Un día, Reef se fijó casualmente en que Fulvio llevaba lo que pa_recía un mapa de ferrocarril realizado en tejido cicatricial.
– ¿Cómo te lo hiciste? ¿Te interpusiste entre dos linces que esta_ban fornicando?
– Un encuentro con una Tatzelwurm -dijo Fulvio-. Dramático, non é vero?
– No sé qué es -dijo Reef.
– Una serpiente con garras -explicó Gerhardt.
– Cuatro patas, tres dedos en cada garra, y una boca inmensa llena de dientes muy afilados.
– Hiberna aquí, dentro de la montaña.
– Eso intenta. Pero que Dios ayude al pobre que la despierte.
Se sabía que algunos hombres habían dejado de trabajar aquí afir_mando que las Tatzelwurms estaban furiosas por las perforaciones y las explosiones.
Reef se imaginó que se trataba de algún tipo de novatada a la que sometían a los recién llegados, pues ése era su primer trabajo en un túnel. Una especie de tommyknockers alpinos, se imaginó, hasta que empezó a ver largas formas en movimiento fluido en lugares ines_perados.
Los trabajadores de los túneles llevaban pistolas a sus puestos y dis_paraban cada vez que creían ver una Tatzelwurm. Algunos prendían cartuchos de dinamita y se los tiraban. Pero eso sólo conseguía que las criaturas se volvieran más descaradas, o tal vez más indiferentes a su destino.
– Por aquí no hay muchas ratas de mina.
– En Europa -especuló Philippe-, las montañas son mucho más antiguas que en América. Cuanto vive en ellas ha tenido más tiem_po para evolucionar hacia un tipo de criatura más letal o menos amistosa.
– También es un buen argumento para el Infierno -añadió Gerhardt-, para algún plasma primordial de odio y castigo en el centro de la Tierra que adopta diferentes formas a medida que se acerca a la superficie. Aquí, bajo los Alpes, se hace visible como la Tatzelwurm.
– Es un consuelo imaginar que se trata de una manifestación ex_terior y visible de otra cosa -dijo entre dientes uno de los austríacos mientras daba caladas a una colilla-, pero a veces una Tatzelwurm no es más que una Tatzelwurm.
– Lo más inquietante -dijo Fulvio con un escalofrío- es cuando ves una, ella levanta la mirada y se da cuenta de que la estás observando. A veces sale corriendo, pero si no, preparaos para el ataque. Ayuda no mirarla a la cara demasiado tiempo. Incluso en la oscuridad sabes dón_de está, porque chilla, un chillido silbante y agudo que te calará hasta los huesos como el frío invierno.
– Una vez que has tenido uno de esos encuentros -coincidió Gerhardt-, te acompaña para siempre. Por eso creo que nos las en_vían, nos las envían a algunos en concreto, con un propósito.
– ¿Cuál? -preguntó Reef.
– El de decirnos que no deberíamos hacer esto.
– ¿Construir túneles?
– Tender vías férreas.
– Pero nosotros no lo hacemos -señaló Reef-, lo hace la gente que nos paga. ¿Ven ellos alguna vez la Tatzelwurm?
– Los visita en sus sueños.
– Y entonces tiene nuestro aspecto -añadió Flaco.
Reef debería haber sabido qué iba a pasar cuando soplara el favogn. De repente, veteranos curtidos en inundaciones de aguas hirvientes, explosiones y derrumbamientos de galerías se volvieron lánguidos y apáticos ante el asalto de este viento cálido, seco e implacable, capa__ladradora. Se suponía queces apenas de levantar una taza de hojalata, mucho menos aún una ta el favogn procedía del desierto del Sáhara, como el siroco, aunque había debates interminables al respecto. El viento estaba vivo. Hablar de la compresión dinámica y de los gra_dientes adiabáticos no tenía tanto peso como la certidumbre de su intencionalidad consciente.
Desde hacía ya años, el túnel en construcción era una escala ha_bitual para los balneomaniacos ociosos de la época, que viajaban de balneario en balneario, por toda Europa y más allá, adictos a las aguas minerales, buscadores de compuestos de elementos que todavía no se habían descubierto, de algunos de los cuales se rumoreaba que proporcionaban rayos terapéuticos a los que todavía no se les había asignado letra en ningún alfabeto, aunque los conocían y hablaban sobre ellos los cognoscenti de balnearios desde Baden-Baden a Wagga Wagga.
Un día se presentó un grupo de esos visitantes, una media doce__dos más o menos aletargados por el viento. Con una excepción:na, tras avanzar a tientas a través de nubes de Moazagotl y demás. To
– Oh, vengan a ver a estos graciosos hombrecitos con sus grandes bigotes, corriendo por ahí en ropa interior y colocando dinamita, ¡es divertidísimo!
Reef se quedó consternado al reconocer la voz de Ruperta Chir_pingdon-Groin. Por Cristo Bendito, ¿cuánto tendría que correr para no cagarla otra vez y revivir los mismos errores, sin duda uno por uno? Acercándose, con una vieja y conocida sensación vibrándole entre el pene y el cerebro, echó un vistazo con cuidado.
Ay, chico. Deseable como siempre, puede que más, y en cuanto a su nivel de ingresos, bueno, la piedra que centelleaba en la penumbra subterránea parecía bastante real, y apostaría su salario a que el vesti__ciándose sin vergüenza. Esa galantería llamó la atención de Ruperta durante un rato, hasta que miró bien y finalmente reconoció a Reef.do que lucía venía directamente de París. Un par de perforadores más miraban también boquiabiertos, incapaces de cerrar la boca, acari
– Vaya, tú otra vez. ¿Por qué no te has sacado también la tuya, o es que me he vuelto tan poco atractiva?
– Me habré olvidado de qué hacer con ella -respondió Reef ra_diante-, esperaba que tú me lo recordaras.
– Después de lo de Nueva Orleans ni siquiera sé si debería hablar contigo.
Un joven caballero italiano de edad universitaria, vistiendo lo que parecía un traje de caza retocado para actividades de montaña, se adelantó:
– Macché, gioia mia, ¿algún problema con este troglodita?
– Cálmati, Rodolfo. -Ruperta empuñó con más firmeza el ele_gante bastón de montañero de ébano que llevaba, con la impaciencia justa para que su acompañante se diera cuenta y quedara advertido-. Tutto va bene. Un amico di pochi annifa.
El joven dirigió una breve y perversa mirada a Reef, retrocedió y fingió que recuperaba el interés por la perforación hidráulica.
– Me alegra ver que mantienes los estándares -asintió Reef-, para qué ser una desclasada.
– Pasaremos un par de noches en Domodossola. En el Hotel de la Ville et Poste. Estoy segura de que lo conoces.
Ella se divertía esperando a que Rodolfo se quedara dormido y luego engalanándose con seda artificial púrpura, envuelta en bisutería de ambroides, para ir con las chicas que merodeaban en la salida del túnel, y a menudo se la encontraba a una hora avanzada de la noche a gatas en Calvary Hill, penetrada por una pequeña cola de trabajadores del túnel, con frecuencia dos a la vez, que la maldecían en lenguas des__sión que se le presentó.conocidas, y pareció ansiosa de contárselo a Reef en la primera oca
– Manos grandes y endurecidas por el trabajo -murmuró-, ma__pre Usa y suave, aquí, toca aquí… ¿te acuerdas…?gullándome, arañándome, y eso que procuro mantener la piel siem
Reef, que siempre sabía lo que ella quería (al fin y al cabo, Ruper__fo en una habitación contigua, jodieron hasta llegar a una explosión mutua memorable sólo hasta la siguiente vez, que iba a ser al cabo de un rato.ta no presentaba ninguna complicación cuando se trataba de follar, y, para serles sincero, ésa era una de sus mayores ventajas), la agarró con cuidadosa brutalidad, le aplastó la cara entre las almohadas, desgarró su ropa interior de Uno cara y, a pesar de la presencia del joven Rodol
Sin embargo, el momento decisivo no llegó sino en el curso de uno de los largos monólogos poscoitales que Ruperta creía necesa__garrillo.rios y que a Reef habían acabado por parecerle relajantes. Estaba a punto de quedarse dormido cuando el nombre de Scarsdale Vibe emergió en la corriente de la charla ociosa, y entonces buscó otro ci
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