– Entonces tal vez sea un fraude -se rió Vlado-. Una falsificación. Como sabes, tenemos talleres llenos de calígrafos e ilustradores, atarea__loristas aunque indescifrables?dos como enanos en una caverna, pues incluso allá en las montañas sabemos que pueden sacarse fácilmente beneficios de la credulidad de millonarios americanos y sus agentes, quienes estos días andan por todas partes con sus famosos maletines escolares rebosantes de billetes verdes, comprando cuanto ven, óleos, loza antigua, trozos de castillos, por no hablar de posibilidades de matrimonio y caballos de carreras. Así que ¿por qué no este pintoresco artefacto nativo, con sus visiones co
Ella lo acabó aceptando. Se dijo a sí misma que le atraía su humil_dad, su facilidad de ocultación.
Durante sus visitas a Venecia habían adoptado la costumbre de ir al cine. Iban al Teatri Minerva y al Rossini, pero su favorito era el Malibran, junto al Corte del Milion, donde la tradición situaba la casa de Marco Polo. Se sentaban en la oscuridad y veían la película rodada ahí cerca no hacía mucho, desde una góndola, por Albert Promio y su equipo de Lumière de París. En cierto momento, la imagen había en____________________das. Ella sentía el estremecimiento que recorría el cuerpo de Vlado. El se había inclinado hacia delante para mirar fijamente, con un grado de aprensión que ella nunca había visto, ni siquiera cuando sentía la presencia de jinetes invisibles u oía tiroteos por la noche.bles orillas de canales marrones, entre los laberintos, los muelles y los talleres de góndolas, las pasarelas, las viejas charcas de aguas estancatrado en el Arsenale, desplazándose como en un sueño por inconta
Reef estaba de vuelta en Venecia antes de saber por qué. Aquí era donde todo había descarrilado, aunque su regreso a la ciudad no pro__ro que estuviera preparado para todo lo que las sombras ocultaran.metía ser más útil que el de un fantasma a un castillo. Se sentía un poco desesperado. La bomba en el café de Niza había iluminado toda una alta cordillera como un rayo en la noche, enseñándole el país por delante bajo un aspecto sombrío e incomprensible. No tenía muy cla
Había pasado por el Lido para hacer prácticas de tiro con su rifle exprés de cordita del calibre 450. Tenía que apuntar, concentrarse en dianas lejanas, con una luz vacilante y vientos traicioneros. A esas al__jera palabra sobre Scarsdale Vibe. Paseó por variasturas, allí no había nadie que le recordase que ya no sabía ni dónde estaba su objetivo. En Venecia no había encontrado a nadie que le di fondamente a distin_tas horas del día buscando a Dally Rideout, pero había desaparecido. Cuando se acercó a Ca' Spongiatosta, la Principessa en persona se lo quitó de encima sin miramientos y dos pistolieri con librea lo echaron a patadas.
Y en ese momento, de golpe, se encabrita el agua y, en medio de un chapoteo humeante de blasfemias en italiano, emerge una espe__turas con trajes de goma que seguidamente se acercan hasta la arena. Tras recorrer las rutas casi milagrosas conocidas por los cie de monstruo marino del Adriático del que desmontan dos criamarineros de tierra adentro desde que los Argonautas enhebraran su camino a través del continente europeo, no siempre por la superficie, Pino y Rocco estaban de regreso en la ciudad a bordo de su torpedo tripulado, que a esas alturas había aumentado un tanto de tamaño, de vuelta por fin en Venecia, un viaje facilitado por el hecho de que, en el fondo de su corazón, nunca se habían ido. Las últimas noches se los había visto por los bares de los hoteles de San Marco, bebiendo una especie de gin fizz local llamado Casanova y discutiendo sobre fútbol, y cuando cerra__de apenas llegados empezaron a oír esas enormes explosiones desde la orilla, que, con su maniática cautela de perseguidos, los llevaron a asumir que se dirigían a ellos.ban los bares, en las horas que preceden al alba, se había oído a su vehículo letal aullando como un fantasma veloz por los canales y los rii… Esa noche habían decidido darse una vuelta hasta el Lido, don
Reef se colgó cuidadosamente el rifle del hombro y asintió.
– ¿Qué hay, chicos? No está mal el barquito que tenéis.
– Eso es una escopeta para cazar elefantes -dijo Pino.
– Sí, tenía entendido que éste era un país de elefantes. ¿Me equi_voco?
– íbamos al hotel -dijo Rocco señalando hacia la masa sin ilumi_nar del Excelsior-, a tomar una copa.
– No creo que abran hasta que haga un poco más de calor -dijo Reef.
Rocco y Pino se miraron.
– Lo han tenido abierto todo el invierno -dijo Rocco-, sólo simu_lan que cierran.
– Durante todo el año -Pino señaló las extensiones vacías de are_nas a su alrededor bajo el fresco y vacilante crepúsculo- hay cierta clientela.
Como cabía esperar, dentro del nuevo hotel de lujo, las luces cen____________________bidas, aunque no había nadie en la barra.taba vacía. Camareros de chaqueta blanca se afanaban mezclando bedente de alguna parte indeterminada, pues la tarima de la orquesta estelleaban, en los pasillos reverberaban los ecos de los que no se habían ido, el deseo cobraba fugazmente la entidad de figuras apenas atisbadas que al momento se disipaban, arrastradas en su impotencia por un viento interior que las llevaba por las pistas de baile y las terrazas, a lo largo de las arcadas sombrías, donde se oía un eco de música proce
– Amenaza tormenta -los saludó Rafaello. Llevaba una orquídea púrpura en la solapa y conocía a Rocco y a Pino-. Han llegado justo a tiempo.
Poco a poco, el salón se fue llenando de refugiados harapientos, que temblaban y miraban fijamente. Avanzada la noche, se hizo evi__nales y primaverales como en verano dependían del calor y el cielo despejado.dente que los negocios dependían ahora tanto de las tormentas inver
– Y al cabo de un tiempo -decía Pino-, nos encariñamos. Le pu_simos nombre. Il Squalaccio. -Una vez que se le dio nombre, parecía imposible que pudieran volarlo jamás. Lo llevaron al taller, repensaron el diseño, construyeron ampliaciones por delante y por detrás, con nue_vos compartimentos, instalaron un motor mayor, y al poco tenían una variedad enana de submarino.
– ¿Señor Traverse? -Reef miró al espejo y reconoció a la amiga de Kit, Yashmeen, a la que había visto por última vez en el Lago Maggiore en los lejanos tiempos de Chirpingdon-Groin.
– Hola otra vez. -Estaba allí con un tipejo alto y apuesto de algún lugar de la otra orilla del Adriático. Iban camino de Trieste cuando la tormenta se desató y los lanzó a la costa de sotavento del Lido, aun__bían visto tras sus pasos.que su mayor preocupación parecía ahora una lancha motora que ha
– Nos han seguido desde el Bacino, mantenían apagados los faros, y de no haber estallado la tormenta, posiblemente ya nos habrían hundido.
– Attenzione -murmuró Pino.
Un grupo de hombres habían entrado juntos, algunos se habían quedado al lado de la puerta, otros empezaron a recorrer lentamente el salón, mirando los rostros. Ella se volvió hacia Reef.
– Finge que estás fascinado.
– Claro. ¿Adonde ha ido tu socio?
– Vlado debe de haberlos visto antes que yo.
Rocco se acercó.
– Austriaci. Lo más probable es que anden buscándonos a Pino y a mí.
– Nos buscan a Vlado y a mí -dijo ella.
– Podemos llevaros si queréis -ronroneó Pino, como siempre in_capaz de disimular sus intenciones libidinosas-. En Il Squalaccio pue_den dormir cuatro cómodamente.
Reef recogió su escopeta de elefantes y se encaminó hacia la salida.
– Yo os cubriré, chicos. Corred en cuanto podáis. -En la playa en_contró una caseta de baño abandonada y tomó posición, cogió una cerilla de madera, la sostuvo bajo la lluvia lo bastante para ablandar la cabeza y luego frotó el fósforo mojado sobre la parte de atrás y de delante de la mirilla, hasta que estuvieron lo bastante resplandecientes para ver.
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