Resultó que el joven Kit Traverse participaba en el experimento de alto voltaje que lo había causado todo, pues ese verano trabajaba en Colorado Spríngs, para el doctor Tesla. A esas alturas, Kit se conside_raba un vectorista, habiendo llegado a esa creencia matemática no por ninguna ruta abstracta sino, como la mayoría hasta entonces, por la vía de la Electricidad y su introducción práctica durante la infancia, a un ritmo progresivamente frenético, en vidas previamente ajenas a ella.
Por aquellos días, era un aprendiz de electricista ambulante -«Su_pongo que podrían llamarme un trotamundos del circuito»-, e iba de un valle de las montañas a otro, cuidando de no bajar nunca más a una mina, aceptando cualquier empleo que se le ofreciera, siempre que tuviera algo que ver, aunque fuera remotamente, con la electricidad. La electricidad hacía furor en el sudoeste de Colorado, y casi todos los cursos de agua se cruzaban tarde o temprano con una planta eléc____________________se la edad que hiciera constar en los formularios, eso en el caso de que los hubiera.mente en un generador de turbina situado bajo uno de los muchos saltos de agua que, dada la altitud de la región, abundaban allá donde uno se tomara la molestia de mirar. Kit era bastante corpulento para su edad y los capataces estaban dispuestos a contratarle fuera cual fuebrica o el alumbrado de las ciudades, plantas que consistían básicatrica privada que alimentaba la maquinaria de una mina o de una fá
Algo, cierta fidelidad o necesidad, que entre los obreros menos cualificados de aquellos días se empezaba a manifestar en forma de leal____________________taba, elyores que él, que solían ir a pasar allí el verano desde el este, de Cornell, Yale u otras universidades, a ayudar a Kit, a dejarle libros que necesitad sindical, predisponía a otros estudiantes de ingeniería un poco ma Treatise on Electricity and Magnetism, de 1873, de Maxwell, el más reciente (1893) Electromagnetic Theory, de Heaviside, etcétera. En cuanto Kit le cogió el tranquillo a la notación, lo que no le costó mu_cho tiempo, se puso manos a la obra.
Por lo que sabía, podría haber sido una religión: ahí estaba el dios de la Corriente, transportando la luz, prometiendo la muerte al obser____________________nada laboral, delos cuando debería estar durmiendo, a la luz de candiles de minero o lámparas de aceite de carbón y a menudo bajo la incandescencia del mismo misterio eléctrico que estaba estudiando, y que alcanzaba a comprender un poco al azar, sólo por su anhelo, a lo largo de la jorturgia, todo explicado en su sacerdotal lenguaje vectorial, cuyos textos tenía que comprender a medida que llegaban a sus manos, estudiarvador descuidado; ahí estaban las Escrituras, los mandamientos y la li ver -directamente, sin ecuaciones, del modo en que lo había hecho Faraday, según, al menos, la leyenda- qué pasaba dentro de los circuitos con los que estaba obligado a trabajar. Lo que le pare____________________jo. El lo vio. Las expresiones vectoriales de los libros, las integrales de superficie y las funciones potenciales y demás serían a partir de ese momento repeticiones más toscas de la verdad que ahora poseía en su interior, una verdad cierta e inquebrantable.ligrosa brecha de éter abriéndose entre un punto y otro y por debajamente el siempre cegador resplandor del filamento de una lámpara, que le pareció esta vez inexplicablemente vacilante, como una luz que pasara por la rendija de una puerta entreabierta invitándole a entrar a una casa acogedora. Con el curso de agua en cuestión rugiendo en descenso soberano a sólo unos metros. No había sido un sueño, ni tampoco el tipo de iluminación que, como se enteraría más adelante, había experimentado Hamilton en Brougham Bridge, Irlanda, en 1845, pero representaba un salto de un sitio a otro, con quién sabe qué pesurró; «El agua cae, la electricidad fluye, un flujo se transforma en el otro, y de ahí la luz». O unas,,palabras por el estilo, bueno, puede que no fueran palabras exactamente… Y de golpe se encontró mirando fitando broncas a gritos; pero nada de aquello le resultaba demasiado misterioso, hasta que una noche, al oeste de Rico, se abrió para él una ventana hacia lo Invisible, y una voz, o algo parecido a una voz, le suratas, a nivelar y sustentar sólidamente turbinas, a retocar ligeramente las formas de sus hojas, a forcejear para encajar compuertas, tubos de succión, cajas de engranajes y lo que se terciara, todo o casi todo lo cual suponía sudor, músculos doloridos y discusiones con los capataces, o a recorrer penosamente el terreno para encontrar fijaciones y montar poleas, por no mencionar, cuando era necesario, un poco de albañilería, carpintería, remachado y soldadura, sin tiempo para dormir y aguancía después de dedicarse a colocar cajas de engranajes bajo las catatricos, lo que no implicaba una tarea muy complicada cuando la hanes de todo, claro, ellos lo sabían todo-, puede que un detalle aquí y allá, manipulando símbolos de vectores que representaban invisibles -aunque fácil y a veces peligrosamente perceptibles- fenómenos eléccía muy bien. Al cabo de un tiempo, de vez en cuando ya era él quien daba explicaciones a los universitarios más brillantes -no explicacio
Un día corrió la voz entre los electricistas de que el famoso doc_tor Nikola Tesla estaba de camino a Colorado Springs para instalar una estación experimental. Jack Gigg, el colega de Kit, fue incapaz de mantener la calma. No le dejaba en paz:
– Eh, Kit, ¿no estás listo todavía?, vamos, Kit, acamparemos allí, ha_brá montones de empleos para trabajadores con experiencia como nosotros.
– Jack, recuerda que tenemos diecisiete años.
– Si eso es lo que digo. ¡Pike's Peak o nada!
Kit recordó su visita a Colorado Springs de jovencito. Tranvías y un edificio de siete plantas. Crepúsculos de un rojo violento por detrás del Pike's Peak. El vagón del tren cremallera con el techo del mismo color. La estación en la cumbre y, por encima, la plataforma del mira_dor con forma de telaraña; tan nervioso se puso Frank por tener que subir allí arriba que su temor fue objeto de burla por siempre jamás.
Encontraron la instalación de Tesla montada a casi dos kilómetros de la ciudad, cerca de la Casa de los Impresores. Los recibió un hosco personaje con cierto aire de ex convicto de Cañón City, que se pre_sentó como Foley Walker. Kit y Jack supusieron que se encargaba de la contratación. Más tarde descubrirían que era un asistente especial del famoso financiero Scarsdale Vibe y que estaba allí para no perder de vista cómo se gastaba el dinero, buena parte del cual procedía del señor Vibe.
Al día siguiente, de camino a la tienda-comedor, Foley abordó a Kit.
– Debes de estar bastante loco, me parece -comentó este represen_tante de la Riqueza-, para irte de casa y no hacer otra cosa que no sea seguir pringando, ¿voy desencaminado?
Era el tipo de frase que se usaba con las chicas, pensó Kit…, que la utilizó más adelante, pero nunca le funcionó.
– Hace ya unos años que me fui de casa, como usted dice -susurró.
– No es nada personal -dijo Foley-; sólo quería saber si has oído hablar del Programa de Becas para Tenientes de la Industria financia_do por el señor Vibe.
– Claro. En el último garito donde entré a beber no se hablaba de otra cosa.
Foley le explicó con paciencia que el Programa buscaba chicos con talento potencial para la ingeniería con la intención de financiarles la carrera.
– ¿La Escuela de Minas o algo así? -preguntó Kit, interesado a su pesar.
– Algo mucho mejor -dijo Foley-, ¿A qué te suena Yale?
– A pijadas como: «Señor Merriwell, tenemos que anotar este en_sayo» -dijo Kit con un pasable acento del este.
– Lo digo en serio.
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