Mientras tanto, 'Pert, que había intentado, con poco éxito, sem____________________servaba a mano para ocasiones como ésa. El compositor dirigía dos orquestas de cuerda dispuestas comotido informal más apropiado para Brighton, con un sombrero que siempre le había parecido especialmente aborrecible pero que consistible para la maldad gratuita, porque lo acompañó luciendo un vescilmente le granjeara la simpatía del público británico. Sin embargo, la vida de 'Pert no tardaría en sufrir cierto reajuste. En septiembre, Hunter la invitó a acompañarlo a la Catedral de Gloucester, donde, como parte del Festival de los Tres Coros de ese año, se representaría por primera vez una obra de Ralph Vaughan Williams. Ruperta, que despreciaba la música eclesiástica, debió de intuir una posibilidad irregilidades resultantes, y se nombró a sí misma anti-musa, esperando por pura mezquindad empujar a Hunter a realizar una obra que difíbrar dudas respecto a la chica que Hunter tenía en la cabeza, también se había enterado, a través de elementos del CRETINO, de algunos detalles sobre las aventuras previas del pintor, así como sobre sus fra cantores y decani, unos frente a otros, a través del coro y el presbiterio, con un cuarteto de cuerda en____________________grimas caían sin interrupción por su cara, se mantuvo flotando sobre las cabezas del público, a la luz del otoño, durante todo el tiempo que duró la pieza. En el último y largota aproximadamente la mitad de las bóvedas, donde, mientras las lánera nada vulgar, emprendiendo un ascenso discreto y constante hasmonías de nueve partes invadían los huesos y los vasos sanguíneos de los asistentes, muy lentamente Ruperta empezó a levitar, pero de matre ellos. En cuanto Vaughan Williams alzó la batuta, antes incluso de las primeras notas, algo le pasó a Ruperta. Mientras las resonancias frigias inundaban la gran nave, cuerdas dobles subían y bajaban, y ar diminuendo, descendió con calma al suelo y se reintegró a sí misma, sin volver a asumir jamás su viejo pa____________________ra decir algo:ciente de que algo trascendental le había acontecido, paseaban ahora en silencio por el Severn, y transcurrieron horas antes de que ella osapel de pelmaza insoportable. Ella y Hunter, que era vagamente cons
– Nunca, jamás, debes perdonarme, Hunter -susurró-. Nunca po_dré pedir perdón a nadie. De algún modo, yo sola, por todos y cada uno de los malos actos de mi vida, tengo que encontrar uno bueno que equilibre la balanza. Y puede que no me quede tiempo suficiente.
En circunstancias normales, él habría discutido con buen humor su teoría de contabilidad moral. Pero más tarde juraría que la había vis__ses a los que las sonoridades en séptima bemol nunca se les escapan, Hunter se había quedado encantado inmediatamente con lato rodeada por una extraña aura luminosa, y supo que no la haría desaparecer con ninguna broma. Poseedor de uno de esos oídos ingle Tallis Fantasía, siempre la amaría, pero el cambio espiritual que él necesita__dría ascender lo bastante para escapar.ba tendría que proceder de otra fuente. El tiempo subía como un río en una estación de tormentas, hasta penetrar impetuosamente con olas espumeantes por los callejones y las plazas de su alma, y no sabía si po
Cuando sus pinturas empezaron a hacerse raras, Dally se dio cuen____________________recía el fondo, y era la imprimatura cruda la que cobraba la cualidad de una presencia, exigiendo que la observaran…lumbrante, como si un elemento esencial hubiera quedado fuera de la pintura. A veces, en la parte vacía de la composición incluso desapacia el otro lado como si allí hubiera alguien, pero no había nadie. O dos sujetos aparecían juntos, pegados a un lado, mientras cerca, lo bastante para tocarlos, se abría un espacio de una luminiscencia desta de inmediato. En las composiciones aparecían vacíos intencionados; una figura estaba a un lado del lienzo, mirando o haciendo gestos ha
– ¿Qué es esto? -quiso susurrar Dally, temerosa por él-. ¿Qué es lo que no enseñas?
Por lo general, a quienes le interpelaban en ese sentido, Hunter solía remitirles al desbordante espacio-luz de Dido construye Cartago de Turner, que por aquel entonces colgaba en la National Gallery.
– Si uno tiene que robar, es aconsejable robar de los mejores.
– Esa no me la trago, Hunter, lo siento.
– O puede que, ahora que estás bien informada sobre la obra del Ángel de la Muerte, quieras venir y posar para uno de esos espacios vacíos, si las cosas en el taller de Arturo empiezan a aburrirte.
– Pues hasta es más espeluznante que eso. -Le contó el último in_cidente en el taller de Chelsea. El otro día, Naunt le había pedido que prescindiera del habitual atuendo del ADM y se pusiera tan sólo un par de botas militares. Entonces, desde una habitación del fondo, surgió lo que se conocía en el oficio como un Joven Bien Dotado, también desnudo, salvo por un casco de infantería azul oscuro.
– Ya sabes la postura, Karl -le instruyó Naunt. Sin hacer comen__trás de él y agárralo por las caderas con firmeza, sin remilgos…tario alguno, Karl se puso a cuatro patas y presentó su, Dally no pudo dejar de fijarse, su más que atractivo culo-. Ahora, Dahlia, ponte de
– Dijiste que se pondría un dildo -le recordó Karl un tanto ja_deante.
– ¿Qué está pasando, Arturo? -preguntó Dally-, si no te importa compartir tus intenciones, claro.
– La ternura maternal -explicó Naunt- es ciertamente uno de los atributos del ADM, aunque no el único. La agresión anal, nada des__da de su poder, y de hecho la sumisión que ella espera, así como una fuente de consuelo, da a veces placer al objeto de sus atenciones.conocida en la imaginación militar, es una expresión igualmente váli
– Entonces se supone que yo…
– No te preocupes por el pene, puedo añadirlo más tarde.
– Eso espero -murmuró Karl.
– Estos artistas…-Hunter suspiró cuando ella acabó de contárse_lo-. Entonces, ¿vosotros dos…?
– Debe de ser por mi puritana educación americana -dijo ella-, pero sodomizar idiotas nunca ha sido plato de mi gusto.
Y quiso el destino que ella encontrara casualmente en la ciudad, esa misma noche, nada menos que a su viejo admirador, el empresa_rio de espectáculos americano R. Wilshire Vibe, cuyas producciones, en los últimos años, habían sido mejor acogidas en el West End que en Broadway.
– Vaya, caray, vi esa cabellera desde Shaftesbury Avenue, creí que había un incendio. Podrías reunir las condiciones para hacer una mitzvah, joven dama. -Resultó que estaba buscando una «chica típica irlandesa» que decorase su última iniciativa. Los orientales ya están en Wigan, y ninguna de las que se había presentado a los castings se ajus__más una de las figurantes en el gran número del tercer acto detaba a los requisitos. El papel era de extra en el primer acto, pero ade Pelirro_jas traviesas, que se representaba muy cerca, se marchaba, así que si Dally podía correr lo bastante rápido por el Strand para que le diese tiempo a cambiarse de vestuario y de maquillaje, vaya, sería la sustituta perfecta.
– Lo que llamarías «dos por el precio de uno» -dijo ella.
– Ya estamos. No estás comprometida en otra cosa ni nada, ¿verdad?
– Oh, en una especie de espectáculo religioso de aficionados, pero puedo dejarlo.
Tras hacer de figurante, pronto le dieron un par de frases, luego los ocho compases de un dúo con un chico cuya gama vocal era de media octava, fácil de seguir por la de la propia Dally, y antes de que se diera cuenta se encontró aclamada como una de las maravillas del mundo tal como éstas se definían en Shaftesbury Avenue, el Strand, Haymarket y Kings Way, aunque también la reconocían como tal los públicos suburbanos desde Camberwell Green hasta Notting Hill.
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