Santiago Roncagliolo - Memorias De Una Dama

Здесь есть возможность читать онлайн «Santiago Roncagliolo - Memorias De Una Dama» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Memorias De Una Dama: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Memorias De Una Dama»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Un relato de viajes, investigación histórica, aprendizaje y desafíos morales para crear una obra en la tradición de la mejor novela picaresca. Dos historias paralelas que se cruzan. Un joven peruano que busca triunfar como escritor en Madrid y una mujer de la alta sociedad caribeña venida a menos en París. Diana Minetti necesita escribir sus memorias y él necesita que le paguen por escribir.
Un thriller literario que repasa las atrocidades cometidas durante las dictaduras de Trujillo en Santo Domingo, Fulgencio Batista en Cuba y las mafias económicas dominantes de Latinoamérica y que pone de relieve las complicidades del poder económico y el poder político durante estos periodos.

Memorias De Una Dama — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Memorias De Una Dama», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Iniciamos una relación secreta. Bueno, era menos secreta de lo que me gusta pensar. Yo era muy torpe para ocultar las cosas, como para casi todo. La misma amiga que nos presentó nos encontró juntos una vez durante las compras navideñas, en una boutique, mientras paseaba con su madre. La escena parecía de comedia de enredos:

– ¡Hola, qué sorpresa!-dijo ella.

– Pues sí, estábamos…

– Comprando, supongo.

– Eso, sí…

– Ésta es mi madre.

– Encantada, señora.

– Mucho gusto -dijo la señora-. Forman ustedes una pareja encantadora.

– No me diga…

– No son pareja, mamá -aclaró mi amiga, pero luego preguntó, como si hiciese falta-: ¿Verdad?

– Claro que no, es decir, no…

Risas, despedidas y mutis por la izquierda.

Después de vernos, la madre le preguntó a mi amiga cuándo nos íbamos a casar.

– No se van a casar, mamá.

– Oh, querida, sí lo harán.

En otra ocasión, fui a reunirme con John en Suiza, y le dije a la criada que estaría pescando en Bahamas. Primer error, porque el teléfono que dejé para emergencias no era de Bahamas. La chica sabía guardar la discreción, en cualquier caso:

– ¿Éste es el número en Nassau, señora?

– Sí, claro. ¿Hay algún problema?

– No, claro. Dijo Bahamas, ¿verdad?

Pero el desastre sobrevino días después, cuando una amiga mía llamó a casa por teléfono, y la chica dijo lo que tenía que decir:

– La señora Minetti está en… Bahamas.

– ¡Genial, yo también! -dijo la otra-. ¿En qué parte?

– En la parte en que se pesca. Está pescando.

– ¿En serio?

– Así me ha dicho hoy mismo.

– Espero que esté bien, entonces. Desde ayer tenemos un huracán en la isla.

Lo dicho: yo era un poco torpe.

Mi relación con John me recordaba a Francisco Irureta, mi amante de La Habana. Y era un recuerdo incómodo. Yo me estaba enamorando irremediablemente. Eso equivalía a caer en un pozo cada vez más profundo. No quería volver a ser la querida que vive esperando un divorcio que nunca llega. No quería sufrir. Y John nunca dejaría a su esposa, no por amor, sino por responsabilidad. Se sentía obligado a ocuparse de ella.

Una noche en Nueva York, con lágrimas en los ojos -dije que mencionaría todas las veces en que he llorado-, rompí con él. Aún recuerdo mis palabras:

– Te quiero demasiado para seguir contigo.

Lo recuerdo porque nunca le había dicho a nadie «te quiero». Y tampoco lo volvería a hacer.

Tras la ruptura, regresé a Miami y me encerré con mis hijos y mi existencia de ama de casa. Ayudé a mamá con su vida social, eludí cualquier posibilidad de salir con alguien y me convertí, durante un mes, en la hija emocionalmente discapacitada que papá quería tener. Por las noches, si quería llorar, me encerraba en el baño. En casa había baños suficientes para llorar sin interrupciones.

Una noche, me sacó del baño una misteriosa llamada telefónica. La persona que llamaba no se había querido identificar con la criada. Aguijoneada por la curiosidad, me lavé la cara y atendí el teléfono:

– ¿Sí?

– ¿La señora Minetti?

La voz del otro lado era ronca, grave y asexual. Imposible dilucidar si se trataba de un hombre o de una mujer.

– ¿Quién habla?

– Soy la señora de John Tate. Supongo que sabe usted de mí.

En realidad yo no sabía ni había querido saber nada de ella. Guardé un silencio que ella tomó como una afirmación. Continuó:

– Mi esposo me ha pedido el divorcio, señora Minetti.

– No sé por qué me dice…

– Señora Minetti, ahorrémonos el melodrama. Usted sabe perfectamente de qué hablo. Deje de hacerse la tonta y yo evitaré hacerme la ofendida.

– ¿Qué desea?

– ¿Se casará usted con él?

– ¿Cómo?

– Si yo me divorcio de John, ¿se casará usted con él?

– No lo sé… Es… prematuro…

– Si usted no se quiere casar, ¿por qué él me ha pedido el divorcio?

No era yo quien debía responder eso. Ni siquiera era yo quien debía hablar con ella. De hecho, creo que durante toda la llamada no hice más que balbucear. Quería hacer preguntas que no salían de mi boca. Si sabía lo nuestro, ¿por qué no lo había dicho antes? ¿Su aceptación del divorcio estaría supeditada a mi respuesta? Si yo dejaba a John, ¿se quedaría con él, aunque la engañase? ¿Por qué John no me había dicho que pensaba hablar con ella? ¿Sería acaso que tampoco volvería conmigo? Me acordé de mi amiga cubana, la esposa de Francisco. Empecé a comprender qué enfermedad aquejaba a la señora Tate.

La mujer me dejó con esas preguntas y muchas más. Pero mi padre me ahorraría la necesidad de responderlas, y junto con ella, la necesidad de pensar por mí misma, y la necesidad de vivir.

Traté de comunicarme con John sin éxito, con la cabeza volando en fantasías sobre nosotros. Al final, tampoco era necesario. Después de días persiguiéndolo, mamá me transmitió la noticia:

– Nos vamos a Santo Domingo.

Era lo último que yo esperaba escuchar. Había dado por definitiva nuestra vida en Sunset Island.

– ¿Por qué?

Por supuesto, mamá no sabía por qué. Asumía los dictados de papá como órdenes, sin dudas ni murmuraciones. Y papá no hacía propuestas: sólo certificaba hechos. Fue él quien me explicó:

– Castro no se va a caer nunca. En cambio, Trujillo ya se cayó. Nos vamos a la República Dominicana, donde se pueden hacer negocios y donde está nuestra familia.

– ¡Yo no quiero ir!

– No se trata de lo que quieras.

Papá ni siquiera estaba discutiendo conmigo. Mientras me hablaba, hojeaba una revista.

– ¡Quiero quedarme en Estados Unidos! -era lo único que podía decir. Papá finalmente levantó la mirada de la revista, pero no alzó la voz ni se preocupó demasiado.

– Por tu americano, ¿verdad? Es otra buena razón para irnos. Ya te has divertido, ya has montado todos los escándalos que has querido. Santo Domingo será un lugar más sano para ti.

Nunca se me ocurrió que papá supiese lo de John. Ahora comprendo que él sabía todo lo que necesitaba saber. La única que no se enteraba de nada era yo.

– Quiero vivir mi vida -exigí-. Y quiero vivirla aquí.

– Ajá. ¿Y con qué dinero vas a vivirla? -preguntó papá.

En verdad, yo no tenía nada. Nunca he tenido nada mío, a mi nombre. El colegio de mis hijos, mis viajes para encontrarme con John, mi ropa, mis desayunos, mis pendientes y todo lo que yo llamaba «mi vida» era propiedad de papá. Ni siquiera necesitaba molestarse conmigo. Le bastaba con cortar mi línea de crédito. Yo era tan frágil, tan débil, que lo único que tenía en el mundo era un gran montón de dinero. Y él me tenía a mí como una cosa, igual que todos los hombres que habían pasado por mi vida.

– Haz las maletas -terminó papá. Parecía divertido por mi silencio-. Y no te olvides tus medias verdes. En la República Dominicana también hacen juego con el paisaje.

15.

Mankiewitz. Doctor Mankiewitz, según me lo habían presentado. En el Perú, todos son doctores: los abogados, los economistas, los importantes. En la sierra, a los blancos con corbata se les dice doctor, a los sin corbata, ingeniero. «Doctor» no es un título académico sino un tratamiento de cortesía. No se me había ocurrido que Mankiewitz era un doctor de verdad.

Un oncólogo, para ser exactos. Tenía una fundación de investigación contra el cáncer, donde trataba a Diana Minetti. Mientras escribía desesperadamente, una parte de mi cabeza iba atando cabos con lo que él me había contado por teléfono. Mis estancias en hoteles en París, las desapariciones de Diana, no se debían a que ella dudase de mí o a que tuviese un amante. Sólo se estaba muriendo y no era capaz de decirlo. No podía dejar que nadie la viese débil, enferma, haciendo el viaje de su esplendor a la rigidez de la muerte.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Memorias De Una Dama»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Memorias De Una Dama» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Santiago Roncagliolo - Red April
Santiago Roncagliolo
Bertrice Small - El Honor De Una Dama
Bertrice Small
Jennifer Greene - Toda una dama
Jennifer Greene
Santiago Roncagliolo - Diario de la pandemia
Santiago Roncagliolo
Teresa Gottlieb - Memorias de una epidemia
Teresa Gottlieb
Álvaro Acevedo - Memorias de una época
Álvaro Acevedo
Daniel Carazo Sebastián - Lola, memorias de una perra
Daniel Carazo Sebastián
Отзывы о книге «Memorias De Una Dama»

Обсуждение, отзывы о книге «Memorias De Una Dama» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x