdió en sus propios tejemanejes, y Lew y el Profesor se dirigieron a las ha__dente silencio, Renfrew habló:bitaciones de Renfrew en uno de los patios interiores. Después de que ambos se encendieran un puro y dejaran transcurrir un latido de pru
– Tengo entendido que conoce a la pupila de Auberon Halfcourt.
Lew supuso que Crouchmas, fascinado por la chica, había sido in_capaz de evitar que se le escapara su nombre. Se encogió de hombros.
– Rutina de carabina, entrar y salir, el señor Crouchmas pensó que yo debía echar un vistazo, eso ha sido todo hasta ahora.
Comentario que no le ahorró una suspicaz mirada de reojo.
– Pobre Halfcourt. El hombre no entiende nada de nada. Peor que Gordon en Jartum. El desierto le ha provocado fantasías de poder que en Whitehall, piadosamente, consideran imposibles de llevar a la prác_tica. Y usted no se hace a la idea de cómo los protectores de la chica en el CRETINO me han arruinado una y otra vez la vida. Uno no puede hacer el menor movimiento, por inocente que sea, sin atraer su, digamos, solícita atención.
A Lew le dio la impresión de que las mandíbulas inferior y su_perior de Renfrew se movían disparejas, como las del muñeco de un ventrílocuo. Y la voz, a veces, parecía proceder de otro lugar.
– Sí, supongo que tienen métodos peculiares. Pero pagan bien.
– Ah, veo que había trabajado ya antes con ellos.
– Sólo recogida y entrega, un par de trabajos de músculo, o como lo llamen por aquí.
– ¿Tiene algún tipo de contrato con ellos?
– No. Un encargo por obra, y cobrado a tocateja. Es lo mejor para todos.
– Umm. Entonces si, por ejemplo, yo quisiera contratar sus ser_vicios…
– Dependería del trabajo, supongo.
– El joven Crouchmas dice que usted es de fiar. A ver, dígame qué le parece.
Clavada a un tablón de corcho en la pared, Lew vio una fotogra__do contra una de aquellas notables disposiciones de nubes por las que era famoso el campo de juego de Headmgley. La cara era borrosa, pero Lew retrocedió unos pasos para enfocarla mejor.fía de una sombría figura de blanco, con una bolsa de criquet, posan
– ¿Lo reconoce?
– No, aunque por un momento me lo ha parecido.
– Lo reconoce -añadió asintiendo astutamente, como para sí.
Lew tenía una molesta sensación gástrica, pero no veía razón para confirmar la suposición del Profesor. Así que soportó entera la misma historia que ya le había explicado Coombs De Bottle sobre el miste_rioso lanzador de bombas de gas.
– ¿Quiere que lo busque? ¿Que lo acorrale, que lo entregue a la policía?
– No directamente. Tráigamelo aquí primero, si es posible. Sería de una gran importancia que hablara con él, cara a cara.
– ¿Y si está en pleno intento de realizar uno de esos ataques de fosgeno?
– Oh, estoy seguro de que habrá un complemento de peligrosidad. Yo no puedo pagarle tanto, ya ve lo miserables que son las cosas aquí, es casi como si mi vida hubiera sufrido su propio atentado con gas; pero si lo entrega sano y salvo, otros serán más generosos.
– Así que no se trata de nada personal.
– Como hacer el tonto en la playa con la señora Renfrew…, lo siento, pero no, me temo que no… -La expresión de su cara la había visto Lew alguna que otra vez entre los británicos, una combinación de suficiencia y autocompasión, que él todavía no comprendía del todo pero que le advertía de que se anduviera con cuidado-. No, di__tenga al margen. De hecho, vienen desde Londres para informarme de que el «sujeto» en cuestión es competencia exclusiva suya.gamos que se trata de algo de una escala, ejem, más general. Que es la razón por la que usted podría tener algún problema con la policía. Han venido a visitarme más de una vez para advertirme que me man
Читать дальше