Virginia Woolf - Al Faro

Здесь есть возможность читать онлайн «Virginia Woolf - Al Faro» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Классическая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Al Faro: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Al Faro»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Tal y como viene siendo habitual en la obra de Virginia Woolf, en?Al Faro? no se descubre nada nuevo para los incondicionales de la autora. Tanto en el argumento como en la técnica narrativa se pueden encontrar elementos comunes: personajes atormentados e insatisfechos consigo mismos y con la realidad que les ha tocado vivir, paisajes agrestes y desfavorables para la convivencia y habitabilidad humana, y la novedosa utilización de la tercera persona y del reproducción de los pensamientos de los protagonistas.
Este hecho puede dificultar la lectura a los no duchos en la materia, lo que no le quita un ápice a la tensión narrativa, al contrario, quizás se deba prestar más atención y leer con más tranquilidad. Apenas hay separación entre los participantes de un diálogo, sino que se reproducen literalmente lo que se les pasa por la cabeza, puede dar la sensación de que no hay contacto físico entre los individuos, lo que lleva al desconcierto y a darle a la incomunicación una importancia aún mayor.
La señora Ramsay planea hacer una excursión a un faro con sus ocho hijos y algunos amigos, pero el mal tiempo y la autoridad de un marido prepotente hará que sus planes se deshagan, lo que supone un enfrentamiento entre los miembros de la familia contra el señor Ramsay. La excursión podría interpretarse como una viaje?iniciático?, una válvula de escape ante la opresión, una huida en busca de la verdad por una mismo.
En cuanto a los personajes suelen repetirse los mismos roles que tanto obsesiona a la autora: la mujer,?realizada? como madre de familia numerosa, pero frustrada a nivel intelectual por la sociedad machista de la época victoriana, la estigmatización de la solterona,?obligada? a elegir entre la búsqueda de su felicidad, materializada en su cultivo profesional, pero casi siempre abandonada por?el qué dirán?, la figura del hombre, que aparece como una figura paternalista,?ejecutor? del carácter más rebelde y sublime de la mujer. Y, en cuanto los fenómenos atmosféricos, el mar, las tempestades, el viento… todos aliados en la eterna lucha de sexos, en la incompatibilidad, en la incomunicación…
Esposas rebeldes de pensamiento pero no de acción, mujeres que luchan por defender su valía, no sólo en el campo de la maternidad, individuos que oprimen, otros que son oprimidos…Todo tejido en todo a la complejidad del carácter de Virginia Wolf, que, o desconcierta y engancha, o harta.
Pero que, sobre todo, no pasa desapercibida…

Al Faro — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Al Faro», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Ahora aparecía la cocinera, Mildred, Marian, o un nombre parecido: pelirroja, con mucho carácter, como todas las pelirrojas, pero amable, si sabías tratarla. Mucho se habían reído juntas. Siempre le daba un tazón de leche para Maggie; algo de jamón; lo que hubiera quedado. Vivían bien en aquella época. Tenían todo lo que querían (con facilidad, jovial, tras haber bebido el té caliente, desenredaba la madeja de los recuerdos, sentada en el sillón de mimbre, junto al guardafuegos del cuarto de juegos). Siempre había mucho trabajo, mucha gente en casa; a veces, veinte; y había que quedarse fregando hasta más de media noche.

Mrs. Bast (no había llegado a conocerlos, en aquella época vivía en Glasgow) se preguntaba, mientras dejaba la taza, que para qué demonios habrían colgado allí aquel cráneo. Lo habían cazado en el extranjero, sin duda.

Bien podría ser, dijo Mrs. McNab, presumiendo con sus recuerdos: tenían amigos en Oriente; había caballeros que venían a visitarlos, damas que se vestían con traje de noche; una vez los había visto a todos sentados para la cena. Se atrevía a decir que eran unos veinte, ellas con todas las joyas; y le pidió que se quedara para ayudar a fregar, pudiera ser que hasta más de la media noche.

Ay, decía Mrs. Bast, van a hallarlo muy cambiado. Se inclinó sobre la ventana. Contempló a su hijo George que segaba la hierba con la guadaña. Bien podrían preguntarse, ¿qué había pasado?, al darse cuenta de que el bueno de Kennedy debería haberse encargado de ello, pero se le había quedado una pierna mal desde que se cayó del carro; y quizá nadie lo cuidó durante un año, o casi un año; y luego estuvo Davie McDonald, y se enviaron semillas, pero ¿llegaron a sembrarse? Lo hallarían muy cambiado.

Observaba cómo movía la guadaña su hijo. Trabajaba bien, era callado. Bueno, tenían que seguir con las alacenas, pensó. Se levantaron.

Por fin, tras varios días de trabajo en el interior, de podar y excavar en el exterior, sacudieron los polveros en las ventanas, se cerraron las ventanas, se cerraron todas las llaves en la casa, dieron un portazo en la entrada: habían terminado.

Ahora, como si el limpiar y el frotar y el segar la hubieran sofocado, se podía entreoír una melodía, esa música intermitente que el oído recobra y pierde de forma constante: un ladrido, un balido, el zumbido de un insecto, el temblor de la hierba cortada; algo aislado, pero identificable: el chirrido de un escarabajo, el rechinar de una rueda, altos o bajos, pero misteriosamente relacionados; cosas que el oído se esfuerza en juntar, y está siempre a punto de conseguir que agonicen, pero nunca se oyen bien del todo, nunca armonizan plenamente, y finalmente, al atardecer, los sonidos cesan uno tras otro, se quiebra la armonía, y cae el silencio. Con el crepúsculo se perdía la intensidad, y como niebla que se levantara, se alzó el silencio, se extendió el silencio, se calmó el viento; confiadamente, el mundo se preparaba para dormir, oscuramente, sin luz, excepto la luz de color verde que se filtraba entre la enramada, o la luz pálida de las flores blancas de la ventana.

[Lily Briscoe y su equipaje llegaron una tarde de finales de septiembre. Mr. Carmichael vino en el mismo tren.]

10

Por fin había llegado la paz. Llegaban mensajes de paz desde la mar hasta la costa. Prometían no interrumpir el sueño nunca jamás, acunarla más profundamente en el sueño del descanso, y fuera lo que fuera lo que los soñadores soñaran, santa, sabiamente, para confirmar… -algo más susurraba-; mientras tanto Lily Briscoe reclinaba la cabeza sobre la almohada en la habitación clara y limpia, escuchaba la mar. Por la ventana abierta de la habitación entraba el murmullo de la voz de la belleza del mundo, demasiado delicadamente para oír con exactitud lo que decía, pero ¿qué importaba si el sentido era evidente?, y decía con insistencia a los durmientes (la casa estaba llena de nuevo, también había venido Mrs. Beckwith, y Mr. Carmichael) que si de verdad no querían bajar a la playa, podrían al menos levantar la persiana para asomarse a mirar. Verían, si lo hicieran, cómo se extendía la noche de color púrpura, con la cabeza coronada, con el enjoyado cetro, y a qué se parecería un niño que se reflejara en sus ojos. Y si todavía dudaban (Lily estaba cansada del viaje, y casi se durmió al momento, pero Mr. Carmichael leía un libro a la luz de las velas), si todavía decían no, que era vapor ese esplendor suyo, y que el rocío tenía más poder que ella, y seguían prefiriendo el sueño, pues entonces, con delicadeza, sin queja alguna, la voz cantaría su canción. Con delicadeza rompían las olas (Lily las oía en sueños), con suavidad caía la luz (parecía atravesarle a ella los párpados). Todo parecía, pensaba Mr. Carmichael, mientras cerraba el libro, y se dormía, igual que hacía muchos años.

A decir verdad, la voz podría volver a preguntar, mientras las cortinas de la oscuridad se corrían sobre la casa, sobre Mrs. Beckwith, Mr. Carmichael y Lily Briscoe, de forma que arroparan los ojos de éstos varios pliegues de oscuridad: ¿por qué no aceptar esto, contentarse con ello, someterse, ceder? El suspiro de todos los mares rompiendo ordenadamente en tomo a las islas los tranquilizaba, la noche los envolvía, nada interrumpiría su sueño hasta que comenzaran los pájaros y el alba a entretejer sus tenues voces en medio de la blancura; hasta que el rechinar de un carro, el ladrido de un perro en alguna parte, rompieran el velo de sus ojos. Lily Briscoe, estirándose en sueños, se agarró a las mantas, como el que cae se agarra a una mata al borde de un acantilado. Abrió los ojos de par en par. Aquí estaba una vez más, pensó, sentada en la cama. Despierta.

III EL FARO

1

¿Que significa, qué puede querer decir todo esto?, se decía Lily Briscoe, preguntándose si, al haberla dejado sola, debía acercarse a la cocina a coger otra taza de té, o si debía esperar donde estaba, ¿Qué significa?, estas palabras eran un reclamo, cogidas de algún libro, encajaban entre sus pensamientos vagamente, porque no podía, esta primera mañana con los Ramsay, poner en orden sus sentimientos, sólo podía hacer que esta frase resonase en el vacío de su mente hasta que estos vapores se hubieran desvanecido. Porque, de verdad, ¿qué es lo que sentía al haber regresado tras todos estos años?, ¿tras la muerte de Mrs. Ramsay? Nada, nada, nada que supiera expresar.

Ayer era todo misterioso y oscuro cuando llegó, era tarde. Ahora estaba despierta, en el lugar de siempre en la mesa de desayuno, pero sola. Era muy pronto, aún no eran las ocho. Estaba lo de la excursión: iban a ir al Faro: Mr. Ramsay, Cam y James. Deberían haber salido ya, tenían que aprovechar la marea o algo así. Pero Cam no estaba, james no estaba, y a Nancy se le había olvidado encargar unos emparedados; Mr. Ramsay se había enfadado y había dado un portazo.

«¡Ya no podemos ir!», había exclamado con ira.

Nancy había desaparecido. Ahí estaba, yendo de un lado a otro de la terraza, encolerizado. Parecían oírse portazos y voces por toda la casa. Ahora entraba Nancy de repente, y preguntaba, buscando por la habitación, medio desesperada, medio enloquecida: «¿Qué suele enviarse al Faro?», como si se impusiera la obligación de hacer algo que sabía que nunca sería capaz de hacer.

A decir verdad, ¿qué es lo que solía enviarse al Faro? En cualquier otro momento habría sido sensato que Lily hubiera sugerido té, tabaco, periódicos. Pero esta mañana, todo, ante la pregunta de Nancy, parecía muy extraño -¿Qué hay que enviar al Faro?-; la pregunta abría nuevas puertas en la mente de cada uno, y las puertas no dejaban de dar portazos, de abrirse y cerrase; y obligaban a todos a preguntarse sin cesar, con asombro, con la boca abierta: ¿Qué se envía? ¿Qué se hace? Y, en fin: ¿Qué hace uno aquí?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Al Faro»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Al Faro» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Al Faro»

Обсуждение, отзывы о книге «Al Faro» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x