– He visto a otros morir en sus camas -empezó a hablar Webb, y esta vez era verdaderamente Webb-, cerca de todo lo que construye_ron y amaron, rodeados al final por hijos, nietos, amigos, vecinos del pueblo que nadie sabía cómo se llamaban, pero eso no era lo que yo tenía reservado, no, en este mundo miserable que nos fue dado para que trabajáramos y sufriéramos en él, ni siquiera se contemplaba esa posibilidad.
»No tiene sentido disculparse. Podría haber hecho otras cosas. Como no alejaros de mí. Podría haber pensado otro modo de honrar a quie__tos. Algún otro habría sido lo bastante inteligente para saber hacerlo. Yo también habría podido. Y tampoco es que estuviera solo, disponía de ayuda, incluso de dinero.nes trabajan bajo tierra, sin ver jamás el sol, y mantenernos todos jun
»Pero vendí mi rabia muy barata, no comprendí lo preciosa que era y la malgasté, dejé que se escurriera entre mis dedos gritando a la gente equivocada, a May, a los niños, y cada vez juraba que no volve_ría a hacerlo; nunca me gustó, pero empecé a rezar por eso, sabía que tenía que guardar la rabia bajo alguna tapa, reservarla al menos para los malditos propietarios; sin embargo, un buen día Lake se escabulle a la ciudad, vagabundea por ella, uno de los chicos me mira, algunos días basta con una mirada, y vuelvo a chillar, pero ellos están mucho más lejos, y no sé cómo recuperarlos…
Podría haber sido una conversación íntima en un salón acogedor.
Pero esa noche sus hijos no conseguirían lo único que querían. Que__trarlo y ventilarse al muy hijo de puta.rían escuchar decir a Webb, con la seguridad omnidireccional de los muertos, que, dado que Scarsdale Vibe había pagado a sus asesinos, lo menos que podían hacer los hermanos en ese momento era encon
Después, como era de esperar, Reef no recordaba nada. Madame Eskimov y Yashmeen fueron a los baños turcos y Algie se encaminó al salón de billar. Kit se sentó a la mesa y miró a su hermano.
– No he hecho nada vergonzoso, ¿verdad que no? -quiso saber Reef.
– Era él, Reef. Su voz…, mierda, si hasta parecías él.
– Puede haber sido por la luz.
– No sé qué pensar.
– Haz una foto la próxima vez. A ver qué sale, si es que sale algo. -Reef parecía extrañamente inseguro. Contempló con resentimien_to su sombrero-. Mírame. Este sombrero. ¿Qué estoy haciendo con esta gente? Creía que había tomado una decisión en Nueva Orleans. Creía que había elegido el Anarquismo, hasta el final, hasta que acabaran conmigo, porque es el tipo de creencia que sólo tiene una salida, ¿no, Kit? -Sonó casi como una petición de ayuda-. Ya ni siquiera sé quién coño soy.
En el sueño, están todos juntos en un acto social, el paisaje corres_ponde a un lugar alto, sin nombre pero familiar, con píceas y ála____________________cadas con números, sino queque no se hubiera visto jamás, violines, guitarras, un acordeón y gente bailando, y, un poco alejado, Kit ve a su padre solo, en una mesa de merendero de madera con una baraja de cartas, jugando un póquer solitario. Se da cuenta enseguida de que las cartas no sólo están marrientes lejanas, cada rostro casi insoportablemente nítido, familiar aunbreros trinchando y sirviendo, costillas a la parrilla y judías cocidas, cucuruchos y tartas de boniato, chicas guapas, muchas de ellas pamos, agua corriendo por todas partes, arroyos, estanques, fuentes, más comida que en un banquete dominical, cocineros con grandes som son en cierto modo números, algunos reales, otros imaginarios, algunos complejos e incluso trascendentes, y Webb los va disponiendo cada vez en una matriz de cinco por cinco cuyo valor propio no queda muy claro, pero al mismo tiempo, Kit, que todavía tiene unos seis años, se acerca corriendo a Webb.
– ¿Estás bien, papá?
– Estupendamente, Christopher. ¿Y tú?
– Creí que…, parecía que…, que te sentías muy solo.
– ¿Porque me has visto aquí sentado solo? Por el amor de Dios, estar solo no es lo mismo que sentirse solo. No tiene nada que ver. ¿Todavía no te lo han enseñado en la escuela? Ven. -El niño se acerca y Webb lo rodea con un brazo mientras sigue poniendo las cartas, sin dejar de hacer comentarios-: Fíjate en esto.-O-: ¿Qué tenemos aquí? -Y Kit intenta identificar polinomios característicos, al tiempo que se arrima a su padre cuanto puede-. Hay cosas peores que sentirse solo, hijo -le dice Webb al cabo de un rato-, Y de eso no se muere, a veces uno incluso lo necesita. -Pero cuando Kit estaba a punto de preguntar para qué se necesita, algo en el inmenso balneario que nunca duer_me, un estornudo, una sartén para hacer tortillas que se había caído, el silbido de un empleado, lo despertó.
Kit se fundió lentamente en la oscura hora institucional en que los huéspedes yacían tras la jornada, archivados, numerados, irrelevan____________________taba vedada durante el día, miraba con la boca abierta, hacia arriba a la nada, a la esperanza, o puede que sólo a lados voces, fluidos y repeticiones mecánicas cuya comprensión le estes. Confuso por un instante, creyendo que estaba en la cárcel, que los sonidos del entorno, en el curso de su lenta vida digestiva, eran to vis inertiae que le había mantenido hasta entonces en movimiento, y que se escurría mientras él se asomaba a una espantosa certidumbre que no supo nombrar de inmediato pero bajo cuyo peso, eso sí lo sabía, tendría que vivir a par_tir de entonces.
Desde el principio, tendría que haber deseado ser el único hijo en quien Webb pudiera creer; sin importar qué líos Reef anduviera bus____________________dido con un poco más de voluntad de supervivencia. Constreñido ahora a sesiones de espiritismo y sueños, ya no podía decírselo a Kit con esas palabras exactas, sino que tenía que recurrir a las metonimias sombrías y desgarradas de los muertos.quina de Estados Unidos, y antes de que pudiera recordar siquiera quién era, Webb había muerto. Si hubiera tenido más confianza en Kit, tal vez cuando le reclamó la hora terrible podría haberse defense cuenta, se encontró allí, lejos de casa, perdido en la parte más meztre ambos, nada al menos que él pudiera ver. Pero entonces, sin darcándose por ahí, o hasta qué punto las ambiciones de Frank para hacerse ingeniero resultaran favorables o contrarias al Sindicato, Kit siempre había pensado que estaría al lado de su padre pasara lo que pasase, simplemente porque no había nada que se interpusiera en
El que Webb no lo hubiera denunciado esa noche no significaba que Kit hubiera sido perdonado. Había traicionado a su padre, eso ya no podía cambiarlo -había colaborado con los asesinos de su padre, vivido la vida de niño rico que ellos le pagaron-, y ahora que había acabado, comprendía que, por más que quisiera, ya no podía utilizar como disculpa su juventud ni lo que pudiera quedar de su compro_metida inocencia. Se había vuelto contra Webb la noche que regresó de Colorado Springs con la proposición de Foley, y no había hecho el menor esfuerzo por arreglarlo hasta que ya era demasiado tarde para solucionar nada.
Estaba allí tumbado, asqueado y vacío por la vergüenza. ¿Cómo había podido pasar? Lo que había sido su hogar estaba a ocho mil kilómetros en línea recta y a otros tres o cuatro mil subiendo y ba__mensa luz del sol, con el peso de todo aquel metal resplandeciente bajo tierra oponiéndose a ella y a lo que ella quería, que, bien lo sabía Dios, siempre había sido muy poco.jando, y la única persona de allí que aún le importaba era Mayva, la figura menguante y resuelta en la estación, bajo el viento y la in
– Tu padre se pasó casi toda la vida ahí abajo… Cuánto les dio para lo poco que le devolvieron… esas sabandijas mercenarias, y todavía hay rastros de su sangre por todo el país, que aún gritan, en el caso de que la sangre grite, claro…
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