El evangelista Lucas analiza sintéticamente la distinta mentalidad en el capítulo 11, versículos 37-53 y análogamente, en un entorno distinto, es decir, en una plaza, leemos en Mateo 23, 1-39.
En Lucas, invitan a Jesús a comer, junto a doctores de la ley, en casa de un fariseo, después de haber hablado ya muchas veces contra la mentalidad farisaica y saducea. Se puede suponer que querían conocerlo mejor, para entender lo grande que era la aversión de Jesús hacia ellos. Cristo, en su absoluta libertad, sin remordimiento, les complace plenamente, definiéndolos como sepulcros blanqueados, llenos de podredumbre y copas limpias por fuera, pero sucias por dentro:
«Un fariseo lo invitó a cenar a su casa. Jesús entró y se sentó a la mesa. El fariseo extrañó de que no se lavara antes de comer. Pero el Señor le dijo: “¡Así son ustedes, los fariseos! Purifican por fuera la copa y el plato, y por dentro están llenos de voracidad y perfidia. ¡Insensatos! El que hizo lo de afuera, ¿no hizo también lo de adentro? Dad más bien como limosna lo que tenéis y todo será puro. Pero ¡ay de vosotros, fariseos, que pagáis el impuesto de la menta, de la ruda y de todas las legumbres, y descuidáis la justicia y el amor de Dios! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello. ¡Ay de vosotros, fariseos, porque os gusta ocupar el primer asiento en las sinagogas y ser saludados en las plazas! ¡Ay de vosotros, porque sois como esos sepulcros que no se ven y sobre los cuales se camina sin saber!”. Un doctor de la Ley tomó entonces la palabra y dijo: “Maestro, cuando hablas así, nos insultas también a nosotros”. Él le respondió: “¡Ay de vosotros también, porque imponéis a los demás cargas insoportables, pero vosotros no las tocáis ni siquiera con un dedo! ¡Ay de vosotros, que construís los sepulcros de los profetas, a quienes vuestros mismos padres han matado! Así os convertís en testigos y aprobáis los actos de vuestros padres: ellos los mataron y vosotros les construís sepulcros. Por eso la Sabiduría de Dios ha dicho: Yo les enviaré profetas y apóstoles: matarán y perseguirán a muchos de ellos. Así se pedirá cuenta a esta generación de la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la creación del mundo: desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que fue asesinado entre el altar y el santuario. Sí, os aseguro que a esta generación se le pedirá cuenta de todo esto. ¡Ay de vosotros, doctores de la Ley, porque os habéis apoderado de la llave de la ciencia! ¡No habéis entrado y se lo impedís a los que quieren entrar”».
La afirmación de Jesús: «Dad (…) como limosna lo que tenéis y todo será puro» debe entenderse, no a través de los siervos, sino personalmente, y es revolucionaria en ese entorno, donde acercarse a los necesitados se considera impuro: dar limosna no tiene aquí solo el significado de compasión, sino también el de obras de bien material, incluso ensuciándose si hace falta. Jesús no se opone en conjunto a las prácticas farisaicas, pero sí a la costumbre de descuidar mandamientos esenciales y dar un peso excesivo a los secundarios, como por ejemplo lavarse al menos veinte veces al día manos y brazos hasta los codos, despreciando al que no lo haga. El fariseo le había reprochado, al inicio de la comida, precisamente porque no había realizado las abluciones: evidentemente, Jesús lo había hecho a propósito, para provocar lo que sucedió a continuación. Los fariseos no llegan ni a rozar los sepulcros, porque piensan que eso les haría impuros ante Dios y Cristo, en respuesta, los define como esos mismos sepulcros. Los escribas se consideran los portavoces de la sabiduría de Dios y Jesús los define como hipócritas que cargan pesos insoportables sobre otros y, personalmente, cuando no los ven, no los cargan. Además, llama a todos los presentes hijos de asesinos de profetas, también en esto hipócritas, porque, metafóricamente, esconden esos restos mortales en sepulcros que han construido ellos mismos, elogiando así las enseñanzas de esos profetas a los que, en realidad, no siguen. Cuanto Jesús condena en ellos es, por tanto, más que suficiente como para considerar a los presentes todavía más enemigos. De hecho, olvidan las obligadas buenas maneras y, como añade Lucas, «Cuando Jesús salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo, exigiéndole respuesta sobre muchas cosas y tendiéndole trampas para sorprenderlo en alguna afirmación que saliera de su boca».
Quien mantiene las formas, en la mentalidad habitual en ese tiempo en Israel, es considerado un justo, un puro y además un santo y, según los líderes y su grupo, todos los demás son pecadores.
Jesús se enfrenta a ellos. Ciertas disputas que tienen entre ellos pierden importancia en ese caso y se agrupan en contra de él.
Hay que añadir que tienen otras grandes querellas . En Palestina, durante los años de Jesús, hay de hecho fuerzas que podrían comprometer la estabilidad del poder judaico establecido, es decir, los zelotas y los falsos profetas.
Los zelotas (zelotes) son personajes antiguos, aparecen en el siglo II a. de C. en respuesta a las tentativas de los reyes macedonios de helenizar Israel. Son defensores a ultranza de la ley mosaica, no pertenecientes a un grupo concreto, sino compuestos por los que de hecho se comportan como fanáticos. Durante la insurrección del siglo II a. de C. contra Antíoco IV Epifanio, el rey extranjero que quería helenizar a los hebreos y llevarlos a la apostasía, en un sábado, un grupo de zelotes insurrectos se hace matar por los enemigos antes que empuñar las armas en el día sagrado dedicado a Dios y al reposo. Los jefes de la revuelta, Matatías y sus hijos, los macabeos, deciden llegar a un acuerdo: observar el sábado no atacando ese día, pero defenderse en caso de un ataque enemigo. Las victorias dan la razón a su política, pero los zelotes y todos los que se consideran observantes estrictos ( hasidim ) siguen decepcionados, de lo que deriva una separación que lleva a la aparición de la secta de los fariseos. Son acontecimientos narrados en los libros 1 y 2 de los Macabeos, el primero en hebreo, tal vez de impronta saducea, y el segundo en griego, teológico y que en parte incluye los mismos hechos y es de mano farisea. 31
Los partisanos antirromanos del tiempo de Cristo asumen el nombre de los antiguos zelotas. También en los años de Jesús se escriben otros dos libros sobre los Macabeos, 3 y 4, que pudieron ser de origen zelota o de personas cercanas a ese entorno, pero son considerados apócrifos por todos.
Los zelotas operan tendiendo emboscadas a pelotones romanos, robando provisiones de los ocupantes, haciendo sabotajes, parte de ellos matando a traición con la sica, una espada corta, de donde deriva el nombre de sicarios. Al contrario de la situación unas décadas después, los zelotas todavía no tienen la posibilidad de levantar la insurrección que desean, pero despiertan fuertes preocupaciones entre saduceos y fariseos, que temen por el mantenimiento de su poder a causa de desórdenes, dado que nominación del gran sacerdote y sus colaboradores es, de hecho, aunque no oficialmente, acordada con el gobernador romano y Roma pretende que los hombres del sanedrín del templo contribuyan a mantener el orden.
Como se ha dicho, además de los zelotas existía para los jefes de Israel el problema de los falsos profetas que podían «confundir al pueblo».
Jesús es un profeta. A su vez, se le ve como un profeta sedicente, un agitador, un curandero profesional, pero bastante más poderoso, a diferencia de los demás, porque habla con autoridad, sabe hacer que le obedezcan y le siguen grandes multitudes: aunque solo sea por ese entusiasmo, que desaparecerá con el arresto de Jesús, pero entretanto les da miedo. Los verdaderos discípulos de Cristo, que han elegido cambiar de mentalidad siguiendo las enseñanzas del amor de Jesús, son pocos (incluso en su momento lo dejarán solo tras su arresto) pero esto no lo saben los sacerdotes: lo que más les asombra es la multitud que le alaba, desbordante incluso cuando llega a Jerusalén, multitud a la que se dirige Cristo denunciando en un tono muy duro el modo de pensar y el comportamiento de los jefes de Israel. Estos temen además que los zelotas podrían estar de su parte.
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