»Ahora que Gibbs se ha ido, no queda nadie en Yale con quien consultar sobre esto -dijo el alterado académico-. Supongo que toda_vía es posible ponerse en contacto con Kimura, y con el Doctor Tesla. A menos que los terribles rumores que corren sobre él sean ciertos.
Según el Profesor Vanderjuice, se contaba que Tesla, al intentar comunicarse con el explorador Peary, que por entonces estaba en el Ártico, proyectó unos rayos sin identificar desde su torre de Wardenclyffe en dirección ligeramente al oeste del norte preciso, y erró su objetivo por unos pocos pero fatales grados, de manera que el rayo no alcanzó la base de Peary, situada en la isla Ellsmere, sino que atra__guska Pedregoso.vesó la región polar y llegó a Siberia hasta alcanzar por fin el Tun
– Y esto es lo que me desconcierta de la historia: ¿quería Tesla mandar un mensaje a Peary, enviarle una cantidad de energía eléctri_ca o, por alguna secreta razón, borrarlo del mapa? Hasta es posible que Tesla no tenga nada que ver, pues ahora ni siquiera se sabe a ciencia cierta quién está en Wardenclyffe: Tesla parece haber abandonado las instalaciones después de que Morgan lo abandonara a él. Eso es todo lo que he podido averiguar en este remoto lugar de los antípodas.
– Parece propaganda capitalista -dijo Darby-. El Doctor Tesla siempre ha tenido enemigos en Nueva York. La ciudad es una pe__boratorio.sadilla de murmuraciones, abogados de causas civiles y disputas de patentes. Y ése es el destino de cualquiera que haga ciencia en serio. Fijaos en Edison. Fijaos sobre todo en nuestro colega, el Hermano Tom Swift. Estos días pasa más tiempo en los tribunales que en el la
– La última vez que vi a Tom parecía más viejo que yo -dijo el Profesor-, Nada como los pleitos perpetuos para envejecer a uno an_tes de tiempo.
Acordaron una cita en el cielo con el Bol'shaia Igra, sobre Semipalatinsk. Vistas desde el suelo, las dos aeronaves juntas cubrían un cuarto del cielo visible. Los chicos vestían sombreros de marta cibe_lina y capas de piel de lobo a juego, que habían comprado en el gran mercado de febrero en Irbit.
– ¿Por qué no nos hablaron antes de los Intrusos? -preguntó Pad__dríamos haber ayudado.zhitnov esforzándose por ser amable-. Lo supimos desde Venecia, po
– ¿Y por qué iban a creerse nada de lo que les contáramos?
– Oficialmente no, claro. Siempre puede tratarse de «algún truco americano». Puede hacerse una idea de las emociones en el cuartel general: un equilibrio muy delicado de intereses, ¿quién quiere a los americanos irrumpiendo a saco, como vaqueros al galope, alterando todas las cantidades conocidas?
– Pero extraoficialmente…, usted, como hermano del cielo, ¿nos habría creído?
– ¿Yo? Desde el obstanovka de Tunguska me creo todo. En San Petersburgo -una mirada compartida, no tanto de desdén cuanto de comprensiva resignación ante el mundo de la superficie- prefieren creer que fue un arma japonesa. El espionaje militar ruso quiere que confirmemos que fueron los japoneses, o al menos los chinos.
– Pero…
– ¿Y el gobierno americano?, ¿qué piensa?
– Ya no trabajamos para el gobierno.
– Zdorovol ¿Y para quién trabajan? ¿Para una gran empresa ame_ricana?
– Para nosotros mismos.
Padzhitnov lo miró con ojos entornados, que seguían siendo amistosos.
– Ustedes, los aeronautas, ¿son ahora una gran empresa ameri_cana?
Randolph se encogió de hombros.
– Supongo que todavía no del todo. Aunque con las inversiones que están llegando, no creo que tardemos mucho. Estamos mirando cosas en Suiza, en Moresnet Neutral, un par de remotos territorios isleños…
– ¿Qué le parecen las acciones de Rand? ¿Estallará la burbuja? La mayor parte de nuestro dinero está ahí, y en armamento.
– Hemos estado reduciendo gradualmente nuestra exposición en Sudáfrica -dijo Lindsay-, pero últimamente lo que parece muy pro_metedor son los bonos del ferrocarril del Turkestán chino.
– Un tchudak en un bar de Kiakhta me dijo lo mismo. Estaba como una cuba, claro.
En una sucesión en cascada de tintineos y silbidos de ruidos eléc____________________terfly lo miraba con extrañeza.bozos, calculaba. Cuando acabó, se dio cuenta de que Chick Countricos, el receptor sin cables ruso cobró vida. Padzhitnov respondió y al cabo charlaba a mil por hora, consultaba mapas y cartas, trazaba es
– ¿Qué?
– ¿Acaba de mantener esa conversación en abierto?
– ¿En abierto? ¿Qué significa «en abierto»?
– Sin codificar -aclaró Miles Blundell.
– ¡No hace falta! ¡No hay nadie más a la escucha! ¡Es un sistema «inalámbrico»! ¡Un nuevo invento! ¡Mejor que el teléfono!
– Tanto da, yo buscaría algún sistema de codificación.
– ¡Mucho trabajo para nada! ¡Ni siquiera el ejército ruso hace ta__losos, como los viejos!maña tontería! ¡Ay, mis jóvenes colegas del globo! ¡Demasiado caute
Al volver de la taiga, la tripulación del Inconvenience descubrió que la Tierra que creían conocer se había transformado de modo impre____________________neas y plazas sin árboles se extendían abajo, sin dernas de cúpulas múltiples, torres de envigado descubierto, chimecies migratorias europeas, habían desaparecido, dejando la región a las águilas y los halcones que los habían cazado. Inmensas ciudades mojizo y verde ácido, ascendían al cielo para lamer la parte inferior de la góndola. Los pájaros con los que antes compartían el cielo, espesado. Humo de industrias, en tonos insalubres de amarillo, marrón rotonces, vieron una considerable red de raíles, acero encajado en zonas despejadas allá abajo, brillando como los cursos de los ríos en el pabiera sacudido los ejes de la Creación, tal vez para siempre. Abajo, a lo largo de leguas de bosques y praderas siberianos intactos hasta envisible, como si lo que fuera que hubiera caído sobre Tunguska huuna sola criatura vi_viente a la vista.
Al anochecer se acercaron a las lindes de una gran flotilla aérea. Abajo, la taiga se silenciaba, como si se entregara a las horas de oscu____________________llante, sólo el necesario para mantenerlas estables. Cada nave estaba sujeta con un cable de acero a un fragmento de material móvil en algún punto del suelo, que se desplazaba invisible por su propia vía, guiando su carga suspendida en el aire a un destino distinto, por todo el mapa de Eurasia…; mientras los chicos miraban, las envolturas más altas de la flota eran arrastradas por el avance del arco de sombra de la Tierra, y luego fluían en rápido descenso entre los flancos de seda barnizada de las otras naves, zambulléndose finalmente en el paisaje, para liberarlo de su luz cotidiana. Al poco, lo único que se veía era una constelación que se dirigía a la tierra de luces rojas y verdes en movimiento.tores de caballos, que de vez en cuando emitían jadeos de vapor briquesas o púrpuras, algunas de las nuevas naves equipadas ya con motiagudas o cosidas apretadamente en forma de poliedros estelados o dragones chinos, sólidas, de rayas, de franjas, amarillas o escarlatas, turmera, o tan aerodinámicas como peces oceánicos, o cuadradas, o puncas, otras con forma de melón, de salchichas polacas, de puros de priridad y sueño. El día destilaba todavía la suficiente luz para revelar un cielo atestado de globos de transporte de mercancías, inmensos y sin tripulación, suspendidos a todas las altitudes, mientras la puesta de sol iluminaba anillos de carga y aparejos grabados con delicadeza, redes de carga y palés rebosantes que oscilaban al viento del anochecer, cada uno llevado por una envoltura distinta, unas perfectamente esféri
– Así en la tierra -comentó Miles Blundell- como en el cielo.
Tan despacio como la justicia divina, empezaron a llegar informa____________________nocidos charlatanes. Nadie se atrevía a decir qué era peor: que nunca hubiera pasado o quegenes, los troncos de cuyos árboles, sin excepción, se habían pelado hasta quedar blancos, inclinados hasta unos inconcebibles noventa grados, aplanados a lo largo de kilómetros. Las reacciones en el Oeste fueron uniformemente discretas y perplejas, incluso entre los más cobido tiempo, empezarían a aparecer fotografías, como de un baño de revelado, y luego se harían circular…, más tarde correrían copias de copias, que con el tiempo se degradarían hasta parecer vulgar arte abstracto, pero no por ello seguían menos asombrosas: bosques vírcal de una majestuosidad que sólo suele darse en los sueños. A su denifestado por fin en una única explosión, en un crescendo casi musiciones del Este, de un lugar que parecía incomprensiblemente muy al este, como si las batallas de una guerra desconocida se hubieran ma si hubiera pasado, y que todos los agentes de la historia se hubieran confabulado para no dejar constancia, exhibien__mento, para guardar silencio.do un sentido del honor, que nadie les había supuesto hasta ese mo
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