Francois Mauriac - El Cordero

Здесь есть возможность читать онлайн «Francois Mauriac - El Cordero» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Классическая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Cordero: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Cordero»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El cordero es una de las novelas tardías de Mauriac, publicada en el año 1954, en la que su extraordinario arte de escritor parece haber alcanzado su máxima madurez. En uno de esos sofocantes ambientes provincianos que sirven de indeciso campo de batalla entre el Bien y el Mal, escenarios predilectos de su narrativa, Mauriac presenta aquí un joven matrimonio en discordia, en cuya vida van a mezclarse otros personajes no menos torturados que ellos. El tema del odio que no acaba de manifestarse, quizá como una cara oculta y paradójica del amor, el tema del sacrificio, del que se ofrece como víctima expiatoria de los demás, la pérdida de la fe, que también se disimula para evitar un escándalo público, y el fariseísmo imperante en esa digna burguesía bordelesa, componen un dramático cuadro que se impregna de sentido religioso, pero que evita siempre toda abstracción y todo intento de apologética. Mauriac, sutil analista de las almas más sombrías y más turbias, se nos revela una vez más como un incomparable maestro de ese tipo de relatos que le dieron fama universal.

El Cordero — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Cordero», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Los peldaños de la escalera del último piso no tenían alfombra y crujían. Se detenía para asegurarse de que la casa continuaba dormida. La puerta del niño estaba entreabierta, y el velador que alumbraba el cuarto expandía hasta el descanso un resplandor lunar. Hubo una época en que Roland era mimado por los Mirbel. Acostumbrado al dormitorio común, tenía miedo de quedarse solo de noche y había obtenido aquel velador. Xavier, emergiendo.de las tinieblas, distinguía cada objeto: el jersey y el pantalón tirados sin orden y los pesados zapatos de cordones rotos que bogaban al azar. Sobre la mesa de noche, un viejo nido de pájaro, una honda, una agenda, dos cartas de Dominique en su sobre, un pañuelo sucio. La aureola del velador revelaba en el cielo raso vagos continentes de goteras. Xavier se sentó con precaución al borde de la cama. El niño dormía con un sueño tranquilo, sin el menor soplo, como la naturaleza de aquella noche, petrificado como ella, hundido en un reposo que no pertenecía al mundo. Sin embargo, vivía: el olor animal de su vida reinaba en la buhardilla, y su calor. Xavier estaba sentado junto a ese ser como ante un fuego, y se calentaba en ese fuego vivo. El cuerpo estaba de costado, un hombro flaco surgía de las sábanas. El pelo sobre la nuca dibujaba una punta. Xavier no se movía: recobraba su fuerza. La criatura dormida bajo sus ojos hacía que Dios fuera nuevamente sensible a su corazón. Un cuerpo humano, una alma humana: no se necesitaba más, Dios mío, para que estuvierais ahí, para que le fuerais devuelto. Él no podía decir ninguna palabra al niño dormido ni posar los labios sobre su frente. No podía hacer nada, salvo hablaros de él, ¡qué voluntad apasionada de sustitución! Siempre ese "tomadme en su lugar", siempre esa exigencia de asumir lo peor de un destino.

¡Una especie de locura!, pero una gran paz le había vuelto o más bien la experimentaba de nuevo, pues no dudaba de que nunca la había perdido. Una paz viva, una paz que lo embotaba de alegría, y que, sin embargo, le daba miedo a causa de lo que anunciaba.

– ¿Qué haces en este cuarto?

Se irguió y vio en el marco de la puerta a Mirbel, envuelto en una bata blanca. El niño se despertó, se sentó en la cama, miró a los dos hombres y se echó a llorar. Mirbel repitió:

– ¿Qué haces aquí? Xavier balbució:

– No sé.

Con la cabeza gacha, buscaba lo que debía contestar.

– ¿ No lo sabes? ¿ De veras?

Mirbel dio algunos pasos hacia la cama, se inclinó hacia el niño, que se frotaba los ojos y gemía; lo asió de las muñecas y descubrió una cara hinchada de sueño, bañada en lágrimas.

– ¿Qué te ha hecho? Pero contesta cuando se te pregunta algo.

Roland sollozaba. Balbució "que dormía, que no se había dado cuenta de nada".

– ¿De qué hubiera podido darse cuenta? -preguntó Xavier-. De pronto me sentí inquieto por él, vine para cerciorarme de que no estaba enfermo.

– ¿No lo estaba?

– No, dormía tranquilamente.

– Dijiste hace un rato que no sabías lo que hacías en este cuarto. Necesitaste tiempo para encontrar un pretexto.

Xavier seguía con la cabeza baja.

– ¿Por qué te quedaste cuando viste que dormía tranquilamente? Xavier dijo:

– No sé… -vaciló un instante y a media voz-: Creo que rezaba…

Mirbel se encogió de hombros y empezó a recitar, cantando como un colegial:

Un ángel de rostro radiante,

inclinado sobre la cuna,

parecía contemplar su imagen

como en la linfa de un arroyo.

"Niño encantador que eres mi imagen

– le dijo-, oh, ven conmigo,

ven, seremos dichosos juntos…"

Mirbel se interrumpió presa de una risa cacareante. Xavier se había inclinado hacia Roland y le repetía en voz baja:

– Cierra los ojos, eso no significa nada, duerme. Le impedimos dormir -dijo, volviéndose hacia Mirbel.

– Es un escrúpulo un poco tardío, ¿no te parece?

Sin embargo, Xavier envolvía al niño, le ponía la sábana sobre el hombro, le decía:

– Vuélvete del lado de la pared…

– Ahora dejémoslo.

Salió, pero sentía casi el soplo de Mirbel, a tal puntó lo seguía de cerca. No pudo impedirle que entrara detrás de él en su cuarto. Mirbel cerró la puerta, se volvió hacia Xavier y dijo:

– Es hora de que los separe.

Xavier no apartaba los ojos de aquel hombre sentado en el sillón, como si hubiera querido pasar allí la noche.

– Haría bien yendo a acostarse -dijo.

– ¡Oh, el sueño y yo! -suspiró Mirbel, y extendió las piernas, flacas y velludas-. No tienes conciencia, por supuesto, pero es hora de que separe al chico y a ti. No quieres tener conciencia de ello. Ah, la evasión por lo sublime, el disfraz de lo peor por lo mejor: eres un ejemplo famoso. Felizmente para tu salvación, estoy aquí.

Xavier callaba y lo observaba.

– En fin, el dieciocho de este mes devuelvo el chico a donde lo he sacado. Es asunto resuelto.

Xavier preguntó si "se trataba de una amenaza".

– No, pero te repito que es un asunto resuelto.

Todo lo que había ocurrido en el cuarto de Roland y esa vergüenza que lo abrumaba, Xavier lo olvidó. Pensó con una precisión seca en ese proyecto que había planeado con Dominique: ella se lo recordaba en la última carta. Él dispondría en favor de Roland de los ciento cincuenta mil francos que había heredado de su tío Cordés. Se lo confiarían a esa colega de Dominique que aceptaba niños en pensión. Seguiría las clases en la escuela libre de Saint-Paul. No escuchaba a Mirbel.

– Volveremos a encontrarnos solos frente a frente como en el tren. La corriente tendrá que volver a pasar. Las mismas circunstancias suscitarán la misma simpatía, ya verás. Por supuesto estaremos menos tranquilos aquí para conversar que en un compartimiento… Ya sabemos: está Michele. Pero en seguida llegarás al punto en que uno ya no ve a la gente con, quien vive. Suprimiremos a Michéle -exclamó con alegre ferocidad.

– Pienso que podría… -interrumpió Xavier-. Usted no me negará eso… Quisiera acompañar yo mismo a Roland el dieciocho.

Mirbel se levantó y se dirigió hacia Xavier.

– No me hables más de ese chico: una mojarrita que vuelve a echarse al agua. Lo devuelvo a su elemento natural: los asilos, los hospicios. ¿En qué te ocupas? ¿Qué temes por él? ¡Me parece que tienes muy poca confianza en la Providencia!

Y recobró su tono de colegial que canta, para recitar este dístico:

A los pajaritos les da su alimento

y sobre toda la naturaleza se extiende Su

bondad.

– Estos dos versos de Racine se titulaban Bondad de Dios en El cesto de la infancia en que las monjitas buscaban los textos de nuestras lecciones.

– Usted y Michéle le han dado el gusto de cierta vida, costumbres -dijo Xavier-. Ustedes son responsables…

– No te contestaré cuando me hables de ese ser atroz. Confiesa que estás curiosamente obsesionado…

Xavier, con los ojos cerrados, ceñudo, repetía a media voz, casi suplicante:

– Vayase. Déjeme.

– ¡Ah, cristianito que no te atreves a mirarte de frente!

Xavier pensaba: "¡Dios mío, que este hombre no arroje en mí el germen de la abominación!, No permitas que envenene mi fuente…" Se asombró de lo que decía en voz alta:

– ¿Me curaré alguna vez de haberlo conocido a usted?

– Por fin -gritó Mirbel-. ¡Era tiempo! Reconoces que estás tocado. No pido más -agregó riendo-, por lo menos esta noche. Tranquilízate, voy a dejarte dormir. Ahora vas a poder dormir. La verdadera vida empezará para nosotros a partir de mañana.

Caminaba a través del cuarto con excitación y se restregaba las manos.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Cordero»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Cordero» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Francois Mauriac - Nudo De Viboras
Francois Mauriac
Francois Mauriac - El Desierto Del Amor
Francois Mauriac
Francois Mauriac - El Mico
Francois Mauriac
Francois-René de Chateaubriand - Ransė gyvenimas
Francois-René de Chateaubriand
Fernando Cordero Morales - ¿Extraños amigos?
Fernando Cordero Morales
Francois Keyser - Amore E Giustizia
Francois Keyser
Francois Keyser - Dúvida
Francois Keyser
Francois Keyser - Receio
Francois Keyser
Francois Keyser - Cold Feet
Francois Keyser
Francois Keyser - The Tickle Tree
Francois Keyser
Francois-Xavier Meunier - Dual Innovation Systems
Francois-Xavier Meunier
Отзывы о книге «El Cordero»

Обсуждение, отзывы о книге «El Cordero» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x