Bien podría haber estado gritando «¡No te fíes!». A Lew le pare_cían símbolos, palabras, números, tal vez un mapa, tal vez incluso el mapa de Shambhala que tanto querían ver en Chunxton Crescent. Sonrió vagamente y fingió que desviaba su atención a una estatuilla de bronce de un caballo con su jinete.
– ¡Se ha fijado! Es una criatura magnífica y poderosa, ¿verdad?
– Eran sobre todo jinetes -dijo Replevin-; ustedes, los cowboys americanos, se habrían sentido como en casa.
– No le importará si… -dijo Lew sacando una diminuta cámara de mano alemana a la que quitó la cobertura del objetivo.
– Por favor, adelante -dijo Replevin tras vacilar el tiempo justo para que Lew comprendiera que había estado evaluando su idiotez ino_fensiva y finalmente la consideraba genuina.
– ¿Podemos subir la luz de gas?
Replevin se encogió de hombros.
– No es más que luz cruda, ¿no?
Lew acercó también algunas lámparas eléctricas y empezó a to__se el pergamino incluyera también otras piezas, sólo como tapadera. Salió del despacho para tomar algunas más, manteniendo siempre una charla profesional para seguir con el engaño.mar instantáneas, asegurándose de que cualquiera en la que aparecie
– Espero que no me malinterprete, pero ¿colgarse boca abajo con la cabeza metida en el horno y el gas encendido? Considerando es_trictamente el punto de vista del riesgo, no cumpliría con mi deber si no le preguntara cómo le arreglaron el seguro de vida.
Replevin no se mostró reacio a regalar los oídos de Lew con ex____________________ra análoga al voltaje en un sistema electromagnético, podía modularse para transmitir información.brimiento histórico de Schwärmer de que la presión del gas, de maneplicaciones sobre la gasofilia, que, podía decirse, se remontaba al descu
– Ondas en un flujo atemporal de Gas incesante, de gas iluminador en concreto, aunque incluye también ondas de sonido que podrían, como en ese pilar de la ciencia victoriana, la Llama Sensible, modu_lar las ondas de luz. Para la nariz del conocedor en particular, el sector olfativo, u olor, como se suele denominar, puede ser un medio para la más exquisita poesía.
– Suena casi religioso, caballero.
– Bueno, en el sur de la India, si se entra en un tipo particular de templo, por ejemplo el de Chidambaram, en el Salón de las Mil Co__cío», aunque claro que está vacío, pero de otro modo, que no quiere decir que allí no haya nada, no sé si me sigue…lumnas, y pide ver a la diosa Shiva, lo que le enseñan es un espacio vacío, salvo que no es en realidad lo que nosotros entendemos por «va
– Claro.
– Ellos le rinden culto a ese espacio vacío, es su forma más elevada de adoración. Este volumen o, supongo, no volumen de Akasha, que es la palabra en sánscrito para lo que nosotros denominamos Éter, el elemento más parecido al Atman, que todo lo impregna y de lo que todo lo demás ha surgido, que en griego luego se convierte en «Caos» y así hasta Van Helmont en su taller de alquimista, quien, siendo ho_landés escribe la fricativa del principio como una G en lugar de una chi, lo que nos da Gas, nuestro Caos moderno, nuestro portador de sonido y de luz, el Akasha que fluye de nuestro manantial sagrado, las fabricas de gas locales. ¿Se pregunta ahora por qué algunos adoran el Horno de Gas, como si fuera un altar?
– Pues la verdad es que no. Aunque también es verdad que nunca me pregunto nada.
– ¿Le estoy aburriendo, señor Swallowfield?
Por la experiencia de Lew con el inglés inglés, eso solía significar que estaba a punto de sobrepasar los límites de su hospitalidad.
– He acabado. Llevaré esto a la oficina, le mandaremos un borra__chazarla.dor de la póliza, no dude en hacer los cambios que quiera, o en re
Y así se retiró de nuevo al alumbrado del extrarradio vacío, a la noche estridentemente despoblada.
Un día, el día en que acabaría asumiendo su propia idiotez por no haberlo visto venir, Kit fue convocado a la sucursal local del Banco de Prusia en la WeenderstraBe y conducido a sus regiones traseras por Herr Spielmacher, el Director Internacional, que hasta entonces se había mostrado amistoso, pero hoy, cómo decirlo, parecía más bien un poco distante. Llevaba un fajo de documentos.
– Hemos recibido una comunicación de Nueva York. Su Kreditbriefya no está…-Se quedó mirando un buen rato una interesante fo_tografía del Káiser en una mesa contigua.
¿Por dónde íbamos?
– Vigente -sugirió Kit.
Animándose, el banquero se aventuró a echar una mirada rápida al rostro de Kit.
– ¿Ha tenido noticias de ellos?
Desde el principio, se dio cuenta Kit en ese momento, sólo que no atendía.
– Estoy autorizado a pagarle el saldo de los fondos que todavía no se han retirado de este periodo.
Ya tenía la suma preparada en una pequeña pila de billetes, casi todos de cincuenta marcos.
– Herr Bankdirektor -Kit extendió la mano-, es un placer ha_cer negocios con usted. Me alegro de que podamos despedirnos sin vergonzosas demostraciones de sentimentalismo.
Se escurrió afuera, aceleró el paso, giró por algunos callejones traseros y entró en el Banco de Hannover, donde, a su llegada a Go__to una cuenta con sus ganancias en las mesas de juego de Ostende, una cuenta que, esperaba, quedara al margen de cualquier manejo de Vibe.tinga, tal vez con algún talento oculto para la presciencia, había abier
– Pareces alterado -comentó Humfried esa noche-. Por lo gene_ral se te ve más americano, con la cabeza siempre vacía.
Más tarde, cuando iba a reunirse con Yashmeen, Kit pudo hacerse cierta idea de la situación. Le parecía ahora que Scarsdale Vibe había aceptado de demasiada buena gana su plan para ir a Gotinga. Fuera cual fuese el plan a largo plazo, aparentemente había llegado el momento decisivo. Kit no acababa de verlo con tanta claridad como le hubiera gustado, pero lo había percibido en las miradas brillantes que le habían dirigido en el banco.
Encontró a Yashmeen en la tercera planta del Auditorienhaus, como siempre en la sala de lectura, un caos de libros abiertos que con__cuadernado de lavergían hacia su cara radiante y atenta. Reconoció un ejemplar en Habilitationsschrift de Riemann, de 1854, sobre los fundamentos de la geometría, pero no vio el artículo de 1859 sobre los números primos.
– ¿Cómo?, ¿nada de función £,?
Ella levantó la mirada, sin que se la viera distraída en lo más mí_nimo, como si hubiera sabido el momento exacto en que él llegaría.
– Esto ha tenido algo de evangélico para mí -dijo-. Ahora en__bitualtiendo que la hipótesis estaba ahí sólo como tentación para atraerme a cierta distancia, a fin de prepararme para la verdadera revelación: su asombrosa re-imaginación del espacio; se trata de algo más que el ha Achphánomen…, un ángel, demasiado brillante para mirarlo di_rectamente, iluminando una por una las páginas que debo leer. Me ha transformado en una persona difícil.
– A mí me lo vas a decir.
Salieron del Auditorienhaus y pasearon al anochecer.
– Hoy he recibido una noticia importante -empezó Kit cuando, de detrás de un matorral, saltó un joven enloquecido gritando:
– Tchetvyortoye Izmereniye! Tchetvyortoye Izmereniye!
– Yob tvoyu mat -suspiró Yashmeen un tanto exasperada, eludien_do su agarrón antes de que Kit pudiera intervenir. El joven se alejó corriendo por la calle-. Tendría que llevar un arma.
– ¿Qué aullaba?
– «¡La Cuarta Dimensión!» -dijo ella-, «¡La Cuarta Dimensión!»
– Ah; bueno, supongo que ha venido al lugar adecuado. Tendría que ir a ver a Minkowski.
– Últimamente andan por todas partes. Se autodenominan «otzovistas», Constructores de Dios. Un nuevo subconjunto de herejes, esta vez contra Lenin y sus bolcheviques, se dice que son antimaterialistas, devotos lectores de Mach y Ouspenski, obsesionados como ma____________________do refutar la «cuarta dimensión», y lo que defiende, hasta donde quiciar a los Materialistas de Ginebra. Se dice que hasta el propio Lenin está ahora mismo escribiendo un libro gigantesco, intentanniacos por algo que ellos llaman «la cuarta dimensión». Que el Doctor Minkowski, o, de hecho, cualquier algebrista, se reconozca como tal es otra cuestión. Pero la verdad es que no les ha costado mucho destengo entendido, es que sólo puede derrocarse al Zar en tres.
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