– ¿Cuánto sabes de Shambhala, Kit?
El volvió la cabeza, la miró por un solo ojo. ¿No estaba todo el mundo demasiado preocupado por cuestiones profesionales esta ma_ñana?
– Es posible que haya oído mencionarla un par de veces.
– Una antigua metrópolis de lo espiritual, algunos dicen que ha____________________contado, siempre habrá quienes te dirán que la verdadera Shambhala está dentro de nosotros.gún punto bajo las arenas del desierto del Asia Interior. Y, por desbitada por los vivos, otros dicen que vacía, en ruinas, enterrada en al
– ¿Y? ¿Cuál es?
Ella frunció rápido el ceño.
– Supongo que es un lugar real sobre el planeta, en el mismo sen__nes para «descubrir» el lugar es, sin duda, bien real. Las fuerzas políticas que se han desplegado…, políticas y militares también…tido que el Punto del Infinito es un lugar «sobre» la esfera de Riemann. El dinero que hasta la fecha han invertido las Potencias en expedicio
– Pero no se trata precisamente de un plato de tu gusto.
– Mi…-Se permitió un semisilencio puntuado-. El Coronel Halfcourt tiene algo que ver. Estoy intentando descifrarlo correctamente.
– ¿Tiene problemas?
– Nadie lo sabe. -No era la primera vez que le asaltaba la desa_lentadora sensación de que ella esperaba algo de él que él ni siquiera sabía nombrar ni, mucho menos, darle-. Hay mil razones por las que debería estar allí con él…
– Y una sola por la que no deberías.
¿Tenía que intentar adivinarle el pensamiento o algo así?
Se miraron fijamente a través de lo que podrían ser distancias etéricas.
– Con tu nivel de intuición, Kit -dijo ella por fin con una sonri_sa inquieta-, podríamos pasarnos horas aquí.
– ¿Quién se queja de las horas pasadas en encantadora compañía?
– Me parece que se dice «en tan encantadora compañía».
– Glups.
– La última vez hablamos de un empleo en el CRETINO.
– ¿Fue eso lo que me sacó del Klapsmühle?
– Lionel Swome. Estás a punto de conocerlo. ¿Qué estabas hacien_do allí?
– Ocultándome, supongo. -Le contó la visita nocturna de Foley.
– Parece como si lo hubieras soñado.
– Tanto da. Lo que importaba era el recado que me transmitía. Cuanto antes salga de aquí, mejor.
– Paseemos un poco por el Hainberg, ¿quieres?
Sin dejar de mirar hacia delante y a sus espaldas, ella lo condujo hasta un restaurante en una ladera, con vistas a las murallas de la tran__brilla y desapareció montaña abajo.quila ciudad, donde estaba el coordinador de viajes del CRETINO, Lionel Swome, sentado a una mesa bajo una sombrilla para protegerse de la luz vespertina, con una botella de Rheinpfalz del otoño anterior y dos vasos. Tras las presentaciones, Yashmeen abrió su propia som
– Bien -empezó Swome-, según me han dicho está a punto de largarse.
– ¡Increíble! Acabo de decidirlo hace sólo un par de minutos, cuando subíamos para aquí…, pero ustedes, claro, con su telepatía…, siempre me olvido.
– Y no tiene ninguna restricción con respecto al lugar adonde que ir.
Kit se encogió de hombros.
– Cuanto más lejos, mejor, a mí tanto me da, ¿por qué?, ¿a uste_des no?
– ¿Asia Interior?
– Me va bien.
Swome estudiaba su vaso de vino, sin beber.
– Algunos prefieren otros Deidesheimers, Herrgottsackers y por el estilo, antes que estos del Hofstück. Pero, año tras año, si uno se toma su tiempo…
– Señor Swome.
Un encogimiento de hombros, como si hubiera llegado a un acuerdo consigo mismo.
– Muy bien… Encontrándose la señorita Halfcourt en una situa_ción comparable, ustedes dos están a punto de resolver sus dificultades mutuas… fugándose juntos a Suiza.
Kit tiró de una invisible ala de sombrero echándosela sobre la cara.
– Sí, claro. Y todo el mundo se lo va a tragar.
– Tal vez ninguno de sus conocidos. Pero aquellos a quienes nos in____________________gue? Bien…, y al poco, presto…, cada uno habrá desaparecido en una dirección diferente; en su caso, hacia el este.ted se comportarán como recién casados… ¿Señor Traverse? ¿Me sipondencia bancaria y demás. Hasta cierto punto, la joven dama y usteresa engañar sí podrían creérselo, sobre todo cuando suministremos pruebas abundantes: permisos de estancia, reservas de hotel, corres
Kit esperó que siguiera. Y por fin preguntó:
– ¿Y…?
– ¿La futura ex novia? Umm, ni idea. El tema está en otra mesa. Mientras tanto, como usted estará allí, tal vez haya un pequeño servi_cio que no le molestaría prestarnos.
– Y… eso tendría que ver con, esto, cómo se llamaba…
– Shambhala. Sí, en cierto sentido.
– No soy un teósofo, ni siquiera un gran viajero. Espero que al_guien le haya informado. A lo mejor lo que buscan es al menos un poco de experiencia sobre el terreno.
– Ésa es precisamente su principal virtud. Por allí nadie tiene ni la más remota idea de quién es usted. Tenemos a varios veteranos del Asia Interior merodeando en los oasis y bazares habituales, pero allí todos se conocen, la situación está estancada, ahora lo mejor es inyectar un elemento de lo desconocido.
– Yo.
– Y viene muy bien recomendado por Sidney Reilly.
– Umm…
– Sin duda lo recuerda con el nombre de «Chong».
– ¿Aquel tipo? ¿El que iba por ahí todo el tiempo con un turban_te? Pues menudo paleto estoy hecho, creí que era auténtico.
– Oh, Sidney es así, no se preocupe. Puede toparse otra vez con él cuando llegue a cualquiera de esos países cuyos nombres acaban en «stán», porque siempre anda de aquí para allá, pero seguramente tam_poco lo reconocerá.
– Así que si me meto en problemas…
– No será él el encargado de eso. -Una mirada penetrante-. No padecerá «de los nervios», espero.
– ¿Le parezco un poco alterado ahora mismo? Debe de ser por esos tipos que me persiguen, por no mencionar lo que piensan hacerme y demás. Pero ¿allá? ¿En el Asia Interior, a dos millones de kilómetros de ningún sitio? Mierda, seré como un dandi.
– Bien, entonces le explicaré lo que queremos que haga por no__dos de toda la vida: Oficina Colonial, Savile Row número 1, y con otras relaciones menos oficiales. Podemos dejarle -añadió trazando una ruta vacilante con la punta del dedo- al menos en Kashgar.sotros. -El empleado del CRETINO, asintiendo, sacó un mapa de una funda y lo desplegó sobre la mesa-. Contamos con nuestros acuer
– Ahí es donde está destinado el padre de la señorita Halfcourt.
– De vez en cuando. Lleva una vida peripatética. Pero como le pi_llará de camino…
– Espere un momento -Kit alargó la mano para coger uno de los cigarrillos de Swome de su cajetilla, que estaba sobre la mesa-. Ellos no tienen la menor idea de dónde está él, ¿verdad que no?
– Las líneas, en cierto sentido, se han caído. Temporal pero en____________________chos, tenemos que mantener cierto control sobre la historia…dido. Y, siendo esencial el tiempo, obviamente, no queremos que los demás, Alemania o Austria sobre todo, impongan su versión de los hecupa… -hizo una pausa, como si esperara que Kit acabara la frase. Kit no le complació-… cuanto tener su informe sobre lo que quiera que haya acabado de suceder en Shambhala, pues, según parece, todas las Potencias estaban involucradas, y es inconcebible que él se lo haya perterior de Asia, y las consecuencias todavía no están claras. Auberon Halfcourt lleva operando por allá desde los problemas afganos, no hay apuro del que no sepa salir. No es tanto su seguridad lo que nos preola en Rusia, ya lo sabe, y ha seguido las vías de ferrocarril hasta el ingorrosamente. Nunca se había producido una revolución a esa esca
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