Amin Maalouf - Samarcanda

Здесь есть возможность читать онлайн «Amin Maalouf - Samarcanda» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Историческая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Samarcanda: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Samarcanda»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Samarcanda — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Samarcanda», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Si me voy de Tabriz en este momento difícil, me daría vergüenza volver después para reanudar mi actividad. Por lo tanto, me quedaré. Quizá mi presencia contribuya a que mi gobierno actúe.

Por todas partes, como si se hubieran puesto de acuerdo, obtuve la misma respuesta, inmediata, clara, irrevocable. ¡Incluso Mr. Wratislaw, el cónsul británico! ¡Incluso el personal del consulado de Rusia, con la notoria excepción del cónsul, el señor Pokhitanoff, me dio la misma respuesta: «¡No nos iremos!» E informaron a sus atónitos gobiernos.

La admirable solidaridad de los extranjeros reconfortó los ánimos en la ciudad. Pero la situación era precaría. El 18 de abril, Wratislaw telegrafió a Londres: «Hoy el pan es escaso, mañana lo será aún más.» El 19, nuevo mensaje: «La situación es desesperada; aquí se habla de una última tentativa de romper el cerco.»

De hecho, ese día se estaba manteniendo una reunión en la ciudadela. Fazel anunció que las tropas constitucionales avanzaban desde Resht hacia Teherán, que el gobierno en el poder estaba a punto de derrumbarse y que faltaba poco para asistir a su caída. Y al triunfo de nuestra causa. Pero Howard tomó la palabra después de él para recordar que los bazares estaban ya vacíos de todo producto comestible.

– La gente ha sacrificado ya a los animales domésticos, incluidos los gatos callejeros, familias enteras vagan noche y día por las calles a la búsqueda de una granada raquítica, de un resto de pan de higo tirado en alguna cuneta. Corremos el peligro de que pronto se recurra al canibalismo.

– ¡Dos semanas, necesitamos resistir dos semanas solamente!

La voz de Fazel era suplicante. Pero Howard no podía hacer nada.

– Nuestras reservas nos han permitido subsistir hasta este momento. Ahora ya no tenemos nada que distribuir. Nada. Dentro de dos semanas la población estará diezmada y Tabriz será una ciudad fantasma. Estos últimos días ha habido ochocientos muertos. De hambre y de las innumerables enfermedades que el hambre provoca.

– ¡Dos semanas! ¡Sólo dos semanas! -repetía Fazel-. ¡Aunque haya que ayunar!

– ¡Todos estamos ayunando desde hace varios días!

– ¿Qué hacemos entonces? ¿Capitular? ¿Dejar cae esa formidable ola de apoyo que hemos levantado pacientemente? ¿No existe ningún medio de resistir?

Resistir. Resistir. Doce hombres trastornados, aturdidos por el hambre y el agotamiento, pero también por la embriaguez de la victoria al alcance de la mano, no tenían más que una obsesión: resistir.

– Habría una solución -dijo Howard-. Quizá…

Todos los ojos se volvieron hacia Baskerville.

– Intentar una salida por sorpresa. Si conseguimos recuperar esta posición -indicaba con el dedo un punto en el mapa- nuestras fuerzas se precipitarían por la brecha y restablecerían el contacto con el exterior. En el tiempo que el enemigo tarde en recuperarse, tal vez llegue la salvación.

Inmediatamente me declaré hostil a la propuesta; los jefes militares eran de mi misma opinión; todos, sin excepción, la juzgaban suicida. El enemigo estaba sobre un promontorio, a quinientos metros aproximadamente de nuestras líneas. Se trataba de cruzar esa distancia por terreno llano, escalar una imponente muralla de barro seco, desalojar a los defensores y luego instalar en la posición fuerzas suficientes para resistir el inevitable contraataque.

Fazel dudaba. Ni siquiera miraba al mapa, sino que se interrogaba sobre el efecto político de la operación. ¿Permitiría ganar algunos días? La discusión se prolongó haciéndose cada vez más animada. Baskerville insistía, argumentaba apoyado por Moore. El corresponsal del Guardian alegaba su propia experiencia militar, afirmando que el efecto sorpresa podría ser decisivo. Fazel terminó por decidirse.

– Sigo sin estar convencido, pero puesto que no puede planearse ninguna otra acción, no me opondré a la de Howard.

El día siguiente, 20 de abril, a las tres de la mañana, se lanzó el ataque. Se había convenido que si a las cinco se había conseguido tomar la posición, se realizarían otras operaciones en múltiples puntos del frente con el fin de impedir al enemigo sustraer tropas para el contraataque. Desde los primeros minutos la tentativa se vio comprometida: una barrera de fuego acogió la primera salida realizada por Moore, Baskerville y unos sesenta voluntarios más. Visiblemente, el enemigo no estaba nada sorprendido. ¿Le habría informado algún espía de nuestros preparativos? No se puede afirmar, ya que de todas formas el sector estaba muy protegido. Liakhov se lo había confiado a uno de sus más capacitados oficiales.

Fazel ordenó, razonablemente, poner fin de inmediato a la operación y dio la señal de retirada, una especie de canturreo prolongado; los combatientes retrocedieron. Varios estaban heridos, entre ellos, Moore.

Sólo uno no volvió. Baskerville. Fue fulminado en la primera descarga.

Durante tres días, Tabriz iba a vivir al ritmo de las condolencias, condolencias discretas en la Misión Presbiteriana, condolencias ruidosas, fervientes, indignadas en los barrios ocupados por los «hijos de Adán». Con los ojos enrojecidos, yo iba estrechando manos, la mayoría de ellas desconocidas, y dando interminables abrazos.

En la cohorte de los visitantes se encontraba el cónsul de Inglaterra, que me llevó aparte.

– Quizá lo que voy a decirle le sirva de algún consuelo. Seis horas después de la muerte de su amigo, me llegó un mensaje de Londres anunciándome que se había llegado a un acuerdo entre las potencias con respecto a Tabriz. Baskerville no ha caído inútilmente. Un cuerpo expedicionario se dirige ya hacia la ciudad para liberarla y abastecerla. Y para evacuar a la comunidad extranjera.

– ¿Un cuerpo expedicionario ruso?

– Por supuesto -admitió Wratislaw-. Son los únicos que disponen de un ejército en las proximidades. Pero hemos obtenido garantías. Los partidarios de la Constitución no serán molestados y las tropas del zar se retirarán en cuanto realicen su misión. Cuento con usted para convencer a Fazel de que deponga las armas.

¿Por qué acepté? ¿Por desánimo? ¿Por agotamiento? ¿Por un sentimiento persa de la fatalidad que se había insinuado en mí? El caso es que no protesté, que me dejé persuadir de que esa execrable misión me estaba destinada. Sin embargo, decidí no acudir inmediatamente a casa de Fazel. Prefería evadirme durante algunas horas junto a Xirín.

Desde nuestra noche de amor, sólo la había visto en público. El asedio había creado en Tabriz una atmósfera nueva. Se hablaba constantemente de infiltraciones enemigas. Por todas partes se creía ver espías o traidores. Hombres armados patrullaban por las calles y guardaban el acceso a los principales edificios. A las puertas del Palacio Vacío solía haber cinco o seis, a veces más. Aunque siempre me recibían con la mejor de sus sonrisas, su presencia me impedía toda visita discreta.

Esa noche, la vigilancia se había aflojado en todas partes y puede escurrirme hasta la habitación de la princesa. La puerta estaba entreabierta; la empujé silenciosamente.

Xirín estaba en la cama, sentada, con el Manuscrito abierto sobre sus rodillas levantadas. Me deslicé a su lado, hombro contra hombro, cadera contra cadera. Ni ella ni yo teníamos ánimos para caricias, pero esa noche nos amamos de otro modo, absortos en el mismo libro. Ella guiaba mis ojos y mis labios, conocía cada palabra, cada pintura; para mí, era la primera vez.

A menudo traducía al francés, a su manera, trozos de poemas de una sabiduría tan rigurosa, de una belleza tan intemporal que hacían olvidar que habían sido pronunciados por primera vez ocho siglos antes en algún jardín de Nisapur, de Ispahán o de Samarcanda.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Samarcanda»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Samarcanda» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Aminatta Forna - Ancestor Stones
Aminatta Forna
Amin Maalouf - Samarkand
Amin Maalouf
Amin Maalouf - Leo Africanus
Amin Maalouf
Amin Maalouf - Disordered World
Amin Maalouf
Jonathan Stroud - The Amulet of Samarkand
Jonathan Stroud
Amin Maalouf - Los Jardines De Luz
Amin Maalouf
Carla Amina Baghajati - Muslimin sein
Carla Amina Baghajati
StaVl Zosimov Premudroslovsky - AMIN’NY ANDRO. Ny mahamenatra
StaVl Zosimov Premudroslovsky
Amin Rismankarzadeh - Darkness Monster
Amin Rismankarzadeh
Отзывы о книге «Samarcanda»

Обсуждение, отзывы о книге «Samarcanda» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x