Belinda Alexandra - La lavanda silvestre que iluminó París

Здесь есть возможность читать онлайн «Belinda Alexandra - La lavanda silvestre que iluminó París» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Историческая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La lavanda silvestre que iluminó París: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La lavanda silvestre que iluminó París»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En la bella Provenza, la joven Simone Fleurier, de catorce años, vive arropada por el amor incondicional de su familia, dueña de una plantación de lavandas que atraviesa graves problemas económicos. Cuando por fin las cosas parecen mejorar, su padre fallece en un fatídico accidente de tráfico. Su familia, destrozada y sin recursos, se ve obligada a enviar a Simone a un vieja casa de huéspedes en Marsella dirigida por su tía, una cruel mujer que la obligará a trabajar como criada en unas pésimas condiciones. Sola, sin el amor de los suyos y perdida cualquier esperanza, Simone cae en una vida triste y miserable. Pero su suerte cambiará cuando trabe amistad con Camile Casal, una hermosa, fría y calculadora joven dedicada al teatro de variedades que le descubrirá el mundo del espectáculo. Poco a poco, florecerá en el corazón de Simone un sueño que la motivará a seguir adelante: convertirse en la más extraordinaria bailarina y cantante de toda Francia.

La lavanda silvestre que iluminó París — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La lavanda silvestre que iluminó París», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

El ritmo del camerino se aceleró. Las chicas tiraron al suelo sus kimonos y se embutieron en los trajes. Madame Tarasova y yo corrimos tras ellas, ayudándolas a colocarse las medias y a alisar sus pelucas.

– ¡Mira! -me dijo una chica de piel pálida, a la que reconocí como la que se había quejado de tener hambre la primera noche que había observado a los artistas llegar al teatro. Se estaba señalando un desgarrón bajo la manga de su blusón.

– Yo lo arreglaré -le aseguré.

Se quitó de un tirón el traje y me lo entregó. Traté de ignorar que estaba ante mí, mostrándome los pechos al aire y una espesa mata de vello púbico, y enhebré la aguja. No me daba vergüenza, pero no estaba acostumbrada a ver a mujeres exhibiendo su desnudez de una forma tan despreocupada.

Oí un aplauso y volvió a sonar la campana. Ayudé a la chica a ponerse el traje de nuevo y la contemplé mientras salía corriendo tras las demás escaleras abajo. Madame Tarasova las siguió. El ruido de las pisadas de las coristas y de los gritos de guerra que proferían mientras corrían por las escaleras hizo que el suelo vibrara y que las paredes se sacudieran.

– ¡Simone! -exclamó madame Tarasova por encima de su hombro-. Ven mañana por la noche. Mañana iré a administración y firmaré para que te pongan en nómina.

Supuse que aquello significaba que me había contratado.

Madame Tarasova me indicó que podía vivir entre bastidores hasta que encontrara una habitación en la que alojarme. Monsieur Dargent había dejado que ella y Vera se quedaran allí cuando acababan de llegar a Marsella después de huir de Rusia y entonces comprendí por qué le eran tan leales, cuando podrían haber encontrado un trabajo mejor en cualquier parte. El día después de que me contrataran, no pude esperar para recoger mis cosas y comunicarle a tía Augustine que me marchaba. Hasta que no recogí mis pertenencias e hice un hatillo con mi ropa no me di cuenta de la presencia de Bonbon junto a la puerta, con las orejas gachas.

La cogí en brazos. Se me había olvidado que, si me marchaba, ya no volvería a verla. Subí las escaleras hasta la habitación de Camille y llamé a la puerta. Camille la abrió, ataviada con un kimono. Su hermoso rostro tenía un aspecto etéreo sin el maquillaje de teatro.

– Me marcho -le anuncié-. He conseguido trabajo en Le Chat Espiègle.

– Lo sé -me contestó.

– Pero puedo seguir cuidando de Bonbon si la traes al teatro contigo. Lo haré gratis.

– Llévatela -respondió Camille, bostezando-. ¿Qué voy a hacer yo con un chucho?

Bonbon aguzó las orejas y movió el rabo. Debió de percibir que la felicidad me embargaba. Era un buen principio para mi nueva vida: mi pequeña compañera podía quedarse conmigo.

Tía Augustine estaba sentada en el salón, leyendo el periódico. Ya le había enviado una carta a tía Yvette aquella mañana, contándole a ella y a mi madre que me marchaba de casa y que había conseguido trabajo como costurera en un teatro de variedades. Quise darles la noticia a ellas yo primero, porque a saber qué mentiras le contaría la anciana a mi familia si no lo hacía. No se me ocurría ni una sola virtud a su favor que me hiciera sentir lástima por abandonarla. No había demostrado ni un ápice de bondad por mí. En lugar de «darme un techo donde vivir» tras la muerte de mi padre, no había hecho más que explotarme.

El rostro de tía Augustine enrojeció y comenzó a expulsar el aire por las ventanas de la nariz como un toro enfurecido cuando le dije que me marchaba.

– ¡Tú! ¡Pequeña desagradecida casquivana! -me gritó-. ¿Te has quedado embarazada?

– No -le respondí-. He conseguido otro trabajo.

Tía Augustine se quedó aturdida durante un instante, pero se recuperó rápidamente.

– ¿Dónde? -preguntó, y entonces su mirada recayó sobre Bonbon, que estaba sentada junto a mi hatillo-. ¡Ah! ¡Así que te has unido a esa zorra de arriba! ¿Verdad? -me espetó-. Bueno, pues déjame que te diga algo: ella tendrá trabajo mientras sea bonita y joven, pero acabará como esas mujeres de ahí al lado. -Señaló con la cabeza en dirección a nuestras vecinas-. ¡Pero tú! -exclamó, echándose a reír-. ¡Tú ni siquiera eres lo bastante bonita para eso ahora!

Aquel insulto me dolió porque llevaba algo de razón: yo no era tan agraciada como Camille. Habría dado cualquier cosa por tener su cabello rubio hipnótico y felino, pero en su lugar, yo era una jirafa de ojos oscuros. Antes de que tía Augustine pudiera continuar echándome en cara cosas que lograran desanimarme, recogí a Bonbon y mi equipaje y salí por la puerta. Al fin y al cabo, ¿acaso me hacía falta belleza para trabajar de costurera?

Tía Augustine corrió a la puerta detrás de mí y las vecinas se asomaron al balcón para ver de dónde venía toda aquella conmoción.

– ¡Simone! -gritó tía Augustine. Me volví para verla señalando a las prostitutas-. ¡Eso es lo que les pasa a las chicas del montón sin talento que prueban suerte en el teatro! ¡Mira, Simone! ¡Ahí está tu futuro, contemplándote!

Me metí a Bonbon bajo el brazo, me colgué el hatillo de ropa al hombro y fijé la mirada decididamente en dirección a Le Chat Espiègle.

Unas semanas después de que empezara a trabajar en el departamento de vestuario de Le Chat Espiègle, cerró otro teatro de la vecindad llamado El Marinero Tuerto, y monsieur Dargent les compró algunos de los decorados y trajes a los acreedores. Creó un nuevo espectáculo titulado En el mar. El primer acto contaba la historia de tres marineros que naufragaban en una isla llena de bellezas hawaianas.

Los trajes eran más sencillos que los del espectáculo anterior, así que a veces podía aprovechar unos instantes para ver la representación entre bastidores. Comencé a entender la diferencia entre Camille y las coristas. Las chicas cantaban y movían las piernas porque no querían morirse de hambre. Bailar en el teatro era mejor que estar en la calle y el público les tenía más respeto, aunque solo fuera un poco. Además, aquello estaba un escalón por encima de trabajar en una lavandería, en una panadería o como servicio doméstico, donde la dureza de sus tareas acabaría desgastando su mayor baza: la belleza de la juventud. En el teatro podían mantenerla más tiempo con la esperanza de que alguna noche les saliera un adinerado pretendiente entre los hombres que rondaban la puerta de artistas después del espectáculo. Todas las coristas sabían que a Madeleine, tras una relación amorosa con el heredero de la fortuna de una empresa de transporte, el padre del joven la había obligado a abortar, y que el año anterior dos de las chicas habían tenido que abandonar el teatro tras contraer enfermedades venéreas. Era un aspecto de la vida teatral que no había anticipado y que me escandalizó. No había oído hablar de la Bella Otero, ni de Liane de Pougy o Gaby Deslys: artistas que eran amantes de reyes y príncipes. Aunque las coristas a veces recibían joyas y ropa por sus favores, madame Tarasova rápidamente puntualizaba que nadie en Le Chat Espiègle había conseguido marcharse repentinamente para acabar en un matrimonio de ensueño con un príncipe, ni siquiera con el director de una empresa de aceite de oliva, por lo que hacía lo que podía por educar a las chicas sobre los beneficios del uso de les capotes anglaises, fundas de goma que los hombres se colocaban sobre el pene para evitar la concepción y las enfermedades. Pero ante aquel consejo las chicas hacían oídos sordos, pues quedarse embarazada aún era un método viable de atrapar marido.

Sin embargo, Camille era diferente. Desde su mirada hasta el balanceo de sus caderas, todo en ella expelía magia bajo la luz de los focos hacia los ávidos espectadores. El público la aclamaba y la aplauda, como si estuviera tratando de conseguir los productos más frescos del mercado, mientras que ella permanecía distante, envuelta en su misteriosa belleza. Cuando Camille salía del escenario, se llevaba su encantamiento con ella y dejaba al público anhelando su sensualidad. Puede que el interés de Camille por actuar fuera el mismo que el de las otras chicas, pero estaba claro que ella nunca pasaría hambre.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La lavanda silvestre que iluminó París»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La lavanda silvestre que iluminó París» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La lavanda silvestre que iluminó París»

Обсуждение, отзывы о книге «La lavanda silvestre que iluminó París» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x